Portada de "Habíamos ganado la guerra"
No se si es una pasión o un vicio, pero aunque desconfío y detesto a partes iguales las secciones de libros de las grandes superficies comerciales, colocadas normalmente al lado de los embutidos o los electrodomésticos para el hogar, lo primero que hago en cuanto entro a una de ellas es pararme a echar una ojeada por los estantes y mirar por encima los títulos y novedades que en ellos se exponen.
Con un poco de práctica el cerebro se educa para reconocer aquellos títulos que en uno u otro momento han llamado nuestra atención y como si de un código de barras se tratara nuestro escáner cerebral emite un chasquido especial cuando la vista, aun abarcando unas docenas de libros simultáneamente, tropieza con el titulo previamente grabado en nuestra mente.
Me pasó ayer tarde, en el Carrefour de Hoya de la Plata, junto a nuestra casa en Las Palmas. Fue como un “piii, piii, piii”…, intenso y sonoro, aunque evidentemente sólo lo oía yo. Allí estaba; sin buscarlo, en un estante a media altura, escondido junto a otros muchos libros sin sustancia (la mayoría de lo que se expone a la venta en estos lugares) el objeto de la inconsciente respuesta automatizada de mi cerebro: "Habíamos ganado la guerra" (Ediciones B, Noviembre de 2007, Barcelona), de Esther Tusquets, justo el libro y su autora de la que trataba la entrada de mi blog del pasado día 6. Una hora más tarde estaba sentado en el sofá de casa leyéndolo, y unas horas después lo terminaba transido de emociónes y sentimientos contradictorios, casi al borde del llanto.
Hasta yo mismo me preguntaba el “por qué”. ¿Qué podía tener de especial un libro de memorias de una joven burguesa. de buena familia, ahora escritora famosa y editora de prestigio, que relata sus vivencias de infancia y juventud -entre 1936, el año de su nacimiento, y el de 1956-, en que lo finaliza, para despertar en mi ese cúmulo de sensaciones?
Una de las razones es que, nacido diez años después que ella, y en ambientes -no solo sociales- completamente distintos y diferentes, muchas de las vivencias de juventud que Esther Tusquets relata en sus memorias, las he vivido y experimentado personalmente.
Sólo una primera coincidencia: el desfile de las tropas de Franco entrando en Barcelona en marzo de 1939. Me faltaban diez años para nacer, pero mi madre y mis dos hermanos mayores, niños aún como ella, tambieén estaban ese día en las calles de Barcelona, es probable que a su mismo lado, celebrando la entrada de los “nacionales” en la Ciudad Condal y con ella, el práctico final de la guerra civil. Mientras mi padre, desaparecido hacía meses, esperaba su repatriación en un campo de prisioneros cercano a Lyon (Francia).
Hay más concidencias, claro está: Un temprano fervor religioso y su posterior conversión en desprecio por la Iglesia y agnoticismo militante; un inquieto estado de perplejidad ante la flagrante injustica social imperante; un volcarse en la organización oficial del Régimen (el “Movimiento”) como instrumento de realización y vocación política personal, defraudada finalmente; una decidida y latente ubicación en la izquierda incapaz, a la larga, de sujetarse a los trágalas de todas y cualesquiera organizaciones políticas existentes; el cambio radical de forma de pensar que supuso el paso por la universidad, nuestra común licenciatura en Historia, la pasión por el mar… Todo muy difuso, pero muy real, en el recuerdo y en los sentimientos. Me mereció la pena leerlas y rememorar una época no tan lejana en el tiempo.
Complementan la entrada sendos vídeos con la entrevista (1) que Canal Sur realizó a la escritora catalana y las opiniones de ésta sobre el Festival Eñe (2) celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2009. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Esther Tusquets
--
Entrada núm. 1438 -
Reedición de la publicada en el blog el 9/12/2007
http://harendt.blogspot.com
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)