jueves, 21 de diciembre de 2023

Del periodismo de opinión

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves. Mi propuesta de lectura para hoy, del escritor Mario Vargas Llosa, va del periodismo de opinión. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











Piedra de Toque
MARIO VARGAS LLOSA
17 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com

No sé si fue Juan Luis Cebrián, su primer director, o Jesús de Polanco, el principal accionista de EL PAÍS, quien fijó una línea desde el inicio, pero lo claro es que quien lo hizo tenía una idea muy moderna de la prensa escrita, porque la aparición de EL PAÍS, en plena Transición, fue de lo mejor que tenía que ofrecer España en el nuevo régimen. Todo era novedoso, incluyendo la diagramación y el formato, pero lo más importante era la veracidad de la información, el hecho de que las cosas de las que se daba cuenta en los textos correspondían a una verdad que podían verificar los lectores mediante sus conflictos con la realidad siempre cambiante. Esa fue la gran revolución que introdujo EL PAÍS en el mundo de las noticias, en una época en que los españoles (y latinoamericanos que vivían todavía en dictadura) estaban ávidos de prensa libre: una clara diferencia entre las cosas que defendía el diario, sus opiniones, y las cosas que el periódico informaba o anunciaba, comprobables simplemente prestando atención a lo que sucedía o iba a suceder. Después de tantos años de propaganda, los españoles no estaban acostumbrados a esa división entre la verdad de los hechos y la opinión. La revolución que supuso el diario tenía este carácter singular: los hechos reales, por un lado, y, por el otro, lo que el diario defendía o atacaba.
Esta pequeña revolución que introdujo el nuevo diario obligó a sus congéneres a optar por una división tan similar que, entre los hechos ocurridos y la opinión del periódico, había a veces enormes distancias. No todos lograron esa diferenciación, pero la existencia de EL PAÍS los obligó a intentarlo.
Los lectores se acostumbraron a leer las noticias, cuya verosimilitud era flagrante, y los comentarios que estas suscitaban, favorables o adversos, frente a las ocurrencias que se transmitían. Hay que situarse en el contexto de la época para entender el cambio. Yo recuerdo, con mi pequeño bagaje de lector de diarios, lo que esto significó. Como lector de prensa, mi experiencia era limitada. Hasta entonces, en la prensa en español resultaba muy difícil diferenciar aquello que ocurría de lo que daba cuenta el periódico, porque a menudo venía mezclado con las posiciones del diario. Decir la verdad desnuda fue el gran éxito de EL PAÍS, con prescindencia de las opiniones que sobre este acontecer ofrecía.
Contrató mi columna en EL PAÍS, en 1990, quien había asumido la dirección hacía poco, Joaquín Estefanía, y desde el comienzo decidí que se llamara Piedra de Toque. Pocos días o semanas después, al opinar sobre un asunto en el que el diario mantenía una línea diferente, Jesús de Polanco defendió mi posición en contra de la línea del periódico, argumentando que los columnistas del diario tenían derecho a la defensa de sus opiniones, tanto si estas eran adversas o simpatizantes con las del propio diario.
Estoy convencido de que la verdad de los redactores, aunque se equivoquen, también debe ser publicada, siempre y cuando los editores no detecten errores comprobables, porque son ellos quienes están más cerca de la noticia y la calle. Los columnistas tienen una función distinta, con más libertad que quien cumple una función informativa, pero eso no implica que tengan menos responsabilidad a la hora de transmitir la verdad tal y como la entienden. Una vez que estén convencidos de haberla encontrado, los articulistas deben estar dispuestos a defenderla incluso contra la voluntad del periódico, si hace falta. Yo he tenido mucha suerte, las expresiones que me han acompañado han sido siempre mías, coincidieran o discreparan de la línea política del periódico, lo que quiere decir que, cuando me he equivocado, lo he hecho sin ser previamente “corregido”, pues EL PAÍS ha respetado mi punto de vista.
Ese sería el único consejo que transmito a los jóvenes que se inician como escritores en la prensa diaria: decir y defender su verdad, coincida o discrepe con lo que el diario defiende editorialmente. Creo que el ejemplo de EL PAÍS ha cundido y que ahora, aunque hay excepciones, esa es una política más o menos general, o por lo menos el intento. Así como la Transición española sirvió a muchos países del otro lado del Atlántico que se inspiraron en ella al dejar atrás sus dictaduras y democratizarse en la década de los ochenta, EL PAÍS también fue una referencia para los diarios que recuperaron su libertad o se fundaron en la nueva etapa democrática.
A veces, es difícil decir la verdad tal como la entendemos desde nuestra posición particular, y hay el riesgo de equivocarse porque la verdad puede ser esquiva, compleja, diversa (Isaiah Berlin hablaba, en otro contexto, de “las verdades contradictorias”). Pero en este caso, la confesión del error vale tanto como haber acertado en la defensa de lo propio. Aparte del riesgo de equivocarse, los columnistas enfrentan otro problema. A menudo es difícil estar siempre con el humor de la página escrita y muchas veces las columnas no salen bien porque pecan de suficiencia o de esas infracciones en las que incurren los periodistas mal instruidos. Es preferible, en ese caso, reconocer la incertidumbre antes que defender una verdad de manera deforme o escondida, pues ante el hecho verosímil siempre será factible opinar con reticencias, con dudas, antes que equivocarse garrafalmente.
Siempre y cuando un periódico reconozca que algunos hechos difieren de las verdades que promueve, su credibilidad se mantiene. Cuando hay discrepancia entre su verdad y ciertos hechos, las costumbres de los diarios son distintas, porque algunos, siempre de calidad, prefieren abstenerse de decir su verdad y publicar los hechos. O reconocer el error de haber puesto al frente una versión equivocada. Mientras esto se haga de manera honesta, vale. Lo grave es empantanar la verdad o velarla para evitar dar armas al competidor o contradecir las convicciones propias.
Nunca he dejado de decir mi verdad, en la que hay un margen de error, a veces grande, y que puede ir evolucionando, incluso de manera drástica. Cuando he publicado compilaciones de artículos, como Contra viento y marea, donde se puede seguir mi trayectoria del socialismo al liberalismo en textos de hace muchos años, he querido que mis lectores asistan a través de esos artículos contradictorios y discrepantes entre sí a mi propio aprendizaje moral y político. Aquí, en mi Piedra de toque, he opinado sobre todas las cosas que me favorecían o perjudicaban, siempre de buena fe, coincidiera o discrepara con la línea del periódico. En muchas cosas he sido consistente a lo largo de las décadas y en otras he ido variando mi manera de pensar. Y quizá ese es el mérito de las columnas que duran tantos años: transparentar el debate que un columnista tiene consigo mismo a lo largo del tiempo cuando se esfuerza por acercar sus ideas a la realidad, que es siempre cambiante en función del contexto.
Mi consejo, decía antes, a los periodistas jóvenes, es decir siempre la verdad, aunque ella sea difícil de asimilar y describir, en función de la realidad. Aunque a menudo esto resulta arduo, siempre hay maneras de acercarse a ella, y creo que si el periodista renuncia a su obligación de decir la verdad, esa es la fuente de la que derivan todos los males de la prensa, desde el pequeño disfuerzo hasta el maremoto que puede provocar la mentira. El periodista de talento busca la verdad como una espada que se abre paso por doquier. Decir mentiras, manipular, es fácil, pero tarde o temprano queda en evidencia. El que dice la verdad y la defiende presta un servicio a sus lectores y a su tiempo. Eso es a lo que tímidamente he aspirado con el nombre —Piedra de toque— de mi columna en EL PAÍS.








































