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sábado, 11 de junio de 2011

El fiasco de la Real Academia de la Historia





Cédula Real de creación de la Real Academia de la Historia







Cuando cursaba mis estudios de licenciatura en Geografía e Historia, a mediados de los años 80, solía utilizar como obra de referencia y consulta el Diccionario de Historia de España (Alianza, Madrid, 1981, 3 tomos) dirigido por German Bleiberg, cuya primera edición, en la Revista de Occidente, se remontaba al año 1952. La entrada "Franco Bahamonde, Francisco", ocupa una página escasa (de las 3749 del diccionario) y comienza con la siguiente frase: "Actual Jefe del Estado español, nació el 4 de diciembre de 1982 e hizo sus primeros estudios en el Colegio del Sagrado Corazón de su ciudad natal..." y se cierra con la siguiente mención: "El curso 1930-1931 fue el último de la Academia General; con la proclamación de la República se cierra dicho centro, el 14 de julio de 1931". La entrada está redactada por Gaspar Gómez de la Serna, abogado, y a la sazón, letrado de las Cortes Españolas. Aunque el Diccionario abarque únicamente hasta 1931 y fuera redactado en 1952, dedicarle una página escasa a la "biografía del actual Jefe del Estado español", dice mucho del rigor y seriedad con que los colaboradores del mismo se tomaron el encargo de la Revista de Occidente. Y yo añadiría del valor, pero en fin, dejémoslo estar... El tercer tomo de la edición se cierra con una Cronología que abarca hasta 1968, pero no incluye ninguna otra referencia explícita al general Franco.

La Real Academia de la Historia es una institución centenaria, creada por orden del rey Felipe V en 1738 con la finalidad de dar a conocer «la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia, conduciendo al conocimiento de muchas cosas que oscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido». Con tal fin, y ya desde el mismo momento de su fundación, la Academia se propuso la redacción de un Diccionario de "Varones Ilustres", pero no fue hasta 1999 que se toma la decisión de realizar un magno "Diccionario Biográfico Español", en 25 tomos, que incluiría la biografía de más de 40000 españoles destacados "en todos los ámbitos del desarrollo humano y en todas las épocas de la Historia".

Cuando a mediados del pasado mes de mayo se dieron a conocer los resultados de la edición y publicación del Diccionario, la polémica saltó de inmediato, centrada sobre todo en el contenido de varias de las notas biográficas del mismo, entre ellas, la del general Franco. 

Una síntesis bastante exacta de la polémica puede seguirse en este enlace, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Una penosa entrevista: "No he leído la biografía de Franco", realizada por dos redactores de El País al actual director de la Academia, el historiador Gonzalo Anes, y publicada el pasado día 4, en la que el responsable de la institución respondía con altanería, cierta desfachatez y una buena dosis de machismo, despejando balones fuera como si la cuestión no fuera con él, a las críticas que el Diccionario estaba recibiendo por parte de amplios sectores sociales y de casi toda la profesión académica, acabó por encender la mecha.

De todo lo publicado hasta el momento sobre la pifia del Diccionario, quiero destacar únicamente dos artículos que, a mi entender, resumen bastante bien la opinión de los profesionales de la Historia al respecto. El primero de ellos está escrito por Antonio Elorza: "La RAH traiciona sus usos históricos", y se publicó el pasado día 5 en El País: el segundo es de la historiadora María Pilar Queralt: "El Diccionario Biográfico Hispánico, del orgullo a la vergüenza", y se público ayer en El Plural. 

Personalmente, como historiador que soy, pienso que la polémica está justificada y que la retirada de esta primera edición del Diccionario y su revisión es ineludible e insoslayable. Un valor añadido sería, por el bien de la Real Academia de la Historia, la dimisión voluntaria de su director, o su destitución inmediata por los propios miembros de la Academia. Cualquier otra solución parece un ejercicio de pasteleo que ni la Academía, ni la profesión, ni la Historia se merecen. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 






Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia









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Entrada núm. 1383
http://harendt.blogspot.com
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)