martes, 5 de mayo de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] El pecado original de la democracia española. Publicada el 11 de noviembre de 2009




Los padres de la Constitución de 1978


El 10 de octubre pasado el diario El País publicaba un artículo de José Vidal-Beneyto, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y director del Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel Servet de París, activo opositor al franquismo y participante destacado en el llamado "Contubernio de Múnich" (1962) y más tarde en la denominada Junta Democrática, creada en París, en 1974, a impulsos del PCE de Santiago Carrillo.

El artículo se titula (pueden leerlo en el enlace siguiente) "La corrupción y la transición intransitiva". Su lectura me produjo un profundo desasosiego. Desde ese día, he seguido con curiosidad los artículos y comentarios que han ido apareciendo tanto en El País como en otros medios de comunicación por ver si alguien respondía a las críticas que Vidal-Beneyto formulaba a la actual democracia española y a su proceso de transición desde el franquismo, viciada a su juicio, en origen, por una especie de "pecado original" que la convierte hayan sido cualesquiera sus logros, a ella y a sus protagonistas, incluido el rey, en algo "intrínsecamente" perverso. Pero nada, ni un solo comentario al respecto.

Una de los aspectos que más me desconcertó del artículo del profesor Vidal-Beneyto, profundo conocedor de la vida política francesa, dedicado en su primera parte a analizar con detalle la rampante ola de corrupción que sacude también a la república vecina, es el de que a la hora de incidir en las causas de la generalizada corrupción política de las democracias europeas actuales, cuando se refiere a la democracia española, la achaca (la corrupción) al proceso seguido durante la denominada "Transición española" desde la muerte del general Franco hasta la aprobación de la Constitución de 1978, haciendo recaer esa responsabilidad. de forma singularizada en la figura de don Juan Carlos, descalificado democráticamente "a limine" por su origen, -son sus palabras-, sean cuales fueren sus condiciones personales y lo acertado de su actuación.

¿El profesor Vidal-Beneyto está diciéndonos que fuera cuál fuera la ejecutoria personal y política anterior o posterior a 1978 de cada uno, todos los españoles que no hubieran sido militantes antifranquistas tienen negado, por su origen, la posibilidad de acceder a la condición de ciudadanos demócratas? ¿Es eso lo que ha querido decir?.., La verdad es que no lo tengo muy claro. En todo caso, sabiendo que el profesor Vidal-Beneyto no es precisamente de filiación demócrata-cristiana, me extraña ese explícito recurso suyo a un "pecado original" de la democracia española que la inhabilita de por vida sin posibilidad de redención.

Opté, después de comentar el artículo con algunos amigos, por olvidarme del asunto y aplazar "sine díe" cualquier comentario sobre el mismo en el blog. Hasta el jueves, 12 de noviembre, que veo publicado en El País, un artículo del también profesor Gregorio Peces-Barba (n. 1938), catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid (de la que fue rector), miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, uno de los redactores de la Constitución de 1978 y presidente del Congreso de los Diputados entre 1982 y 1986. Pueden leerlo también más adelante: se titula "La razón en la política", que pueden leer en el enlace anterior.

No hay en el artículo del profesor Peces-Barba ni una sola mención o referencia al del profesor Vidal-Beneyto, y es muy posible que nada tenga que ver con él, pero, en los primeros párrafos del mismo puede leerse una enérgica y fundamentada crítica de aquellos que descalifican "la Constitución de 1978 [...] personas, con más ambición que presencia real en aquellos tiempos, o que llegaron después sentando cátedra desde sus orígenes norteamericanos de legitimidad". O que "estaban, al final del franquismo, cuando todas las ayudas eran pocas, atrincherados en un temor que les paralizaba, poco coherente con levantar hoy la voz como profetas de la libertad y la igualdad, dando lecciones a todos y especialmente a quienes con gran esfuerzo y sacrificio hicimos la Transición y la Constitución". "Es manifiestamente injusto -añade-, sostener que en realidad fortalecimos al franquismo, con desdén, desprecio y falsedad como dicen esos "apóstoles" de una "verdadera transición". Tienen una visión paranoica, inventada y poco creíble de estos años, sufriendo por un protagonismo que no tuvieron, que se confunde con un negacionismo y un catastrofismo que niega la realidad".

Vaya por quién vaya la andanada, me siento reconfortado y reafirmado en mi criterio de que nadie está calificado en España para otorgar patente de "demócrata" a otro ciudadano, sea cual sea su origen u ideología. La condición de democrata se gana por la ejecutoria de cada cuál, no por su origen, y menos aún por la losa de un "pecado" o una "culpa" preexistente. HArendt




Santiago Carrillo, Felipe González y Adolfo Suárez, en 1978


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HArendt




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