La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Cotidiana, del escritor venezolano Miguel Gomes. Gomes decidió irse del país en 1989 y embarcarse en la aventura de obtener un doctorado en una universidad estadounidense con la premonición de que no regresaría a su país natal. Se trata de uno de los autores venezolanos de mayor calibre del Siglo XX y lo que va del XXI, porque su fructífera carrera prosigue bajo la égida inevitable de esa relación con Venezuela y su preocupación existencial por el deterioro acelerado del país.
Su relato, incluido en la obra Visión memorable (1987), tiene veintiséis palabras, y dice así:
COTIDIANA
Tras una discusión, coloqué a mi mujer sobre la mesa,
la planché y me la vestí. No me sorprendió que
resultara muy parecida a un hábito.
***
1 comentario:
Bien presentado...
Publicar un comentario