lunes, 31 de julio de 2017

[Política] XII Legislatura de las Cortes Generales. Julio, 2017 (V)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

AGENDA PARLAMENTARIA -SEMANA DEL 24 AL 30 DE JULIO

CONGRESO

LUNES, 24 DE JULIO
Subcomisión para un Pacto de Estado en Materia de Violencia de Género. (Comisión de Igualdad). Orden del día: Elaboración y aprobación del informe.

MARTES, 25 DE JULIO
Comisión de Investigación sobre la crisis financiera de España y el programa de asistencia financiera. Orden del día: Comparecencia de D. Jaime Caruana Lacorte, ex Gobernador del Banco de España.

MIÉRCOLES, 26 DE JULIO
Ponencia del Proyecto de Ley de Contratos del Sector Público. (Comisión de Hacienda y Función Pública).

JUEVES, 27 DE JULIO
Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Orden del día: Debate y Votación de Proposición no de Ley sobre la tenencia y comercio de primates. Comparecencias de la Ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente; del Subsecretario del Ministerio del Interior y del Director General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior. 

Comisión de Economía, Industria y Competitividad. Orden del día: Elección de la Vicepresidencia Primera de la Comisión. Comparecencia del Ministro de Economía, Industria y Competitividad. 

Comisión de Hacienda y Función Pública. Orden del día: Ratificación de Ponencia. Aprobación con competencia legislativa plena del Proyecto de Ley de Contratos del Sector Público, por la que se transponen al ordenamiento jurídico español las Directivas del Parlamento Europeo y del Consejo, 2014/23/UE y 2014/24/UE, de 26 de febrero de 2014. (Esta sesión de la Comisión estará supeditada a la finalización de los trabajos de la Ponencia, el día 26 de julio de 2017).

VIERNES, 28 DE JULIO
Comisión de Igualdad. Orden del día: Debate y aprobación, en su caso, del Informe de la Subcomisión para un Pacto de Estado en materia de Violencia de Género. (Esta sesión de la Comisión está supeditada a la finalización de los trabajos de la Subcomisión el día 24 de julio de 2017).

***

SENADO

LUNES, 24 DE JULIO
Entrevista del presidente del Senado con el presidente del Consejo nacional de la magistratura del Perú.

Aprobaciòn del Informe de las ponencia para la elaboraciòn de estrategias contra la violencia de género.

JUEVES, 27 DE JULIO
Comisión de Interior. Preguntas orales para el control de gobierno.

***

DIARIO DE SESIONES - SEMANA DEL 24 AL 30 DE JULIO DE 2017

CONGRESO

MARTES, 25 DE JULIO
Comisión de investigación sobre la crisis financiera en España.

JUEVES, 27 DE JULIO
Comisión de Hacienda y función pública.
Comisión de Economía, industria y competitividad.
Comisión de agricultura, alimentación y medio ambiente.

VIERNES, 28 DE JULIO
Comisión de Igualdad


***

SENADO

JUEVES, 27 DE JULIO
Comisión de Interior.

VIERNES, 28 DE JULIO
Comisión de Igualdad.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

domingo, 30 de julio de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 30 de julio de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[A vuelapluma] Tiempo de furia





Isaiah Berlin caracterizó el nacionalismo como el resultado de una humillación, igual que una rama flexible que, doblada con violencia, cuando se suelta golpea con saña. Es tarde para preguntarse a quién va a golpear en Cataluña la rama de Berlin, señala el escritor catalán Javier Cercas en el El País.

Es raro que, hasta donde alcanzo, comienza diciendo, nadie apele a Isaiah Berlin para tratar de entender lo que ocurre de un tiempo a esta parte en Cataluña, porque el pensador ruso razonó con gran lucidez sobre el nacionalismo y su visión de este vale en gran parte para nosotros. Según Berlin, el nacionalismo es antes que nada una respuesta a la actitud de menosprecio hacia los valores tradicionales de una sociedad, el resultado de un orgullo herido y de un sentimiento de humillación en sus miembros socialmente más conscientes, que llegado el momento produce rabia y autoafirmación.

Esta herida infligida en el sentimiento colectivo de una sociedad no es una condición suficiente para el surgimiento del nacionalismo (además, esa sociedad debe contar con un grupo de personas que buscan un foco para la lealtad o la autoidentificación, o una base para su poder y, al menos en la cabeza de sus miembros más sensibles, con una imagen de sí misma como nación sustentada en algún factor de unificación general, como una lengua o una historia común, real o inventada); no es pues una condición suficiente, esa herida colectiva, pero sí necesaria, o al menos lo ha sido históricamente. Berlin aduce a menudo el ejemplo del primer nacionalismo, el alemán, que germinó en el siglo XVII con una defensa de la cultura germánica frente a la prepotencia francesa y acabó con una explosión de chovinismo agresivo durante y después de la invasión napoleónica; salvadas las muchas distancias, algo semejante ha ocurrido en Cataluña en los últimos años. Berlin afirma que un sentimiento nacional herido es como una rama flexible, doblada con tanta violencia que, cuando se suelta, golpea con furia. Aunque el nacionalismo catalán casi nunca ha sido violento, en Cataluña estamos ahora mismo en el tiempo de la furia.

