Como Vox, parte del PP quiere convencernos de que tenemos que estar con Israel porque es el faro de Occidente en Oriente, el estandarte de nuestros valores ante la barbarie islámica, dice en El País [La derecha anticristiana, 24/05/2025] la escritora Ana Iris Simón. El sábado pasado fue otro día difícil para enorgullecerse de Europa, comienza diciendo Simón: Israel no solo compitió en Eurovisión, sino que su representante quedó en segundo lugar, aupada por un televoto que RTVE y otras cadenas han pedido auditar. Pero hubo un colectivo que debió sentir aún más vergüenza que el de los europeístas: el de los simpatizantes del PP. La líder espiritual del partido, Isabel Díaz Ayuso, predicaba en X que “ya nos gustaría ver a los del numerito de EurovisiónRTVE con Israel decir algo del terrorismo, o de la ejecución o de la encarcelación a homosexuales en países musulmanes”. Para Ayuso, una cartela animando al cumplimiento de la Carta Universal de Derechos Humanos y pidiendo paz en un territorio en el que en dos años se han asesinado 16.500 niños es un numerito. A ella lo que le duelen son los homosexuales encarcelados en países islámicos, como por ejemplo en Arabia Saudí, hasta donde viajó para fotografiarse pizpireta entre jeques en la final de la Supercopa. Una final en la que ambos equipos, el Madrid y el Atleti, estaban esponsorizados por la petromonarquía.
Ayuso, cuyo Gobierno se reunía esta misma semana con la Embajada israelí para estrechar acuerdos comerciales, no es más que la punta de lanza de esa derecha que defiende a Israel porque “es la única democracia de Oriente Medio”. Una democracia curiosa, con asentamientos ilegales, leyes duales en esos asentamientos según sea uno colono o palestino, en la que hay una discriminación estructural hacia los no judíos o la libertad de prensa se respeta de aquella manera, con Oficina de Censura Militar incluida.
Pero la derecha sionista ―es decir, la mayoría de la realmente existente― quiere hacernos creer que aquello es una arcadia. Que el conflicto empezó el 7 de octubre, lo que implica que olvidemos la fundación misma de Israel o, sin ir más lejos, que en 2023, antes de los atentados del 7 de octubre, 44 niños habían muerto a manos del ejército israelí en Cisjordania y Gaza, el menor de ellos de dos añitos. Según ellos, Israel tiene derecho a la legítima defensa, pero esos padres no. Una legítima defensa que pasaría por asesinar 40 menores al día o por matar de hambre a ancianos. Pero la derecha sionista no compra esos datos ―los de la ONU―, argumentando que estarían sobredimensionados por Hamás. El problema es que si no tenemos otros es porque Israel lleva dos años impidiendo que la prensa entre en Gaza y asesinando periodistas. Y al que critique todo esto le llamarán antisemita, para después pasar a negar el genocidio palestino empleando los argumentos exactos que usan los negacionistas del Holocausto. Como Vox, parte de los líderes del PP quieren convencernos de que tenemos que estar con Israel porque es el faro de Occidente en Oriente, el estandarte de nuestros valores ante la barbarie islámica. Pero los valores occidentales no se entienden sin Cristo, y pocos países actúan más en contra de su palabra que Israel. La derecha presuntamente católica procesiona detrás de nuestro Padre Jesús de la Salud o se rasga las vestiduras por la resignificación del Valle, pero en lo que atañe a Israel hace oídos sordos no solo al Evangelio, sino también a las palabras del Papa León XIV, al que quizá empiecen a llamar Ciudadano Prevost. No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. Y Vox y algunos sectores del PP hace tiempo que escogieron bando: el de quienes matan a cristianos en Gaza o les restringen la entrada a Jerusalén para celebrar sus fiestas sagradas. Ana Iris Simón es escritora.
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