[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Crisis democrática o democracia en crisis? [Publicada el 10/12/2012]












El pasado mes de noviembre escribí en el blog una entrada titulada "La crisis de la democracia". No han mejorado las perspectivas de reconducción de la crisis en el tiempo transcurrido desde entonces. Al contrario la "supuesta", para algunos; "real", para otros, crisis de la democracia, se ha acentuado de manera notable. Hasta tal extremo, que muchas voces ajenas al mundo estricto de la política activa o partidista, pero sí de influencia en los ámbitos académicos, culturales, profesionales y sociales, comienzan a levantar la voz y a hacerse oír ante el grave y progresivo deterioro de la situación democrática en nuestro país pidiendo a la clase política una mayor implicación en la resolución de la misma; un poco más de pensar en los intereses generales del país y de sus ciudadanos, y un poco menos en los intereses meramente partidistas o cortoplacistas. 
No sé muy bien porqué, supongo que por eso de la asociación de ideas de las que tantas veces he escrito en el blog, recordé la famosa controversia que sostuvieron Pierre-Joseph Proudhon y Karl Marx, a cuenta de la publicación por el primero de su libro Filosofía de la Miseria, en 1846, y la respuesta del segundo con su Miseria de la Filosofía, en 1847. Así pues, el título que había pensado poner a la entrada, "Crisis de la democracia (II)", se ha convertido por obra y gracia de Proudhon y Marx, en "¿Crisis democrática o democracia en crisis?".
Tres voces traigo hasta ustedes, las de Josep Ramoneda, Roberto Luis Blanco Valdés y Álvaro Delgado-Gal, con enfoques distintos pero iguales intenciones: hacer luz sobre la crisis de la democracia en España y de sus instituciones representativas, sus causas y sus posibles soluciones. No las cito por ningún orden predeterminado, ni el cronológico de aparición en los medios públicos, que es el más neutro de los órdenes que se me ocurre;  ni el onomástico de sus autores, ni el de la extensión de sus artículos, la lucidez de sus argumentos, la profundidad de sus análisis o la originalidad de sus propuestas. A mí, los tres me han parecido excelentes, y esa es la única razón por la que los traigo hasta "Desde el trópico de Cáncer".  
El primero de esos artículos lo publicaba el profesor Josep Ramoneda en El País del pasado día 2 con el titulo de "La democracia, en peligro"El segundo, en el número de noviembre de Revista de Libros, lo firma Roberto Luis Blanco Valdés, con el título de "Parece mentira", comentando el libro del también profesor, Fernando Vallespín, La mentira os hará libres (Círculo de Lectores, Barcelona, 2012). El último de los artículos citados, también en el mismo número de Revista de Libros, viene escrito por su director, Álvaro Delgado-Gal, y lleva el sugestivo y dramático título, entre interrogaciones, de "¿Sobrevivirá la democracia?". Adelanto su respuesta favorable a tal posibilidad.
El vídeo que acompaña la entrada recoge la conferencia pronunciada en septiembre de este año por el reconocido profesor y politólogo italiano Gianfranco Pasquino, titulada "Democracia, participación y crisis de representación". Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno que padecemos. Tamaragua, amigos. HArendt











