El escritor Javier Cercas escribía hace unos días un rabioso artículo en El País, titulado ¡Visca Cataluña, viva Espanya!, en el que ponía literalmente a caldo a los que destrozan los idiomas, en este caso el español y el catalán a partes iguales, en base a una supuesta corrección política que nada en absoluto tiene que ver con la idiomática. Objeto preferente de sus puyas, los políticos, por un lado, y los periodistas y locutores televisivos y radiofónicos, por otro.
El Diccionario de la Lengua Española define "analfabeto" como aquella persona que no sabe leer ni escribir, como sustantivo; y como persona ignorante, sin cultura, o profano en alguna disciplina, como adjetivo.
A mi entender hay un analfabetismo excusable que es de las personas que por su edad o situación social nunca pudieron acceder a la escuela y no tuvieron ocasión de aprender a leer y escribir. Es ese un analfabetismo residual, prácticamente extinguido en nuestro país y en todo Occidente. Luego, existe por desgracia un analfabetismo funcional bastante extendido, producto de una enseñanza mal entendida y peor aplicada centrada en el desarrollo de las capacidades personales propias, obviando que el dominio correcto del idioma hablado y escrito de cada uno es nuestra mejor herramienta de comunicación con los otros y de desarrollo de nuestras capacidades. Analfabetismo funcional del cual somos responsables todos, comenzando por las autoridades académicas, los profesores a todos los niveles de la enseñanza, los padres, y por supuesto, los propios alumnos. Y por último nos encontramos con el analfabetismo que yo denomino obtuso, y que podríamos asimilar a los que usan el idioma como instrumento de corrección política, propaganda o simple ejercicio de petulancia ignorante. Es decir, políticos en activo y líderes de opinión y audiencia mediática.
Javier Cercas, como señalé más arriba, centra sus diatribas en la clase política y las personifica en la frase que da título a su artículo: ese "Visca Cataluña, viva Espanya", que ofende a ambos idiomas, catalán y castellano, por igual. Pero las extiende a los que cuando se expresan en castellano dicen y escriben, por ejemplo, Lleida o Girona, algo que no hacen cuando se refieren a Nueva York o Londres, por citar dos ciudades emblemáticas. Pone bastante más ejemplos de los que yo acabo de mencionar. Y las críticas no son unidireccionales, así que merece la pena leerlo.
Curiosamente, se olvida de esas palabras, tan políticamente correctas como infames desde el punto de vista lingüístico, de periodistas y locutores castellano parlantes (o escribientes), empecinados en decir y escribir "parlament", o "president" o "Generalitat" cuando, en perfecto (más o menos) castellano, pretenden referirse al parlamento, el presidente o la Generalidad (Gobierno) de Cataluña. Hagan ustedes el esfuerzo de leer sin mofarse una frase imaginaria como esta: "El president de los United States of América, la queen del United Kingdom, y el presidente del gobierno español han entrado juntos a la House of Commons durante su visita a la ciudad de London". Patético, ¿no creen? Pues vamos camino de eso.
Sobre los presuntos creadores de opinión periodísticos, televisivos y radiofónicos, preferible no hablar; ya lo hacen ellos a destajo por nosotros, con alevosía, premeditación, nocturnidad y desprecio de sexo, todas ellas circunstancias agravantes del ilícito penal. Pero como si oyeran llover; les da lo mismo. Carezco de información veraz como para afirmar o negar si en las Facultades universitarias de periodismo o ciencias de la información enseñan a hablar y escribir a sus alumnos, pero si nos remitimos a las pruebas, da la impresión de que no lo hacen. O por lo menos, que no lo hacen bien, Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
El Diccionario de la Lengua Española define "analfabeto" como aquella persona que no sabe leer ni escribir, como sustantivo; y como persona ignorante, sin cultura, o profano en alguna disciplina, como adjetivo.
A mi entender hay un analfabetismo excusable que es de las personas que por su edad o situación social nunca pudieron acceder a la escuela y no tuvieron ocasión de aprender a leer y escribir. Es ese un analfabetismo residual, prácticamente extinguido en nuestro país y en todo Occidente. Luego, existe por desgracia un analfabetismo funcional bastante extendido, producto de una enseñanza mal entendida y peor aplicada centrada en el desarrollo de las capacidades personales propias, obviando que el dominio correcto del idioma hablado y escrito de cada uno es nuestra mejor herramienta de comunicación con los otros y de desarrollo de nuestras capacidades. Analfabetismo funcional del cual somos responsables todos, comenzando por las autoridades académicas, los profesores a todos los niveles de la enseñanza, los padres, y por supuesto, los propios alumnos. Y por último nos encontramos con el analfabetismo que yo denomino obtuso, y que podríamos asimilar a los que usan el idioma como instrumento de corrección política, propaganda o simple ejercicio de petulancia ignorante. Es decir, políticos en activo y líderes de opinión y audiencia mediática.
Javier Cercas, como señalé más arriba, centra sus diatribas en la clase política y las personifica en la frase que da título a su artículo: ese "Visca Cataluña, viva Espanya", que ofende a ambos idiomas, catalán y castellano, por igual. Pero las extiende a los que cuando se expresan en castellano dicen y escriben, por ejemplo, Lleida o Girona, algo que no hacen cuando se refieren a Nueva York o Londres, por citar dos ciudades emblemáticas. Pone bastante más ejemplos de los que yo acabo de mencionar. Y las críticas no son unidireccionales, así que merece la pena leerlo.
Curiosamente, se olvida de esas palabras, tan políticamente correctas como infames desde el punto de vista lingüístico, de periodistas y locutores castellano parlantes (o escribientes), empecinados en decir y escribir "parlament", o "president" o "Generalitat" cuando, en perfecto (más o menos) castellano, pretenden referirse al parlamento, el presidente o la Generalidad (Gobierno) de Cataluña. Hagan ustedes el esfuerzo de leer sin mofarse una frase imaginaria como esta: "El president de los United States of América, la queen del United Kingdom, y el presidente del gobierno español han entrado juntos a la House of Commons durante su visita a la ciudad de London". Patético, ¿no creen? Pues vamos camino de eso.
Sobre los presuntos creadores de opinión periodísticos, televisivos y radiofónicos, preferible no hablar; ya lo hacen ellos a destajo por nosotros, con alevosía, premeditación, nocturnidad y desprecio de sexo, todas ellas circunstancias agravantes del ilícito penal. Pero como si oyeran llover; les da lo mismo. Carezco de información veraz como para afirmar o negar si en las Facultades universitarias de periodismo o ciencias de la información enseñan a hablar y escribir a sus alumnos, pero si nos remitimos a las pruebas, da la impresión de que no lo hacen. O por lo menos, que no lo hacen bien, Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt