sábado, 26 de noviembre de 2022

De los peligros de la ingenuidad

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de los peligros de la ingenuidad, porque como dice en  ella la periodista Rebeca Carranco, un repaso al hashtag #sportwashing permite no olvidar que las peripecias de unos cuantos periodistas en excursión al emirato son solo la anécdota de un Mundial en un país que no respeta los derechos humanos. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.









Qatar y la ingenuidad
REBECA CARRANCO
21 NOV 2022 - El País


¿Qué es el fútbol? La pregunta no tiene una respuesta correcta. Para una periodista de sucesos, como es el caso, es en buena medida hooliganismo, pasión desmedida, violencia e incluso delincuencia, sin que nada de eso sea fútbol. Para un aficionado tradicional, pueden ser todos esos años con los pies fríos en el campo, el bocadillo envuelto en papel de plata, y la contención suficiente para no gritar cuando gana tu equipo y tampoco llorar cuando pierde. Todo, con la radio pegado a la oreja porque es sabido que el fútbol se escucha mejor que se ve.
Para otros, los reventas, el fútbol pueden ser esas jornadas que se pasaban ofreciendo cerca del estadio las entradas que no se habían podido colocar. Ahora los grupos de WhatsApp o los turoperadores sin permisos son más efectivos. Para las peñas, las tardes con la gran familia del pueblo, creada por amor a un club. Para el turista de turno, la visita al estadio del equipo más jaleado del mundo, ¡Barça!, sin que tengan muy claro el significado de aquello de blaugrana són els colors... Para los niños, esa primera vez en el campo, cuando se descubre que el Camp Nou es mucho más pequeño de lo que se imaginaba, y Messi, verdaderamente una pulga en el césped.
Pero por encima de todo, el fútbol es un negocio. Qatar y su Mundial de fútbol están ahí para recordárnoslo, una vez más. En Twitter, la última polémica ha llegado de la mano del periodista danés Rasmus Tantholdt, del canal TV2. Cuando estaba en plena conexión en directo, cerca del estadio donde se disputa el Mundial, un grupo de guardias de seguridad le abordó, intentó impedir que siguiese grabando y uno de ellos amenazó con “romperle la cámara”. El vídeo tuiteado por el periodista acumula más 15 millones de reproducciones.
Los miles de comentarios podrían dividirse en dos: los que con sorna responden que qué esperaban de un país como Qatar, y los que confirman a los primeros, recordándole al periodista que está en Qatar y debe cumplir sus normas. Otro vídeo, esta vez de un cámara, John Balcazar, acumula más de cuatro millones de reproducciones en Tik Tok. Habla sobre la validez de su pase de prensa: “Cuando recogemos la acreditación nos dicen que este permiso y este icono nos da la posibilidad de grabar en cualquier parte de Doha. Y adonde llegamos nos dicen: ‘Sí, listo, buenísimo, pero ese permiso acá no aplica. En todo Doha podemos grabar con esto y en ningún lado podemos grabar”.
El sportwashing es utilizar el deporte para blanquear cualquier cosa, incluso un mundial de fútbol en Qatar. Un repaso al hashtag permite no olvidar que las peripecias de unos cuantos periodistas en excursión al emirato son solo la anécdota en un país donde no se respetan los derechos humanos. Que se lo digan a mujeres, homosexuales o a los inmigrantes que construyeron las infraestructuras del Mundial. Un desencanto más para los amantes del fútbol. El redactor jefe de deportes de EL PAÍS en Barcelona, Ramon Besa, lo resume como nadie: “Siempre he vinculado el fútbol a la ingenuidad. A los niños, a las niñas. Pienso en Brasil, en Inglaterra, en Francia, los niños que salen de los barrios periféricos y son futbolistas. Pienso incluso en España. Pero en Qatar no he visto nunca un futbolista, he visto futbolistas que van allí. Es un país harto. La sociedad de la opulencia, de comprarlo todo. ¿Que en el futbol siempre ha habido corrupción? Eso ya lo sabemos. Pero llega un momento, que como queremos ser ingenuos y niños, queremos que nos engañen. Pero esta vez es imposible”.





















viernes, 25 de noviembre de 2022

Del victimismo político como arma




 


Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de victimismo político como arma, que como dice en ella el historiador Nicolás Sesma, puede terminar convirtiendo a los responsables de los desastres en mártires y allanar el camino de sus herederos al poder. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.






