El profesor de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, David Lagmanovich, dice sobre los microrrelatos que la noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, sigue diciendo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar “breve” un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente -y con mayor razón- algún texto de extensión aun menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar, se pregunta, una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy esta sección del blog dedicada a microrrelatos literarios con el titulado 69, de Ana María Shua (1951). Escritora argentina. Comenzó a publicar a los 16 años. Primero, su libro de poemas El sol y yo, por el que recibió un pequeño premio del Fondo Nacional de las Artes. Al año siguiente terminó la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires e ingresó en la Universidad de Buenos Aires, donde en 1973 obtuvo el título de Profesora en Letras. En París trabajó para la revista española Almanaque de la editorial Cambio 16. En 1980 ganó el premio de la editorial Losada con su primera novela Soy Paciente. Al año siguiente apareció su primer libro de cuentos Los días de pesca. En 1984 tuvo su primer éxito de venta con Los amores de Laurita, y en ese mismo año pudo publicar La sueñera (microrrelatos), que había empezado a escribir diez años antes. En 1994 obtuvo una beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos, que trata acerca de una familia judía en la Argentina. Ha trabajado como periodista, publicista y guionista de cine, adaptando algunas de sus novelas. Su novela La muerte como efecto secundario (1997) integró la lista de las cien mejores novelas publicadas en lengua española en los últimos veinticinco años, definida en el Congreso de la Lengua Española en Cartagena en 2007. Escribe también literatura infantil, publicada en todo el ámbito de la lengua española. Por sus obras dedicadas a los niños ha recibido varios galardones internacionales.
Continúo hoy esta sección del blog dedicada a microrrelatos literarios con el titulado 69, de Ana María Shua (1951). Escritora argentina. Comenzó a publicar a los 16 años. Primero, su libro de poemas El sol y yo, por el que recibió un pequeño premio del Fondo Nacional de las Artes. Al año siguiente terminó la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires e ingresó en la Universidad de Buenos Aires, donde en 1973 obtuvo el título de Profesora en Letras. En París trabajó para la revista española Almanaque de la editorial Cambio 16. En 1980 ganó el premio de la editorial Losada con su primera novela Soy Paciente. Al año siguiente apareció su primer libro de cuentos Los días de pesca. En 1984 tuvo su primer éxito de venta con Los amores de Laurita, y en ese mismo año pudo publicar La sueñera (microrrelatos), que había empezado a escribir diez años antes. En 1994 obtuvo una beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos, que trata acerca de una familia judía en la Argentina. Ha trabajado como periodista, publicista y guionista de cine, adaptando algunas de sus novelas. Su novela La muerte como efecto secundario (1997) integró la lista de las cien mejores novelas publicadas en lengua española en los últimos veinticinco años, definida en el Congreso de la Lengua Española en Cartagena en 2007. Escribe también literatura infantil, publicada en todo el ámbito de la lengua española. Por sus obras dedicadas a los niños ha recibido varios galardones internacionales.
El cuento de Ana María Shua tiene 29 palabras. Y dice así:
69
Despiértese, que es tarde,
me grita desde la puerta un hombre extraño.
Despiértese usted, que buena falta le hace,
le contesto yo.
Pero el muy obstinado me sigue soñando.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Ana María Shua
Entrada núm. 2535
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
1 comentario:
Muy interesante...
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