Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos? Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado.
El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.
Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Amor, déjame, Amor; queden perdidos", de Luis Carrillo y Sotomayor (1585-1610). Poeta, prosista y traductor español, representante del tópico, tan común en el Siglo de Oro, de hombre de armas y letras, y tan obsesionado por el paso del tiempo como exagerado en su apasionamiento religioso. De noble familia, estudió en Salamanca. Fue caballero de la Orden de Santiago, cuatralbo en las galeras de España, soldado en las luchas contra los moriscos y comendador de la Fuente del Maestre. Vivió en la Corte y frecuentó el círculo de Alonso Pérez de Guzmán, duque de Niebla, a quién numerosos poetas andaluces de la época, entre ellos Góngora, habían dedicado su producción. Los nombres de las mujeres a las que ensalza en sus obras se camuflan bajo los de Celia, Laura, Lisi, lo que no ha impedido que la crítica haya podido atribuir dichos apodos a personajes reales de la época. No es pequeña su producción literaria en verso teniendoen cuenta su breve existencia: cincuenta sonetos, dos églogas, quince canciones, ocho romances, un epitafio, tres letras, nueve poemas en redondillas, uno en liras y uno en décimas. Hay en ellas ecos de Garcilaso y preanuncios de Góngora. En prosa, es autor del interesante tratado Libro de la erudición poética (1611), en el que expone la estética del Barroco. El conceptismo y el culteranismo tienen en Luis Carrillo su precedente más inmediato.Tradujo versos del Remedia amoris de Ovidio y del De brevitate vita de Séneca. No publicó sus poesías en vida.
Las viñetas que acompañan la entrada son de los dibujantes Gallego y Rey, Idígoras y Pachi, Padylla, Peridis y Ricardo. Todas ellas dedicadas monográficamente a nuestro presidente del gobierno don Mariano Rajoy.
El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.
Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Amor, déjame, Amor; queden perdidos", de Luis Carrillo y Sotomayor (1585-1610). Poeta, prosista y traductor español, representante del tópico, tan común en el Siglo de Oro, de hombre de armas y letras, y tan obsesionado por el paso del tiempo como exagerado en su apasionamiento religioso. De noble familia, estudió en Salamanca. Fue caballero de la Orden de Santiago, cuatralbo en las galeras de España, soldado en las luchas contra los moriscos y comendador de la Fuente del Maestre. Vivió en la Corte y frecuentó el círculo de Alonso Pérez de Guzmán, duque de Niebla, a quién numerosos poetas andaluces de la época, entre ellos Góngora, habían dedicado su producción. Los nombres de las mujeres a las que ensalza en sus obras se camuflan bajo los de Celia, Laura, Lisi, lo que no ha impedido que la crítica haya podido atribuir dichos apodos a personajes reales de la época. No es pequeña su producción literaria en verso teniendoen cuenta su breve existencia: cincuenta sonetos, dos églogas, quince canciones, ocho romances, un epitafio, tres letras, nueve poemas en redondillas, uno en liras y uno en décimas. Hay en ellas ecos de Garcilaso y preanuncios de Góngora. En prosa, es autor del interesante tratado Libro de la erudición poética (1611), en el que expone la estética del Barroco. El conceptismo y el culteranismo tienen en Luis Carrillo su precedente más inmediato.Tradujo versos del Remedia amoris de Ovidio y del De brevitate vita de Séneca. No publicó sus poesías en vida.
Las viñetas que acompañan la entrada son de los dibujantes Gallego y Rey, Idígoras y Pachi, Padylla, Peridis y Ricardo. Todas ellas dedicadas monográficamente a nuestro presidente del gobierno don Mariano Rajoy.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
***
AMOR, DÉJAME, AMOR; QUEDEN PERDIDOS
Amor, déjame, Amor; queden perdidos
tantos días en ti, por ti gastados;
queden, queden suspiros empleados,
bienes, Amor, por tuyos, ya queridos.
Mis ojos ya los dejo consumidos
y en sus lágrimas propias anegados;
mis sentidos, ¡oh Amor!, de ti usurpados
queden por tus injurias más sentidos.
Deja que sólo el pecho, cual rendido,
desnudo salga de tu esquivo fuego;
perdido quede, Amor, ya lo perdido:
¡Muévate -no podrá- crüel, mi ruego!
Más yo sé que te hubiera enternecido
si me vieras, Amor; mas eres ciego.
1 comentario:
Excelente !
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