No es frecuente encontrar artículos sobre el terrorismo yihadista firmados al alimón por dos especialistas tan prestigiosos en el tema como Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano, catedrático en la Universidad Rey Juan Carlos y Adjunct Professor en la Universidad de Georgetown, considerado una autoridad mundial en ese campo, y Carola García-Calvo, investigadora principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano y profesora asociada en la Universidad Pontificia de Comillas. Pero esta vez lo hacen, en El País, para hablar sobre el fenómeno de la radicalización yihadista en España.
El 78% de los 178 individuos detenidos de 2013 a 2016 por actividades de terrorismo, comienzan diciendo, se radicalizaron en tan sólo cuatro demarcaciones administrativas: la provincia de Barcelona, Ceuta, Madrid con su área metropolitana y Melilla. El fenómeno de la radicalización yihadista que desde el inicio de la guerra civil siria se ha extendido —si bien con distintos grados de intensidad— a numerosos países de Europa Occidental, denota una peculiaridad común a todos ellos. En vez de afectar de un modo uniforme a sus respectivas poblaciones musulmanas, incidiendo sobre ellas de manera proporcional al tamaño y la distribución territorial de las mismas, tiene lugar en bolsas dentro de determinadas áreas geográficas. Así ocurre también en el caso de España. En estas cuatro demarcaciones reside poco más de la tercera parte de los musulmanes que viven en España, por lo que el porcentaje de detenidos que se radicalizaron en ellas duplica con creces al de su población musulmana respecto al total nacional.
A partir de esta constatación, que viene a corroborar la tendencia general europea desde 2012, en el Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano hemos aislado dos factores cuya incidencia resulta decisiva para entender mejor cómo se configuran esas bolsas de radicalización y explicar por qué algunos musulmanes atraviesan este proceso de transformación cognitiva que conduce a la implicación terrorista mientras que otros, con características sociodemográficas similares, no lo hacen.
El primero de esos dos factores tiene que ver con el hecho de haber estado bajo la influencia de algún agente de radicalización. Nueve de cada diez de los mencionados detenidos en España terminaron por hacer suyas las actitudes y creencias propias del salafismo yihadista en contacto con uno o más de esos agentes, que les guiaron a lo largo del proceso. Este contacto supuso por lo común una interacción cara a cara y con mucha menor frecuencia una interacción básicamente online.
Para la mitad de los detenidos radicalizados cara a cara con uno o más agentes de radicalización, estos últimos fueron activistas, a menudo individuos cuya implicación terrorista dentro o fuera de España les confería cierto carisma, pero también sujetos cuya superioridad entre quienes eran objeto de su adoctrinamiento derivaba de otras fuentes. Amigos, figuras religiosas y familiares destacan además como agentes de radicalización para los detenidos que tuvieron contacto físico sostenido con ellos.
Activistas resultaron ser también el tipo de agente de radicalización más habitual entre los detenidos radicalizados online. Pero, en un número muy notable de estos casos, el papel de agente de radicalización correspondió a personas a las que cabe describir como pares o iguales. A diferencia de lo ocurrido en procesos que supusieron contacto cara a cara con algún agente de radicalización, las figuras religiosas desempeñaron ese rol en muy contadas ocasiones para los detenidos radicalizados mediante Internet y las redes sociales.
El segundo de los factores aludidos se refiere a los vínculos sociales previos que los detenidos tenían con otros individuos asimismo radicalizados. Esos vínculos sociales previos, con detenidos en España y con combatientes terroristas extranjeros de nacionalidad española o marroquí —residentes en España o en Marruecos— se dieron, durante el reciente periodo de cuatro años que cubre nuestro estudio, en hasta siete de cada diez casos.
Una gran mayoría de los detenidos que habían desarrollado esos ligámenes interpersonales con algún otro detenido o combatiente terrorista extranjero se radicalizaron en un entorno bien mixto, es decir online y offline, bien en un entorno principalmente offline. En marcado contraste con este dato, ocho de cada diez de los detenidos que carecían de esos lazos sociales previos al comenzar su radicalización transcurrieron el proceso en un entorno básicamente online.
Estos lazos afectivos entre los detenidos se basan en relaciones de vecindad, amistad y parentesco. Estas tres diferentes variedades de vínculos interpersonales pueden combinarse entre sí. Los casos en que se trataba de relaciones en la misma localidad de residencia son los más frecuentes, seguidos por los de vecindad en el propio barrio que habitaban, por vínculos sociales previos basados en relaciones de amistad y por los que estaban basados en relaciones de parentesco, especial pero no únicamente entre hermanos y hermanas.
La importancia del contacto con algún agente de radicalización remite, por una parte, a la relevancia de la ideología en el proceso que conduce a la implicación en actividades de terrorismo yihadista. La reiterada existencia de vínculos sociales previos, basados en vínculos de amistad, vecindad o parentesco, subraya, por otra parte, la relevancia de las redes locales, constituidas en base a lazos interpersonales y comunitarios, que facilitan la movilización yihadista.
Considerados de manera conjunta, ambos factores sugieren cómo la radicalización yihadista está estrechamente asociada a interacciones sociales en espacios delimitados mediante las cuales determinados individuos hacen suyas ideas que justifican el terrorismo.
En suma, los resultados de nuestro estudio permiten apreciar cómo se vehiculan las actitudes y creencias que justifican el terrorismo yihadista, al tiempo que avanzan en la comprensión de por qué se aglomeran los individuos que discurren por el proceso de radicalización.
Estos hallazgos tienen dos claras repercusiones en el ámbito de la política antiterrorista. Primera: para prevenir esa radicalización resulta clave la detección de los agentes que la promueven y su neutralización mediante una actuación coordinada de los servicios policiales y de inteligencia junto con las autoridades judiciales. Segunda: el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta (PEN-LCRV) debe evitar una dispersión de esfuerzos institucionales, priorizando las demarcaciones y los ámbitos donde tienden a concentrarse esos procesos.
Dibujo de Eduardo Estrada para El País
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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