Es evidente que el franquismo infligió una herida colectiva en el sentimiento nacional catalán, no atenuada por el hecho asimismo evidente de que muchos catalanes fueron franquistas ni por el de que no solo los catalanes fueron heridos: el franquismo hirió (o mató) a media España. La herida catalana, sin embargo, es innegable: la lengua catalana fue perseguida, la cultura catalana fue humillada y ninguneada, las instituciones catalanas fueron abolidas. En suma: el franquismo, una hipertrofia monstruosa del nacionalismo español, quiso acabar con el nacionalismo catalán. Pero desde los años cincuenta del siglo pasado algunos catalanes heridos empezaron a construir contra el franquismo un discurso sobre el orgullo de ser catalán, sobre la dignidad de Cataluña, de su lengua, su cultura y sus instituciones, y tras el franquismo consiguieron no solo convertirlo en hegemónico sino también llevarlo al poder de la Generalitat, la institución que desde 1980 gobierna la amplísima autonomía catalana instaurada por la democracia y que permitió, entre otras muchas cosas, la dignificación de la lengua y la cultura catalanas.

Fue una batalla dura, noble y legítima, en gran parte encabezada por el hombre más vilipendiado de Cataluña desde que en 2014 declaró, muy probablemente para proteger a sus hijos de la actuación de la justicia, que desde hacía décadas poseía una fortuna en el extranjero: hablo de Jordi Pujol, presidente de la Generalitat desde 1980 hasta 2003 y sin duda el político catalán más relevante del siglo XX.

Durante sus más de dos décadas de poder incontestado, Pujol contribuyó decisivamente a devolver el orgullo a los catalanes; el problema es que, en manos de sus hijos (los carnales y los políticos), ese orgullo se ha trocado en soberbia, cuando no en matonismo. La manifestación más clara de esa soberbia es el llamado “derecho a decidir”, una aberración lingüística (el verbo “decidir” es transitivo; no se puede decidir en abstracto: hay que decidir “algo”) y por tanto una aberración política y moral, un derecho inexistente que ha sido erigido sin embargo en mantra por el independentismo catalán y que viene a significar que, así como durante el franquismo los catalanes no pudimos decidir absolutamente nada, ahora lo vamos a decidir absolutamente todo, incluido lo que atañe a todos los españoles.

Porque el referéndum ilegal convocado a la brava por la Generalitat para el 1 de octubre próximo no pretende decidir el futuro de Cataluña —cosa que por fortuna llevamos haciendo los catalanes desde el inicio de la democracia, en elecciones municipales, autonómicas, estatales y europeas—, sino el futuro de España entera, cosa que obviamente deberíamos decidir todos los españoles, y no solo los catalanes.

Soberbia, o matonismo, es decidir que nosotros, los catalanes, vamos a decidir por todos los españoles, o de lo contrario violamos o intentamos violar las reglas que nos hemos dado entre todos. Soberbia, o matonismo, es pretender negociar con el Gobierno español una salida a la presente situación sobre la base de un lema acuñado por el actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que dice así: “O referéndum o referéndum”; o sea: “O lo que yo quiero o lo que yo quiero”. Y puro y simple matonismo es decir, como ha dicho el presidente Puigdemont ante una asamblea de alcaldes independentistas, no sé si dirigiéndose a los no independentistas, al Gobierno de Madrid o al resto de España: “Damos miedo, y más que daremos”.

Es la rama flexible de Berlin, que, tras ser doblada, vuelve a golpear con furia. No cabe duda de que, desde que en el verano de 2012 se disparó el independentismo hasta entonces minoritario en Cataluña al calor de los efectos demoledores de la crisis y su brusca crecida se convirtió en la primera manifestación del populismo en España, el Gobierno español ha podido hacer muchísimo más de lo que ha hecho para encauzar el descontento (un descontento importante, desde luego: el independentismo obtuvo el 47% de los votos escrutados en las últimas elecciones autonómicas, más que suficiente para gobernar el Parlamento catalán pero del todo insuficiente para emprender una aventura tan incierta como la de la independencia).