miércoles, 20 de diciembre de 2023

De la penúltima de Sabina





 


La penúltima de Sabina
NURIA LABARI
20 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com

El que dicen será el último concierto de Joaquín Sabina aún no ha llegado. Y del penúltimo no ha habido apenas crónicas, porque a los periodistas nos gustan los finales rotundos, las letras doradas del tiempo. Sin embargo, había unas 13.000 almas móvil en mano la anteúltima noche, compartiendo impresiones con sus grupos de WhatsApp y en sus redes. Valga como ejemplo la crónica de @david_redoli para la red social X. “Qué bonito, qué emotivo, qué mágico el penúltimo concierto de Joaquín Sabina en Madrid, concluyendo su gira Contra todo pronóstico. Tan joven y tan viejo, Like a Rolling Stone, el maestro puso en pie (lágrima en mano) a todo el Wizink Center, negándolo todo, incluso la verdad”. Aunque, puestos a negar, yo niego que el último concierto de esta gira sea el último de Joaquín Sabina.
En primer lugar, porque no podemos fiarnos de alguien que dice “la última” y deja sonando La canción de los buenos borrachos como telón de fondo. Es tan difícil que pida la última copa quien cerró todos los bares como que se cante la última el que vivió para cantarlo. Sin embargo, Contra todo pronóstico, sí es un antes y un después en la obra (y en la vida) de Joaquín Sabina. O más bien un después. Porque cumplir 74 años obliga a subir al escenario a un nuevo protagonista, el viejo poeta después de su obra. Y esa nueva presencia (invisible aunque a la vista de todos) hace que ninguna canción suene igual: “Ahora es demasiado tarde, princesa” se convierte directamente en otro tema. Y cuando se ruega “que el calendario no venga con prisas” entra en escena la noche más larga, que no es precisamente la de bodas.
“Aunque le queda poca voz, es un artista que se mete al público en el bolsillo. ¡Fue estupendo!”, comentaba @de_membrillo. Aunque les aseguro (no se crean todo lo que lean en X) que de voz va sobrado. Y es importante lo de la voz. No por la música, sino por la vida. En todas las culturas y en todas las mitologías el alma y la vida vienen por un soplo. Y en un cantautor la voz no es solo ese soplo sino la medida de la vida. Es verdad que está mayor, que canta sentado… Pero daría igual que lo hiciera tumbado. Porque quien canta no solamente tiene vida, sino que da vida. Un hombre (o una mujer) tan joven (y tan viejo) tiene menos vida para sí, pero un soplo nuevo que ofrecer a quien tenga el valor de escuchar con un pie en el abismo. Por eso son tan especiales los últimos conciertos.
Terminar una canción, una carrera, una obra, una amistad, un amor, una vida… Es un momento álgido. Y en ese momento deseas que todos lloren contigo, que todos canten contigo, que todos estén ahí de alguna forma para estar contigo solamente. No es por lo bien que lo haces. No es porque sea la última o la penúltima. Están ahí porque lo que quieren es estar contigo. Es un público especial el de los últimos conciertos, porque no espera ya nada del artista. Al contrario, el público vive su propia revelación, la conclusión de que hay momentos que valen simplemente por cuanto suceden. La certeza de que se necesita una vida entera para cantar que “todo es ahora” y que “nada es eterno” y que sea verdad. Pues eso. Que esta noche Sabina va a cantar “como si fuera el último”. Nuria Labari es escritora.









