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jueves, 18 de abril de 2019

[PÍLDORAS] El emperador de China





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de Píldoras literarias con el titulado El Emperador de China, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años: Rosaura a las diez gana en 1955 el Premio Kraft y la novela se convierte de inmediato en un gran éxito que, más tarde, sería llevado al cine. Dos años después incursiona en el teatro con Los expedientes, estrenada en el Cervantes y con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Aunque escribiría algunas otras obras dramáticas, "Denevi dijo haberse dado cuenta de que no tenía otras condiciones para el teatro que las propias del espectador de obras ajenas",​ y acabó abandonando este género literario. Cuentista, Denevi obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, que fue traducido a varios idiomas, incluyendo inglés, francés, japonés e italiano, y adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido.

Sobre su estilo se ha escrito que "elementos característicos de las obras de este «ejercitador de las letras» -como alguna vez él mismo se ha definido-, siempre admirablemente bien construidas, son los personajes que bordean lo estrafalario cuando no incurren de lleno en ello, la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro".

Practicó el periodismo político a partir de 1980, que le proporcionó, según confesaría, "las mayores felicidades en su oficio de escritor".​ En 1990 fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras desde 1997. Les dejo con su relato:



EL EMPERADOR DE CHINA
por 
Marco Denevi



Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, 
hombre ambicioso que aspiraba al trono. 

No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. 

¿Veis? -dijo - Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco ser el emperador. 

El pueblo, complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.

FIN





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 31 de mayo de 2018

[PÍLDORAS LITERARIAS] "Justificación de la mujer de Putifar", por Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato titulado Justificación de la mujer de Putifar, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años con Rosaura a las diez, que gana en 1955 el Premio Kraft, conviertiéndose en un gran éxito, más tarde, llevado al cine. Dos años después incursiona en el teatro con Los expedientes, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista, Denevi obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, también llevado al cine. Sobre su estilo se ha escrito que sus personajes que bordean lo estrafalario, bordeando la ambigüedad con predominio de la intriga y el humor negro. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.

Su relato, que tiene siete palabras y fue publicado en Falsificaciones (1969), dice así:



JUSTIFICACIÓN DE LA MUJER DE PUTIFAR
por 
Marco Denevi

¡Qué destino: 
Putifar, eunuco, 
y José, casto!




"José y la mujer de Putifar", de Tintoretto (1555)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme, de una vez para siempre, a realizarlos (G.W.F. Hegel)

sábado, 24 de febrero de 2018

[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Catalina de Rusia", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato Catalina de Rusia, del escritor y dramaturgo argentino Marco Denevi (1922-1998). Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años con la obra Rosaura a las diez, que gana el Premio Kraft y se convierte de inmediato en un gran éxito que más tarde sería llevado al cine. Incursiona en el teatro con Los expedientes, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista obtuvo el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido al inglés, francés, japonés e italiano, y adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido. Sobre su estilo se ha escrito que sus personajes, siempre admirablemente bien construidos, bordean lo estrafalario con predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras. 

Les dejo con su minirrelato, que tiene diez palabras y se publicó en Parque de diversiones (1970). Dice así:



CATALINA DE RUSIA

Si no hubiese sido 
por mi cuerpo, 
habría sido casta.




Catalina de Rusia (1729-1796)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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miércoles, 4 de octubre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Don Juan y las mujeres", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Don Juan y las mujeres, de Marco Denevi (1922-1998). Escritor y dramaturgo argentino, irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años con Rosaura a las diez que gana en 1955 el Premio Kraft y se convierte de inmediato en un gran éxito. Dos años después escribe para el teatro con Los expedientes, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido a varios idiomas y adaptado cinematográficamente en 1968. , en Reino Unido. Sobre su estilo se ha escrito que sus personajes bordean lo estrafalario, la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Practicó el periodismo político y fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. En 1994 recibió el Premio de novela Konex. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.


 Les dejo con su Don Juan y las mujeres, publicado en "Parque de diversiones" (1970). Tiene doce palabras y dice así: 



DON JUAN Y LAS MUJERES
por 
Marco Denevi

A ninguna le disgusta tener antecesoras 
a condición de no tener sucesoras.




Dibujo de ETZ



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 8 de julio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Veritas odium parit", de Marco Denevi





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Veritas odium parit, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino que irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, convertida de inmediato en un gran éxito y más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político y fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos y miembro de la Academia Argentina de Letras.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Veritas odium parit. Fue publicado en la obra Falsificaciones, de 1969. Tiene dieciséis palabras, y dice así:


VERITAS ODIUM PARIT
por 
Marco Denevi


—Traedme el caballo más veloz 
—pidió el hombre honrado—. 
Acabo de decirle la verdad al rey.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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jueves, 8 de junio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Función de la crítica", de Marco Denevi





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Función de la crítica,  de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino que irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, convertida de inmediato en un gran éxito y más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político y fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos y miembro de la Academia Argentina de Letras.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Función de la crítica, de Marco Denevi, publicado en la obra Falsificaciones (1969). Tiene dieciséis palabras. Disfrútenlo.



FUNCIÓN DE LA CRÍTICA

Períptero —escribe el artista.
Períptero —acota el crítico— 
es lo que rodea la cella. 
¿Está claro?






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viernes, 31 de marzo de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Adán y Eva", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Adán y Eva,  de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Denevi irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, que se convierte de inmediato en un gran éxito y que más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político, fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, y miembro de la Academia Argentina de Letras. 

Su relato, incluido en la obra Parque de diversiones (1970), tiene diecisiete palabras y dice así: 


ADÁN Y EVA 

Recordando lo que él hizo 
con el amor de Dios, Adán 
siempre recelará del amor de Eva.



Adán y Eva (1507), por Alberto Durero. M. del Prado, Madrid


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jueves, 26 de enero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Paolo y Francesca", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 


Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Paolo y Francesca, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Irrumpió en la literatura con la novela Rosaura a las diez (1955) y dos años después en el teatro con Los expedientes, que gana el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista,  gana en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido a varios idiomas y adaptado cinematográficamente en 1968 en el Reino Unido. Elementos característicos de sus obras son los personajes que bordean lo estrafalario, la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Practicó el periodismo político a partir de 1980, En 1990 fue elegido presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. Su narración, incluida en la obra Parque de diversiones (1970), tiene dieciocho palabras y dice así: 


PAOLO Y FRANCESCA

El Infierno se les antoja un Paraíso 
porque al menos están exonerados 
del tormento de callar su amor








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viernes, 16 de diciembre de 2016

[Píldoras literarias] Hoy, con "Monólogo de Calígula", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Monólogo de Calígula, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años con Rosaura a las diez que gana en 1955 el Premio Kraft, una novela que se convierte de inmediato en un gran éxito y más tarde llevada al cine. Con Los expedientes, gana dos años después el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista, obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido. Elementos característicos de sus obras, siempre admirablemente bien construidas, son los personajes que bordean lo estrafalario, la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras desde 1997 hasta su muerte.

Su narración, incluida en la obra Falsificaciones (1969) tiene veinte palabras y dice así: 


MONÓLOGO DE CALÍGULA

Si yo, el primero de todos, 
soy lo que soy (una bazofia), 
¿qué puedo esperar del resto de los romanos?








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