Los haraquiris parlamentarios

NICOLÁS SESMA

20 NOV 2022 - El País


El 18 de noviembre de 1976, los procuradores franquistas aprobaron por amplia mayoría la Ley para la Reforma Política, que fue ratificada un mes más tarde por la población española en referéndum. Considerada el pistoletazo de salida para la transición a la democracia, la ley anunciaba la celebración de elecciones legislativas libres, por sufragio universal directo y secreto. Por muchas garantías de continuidad e impunidad que se les ofrecieran, no dejaba de llamar la atención que hubieran sido los mismos representantes de la dictadura los que ahora aceptaran su desmontaje institucional. Por ello, aquella votación ha pasado a la historia como el “haraquiri de las Cortes franquistas”.

Por una vez, España sí fue diferente. Lo fue además, y esperemos que sirva de precedente, para bien. Generalmente, los haraquiris no han sido protagonizados por dictaduras, sino por sistemas democrático-liberales. Como de costumbre, Italia tuvo el dudoso honor de ser la pionera. Fue también un 18 de noviembre, en este caso de 1923. Un año antes, se había producido la Marcha sobre Roma y el ascenso de Mussolini al poder, designado por el real dedo de Víctor Manuel III. Pero la dictadura no se instaló inmediatamente; el juego parlamentario continuó hasta la aprobación de la llamada ley Acerbo, que modificaba la normativa electoral y permitía al Partido Fascista controlar a su antojo los resultados. El socialista Giacomo Matteotti, representante de la izquierda que intentó resistirse, fue asesinado unos meses más tarde, y Mussolini quedó sin oposición.

Como es bien conocido, Alemania fue la siguiente en la lista. Al contrario de la mentira que tantas veces suele repetirse, en enero de 1933 Adolf Hitler no disponía de mayoría en el Reichstag. De hecho, la suma de socialdemócratas y comunistas superaba ampliamente al partido nazi. Fue nuevamente la designación directa por parte de un jefe de Estado, el mariscal Hindenburg, la que lo convirtió en canciller. Tras el incendio del Reichstag, Hitler aprovechó la oportunidad para dar un golpe de mano y, en marzo de 1933, presentó la denominada Ley habilitante, aprobada por un Parlamento previamente depurado de diputados izquierdistas, que le otorgó todo el poder legislativo.

Francia, por su parte, no se quedó atrás. En julio de 1940, después de la capitulación frente a Alemania, pero sin que ningún nazi se lo exigiera, como clamaron más adelante, la Asamblea Nacional se reunió por iniciativa propia en el Gran Casino de Vichy. Allí aprobaron por aplastante mayoría la ley de plenos poderes constituyentes para el mariscal Philippe Pétain, que dio por liquidada la Tercera República para dar paso al Estado francés.

Ninguno de estos dictadores fue depuesto por la resistencia interior. Solo sucumbieron en el marco de una terrible guerra internacional. Franco murió en la cama, sí, pero porque fue el único dictador fascista que necesitó de una guerra civil para conquistar el poder y nadie ayudó después a ponerle remedio. En palabras del historiador Manuel Tuñón de Lara: “Jamás te avergüences de España: es el único país (…) que resistió tres años un golpe de Estado”. Un motivo de orgullo ahora que acaba de celebrarse la Fiesta Nacional.

Cien años después, Italia es, de nuevo, la primera en abrir la puerta a otro potencial haraquiri. El 13 de octubre de 2022, días antes del aniversario de la Marcha sobre Roma, Ignazio La Russa fue elegido presidente del Senado. Militante de Hermanos de Italia, La Russa se declara abiertamente fascista. Lo justifica haciendo uso del argumento francés, muy extendido en el país transalpino: Mussolini lo hizo todo bien; su único error fue pactar con los nazis, que lo obligaron a adoptar las leyes antisemitas de 1938 y a entrar en la II Guerra Mundial. En realidad, Mussolini fue una víctima más de Hitler. Que no fue exactamente así puede atestiguarlo Liliana Segre, la presidenta incidental del Senado, superviviente de Auschwitz. Convencer a tus compatriotas de que la culpa no solo la tienen los extranjeros puede ser, sin embargo, muy complicado. Segre también lo sabe bien: su propio marido, Alfredo Belli, igualmente contaminado de la tesis victimista, fue durante un tiempo candidato por el Movimiento Social Italiano, antecedente de Hermanos de Italia. La política siempre produce más paradojas de las que somos capaces de asimilar.