De Serrat y Berry

 






El ‘Berry’
JOAN MANUEL SERRAT
20 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com 

Esta noche, 20 de diciembre, en el Wizink Center de Madrid, despide Joaquín Sabina su gira titulada Contra todo pronóstico. Pone así punto final a una turné que los agoreros presagiaban que no sería capaz de finalizar. Y ya ven: contra todo pronóstico, después de un chorro de conciertos de los que solo suspendió uno —que, visto lo visto en el currículum del maestro, es como decir nada— aquí tienen al ubetense más chulo que un ocho regresando sano y salvo a su reducto de Relatores.
Hay quien sospecha, incluso quien se atreve a afirmar, que esta será la noche del canto del cisne del celebrado artista. Ya veremos. Esperemos que no. Lo que parece que va de veras es la retirada, con cierre de oficinas incluido, de su manager, representante o apoderado José Emilio Navarro Viña, alias Berry, que a lo largo de su vida profesional se ha ocupado de representar, además de a Sabina, a Raffaella Carrá, a Pasión Vega, a Paco de Lucia, a José Luis Perales y a un servidor de ustedes, entre otros.
Hace tiempo que tengo decidido, por razones distintas, no escribir prólogos, pregones ni obituarios, pero en la hora del adiós del Berry, como amigo y afectado directo que soy, rompo una buena costumbre para hacer pública mi gratitud con quien he compartido medio siglo en el mundo del espectáculo.
El apodo de Berry, con el que se le reconoce, es cosa de los colegas del barrio que así lo bautizaron por su parecido con un pistolero que salía en una película del Oeste. No le parecería a nuestro protagonista tan mal el mote ya que con él se quedó para los restos.
Nació en Valencia, en el barri de Quart, en el enclave donde sienta sus reales la falla de Burrull-Socors. Hijo de carniceros, no le atraía la tradición familiar de descuartizar reses y vender al por menor chuletas, vísceras y entrecots, ni tampoco continuar sus estudios más allá del Bachillerato, así que a los 15 años ya estaba dándole al bajo con el Adam Group, un conjunto musical que por los 60 alcanzó cierta notoriedad, sobre todo en tierras del Levante. Más temprano que tarde se desbarató dejando al Berry afincado en Madrid con el propósito de seguir en la música como destino irrenunciable y la necesidad de enrolarse en la banda de Juan y Júnior, más tarde con el Dúo Dinámico y, posteriormente, con otros artistas que puntualmente lo reclamaban.
Nuestros caminos se cruzaron en Barcelona una noche de 1971, cuando el joven Berry, que cumplía como bajista de los Tres Sudamericanos, a punto estuvo de atropellar con su coche a Lasso de la Vega —por aquel entonces mi manager, representante y apoderado— que cruzaba distraído el Paseo de Gracia camino a su oficina-dormitorio, un precioso piso, a mi modo de ver desmesurado para un nómada al que solo pensar en echar raíces le producía urticaria. Lasso, un solterón a quien eufemísticamente llamaban Lasso de la Iberia por la facilidad con la que montaba en los aviones, vivía a salto de mata de aeropuerto en aeropuerto, citaba a los empresarios locales en los bares de las terminales aéreas y firmaba los contratos en servilletas de papel. Pero no perdamos el hilo de la historia y mejor no especulemos.
El caso es que aquella noche, para reponerse del susto y a modo de desagravio, Lasso lo invitó a tomar una copa en su piso y charlando, charlando, le contó que estaba buscando un técnico de sonido para Serrat, algo que a Berry le sonó a música celestial, pues hacía tiempo que le rondaba la cabeza aparcar el bajo y buscarse otra ocupación con más futuro a poder ser dentro del mundo de la música.
Su horizonte artístico menguaba por momentos y andar de bolos con unos y con otros no tenía demasiado porvenir, de modo que, a pesar de que en su vida no había manejado más equipo de sonido que el tocadiscos y el amplificador del bajo, se presentó voluntario para el puesto. Y aquellas Navidades ya estaba con nosotros ensayando en el Teatro Tívoli de Barcelona, donde presentamos el disco sobre poemas de Miguel Hernández. En enero debutaba como sonidista en las fiestas de Sa Pobla y de allí salimos rumbo a América.
Durante los años siguientes, a las órdenes de José María Lasso de la Vega, el Berry fue un aplicado chico para todo: chófer, técnico de sonido, iluminador, pagador o cobrador, según las circunstancias. Era lo que conoce como road manager ejerciendo de representante del representante cuando se daba el caso, algo que ocurría más que a menudo en las giras. Así fue hasta 1975 cuando, mientras estábamos de gira en México, a causa de unas declaraciones mías a raíz de las últimas ejecuciones públicas del franquismo en las que expresaba públicamente mi opinión al respecto, tuve que permanecer un año fuera de España. Lasso desapareció de nuestras vidas y el Berry en plena gira tomó el mando de las operaciones y así, juntos, seguimos hasta la fecha.
Es conocido un chascarrillo de un representante artístico que rezongaba doliente con sus representados que se llevaban sin el más mínimo escrúpulo el 80% de los beneficios de su trabajo. Es una forma de ver las cosas que no ayuda a dar buena imagen de los representantes, managers y apoderados de artistas, más bien hace que se les vea como gente partidaria de ganarse el pan con el sudor ajeno y no como el colaborador que trata de conseguir el mejor contrato posible para el artista, que resalta hasta la exageración las virtudes de sus pupilos, diluye sus rarezas, les cubre las espaldas y hace las cuentas honesta y claramente. Como corresponde, como el Berry.
Si usted tiene previsto acudir esta noche al concierto de Sabina en el Wizink Center es probable que se cruce con él por los pasillos del recinto. Caucásico, el pelo prematuramente blanco al igual que la cuidada barba, de unos 70 años, aunque aparenta menos, 1,80 de alto y 90 Kilos.
Lo descubrirán yendo y viniendo del backstage a la mesa de sonido, inspeccionando los equipos con los técnicos, subiendo y bajando de la sala a los camerinos, siempre controlando la situación.
Exagerado en el gesto y la voz, extrovertido a tope, no se dejen llevar por la primera impresión. Visto de lejos, sin escuchar de que hablan, una conversación trivial del Berry con un prójimo, parecería un amago de agresión cuando no el anuncio del apocalipsis. Pero en la distancia corta descubrirá un valenciano simpático, buena gente, hedonista y curioso que seguramente le caerá bien.
Empezó en el oficio a mi vera y me dijo que, cuando yo me retirara, él también lo haría, que me acompañaría en el adiós y así fue. Me acompañó. Me acompañó en el sentimiento, amén, el día que Sabina le dijo que tenía disco nuevo y que quería salir de gira.
No hay reproche, aunque lo parezca. Todo queda en familia y en realidad cumplió su palabra. Con un año de retraso, pero cumplió. Y me alegro y lo siento a la vez.
Me alegro por Joaquín, que lo tuvo a su lado en esta difícil gira que hoy concluye, y lo siento porque da un paso al lado una persona honesta que trató de hacer mejor el mundo del espectáculo que se encontró.
Buena suerte, Pepe. Cierra la oficina, pero conserva a Helena, que sin ella no somos nadie y quién sabe donde nos llevarán los vientos mañana.
Como bien dijo el maestro: “Todo pasa y todo queda”, amigo. Joan Manuel Serrat es cantautor.








