La escritora Amélie Nothomb
Leer la autobiografía sentimental de alguien siempre resulta estimulante. Si encima esta bien escrita, es divertida, y tiene su punto de exotismo, miel sobre hojuelas. Me ha pasado con el libro de Amélie Nothomb, una novelista belga, hija de diplomáticos, nacida y criada en Japón, titulado Ni de Eva ni de Adán (Anagrama, Barcelona, 2009). La compró el lunes pasado mi hija Ruth, que la leyó de un tirón ese mismo día. Me la comentó el martes por la mañana, durante el trayecto desde su casa hasta la ciudad donde trabaja, que realizamos juntos a diario, y durante el cual nos ponemos al día sobre lecturas, chismes familiares y le sacamos punta a la actualidad, y me la dejó ayer miércoles mientras repetíamos viaje. Comencé a leerla por la tarde, a la seis y media, en nuestra casa de Maspalomas, mientras mi mujer y dos de sus hermanas departían amigablemente bajo el porche, y yo saboreaba un güisqui con hielo. La lectura no duró más allá de media hora, porque me parecía de mala educación quedarme al margen de la conversación familiar. A las once de la noche estábamos de vuelta en Las Palmas. Justo al comenzar el día de hoy, mi mujer se fue a dormir, así que, desvelado por la preciosa siesta que me había echado de tres horas y media en Maspalomas, retomé su lectura. Sin cortes publicitarios, acabo de terminarla a la una y media de la madrugada. Sigo desvelado, asi que, supongo, lo mejor es ponerme a escribir sobre ella para que me venga el sueño...
¿Hasta que punto es autobiografía o novela? Me resulta imposible saberlo. Desde luego está escrita como autobiografía: Dos años y medio en la vida de una joven belga, nacida y criada en Japón, que vuelve a ese país con veinte años para aprender japonés, y que pretende ganarse la vida dando clases de francés a nipones. Pone un anuncio en un periódico e inmediatamente es contratada por un joven de una buena y tradicional familia japonesa, un año menor que ella, admirador de la cultura y la lengua francesa. Que la relación acabe siendo algo más que la apropiada entre un alumno y su profesora, entra dentro de lo normal. Que los dos años que dura esa relación le sirvan a la autora para hacer una divertida y, al mismo tiempo, emocionada y entrañable disección de la sociedad japonesa, su cultura y su modo de vida, resulta estimulante. Desde luego, yo la he leído de un tirón, como mi hija, y me ha sabido a poco. Tendré que volver sobre otros títulos de esta autora. Se la recomiendo encarecidamente; estoy seguro que la encontrarán interesante. En el archivo histórico de Revista de Libros pueden leer si lo desean varios artículos comentando algunos de sus títulos más famosos. HArendt
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