El victimismo es un arma poderosa. Puede terminar convirtiendo a los responsables de los desastres en mártires y allanar el camino de sus herederos al poder. A propósito de la Ley de Memoria Democrática, Santiago Abascal adoptaba recientemente sin complejos la vía italiana: “Quieren desenterrar el cuerpo de José Antonio Primo de Rivera, al que ellos fusilaron (…) un hombre que antes de ser fusilado dijo unas palabras que a nadie pueden ofender: ‘Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”.

Las palabras de José Antonio pueden ser loables, efectivamente. Pero habría sido mejor que todos sus actos anteriores no hubieran ido exactamente en dirección contraria. Cuando redactó su testamento, otro 18 de noviembre, en este caso de 1936, no le quedaba otra opción para intentar que le conmutaran la pena. Pero en plena libertad de movimientos, en su discurso de fundación de Falange Española, no sonaba tan conciliador al declarar que “ser rotas era el más noble destino de todas las urnas”. Palabras que a todos deben ofender.


















[ARCHIVO DEL BLOG] Otoño del 17. [Publicada el 26/11/2017]

 




En marcha ya sin demasiadas complicaciones la aplicación del 155 de la Constitución y confirmado que todos los partidos políticos catalanes se van a presentar las elecciones en Cataluña el 21 de diciembre (lo que supone, en la práctica, un 155 de mínimos y una salida política más que digna al embrollo catalán) podemos extraer algunas lecciones de los sucesos vividos en España en el agitado otoño de 2017 que entrará a formar parte de la Historia de nuestro país aunque ciertamente no del modo previsto por sus instigadores, comenta en El Mundo Elisa de la Nuez, abogada del Estado, coeditora de ¿Hay Derecho? y miembro del consejo editorial de ese diario.
El famoso principio -recogido por Karl Marx en su ensayo sobre el 18 de Brumario de Luis Napoleón Bonaparte-, comienza diciendo Elisa de la Nuez, según el cual la historia se repite siempre dos veces, primero como tragedia y después como farsa, se ha cumplido religiosamente en el caso del independentismo catalán del siglo XXI. Afortunadamente. La razón es que el momento histórico de este tipo de nacionalismos (en base a los cuales se construyeron muchos Estados-nación durante los siglos XIX y XX) ha pasado hace mucho tiempo al menos en los países desarrollados. De ahí el carácter inevitablemente retro y nostálgico de un independentismo que necesita para sobrevivir revivir clichés de siglos anteriores magnificando la importancia de "las estructuras de Estado" y negando la profunda transformación que ha experimentado la sociedad española en las últimas décadas. Una transformación que es mucho mayor que la del propio Estado dicho sea de paso. Nuestras instituciones necesitan una renovación urgente que deberíamos acometer en un plazo perentorio para adaptarlas a las necesidades y a las exigencias de una sociedad española muy distinta a la que vivió el franquismo y la Transición y no solo por obvios motivos generacionales. Es también la sociedad que acaba de vivir la gran recesión, lo que la ha convertido en una sociedad más resistente, más crítica, más consciente y más segura de sí misma. Baste recordar que durante los últimos meses ha sido básicamente la ciudadanía y la sociedad civil y no las instituciones la que ha protagonizado la defensa intelectual, mediática y social de los valores democráticos y constitucionales. La cantidad de análisis, reflexiones, manifiestos, concentraciones y manifestaciones propiciadas al margen o incluso en contra de los cauces oficiales en un cortísimo periodo de tiempo ha sido realmente espectacular, lo mismo que la decidida voluntad de suplir las deficiencias de la estrategia de comunicación oficial particularmente en relación con los medios extranjeros. Lo que demuestra la enorme vitalidad y recursos de los que disponemos como sociedad y, lo que es más importante, la convicción de que podemos y debemos usarlos sin esperar a que una mediocre clase política claramente sobrepasada por los acontecimientos nos saque las castañas del fuego. En definitiva, hemos vivido un proceso de maduración acelerada que nos ha permitido tomar la delantera a nuestros políticos e instituciones, lo que también nos permite ser mucho más críticos y exigentes con unos y con otras. Quizás el caso catalán siga siendo la excepción más notable frente a este cambio aunque hay que destacar la comparecencia in extremis de la mayoría silenciosa y algunas iniciativas de personas y colectivos que empiezan a romper la omertá nacionalista. Pero sin duda una de las características más llamativas del independentismo es que ha impedido que una parte significativa de sus electores haya experimentado el mismo proceso de maduración ciudadana al recurrir a un relato político infantilizado de malos y buenos sólo apto para consumidores acríticos.