De la incertidumbre

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles. Mi propuesta de lectura para hoy, del escritor Juan José Millás, va de la incertidumbre. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com










Citar a Gramsci queda bien
JUAN JOSÉ MILLÁS
17 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com

Cuando el hombre llegó a la Luna en 1969, mi obsesión era llegar a fin de mes, de ahí que no prestara la atención debida al acontecimiento. Significa que las contrariedades íntimas no deberían sobrepasar ciertos límites; de otro modo, quienes las padecen se quedan al margen de la historia (por desgracia, no llegar a fin de mes jamás ha gozado de la categoría de suceso histórico). Pero cuando el malestar doméstico se desborda, afectando a porcentajes considerables de la población, el ambiente se satura de vendedores de crecepelo, de salvadores de la patria, de exégetas del Séptimo Sello (o del Octavo, ahora no caigo) y de metodistas pentecostales. Todo apunta a que nos hallamos frente a uno de esos periodos de desasosiego colectivo que posee sin embargo cualidades específicas.
En 1969 teníamos incertidumbre ante el futuro, sí, porque había futuro. Ahora padecemos de una incertidumbre sin futuro, porque el ultraliberalismo económico ha acabado con él después de devorar el paisaje. La incertidumbre sin futuro viene a ser como un ataque de ansiedad incapaz de transformarse en migraña sensible a los analgésicos convencionales. La ansiedad a palo seco, la ansiedad que no se somatiza, nos hunde en la depresión, en la miseria. De ahí que en nuestros días muera más gente de la que nace (la familia media está compuesta por la pareja y un perro o, en su defecto, un gato), de ahí también el éxito de anomalías del tamaño de Milei, de Trump, de Bolsonaro…
La ausencia de horizonte, provocada por la imposibilidad de los jóvenes de conseguir un trabajo mínimamente estable, con un sueldo decente, y de acceder por tanto a una vivienda digna, conduce a variedades de desánimo colectivo que se traducen, por poner otro ejemplo, en un número alarmante de suicidios o intentos de suicidio entre nuestros adolescentes.
Lo normal, citando a Gramsci, que siempre queda bien, es echarle la culpa del panorama a que lo analógico no acaba de morir y a que lo digital no acaba de nacer, pero no es eso, no es eso. Es que, después del domingo por la tarde, debería venir el lunes por la mañana. Y lo que llega es otro domingo por la tarde, etcétera.






