El problema radica en que a estas alturas, concluye diciendo Javier Cercas, con la Generalitat lanzada a toda máquina contra el muro de la legalidad democrática, empezando por la propia legalidad catalana, es demasiado tarde para preguntarse a quién va a golpear en Cataluña la rama de Berlin, porque de uno u otro modo ya nos ha golpeado a todos; en realidad, mucho me temo que a estas alturas lo único que podemos preguntarnos es cómo minimizar los daños. Menudo desastre.



Dibujo de Eulogia Merle para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Julio, 2017 (V)






Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente.


¿Cuál es mi nación?, por José Ignacio Torreblanca.
Iros, por Julio Llamazares.
Censuras sutiles, por Máriam Martínez-Bascuñán.
Desamor, por Fernando Savater.
De izquierdas, por Jorge M. Reverte.
Rajoy y las cosas, por Jorge Galindo.
Elogio de la rutina, por J. Ernesto Ayala-Dip.
¡Vencen las mujeres tunecinas!, por Sami Naïr.
La soledad de Venezuela, por Antonio López Ortega.

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 




Niños en el Festival de Música de Bayona, Francia. Julio, 2017



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sábado, 29 de julio de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 29 de julio de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[A vuelapluma] Sobre pertenencias, claridades y sanos escepticismos





No es la primera vez que algún amable lector de Desde el trópico de Cáncer me pregunta el por qué no expreso más a menudo mi opinión sobre los textos que subo al blog. Agradezco la intención de la pregunta pero creo que ya la he respondido en ocasiones anteriores: mi opinión no es relevante en la mayoría de los casos. No es falsa modestia, sino la pura verdad. Lo importante es lo que traslucen los textos que traigo hasta el blog, no lo que yo piense de ellos. Y creo, sinceramente, que de esos escritos, que al fin y al cabo no dejan de ser una selección subjetiva por mi parte, se desprende con bastante claridad cual es la "posición ideológica", si es que eso existe, del autor del blog. 

Yo la resumiría como un sano ejercicio de escepticismo (del lat. mod. scepticismus, der. del lat. mediev. scepticus 'escéptico': desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo, o doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla). O lo que es lo mismo, de un optimismo impenitente constantemente chamuscado por la realidad.

Me da la impresión de que esa es también la postura que defiende John Carlin (1956), escritor y periodista británico, hijo de padre escocés y madre española, cuya actividad profesional se ha centrado preferentemente en los campos de la política y el deporte, en un reciente artículo en El País, con el que colabora de manera habitual. Su libro Playing the Enemy (en español titulado El factor humano), publicado en 2008, tuvo gran aceptación entre el público y la crítica literaria, e inspiró la afamada película Invictus, estrenada en 2009. Pasó los tres primeros años de vida en el norte de Londres, para trasladarse posteriormente a Buenos Aires (Argentina), ya que su padre fue destinado a la Embajada Británica en dicho país. De regreso a Inglaterra fue educado en un internado de Ludlow (Shropshire), cursando posteriormente estudios de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Oxford. 

El artículo de Carlin, que no tengo reparo alguno en reconocer que comparto plenamente en cuanto a los juicios que expresa sobre política, religión, pertenencias, afinidades, claridades y escepticismos, comienza con una famosa cita que viene al pelo: "¿Quién me puede decir quién soy?” (Rey Lear, Shakespeare). Quién lo tenga claro y quiera responder a Lear, por mí, adelante. Esta página permanece abierta.

Vi hace unos días un documental en Netflix titulado en inglés Keep Quiet, “callar” en español, dice Carlin. Se centra en Csanád Szegedi, un personaje húngaro que asciende al alto mando de un partido neonazi llamado Jobbik y funda su brazo paramilitar, la Guardia Húngara. Mucha bandera, mucho símbolo, mucho uniforme, mucho desfile. Y muchas consignas, todas ellas tan bestias como poco originales. El “futuro radiante” que anuncian pasa por la “¡muerte a los judíos!”, “los sucios judíos”.

Szegedi, que hoy tiene 34 años, se incorporó a Jobbik en 2003, fue elegido vicepresidente nacional del partido en 2006 y al Parlamento Europeo en 2009. En 2012 descubrió que era judío. Su abuela, la madre de su madre, le confesó un secreto que había callado desde la Segunda Guerra Mundial: era una sobreviviente de Auschwitz. Se lo probó a su estupefacto nieto mostrándole el número que le habían tatuado los nazis en el brazo izquierdo.

Szegedi abandonó Jobbik, asimiló su herencia matrilineal, se arrepintió públicamente de su antisemitismo, se hizo la circuncisión, se limitó a comer comida kosher y se convirtió a una secta ortodoxa de la religión judía. Ha visitado Auschwitz, ha visitado Israel, visita sinagogas por el mundo donde confiesa sus pecados y celebra su redención.