La conclusión parece clara: no necesitamos ni queremos rebeliones institucionales y saltos en el vacío para mejorar nuestro entramado político e institucional. En el selecto club de las democracias liberales occidentales de la Unión Europea, al que afortunadamente pertenecemos, las cosas no se hacen así. Claro que hay muchas reformas que siguen pendientes, especialmente, las políticas e institucionales que son además las que permitirían abordar todas las demás en mejores condiciones. Pero mantener desde un poderoso Gobierno regional con cargo al erario público que la única posibilidad de mejora pasa por la independencia (incluso cuando la desidia y la incompetencia del Gobierno central vienen en tu ayuda) y que además una parte de la ciudadanía -precisamente la más privilegiada en términos sociales y económicos- está oprimida es bastante más complicado que sostenerlo desde el exilio, la cárcel, la guerrilla o las huelgas de hambre, por mencionar algunos de los instrumentos tradicionales a los que los realmente oprimidos no tienen más remedio que recurrir. Ni siquiera la prisión preventiva de Junqueras y otros consejeros o el autoimpuesto exilio de Puigdemont son suficientes para demostrar la existencia de ese Estado opresor que el separatismo necesita para justificar la vulneración de los principios y valores de nuestro pacto de convivencia nacional y europeo. En ese sentido, es muy comprensible el desprecio que suscitan los que denuncian injusticias y agravios imaginarios a los que han luchado y todavía luchan por combatir las injusticias y agravios reales como se ha puesto de manifiesto en las declaraciones de algunos representantes de la izquierda histórica española que saben de lo que hablan.
También se ha puesto de manifiesto el enorme valor del Estado de derecho en nuestras sociedades. La previsibilidad y la certeza que proporciona a ciudadanos y empresas en un momento dado no puede arrojarse por la borda a cambio de vagas promesas. Las leyes se pueden y se deben mejorar siempre, pero a través de los procedimientos establecidos. Sin duda nuestro Estado de derecho tiene imperfecciones pero el peor de los ordenamientos jurídicos democráticos es mejor que ninguno o que la pura y simple arbitrariedad de los gobernantes. Para un jurista no deja de ser una satisfacción comprobar cómo un concepto tan abstracto y tan complejo ha sido interiorizado por los españoles con ocasión de esta crisis. Y es que -como ocurre con tantas otras cosas importantes en la vida- sólo apreciamos su valor cuando corremos el riesgo de perderlo.
Por tanto, como sociedad madura que ya somos conviene desconfiar de los gobernantes que nos prometen alcanzar la tierra prometida (la famosa Dinamarca del sur) de un día para otro y a coste cero adulando nuestras más bajas pasiones. Hay que ser conscientes de que las grandes transformaciones jurídicas e institucionales pueden ocurrir, pero requieren de debate, de tiempo y de esfuerzo. Tratar a los ciudadanos con respeto supone reconocerlo así. Ocultar los costes y el esfuerzo de cualquier promesa que se haga a los votantes de saltos económicos, institucionales, jurídicos o incluso sociales para ponernos a la altura de los países más avanzados del mundo por arte de magia es pura y simple demagogia, y deberíamos empezar a denunciarlo. En este sentido, hay que hablar no sólo de la irresponsabilidad de los líderes políticos (sin duda clamorosa y que debería propiciar en algún momento su sustitución por otros que, aun manteniendo la misma ideología, sean más honestos con sus votantes) sino también de la de muchos brillantes académicos, economistas y expertos de toda índole cuya frivolidad (no siempre desinteresada) ha sido pavorosa. Estamos ante una versión moderna de la traición de los intelectuales criticada por Julian Benda en su famoso libro de 1927 La trahison des clercs. Efectivamente, se trata de una traición en toda regla a la principal misión de un intelectual: el compromiso con la verdad. Como siempre, el problema es que los platos rotos económicos e institucionales no los pagarán los más responsables porque suelen ser los que tienen el poder y los medios para evitarlo. Los pagarán los más débiles y los menos organizados. Más allá del recorrido judicial que tengan los procesos judiciales ya estamos viendo que la mayoría de los políticos responsables del destrozo repiten en las listas electorales. También los empresarios consentidores seguirán con sus negocios y los prestigiosos profesores en sus cátedras. La vida sigue pero los que perderán o verán amenazados sus puestos de trabajo serán otros desde los pequeños empresarios que quebrarán por el boicot a sus productos hasta los empleados de los negocios dependientes del turismo y en general todos aquellos trabajadores y empresarios a los que les irá un poco peor. Si algo podemos aprender como sociedad de esta gran crisis del otoño de 2017 es que la ineludible renovación de nuestro pacto de convivencia representado por la Constitución de 1978 exige tiempo, dedicación, esfuerzo y la participación de todos.  


