lunes, 17 de junio de 2019

[A VUELAPLUMA] La voces de Elisa y Marcela





Las categorías sexuales no son verdades naturales; la sexualidad es una ficción representada como verídica, escribe en el diario El País Amanda Mauri, master de Estudios de Género por la LSE, investigadora y activista feminista. 

La última producción de Isabel Coixet, Elisa y Marcela, proporciona material de debate incluso antes de su estreno oficial en Netflix, comienza diciendo Amanda Mauri. La película cuenta la historia real de dos mujeres gallegas que, a principios del siglo pasado, burlaron la omnipotencia eclesiástica y se casaron en un ejercicio de resistencia (y travestismo). Elisa y Marcela plasma la violencia con la que la sociedad disciplina la relación entre las protagonistas. Establece un claro contraste entre el mundo “exterior” y el mundo “interior”. Coixet muestra una intimidad donde la ternura, la pasión y la determinación destierran cualquier asomo de duda o dilema internos. Algunas voces han interpretado esta ausencia de trabas emocionales como una falta de plausibilidad histórica.

Javier Ocaña, en este diario, le reprochaba a la directora haber adoptado una “mirada errónea”. Según el periodista, la película exhibe un erotismo desinhibido, donde ambas mujeres tienen un “conocimiento del propio cuerpo y del deseo mutuo” más propio de “dos seres humanos de 2019 en un país avanzado” que de la Galicia rural de 1901. Esta crítica invita a reflexionar sobre los procesos representativos de la sexualidad y su construcción histórica. ¿Hasta qué punto se lee el “progreso” a partir de lógicas eurocentristas y por qué se reclama a historias como la de Elisa y Marcela una ostentación de la autocensura?

Como sostiene la crítica feminista Teresa de Lauretis, la representación no describe una verdad sexual, sino que la produce y establece como verídica mediante su función representativa. Afirmar que no se puede contar la historia de Elisa y Marcela sin hacer hincapié en el “conflicto interior” que se espera de un “despertar” lésbico es, también, un juicio emitido desde unos códigos determinados. Sea en una aldea gallega en blanco y negro o en la Barcelona contemporánea de Merlí, existe una voracidad generalizada por representaciones homosexuales donde la (tortuosa) salida del armario ocupe una posición central. Simulando una suerte de bautismo sexual, este “salir” o “despertar” actúa como una condición indispensable para recibir la aprobación social. ¿Qué es exactamente lo que molesta o asusta de un enamoramiento lésbico sin crisis existenciales?

Las categorías que rigen nuestra mirada sexual son más recientes y variables de lo que creemos. Los conceptos actuales de heterosexualidad y homosexualidad son producto de la modernidad occidental, la misma que a menudo se invoca como supuesto paradigma de la libertad sexual. En los siglos XVIII y XIX, la sexualidad se construye a través de una serie de discursos y categorías médico-jurídicas, cuya función principal será ordenar los cuerpos y acotarlos a unos parámetros institucionales. Esto responde a un cambio de modelo gubernamental: el control de poblaciones ya no lo ejerce una única figura soberana, sino que el poder se diluye en un entramado de instituciones —Iglesia, prisión, escuela, familia— que funcionan con la creación de identidades sociosexuales. Cuando nos referimos a categorías identitarias —“mujer”, “hombre”, “homosexual”, “heterosexual”— como si fueran verdades naturales, olvidamos que son producto de un conjunto de intereses y efectos políticos. No existe una verdad sexual; la sexualidad es una ficción representada como verídica.

Es legítimo preguntarse por la falta de contradicciones internas en la relación entre Elisa y Marcela, pero es importante no confundir su deseo con el origen de la problemática. El sexo no es el problema. Al reclamar que se constate la inseguridad del espacio “interior”, se corre el riesgo de acabar negando la existencia de espacios seguros. La disidencia sexual se ha sostenido siempre en la capacidad de construir alianzas y comunidades alternativas donde vivir, encontrarse y explorarse de formas distintas a la norma. El mostrar la intimidad de Elisa y Marcela como un espacio libre —ajeno a las burlas, ataques y miserias del mundo “exterior”— debe leerse como una decisión política y estética de representar esa capacidad de crear refugios afectivos. A pesar de que la norma sexual nos coarta, nuestra capacidad de acción y resistencia es infinita. Ante la hostilidad de la vida pública, de la heterosexualidad forzada y de la violencia machista, en Elisa y Marcela la esfera íntima despliega un abanico inagotable de posibilidades. Juntas invocan el espacio “interior” como un conjuro de felicidad, libertad y transgresión.

Tal vez, lo que (nos) molesta es que las historias se cuenten de una forma distinta a como creemos saberlas, que los cuerpos no coincidan con los ideales establecidos, que el deseo y el placer escapen a las lógicas identitarias. Elisa y Marcela no cuenta “la” historia. No puede ni pretende hacerlo. Lo que sí logra es articular una historia necesaria, y abrir un espacio donde otras voces, cuerpos y afectos se entrelazan y multiplican. Elisa y Marcela son Elisa y Marcela. Pero también es una invitación a escuchar y contar las historias que llevamos dentro, a dejarlas salir a un “exterior” que nos quiere ordenadas y calladas.