[ARCHIVO DEL BLOG] Anunciación. [Publicada el 23/11/2019]









A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Ellos tienen, sin duda, mucho que decirnos. Les dejo con el A vuelapluma de hoy, de la escritora Leila Guerriero, sobre la quietud, el trance o la euforia, que a veces nos acomete sin saber muy porqué. Como si le estuviéramos diciendo adiós a todo.
No puede invocarse -dice Guerriero-. Acontece. Como el sudor o la intranquilidad. Me ha sucedido al salir a correr. Al flotar en el agua bajo un sol legionario en las islas del mar de Andamán. Al darme cuenta, a las tres de la tarde, de que todavía faltaba tanto. Al abrir mi costurero y ver el centímetro de hule, los hilos, los alfileres, esa pulcritud casera, pasmosa, diminuta. O quitándole los tréboles a las macetas del balcón. Sí. Sobre todo quitándole los tréboles a las macetas del balcón. Me pasó muchas veces. Algunas las recuerdo. Una noche de mi infancia, cuando estaba en casa de mi abuela y mi padre llegó a buscarme inesperadamente con dos entradas para el cine. Una tarde de verano, mientras cortaba el pasto y miré una rosa de color naranja que parecía un gajo de fuego. Un atardecer de domingo en invierno: tenía mucho frío y regresaba a casa después de haber estado en un campo, de haber perdido unos anteojos de sol sin que me importara, y estaba sucia y cansada y sentía el peso hermoso de la vida acá. Me pasó durante muchos días en los años noventa, mientras pintaba un balcón escuchando la radio y mirando de reojo películas malas en un televisor antiguo que funcionaba mal. Es una especie de licantropía blanca. Una anunciación, una santidad incontenible. No es un alivio ni una tregua. Es un momento estático. Un bloque de tiempo. Como si el mundo se quedara quieto y exudara geometría. No es euforia. Es un tironeo sin exaltaciones, una inmersión bautista. Un trance. Una levitación en la que entiendo todo. Hace mucho que no me sucede. Pero eso no me importa. Lo que me importa es saber cuántas veces más me sucederá antes de que todo se acabe. ¿Cuatro, cinco? Siento como si le estuviera diciendo adiós a todo. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt












martes, 19 de diciembre de 2023

Del perdido crédito moral de la UE en Gaza

 





Borrell avisa que Europa está perdiendo estatura moral mientras el martirio de Gaza continúa sin remisión
RICARDO MIR DE FRANCIA
19 DIC 2023 - El Periódico - harendt.blogspot.com