Dibujo de LPO para El Mundo



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 4047
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 24 de noviembre de 2022

De democracias a la defensiva







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de democracias a la defensiva, porque como dice en ella el politólogo Fernando Vallespín, puede que, desde un ángulo geopolítico, el conflicto de nuestros días sea el de democracia frente a autoritarismo, una especie de nueva Guerra Fría entre sistemas políticos. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.









Democracias a la defensiva
FERNANDO VALLESPÍN
20 NOV 2022 - El País
Grande fue el alivio cuando conocimos los resultados de las elecciones brasileñas y las estadounidenses de medio mandato. Antes ya nos ocurrió lo mismo con las presidenciales francesas. Los de las suecas e italianas, por el contrario, nos sumieron en la melancolía. Oscilamos, pues, del desánimo a la alegría sin casi solución de continuidad. En algunos casos, además, caemos en el autoengaño. Muchas de esas victorias son pírricas y nada nos asegura que no sean reversibles. Lo que es importante destacar es que, en mi caso al menos, estos vaivenes en el estado de ánimo no responden a una mera preferencia ideológica, sino a la preocupación por el devenir de la democracia. Puede que, desde un ángulo geopolítico, el conflicto político de nuestros días sea el de democracia frente a autoritarismo, una especie de nueva Guerra Fría entre sistemas políticos. Desde la perspectiva interna sigue bien viva, sin embargo, la disputa entre democracia liberal y democracia populista.
La situación es, pues, la contraria de la que caracterizó su expansión a lo largo de los años noventa, cuando la caída del socialismo de Estado le dejó el camino libre para su gran ofensiva internacional. Ahora estamos en una fase de contracción de todo ese impulso, la democracia ha pasado a la defensiva. No solo por el ya conocido giro hacia el autoritarismo que manifiestan muchos Estados que hasta ahora se hallaban en plena fase democratizadora; también, y sobre todo, por el aparente agotamiento de la cultura política liberal en el interior de un buen número de democracias occidentales. El enemigo está dentro. Lo solemos despachar con el término genérico de populismo, el gran culpable, pero con eso solo conseguimos tirar balones fuera; lo que de verdad importa son las razones que conducen a que casi la mitad de los ciudadanos de algunos países opten por candidatos o partidos de ese signo.
Desentrañar estas razones se ha convertido en un verdadero sudoku para los politólogos. Aquí solo puedo apuntar una posible. Paradójicamente, ese mismo éxito que exhibió la democracia durante su fase ofensiva. Libre de enemigos, parecía como si su mera implantación formal ya bastara para que floreciera por doquier. Fue también una etapa que coincidió con la globalización; es decir, nuevas interdependencias y limitaciones de la soberanía, migraciones masivas y aumento exponencial de la desigualdad. Todo un reto que exigía una nueva gobernanza y la audacia de salirse de los habituales canales en la relación entre gobernantes y gobernados. Una reinvención. Pero no. En gran medida seguimos con las habituales inercias, una clase política pacata y una ciudadanía autosatisfecha que subordina el valor de los procedimientos democráticos a la satisfacción de sus preferencias. Después de todo, quizá sea mejor que se vea amenazada. Así al menos nos veremos obligados a reaccionar. De nosotros depende.