Fotograma de "Elisa y Marcela", de Isabel Coixet


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[NUESTRA EUROPA] ¿Y si la UE dejara de existir?





Si no existiera la Unión Europea (UE), ¿viviríamos mejor, con más libertad, igualdad, bienestar y seguridad? Los españoles, ¿confiamos más en España o en Europa?, se preguntaba hace unas semanas en el diario El Mundo la profesora Araceli Mangas Martín, Académica de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UCM. 

La confianza de los españoles, comenzaba diciendo la profesora Mangas, logra un 75% de apoyo al entender que estas tres décadas en la UE (1986-2019) han sido beneficiosos para los intereses generales de España (encuesta de primavera del Eurobarómetro). Además, el 68% estima que las cosas van en "la mala dirección" en España, mientras que en la UE la desconfianza baja al 56%. Confiamos más en la red europea que en nuestros inmediatos representantes políticos, aunque también por nuestra escasa autoestima solemos valorar mejor lo de fuera.

Lo que más preocupa a los españoles es el desempleo juvenil (menores de 25 años). Claro, España es la subcampeona de Europa en desempleo juvenil (33,7 %) por culpa del mediocre sistema educativo, de la descuidada formación profesional, del rígido sistema laboral y sindical.... La media de la UE está en el 14,5% (marzo 2019). La política de empleo es responsabilidad nacional plena y la UE solo asume funciones de coordinación y orientación. El desempleo general se dobla en España (14%) respecto de la media europea del 6,4% (marzo 2019). Luego, el problema es España. No son las políticas de la UE las que fallan, sino las nuestras, nuestros políticos.

Sabemos que la UE ha beneficiado al bienestar de los españoles. Las políticas de igualdad entre mujeres y hombres aprobadas por el Parlamento Europeo (PE) y el Consejo -el legislador europeo bicameral- son la vanguardia del planeta; esas directivas europeas de igualdad se tradujeron en leyes internas, como la conocida Ley de 2007 de la que se apropió el Gobierno Zapatero. Los políticos nacionales hacen suyos los éxitos de la UE y, por el contrario, le endosan sus fracasos internos.

Además, la UE no nos roba. Por el contrario, hace ya unos años el Tribunal de Justicia de la UE condenó a España por haber exigido ilegalmente desde 2002 un impuesto sobre los carburantes (céntimo sanitario) que oscilaba entre 1 y 5 céntimos por cada litro de gasolina. El Tribunal europeo exigió en 2014 la devolución de cerca de 13.000 millones de euros por el Gobierno central y 13 autonómicos (incluida la Generalitat de Cataluña, que fue una de las primeras en implantarlo). La UE ni engaña ni roba, que ya es bastante.

Podría recordar otros casos importantes en los que la UE sale a nuestro rescate de la voracidad de los políticos españoles. Desde hace al menos una veintena de años, las Cortes y los bancos se aliaron para no aplicar normas europeas que nos protegían frente a viejas normas internas y exprimir nuestros bolsillos cuando se compraba una vivienda (cláusulas suelo ilegales, hipotecas con índices mal referenciados, cláusulas abusivas, ejecuciones sin derecho a tutela judicial y por escaso impago). Gracias al Tribunal de Justicia de la UE se fue desmontando una aberrante legislación de Cortes y una errónea interpretación por el Tribunal Supremo. Aún la protección de los consumidores libra nuevas batallas pendiente en Luxemburgo. Lo saben cientos de miles de españoles que han podido recuperar una parte importante del dinero apropiado (unos 20.000 millones). La Unión, de nuevo, al rescate de los derechos de los españoles frente al insensible legislador interno, Tribunal Supremo y la banca. Gracias a la aplicación de normas aprobadas por el Parlamento Europeo.

La Europa cotidiana ha extraído las consecuencias del espacio económico unificado para las personas y las empresas, también para nuestras actividades diarias, como el uso del móvil con las tarifas nacionales con validez en los 28 Estados miembros. Nos sentimos como en casa en cualquier parte de la UE. Los europeos desplazados pueden hablar a diario con sus familias y amigos; o las empresas con sus clientes abaratando costes O nos hemos desprendido de decenas de cables porque la Unión estandarizó el cable único para los móviles androides. Europa nos aproxima gracias a las normas que aprueba el Parlamento Europeo.

Nos ha defendido de los gigantes tecnológicos norteamericanos (de los abusos de sus buscadores, de sus agresivos modos de venta o de sus imposiciones, de su fraude fiscal masivo, de sus abusos con nuestra identidad gracias al derecho al olvido) con multas mil millonarias a Apple, Google, Amazon, o Microsoft. La Comisión Europea -el ejecutivo de la UE- nos ha protegido como nunca lo hubiera podido hacer nuestro Estado haciendo aplicar normas aprobadas por el Parlamento Europeo.