Como el documental demuestra, algo elemental en Szegedi le pidió subsumir su identidad individual en la identidad colectiva, hallar su dignidad y su relevancia en la lealtad a un grupo. No puede vivir sin códigos compartidos, sin reglas, sin bandera.

La lección del caso de Szegedi es aplicable a la mayor parte de la humanidad. O, mejor dicho, las dos lecciones. Primero, necesitamos pertenecer a algo, motivados seguramente por un antiguo impulso tribal que compartimos con los chimpancés, los leones, los elefantes y demás mamíferos. Segundo, y a diferencia de los animales, queremos darle sentido a la vida. Buscamos claridad, la claridad terrenal o cósmica que nos ofrece la ideología o la religión.

Pero lo primordial es el impulso de la pertenencia, encontrar nuestro equipo. Esto ocurre con todos, como con Szegedi, por pura casualidad, empezando por dónde nacimos y quiénes fueron nuestros padres (que por otra casualidad un día se conocieron y decidieron que se querían lo suficiente como para reproducir juntos). Es decir, son las circunstancias de la vida las que determinan, en primer lugar, el grupo con el que uno se asocia, sea este político o religioso. Después, solo después, damos el paso evolutivo que nos distingue de las demás especies y nos comprometemos con la doctrina del grupo en el que nos encontramos.

El tercer paso, el que ha derivado en la mayoría de los conflictos y guerras de la historia, consiste en adquirir el hábito mental de señalar como certeros los datos y los argumentos que sustentan nuestra doctrina y en cerrar los ojos, o desdeñar a los que la ponen en duda. La misma regla de tres se percibe en todos los casos, sea uno de la izquierda o de la derecha, musulmán o católico, nacionalista, peronista o terrorista.

Uno se convence de que su fe no solo es la buena, sino la única y la verdadera, cuando obviamente eso no puede ser. Las casualidades de la vida conducen a que uno opte por determinado bando; la inteligencia y su necesario cómplice, el autoengaño, son las armas con las que uno defiende su bastión. Y después, si hay mala suerte, nos matamos; después llega un Hitler o un Stalin, volcamos nuestra necesidad de pertenencia y de claridad en uno o el otro, y arranca la carnicería.

Hay excepciones a la regla. Hay algunos bichos raros. Gente que no aparta la vista de la insondable complejidad de cada persona y del inevitablemente confuso destino de la humanidad. Somos bastantes, la verdad. Yo tuve, debo reconocer, mi fase de pertenencia y de aparente claridad. Pero mi fe cristiana murió con mi padre cuando yo tenía 17 años. Desde entonces, ver que niños fallecen de enfermedades o en desastres naturales, o ahogados en el Mediterráneo o bajo las bombas de Estados Unidos o del ISIS me conduce a exclamar: no me hablen, por favor, de un Dios bondadoso que todo lo controla. Porque aunque exista, no me interesa. No pienso, ni como precaución contra el infierno, darle las gracias y alabarle.

Lo probé con la política. Como joven adulto trabajé seis años de corresponsal en Centroamérica, donde la izquierda revolucionaria estaba en guerra contra “el imperialismo yanqui” y sus sátrapas. Yo estaba con los sandinistas de Nicaragua y con el FMLN de El Salvador. Después, en Sudáfrica, con el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela. Hoy, aunque siga viendo el mundo más desde la izquierda que desde la derecha, me he pasado a la tribu de los escépticos.

¿Por qué? Porque vi cómo partidos o movimientos políticos con los que me había identificado traicionaron mi buena fe y cayeron en la eterna tentación de sacrificar sus ideales por el dinero y el poder. Pienso, entre otros, en el Congreso Nacional Africano, en el sandinismo de Daniel Ortega. Por eso, aparecen el chavismo bolivariano o la izquierda soñadora que representa el líder laborista británico Jeremy Corbyn, o el mesianismo light de Pablo Iglesias y se me encienden las alarmas. No me vuelco con ellos como hubiera hecho en otra etapa de mi vida. Y menos, por supuesto, con cínicos derechistas, burdos explotadores de los pobres como Putin o Trump.

Pero el escéptico no tiene por qué ser estéril, o aburrido, termina diciendo. Apuesto por la generosidad como valor máximo en la vida y apuesto por el humilde sueño de luchar para mejorar la condición humana poquito a poco. No creo en aquellos que prometen utopías en el cielo o en la tierra. Renuncio a la claridad y, salvo que esté hablando de Trump o de Lionel Messi, no me creo ni a mí mismo cuando la propongo. Por eso soy incapaz, aunque a algunos les ofenda, de reprimir el impulso a reírme de lo tontos que somos. Buena suerte y buen verano, termina diciendo John Carlin. Pues eso, les deseo lo mismo.



Manifestación del grupo neonazi húngaro Jobbik



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