Monasterio de Poblet (Tarragona)
Como he dicho en numerosas ocasiones con anterioridad los españoles (todos, hasta los que reniegan de serlo) tenemos propensión a mezclar churras con merinas. Por ejemplo, asimilando pueblos y naciones con partidos o gobiernos. Ni todos los israelíes son antipalestinos, ni todos los gallegos, vascos, catalanes y canarios son nacionalistas y antiespañoles.
A mi personalmente no me molestan lo más mínimo los españoles que dicen no sentirse españoles. Faltaría más que alguien estuviera obligado a "sentirse" español, canario, sueco o neozelandés. Uno "es" español, canario, sueco o neozelandés, y si no le gusta y puede, pues se cambia de nacionalidad o se va a vivir a otro lado. La nacionalidad de origen, por derecho territorial o de sangre, es algo que nos suele venir dado y no algo que podamos elegir, al menos en primera instancia.
Yo no me siento especialmente orgulloso de ser español: he nacido español por un accidente de la naturaleza, no por un designio divino. Pero tampoco me ofende, me molesta o me avergüenza. Soy español, y punto; y tampoco deseo ser otra cosa. Como todos los pueblos, los españoles, en conjunto, tenemos cosas malas, buenas y "mediopensionistas". Y lo mismo supongo, individualmente, pasa con gallegos, vascos, catalanes, madrileños, andaluces, extremeños, murcianos, canarios y demás gentes de mal vivir que conforman esto se que se llama España.
Tampoco me parece que debamos dar el mismo valor a las opiniones de un ciudadano particular que a las de un responsable político, social, económico o cultural, aunque todas sean igual de respetables o detestables según el caso.
Ahora que la rancia y casposa derecha-derecha española, clama contra Cataluña confundiendo a Cataluña con los que la gobiernan, y que defienden sus intereses, exactamente igual que lo hacen madrileños, valencianos, gallegos, vascos, andaluces o canarios, cada uno con la fuerza y la representación política que los votos les han otorgado, he recordado una de las pocas ocasiones en que me he sentido avergonzado de ser español. Y fue cuando hace unos años esa impresentable Margaret Tatcher a lo ultraliberal-carpetovetónico que es doña Esperanza Aguirre, clamó al cielo contra la posibilidad de que una empresa "extranjera", la catalana Gas Natural, se hiciera con el control de la "españolísima" Endesa,.. ¡Antes alemana que catalana!, clamaba... Y a boicotear el cava y la butifarra... En cualquier sociedad democrática normal, la habría fulminado su propio partido; pero ya se sabe, el PP no es un partido normal: es la quintaesencia de la españolidad más acrisolada. Así nos va.
Así pues, aunque Cataluña no necesite de mi concurso, un servidor de ustedes, que es antinacionalista visceral y confeso, se despide en esta ocasión con un ¡Visca Cataluña y Viva España! Y me da igual lo que me llamen.
Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Monasterio de El Escorial (Madrid)
Entrada núm. 2094
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)