En el norte de Gaza una excavadora sacaba durante el día los cuerpos de las víctimas de un bombardeo israelí en Jabalia cargándolos en el balde como pilas de ropa vieja. En el sur de Gaza, el mayor de los pocos hospitales que siguen funcionando fue atacado dos veces en las últimas 48 horas, mientras sus médicos amputan sin anestesia y "tropiezan con cuerpos de niños muertos" al tratar de abrirse paso por salas y pasillos, según Médicos Sin Fronteras. En la capital de Gaza, decenas de familias cristianas atrapadas en la iglesia de la Sagrada Familia han agotado su "última lata de maíz" y no pueden salir porque soldados y francotiradores de Israel "disparan a todo aquel que pone un pie fuera", según ha contado una diputada en el Parlamento británico.
No son más que unos pocos fotogramas del martirio televisado de 2,3 millones de personas, atrapadas sin agua potable, luz o combustible desde hace casi dos meses y medio. Bombardeadas día y noche. Abocadas a la indigencia en un mar de ruinas que esconden miles de cadáveres. Nueve de cada diez gazatíes han sido expulsados de sus casas por el fuego israelí y las órdenes de sus tropas, que siguen volando edificios e instituciones en uno de los castigos colectivos más sistemáticos de las últimas décadas. La respuesta del Estado judío a los 240 secuestrados y las 1.139 personas asesinadas por Hamás el 7 de octubre, según la cifra actualizada de víctimas.
A ese castigo colectivo en curso se suma el uso del hambre como arma de guerra, el desplazamiento forzoso, la destrucción deliberada de los medios de vida y el patrimonio cultural de Gaza, así como toda clase de impedimentos para la entrada de ayuda humanitaria, practicas tipificadas como crímenes de guerra. A los que tampoco escapa Hamás, aunque a una escala menor.
La credibilidad de Europa. Todo eso está sucediendo con la activa complicidad de Estados Unidos y la Unión Europea, supuestos guardianes del orden internacional y las leyes que lo sustentan. El primero pone las armas, proporciona inteligencia, financia al Ejército israelí y ha bloqueado hasta la fecha los intentos de un alto el fuego en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los estadounidenses no están contentos. El 57% desaprueba la gestión de Joe Biden en Gaza, de acuerdo con una encuesta de 'The New York Times', frente al 37% que la bendice. Una brecha que es todavía mayor entre los jóvenes, esenciales para que el demócrata pueda ser reelegido. Las redes han agujereado la realidad cóncava que históricamente han vendido sus medios y por el camino han roto el pensamiento único en EEUU respecto al conflicto. Esa es la verdadera 'amenaza existencial' que enfrenta ahora Israel si quiere mantener su proyecto colonial, sustentado por la ocupación y el apartheid, una empresa completamente al margen de la ley.
Europa, por su parte, se hunde en la irrelevancia. Incapaz de reclamar el final de la guerra por sus divisiones internas y preso de sus dobles estándares, que están arruinando su credibilidad fuera de sus fortificadas fronteras, como ha reconocido este martes Josep Borrell. "Estamos perdiendo nuestra estatura moral en el resto del mundo, incluido Oriente Próximo", ha dicho el jefe de la diplomacia europea en una conferencia en la ciudad italiana de Aosta. Borrell ha reconocido que el continente está dilapidando sus relaciones con el Sur Global, que "no eran buenas antes del 7 de octubre y ahora son peores", y ha explicado la parálisis de Bruselas por las distintas sensibilidades de sus países miembros. "Hay un cierto número de países listos para apoyar a Israel hasta el final porque tienen un complejo de culpa por el Holocausto, un sentimiento que no todo el mundo comparte".
El papelón es evidente. Con casi 20.000 muertos --de ellos, un mínimo de 8.000 niños-- y 52.500 heridos, Bruselas sigue sin pedir un alto el fuego. No sale de las "pausas humanitarias", un concepto que ni siquiera existía antes de que comenzara el asalto sobre el "gueto de Gaza", como lo llamó recientemente la escritora judía Masha Gessen, tras compararlo con el gueto de Varsovia destruido por los nazis.
Enfermedades y malnutrición. Pero lo peor podría estar por llegar. La mayoría ha dejado de comer todos los días en una Gaza donde hay más niños que adultos. Entre los desplazados hay un váter para cada 700 personas. Se defeca en cubos o en la calle, todo ello según la ONU y las organizaciones humanitarias. Muchos no se han cambiado de ropa en más de dos meses. Se duerme en chabolas levantadas con palés y plásticos. Hace frío al caer el sol. Y no quedan apenas medicamentos. "Los casos de diarrea entre los niños superan los 100.000 y hay más de 150.000 casos de enfermedades respiratorias agudas entre los civiles", ha dicho este martes el portavoz de UNICEF, James Elder. "Con la malnutrición al alza entre los niños de Gaza, las enfermedades diarreicas se están volviendo letales". Elder ha subrayado que si no hay un alto el fuego y se restablece el agua potable, la higiene y el acceso a la comida, "las muertes de niños por enfermedad podrían superar a las de los bombardeos".
Israel no quiere un alto el fuego. Lo considera un regalo a Hamás, una traición a las víctimas inocentes del 7 de octubre. Este martes ha anunciado que se habría hecho con el control del campo de refugiados de Jabalia, en el norte, y ha matado a Subhi Ferwana, descrito como uno de los financieros de los radicales islamistas, al que responsabiliza de canalizar millones para sus fuerzas militares. Tras el desaguisado de los tres rehenes abatidos por los militares israelíes, el Gobierno de Netantayahu quiere ahora otra pausa para intercambiar rehenes. Pero Hamás no quiere más canjes "mientras continúe la guerra genocida de Israel". Dice eso sí, que está abierto a cualquier iniciativa para acabar con la guerra.