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[ARCHIVO DEL BLOG] El honor debido a los muertos. [Publicada el 25/11/2019]

 




La desilusión y el desencanto pueden llevarme a la abstención pero me resulta difícil de creer que pueda llegar el momento en que la derecha reciba mi voto. A pesar de eso, quizá por influencia de mi maestro, Emilio Lledó, y del también profesor, Ángel Gabilondo, candidato socialista al gobierno de la comunidad autónoma de Madrid en las elecciones del pasado mes de mayo, reconozco que no veo a ningún partido político como mi enemigo, aunque sí como un adversario a vencer con palabras, razones y votos. 
Siempre me ha sorprendido y provocado cierta repulsión las reticencias del PP a reconocer, no solo los derechos, sino incluso la dignidad de los muertos republicanos durante la guerra civil y la posterior represión franquista. De los pseudohistoriadores patrocinados por la COPE y de la propia jerarquía católica española no cabe esperar gran cosa al respecto, así que tampoco está de más recordar que el 28 de noviembre de 1978, una semana justo antes del referéndum constitucional, el arzobispo de Toledo y cardenal primado, monseñor González Martín, hacía pública una carta pastoral en la que juzgaba muy negativamente el proyecto de Constitución. Está en las hemerotecas. Y no parece que desde esa época los señores obispos hayan progresado mucho en lo que se refiere al respeto debido a los principios democráticos, más bien todo lo contrario, pero esa es otra cuestión y no quiero entrar en ella ahora.
En agosto de 2008 la lectura de un artículo de Manuel Rivas titulado "Garzón, Antígona y la memora histórica" (El País, 07/08/08), sobre la decisión judicial de solicitar información a los ministerios de Defensa e Interior y a las asociaciones que trabajaban por la reparación histórica, de los datos que tuvieran sobre los asesinados durante y después de la guerra civil por los franquistas, me llevó a pensar sobre el respeto debido a los muertos -a todos los muertos- que Rivas sacaba a colación citando la "Antígona" de Sófocles (ca. 442 a.C.) y la versión mucho más moderna del autor francés Jean Anouilh (1942). No era la primera vez que Manuel Rivas escribía sobre ese asunto, asunto que yo también he mencionado en alguna que otra ocasión en el blog. 
Aquella tarde de verano de 2008 releí de un tirón la "Antígona" de Sófocles. Me impresionó de nuevo, y sigue impresionándome cada vez que la leo, como impresionó a los atenienses de hace dos mil quinientos años. He anotado los versos 1029-1030 de la edición de Cátedra: "Obras Completas. Esquilo, Sófocles, Eurípides" (Madrid, 2004), en los que el anciano adivino ciego, Tiresias, le reprocha al rey de Tebas, Creonte, su inflexibilidad en la orden de no dar sepultura a su sobrino Polinices y de condenar a muerte a la hermana de este, Antígona, que ha rendido honores fúnebres a su hermano desobedeciendo la orden real. Y lo hago porque me parece que viene absolutamente a cuento en esta cuestión: "¿Qué heroicidad hay en volver a matar al que ya está muerto?", le espeta Tiresias a Creonte con toda la razón...
Supe por vez primera de la "Antígona" de Sófocles cuando tenía once años. Fue gracias a mi profesor de Literatura en el Colegio Infanta María Teresa de Madrid. Se llamaba Mariano Abánades, y ya he escrito sobre él en otras ocasiones. Era pequeñito de estatura, tan pequeño, que cuando se ponía al volante de su "600", apenas era perceptible el sombrero que siempre portaba. Pero tenía una enorme sensibilidad, erudición y paciencia para recrearnos todas las grandes obras de la literatura universal. Mucho más tarde, creo que hacia 1979, vi por TVE la "Antígona" del dramaturgo francés Jean Anouilh, interpretada por Nuria Torray. Una obra inmensa, y una actriz espléndida, que han quedado grabadas en mi mente para siempre.
Soy de los que piensan que después de los clásicos griegos todo lo demás es mera paráfrasis, así que vuelvo a ellos con frecuencia cuando flaquea mi fe en la racionalidad de los humanos. En aquella ocasión lo hice por el honor y respeto debido a los muertos, a todos los muertos, y no solo a los de un bando. ¡Ójala puedan descansar un día no lejano en paz!...
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt











Del Twitter de Musk




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Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de la Twitter de Musk, que como dice en ella la escritora Marta Peyrano, cuando se acabe, nadie sabrá quiénes éramos allí, y para saber quiénes somos, nos hace falta desconectar. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.