La Unión nos ha protegido de las ayudas públicas que conceden con demasiada discreción los responsables nacionales y regionales para mantener su sistema clientelar falseando la competencia. La UE exigió a los beneficiarios su devolución a las arcas públicas. ¿Se podría conseguir eso sin la Unión?

Sin sus fuertes multas y la vigilancia por la Comisión de las normas de protección medioambiental que aprueba el PE, qué sería de nuestras costas, ríos, o aguas residuales urbanas y residuos sólidos o emanaciones industriales; nos estaríamos ahogando entre la contaminación. Sabemos hasta qué punto es importante la conformación del Parlamento Europeo por su legislación progresiva, en general, para todos los ciudadanos europeos. Y, al igual que ocurre en España tras las elecciones generales, luego hay que formar el Ejecutivo que va a administrar la Unión.

Y habrá que elegir a la presidenta (hasta ahora nunca una mujer) o presidente de la Comisión abandonando el absurdo sistema del cabeza de lista más votado -al margen de la legalidad del Tratado de la UE- y sin lógica política ni jurídica, pues el voto es nacional y no podemos votar a cabezas de lista pues no hay listas transnacionales. Y, dado que desde hace dos décadas ganan los populares, eso condenaría a la Comisión a repetir un presidente popular también en la nueva legislatura. Ese pie forzado llevó al desastre institucional de la actual legislatura con tres presidencias en manos del Partido Popular Europeo -Comisión, Consejo Europeo y luego la del Parlamento-, lo que impidió la transversalidad habitual de cohabitación (populares, socialistas y, alguna vez, liberales) en el reparto de presidencias. Los liberales serán decisivos en la nueva legislatura en la que los dos grandes partidos van a pesar menos, y los encabeza una mujer.

Muchos desprecian o hablan de otra Europa, pero nadie quiere irse, ni los británicos encuentran una puerta de salida a un mundo mejor. No se atreven a plantear la renuncia al euro que, a la postre, es un verdadero escudo para nuestra estabilidad económica, a pesar de su debilidades e insuficiencias. Los que critican con apriorismos a la UE tampoco quieren renunciar al placer de la libre circulación sin fronteras o del mercado interior, ni a los fondos estructurales de la UE que representan las políticas de redistribución de riqueza entre naciones jamás soñadas. No es tan terrible la burocracia europea; como los romanos opresores de la película La vida de Brian, las instituciones europeas hacen muchas cosas buenas por nosotros.

La UE es, además, un espejo en el que se deberían mirar los partidos políticos españoles. Allí nunca un partido ha tenido la mayoría absoluta y siempre trabajan en gran coalición parlamentaria sosteniendo a la Comisión siempre interpartidaria. Desde 1979 hasta ahora su entendimiento se ha basado en la transacción difuminando la tradicional confrontación derecha-izquierda. Es cierto que los ciudadanos no siempre conocen lo logrado ni los retos de futuro ni los programas, pero tampoco en las elecciones internas. El electorado vota por los partidos con los que creen compartir valores y orientaciones en cada momento. Al igual que en las pasadas elecciones del 28-A, tenemos que movilizar el voto de los demócratas frente a los soberanistas que anteponen su terruño a los intereses de la libertad y el bienestar general. Los europeístas frente a los que quieren destruir las libertades, la igualdad y el bienestar que representa la UE.



Dibujo de Raúl Arias para El Mundo



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy lunes, 17 de junio






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. También, como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Un servidor de ustedes tiene escaso sentido del humor, aunque aprecio la sonrisa ajena e intento esbozar la propia. Identificado con la primera de las acepciones citadas, en la medida de lo posible iré subiendo periódicamente al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras..., aunque pueden sonreír igual. 


















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domingo, 16 de junio de 2019

[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Junio, 2019 (III)





Dicen que elegir es descartar, y estoy acuerdo con ello. Aquí les dejo algunos de los artículos de opinión publicados en la prensa diaria que durante la pasada semana he ido subiendo al blog en la columna Tribuna de prensa. Asumo la responsabilidad de su elección y de la posibilidad de equivocarme. Como dijo Hannah Arendt, espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar, pues la vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa: pensar, comprender, actuar. Se los recomiendo encarecidamente. Creo que merecen la pena, pero si no es así, la próxima vez acertaré. 



Y desde los enlaces de más abajo puede acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España, Europa y el mundo, actualizados continuamente.
El País (España)
Le Monde (Francia)
The Times (Gran Bretaña)
El Mundo (España)
Gazeta Wyborcza (Polonia)
La Vanguardia (España)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El País Semanal (España)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Der Spiegel (Alemania)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Paris Match (Francia)
National Geographic (Estados Unidos)
Expresso (Portugal)
Les Temps Modernes (Francia)

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana de los corresponsales en todo el mundo del diario El País. 




Hong Kong protesta contra la Ley de Extradiciones china


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