miércoles, 5 de octubre de 2016

[Píldoras literarias] Hoy, con "Sin título", por Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Sin título, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de treinta años. En 1955 el Premio Kraft y dos años más tarde el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido a varios idiomas y adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido. Sus personajes que bordean lo estrafalario y en sus obras predomina la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Practicó el periodismo político y en 1990 fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. Desde 1997 fue miembro de la Academia Argentina de Letras.

Su relato, incluido en la obra Parque de diversiones (1970), tiene veintidós palabras y dice así: 


SIN TÍTULO

Lo sé -decía el escritor honrado-. 
He escrito la mitad de lo que quería escribir
 y publicado el doble de lo que debí publicar.



***




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt





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