El profesor de la argentina Universidad Nacional de Tucumán, David Lagmanovich, dice sobre los microrrelatos que la noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, sigue diciendo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar, se pregunta, una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy esta sección de Cápsulas literarias con el microrrelato titulado El melómano, de Eusebio Ruvalcaba (1951), escritor, narrador, poeta, periodista y dramaturgo mexicano. Con el paso del tiempo se ha consolidado no solo como uno de los escritores más representativos de la literatura contemporánea en México, sino también como uno de los más queridos. Su muy particular estilo de concebir e interpretar el mundo le ha ganado adeptos de muy diversas generaciones, teniendo entre los adolescentes a sus seguidores más asiduos; ejemplo de ello, es su participación activa en la revista mensual especializada en música rock "La Mosca en la pared".
El cuento de Ruvalcaba tiene treinta y tres palabras, y dice así:
Continúo hoy esta sección de Cápsulas literarias con el microrrelato titulado El melómano, de Eusebio Ruvalcaba (1951), escritor, narrador, poeta, periodista y dramaturgo mexicano. Con el paso del tiempo se ha consolidado no solo como uno de los escritores más representativos de la literatura contemporánea en México, sino también como uno de los más queridos. Su muy particular estilo de concebir e interpretar el mundo le ha ganado adeptos de muy diversas generaciones, teniendo entre los adolescentes a sus seguidores más asiduos; ejemplo de ello, es su participación activa en la revista mensual especializada en música rock "La Mosca en la pared".
El cuento de Ruvalcaba tiene treinta y tres palabras, y dice así:
EL MELÓMANO
Compra discos, lee biografías de músicos,
colecciona programas de mano.
Por sus venas circula música.
Y muchas veces ama aún más la música que los propios músicos.
Pero llora en vez de tocar.
Espero que disfruten del relato. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Eusebio Ruvalcaba
Entrada núm. 2542
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)