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Si no es por Twitter, repartirías

MARTA PEIRANO
19 NOV 2022 - El País

“En una cultura como la nuestra —empieza el ensayo más famoso de Marshall McLuhan— acostumbrada desde hace mucho tiempo a fragmentarlo y dividirlo todo para poder controlar, choca a veces recordar que, en realidad y en la práctica, el verdadero mensaje es el propio medio”. Cada medio crea su propio lenguaje, que es el material con el que interpretamos el mundo y actuamos en él. Comprender los medios se publicó por primera vez en 1964 y hablaba de la televisión. Es un hecho universalmente aceptado que es un instrumento aún más certero para comprender la red social.
En una época de verborrea globalizada, donde todo el mundo ejercía su derecho a expresar libremente sus opiniones en el nuevo ecosistema mediático digital, la genialidad de Twitter fue imponer un régimen de 140 caracteres, llevando la conversación a un escaparate donde pronto triunfaron los magos del titular: periodistas, políticos, predicadores y esa gente capaz de vender a su abuela por decir algo realmente incontestable. Entre todos levantamos un reino tóxico y fascinante, violento y cautivador. Ahora que Twitter podría ser destruido por la incompetencia de su nuevo dueño, ¿adónde irán sus habitantes? ¿Sobre qué piedra edificarán su iglesia los nuevos profetas, bajo qué piedra cocinarán las agencias sus campañas de desinformación?
Al otro lado hay gente que dice que va más al campo, pasa más tiempo con sus hijos y lee muchas novelas de ciencia ficción. Suena bonito. Pero cuando acabe Twitter, nadie sabrá que tuviste un hilo con 20.000 me gustas y 15.000 retuits. Nadie te creerá cuando digas que un ministro citó tus hilos sobre Ucrania, la crisis de la sanidad madrileña y el de no cerrar los parques durante la pandemia. De qué servirá que un famoso escritor de bestsellers te haya bloqueado tras un intercambio en el que 42 personas comentaron que tenías razón. Peor aún, ya no sabrás cuándo tienes razón ni si lo que dices tiene sentido porque no estará Twitter para cuantificarlo. Sin ayuda del número de followers, retuits y me gustas, ya no sabremos quiénes somos. Donde antes había un espejo, pronto habrá una pared.
Esta semana muchos me han preguntado si tiene sentido guardar el historial de Twitter por si algún día es exportable a la red Mastodon (para poder hacerlo, hace falta algo que llevamos peleando décadas, llamado interoperabilidad). Muchos consideran que sus followers, me gustas y retuits son objetos de prestigio que se han ganado gracias a su esfuerzo e ingenio a lo largo de toda una década. Pero, si fuesen suyos, no tendrían que pedírselos a Twitter. Neil Postman, el mejor alumno de McLuhan, dijo que en el nuevo régimen mediático “la gente aprendería a amar su opresión, a adorar las tecnologías que destruyen su capacidad de pensar”. Cuando acabe Twitter, nadie sabrá quiénes éramos en Twitter. Para saber quiénes somos, nos hace falta desconectar.




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[ARCHIVO DEL BLOG] Zuraya Pazkad. Una mujer valiente. [Publicada el 24/11/09]

 





Mañana, 25 de noviembre, se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Violencia de Género. Hay una violencia de género, machista, personal, que se ejerce contra mujeres concretas, con nombres y apellidos. Pero también hay otra violencia de género institucional que se ejerce en algunas sociedades contra todo mujer por el simple hecho de ser mujer.
Contra este segundo tipo de violencia de género, institucional, luchan muchas mujeres. Entre ellas, Suraya Pakzad, una afgana de 38 años, casada desde los 14 y madre de seis hijos, y que vive en la ciudad de Herat, a la que hoy entrevista el periodista Fernando Peinado en Madrid [Alguien tiene que arriesgar su vida por la libertad. El Pais, 24/11/2009].
Amenazada de muerte por los talibanes ha creado en Afganistán una red de albergues para mujeres víctimas de maltrato, convirtiéndose a juicio de la prestigiosa revista Time en una de las 100 personas más influyentes del mundo. Aunque podría hacerlo, no quiere abandonar su patria. "Cada día cambio de coche, de horarios, de camino para ir a la oficina", dice resignada. "Echo de menos ser una persona normal. Me gustaría ir de compras por las calles de Herat de la mano de mis niños", le cuenta al periodista que la entrevista en un Hotel madrileño.
Me sumo al Día Internacional contra la Violencia de Género con mi sincero homenaje de respeto y admiración a la persona de Suraya Pakzad, y a la de tantas y tantas mujeres anónimas que luchan día a día no sólo por su dignidad como personas sino también por sus vidas ante la indiferencia más o menos cruda de la sociedad. HArendt









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