De los matices en el mapa territorial

 






Matices en el mapa territorial
JOSEP MARIA VALLÈS
19 DIC 2023 - El País - harendt.blogspot.com

Quien desee honestamente que Cataluña siga vinculada a España de un modo estable —y a la vez suficientemente cómodo para una mayoría de españoles y para una mayoría de catalanes—, debe considerar los presupuestos jurídico-constitucionales. Pero no solo ni principalmente. Debería reparar también en otras características persistentes que se han manifestado en ambas sociedades durante estas últimas décadas. Sabemos bien que una y otra contienen un grado notable de diversidad interna. Pero algunos datos relevantes reflejan matices significativos en las actitudes predominantes en el conjunto de España y en Cataluña.
Para empezar y durante años, ha sido patente la considerable diferencia entre el comportamiento agregado de los electores catalanes y el de los electores de la mayor parte de España. Sus preferencias electorales se han distribuido de forma muy dispar. En todas las comunidades autónomas se dan diferencias electorales. Pero Cataluña —junto con el País Vasco, Navarra y Canarias— está entre las que más se alejan de la pauta dominante. De esta discrepancia en el comportamiento electoral se deriva inmediatamente un diferente sistema de partidos parlamentarios, tanto en su representación autonómica como en su representación en las Cortes.
Existe también un claro contraste en la valoración del autogobierno que cada comunidad autónoma ha conseguido. Lo señalan las encuestas. Frente al caso singular de alguna comunidad donde predomina la opinión de que la autonomía conseguida es excesiva y debería reducirse, en la mayoría de las comunidades se aceptan como suficientes las competencias de que disponen. Por el contrario, una mayoría notable en Cataluña —al igual que en el País Vasco, Navarra y Canarias— aspira a ensanchar el ámbito de su capacidad de gobierno, con o sin aspiraciones a la independencia.
Sin atender a estas variables, no se explicarían tampoco las reacciones que ha suscitado la política territorial del gobierno Sánchez durante los últimos meses. El punto que ha condensado esta discrepancia ha sido la propuesta de aprobar una amnistía para dirigentes y activistas implicados en el fallido procés de independencia. Así lo han revelado las respectivas posiciones mayoritarias: de rechazo a la amnistía en España y de apoyo en Cataluña. Las representaciones patronales —de ámbito español y de ámbito catalán— se han pronunciado también de manera sutilmente diferente. Se ha dado asimismo un claro contraste de opinión entre la jerarquía católica de España y la de Cataluña. Ocurre algo parecido en las líneas editoriales de los grupos mediáticos privados: favorable en los que tienen sede en Cataluña y mayoritaria y pugnazmente adversa en Madrid, con alguna excepción. Menos verificable por dispersa es la reacción de la intelligentsia universitaria y literaria. Pero las voces de algunos de sus representantes más conspicuos han sonado con fuertes y claras disonancias en Cataluña y en el resto de España. Solo las dos confederaciones sindicales mayoritarias han coincidido en apoyar la propuesta de amnistía. No es un dato menor.
Por lo demás, es interesante constatar que los catalanes favorables a la amnistía superan en mucho el porcentaje de quienes se declaran partidarios de la independencia. Lo mismo ocurre con la aspiración a un mayor autogobierno que desborda igualmente el ámbito del independentismo. Lo cual refleja que la sociedad catalana no se reparte exclusivamente entre partidarios y detractores de la independencia: cuenta también con un contingente muy respetable de ciudadanos que desean modificar la relación actual con el Estado sin llegar a la separación.
De este mapa de actitudes y opiniones se desprenden a mi juicio dos conclusiones. La primera es la necesidad de conocerlo y asumirlo. A pesar de la abundancia de datos, no parece que predomine una visión suficientemente ajustada de la situación. Quizá por falta de difusión. Pero también por una manipulación deliberada en su comunicación que persigue ocultar algunos elementos y deformar otros. No es extraño que así ocurra cuando están en juego importantes intereses —a veces más ligados a poderes corporativos que estrictamente partidistas— y cuando se maneja a menudo con muy pocos escrúpulos un inflamable caudal de recursos emocionales.
La segunda conclusión es que una aproximación constructiva a la cuestión territorial en general y a la llamada cuestión catalana en particular necesita tener muy presente esta persistente y multifacética diversidad. Desmiente la idea de una división simplificada y compacta entre unionistas y separatistas, entre nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, entre constitucionalistas y no constitucionalistas. A este respecto, la respuesta de la militancia del PSOE a la consulta interna sobre los pactos de investidura es otro dato de interés. Empeñarse en ignorar las tonalidades varias de este mapa de opiniones y actitudes prolongará la costosa y crónica conflictividad que padecemos. Solo una esforzada tarea política y cultural podrá conducir a la aceptación honesta de esta compleja realidad y articular un sistema de relaciones territoriales más estable. Paso a paso y a medio plazo. Josep M. Vallès es catedrático emérito de ciencia política