lunes, 1 de junio de 2015

[A vuelapluma] Himno, pitidos y libertad de expresión








Dice Fernando Savater en su artículo "Fobia a las fobias", incluido en su librito "Voltaire contra los fanáticos" (Ariel, Barcelona, 2015) que eso de que todas las opiniones son respetables es un tópico bobo y falso. Que lo debido es el respeto a las personas sean cuales fueren sus opiniones. La frase coincide casi literalmente con la que yo expresaba hace unos días en una de las últimas entradas del blog como algo que me habían enseñado mis profesores en la universidad, así que me alegra coincidir de nuevo con las apreciaciones de tan insigne filósofo.

Unos minutos después de concluida la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Barcelona y el Atlético de Bilbao, celebrada en Barcelona el pasado sábado, un buen amigo y antiguo compañero de trabajo se lamentaba en su página del Facebook de la pitada que hinchas de ambos equipos habían proferido durante la interpretación del himno nacional de España y ante la presencia del Rey. Mi respuesta a vuelapluma a esta buen amigo fue la de que no merecía la pena sacar las cosas de quicio. Que eso de la pitada al himno nacional formaba parte del folclore nacionalista que necesitaba de desahogos emocionales como ese para sentirse importante. Y que al fin y al cabo, siempre sería preferible que silbaran a que pusieran bombas.

En la gran democracia estadounidense hay un consenso generalizado en lo que respecta a la libertad de expresión que consiste en admitir que uno puede quemar banderas nacionales, defecar sobre ellas o pitar el himno, pero que como cojas un ladrillo o un palo para pegar a alguien o romper una propiedad pública o privada la hostia que te llevas es más segura que eso de que Dios es Cristo. Podíamos aprender un poco de ellos en eso del uso y abuso de la libertad de expresión y el ejercicio de la democracia, tan despreciados ambos por estos lares.

A punto de conocerse la resolución de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte sobre lo ocurrido en el Camp Nou, mi opinión personalísima, en nada respetable, es que sería mejor dejar las cosas como están. Y no lo digo por cobardía, sino por prudencia. "Si un particular o una institución se sienten calumniados, insultados o difamados harán bien en acudir a los tribunales a defender su causa", dice de nuevo Savater al final del artículo citado. En eso están los que se sienten ofendidos. Yo pienso que España y sus símbolos están por encima de esas gilipolleces y que insistir en hacerse los ofendidos es seguirles el juego a los ofensores.

En realidad, y concluyo ya, en mi opinión los que queman una bandera o pitan un himno, sean los de España o Batusolandia, son unos cafres incívicos merecedores de echarles de comer aparte, pero eso sí, con perdón de los cafres sudafricanos, que ninguna culpa tienen en esta querella.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt








Entrada núm. 2296
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

3 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Lo has expresado perfectamente....


Saludos

galanygarciah dijo...

Los nacionalismos TODOS , separan , dividen , enfrentan , el nacionalismo resta no suma . Una bandera , un himno son o pretenden ser un símbolo , pero para algunos no significan otra cosa que un trozo de tela o una música , los que pitan , abuchean o desprecian una bandera , o un himno manifiestan su aversión , desprecio o incluso odio a lo que representan estos símbolos , puede que ESTO sea producido por algún profundo y antiguo motivo , pero esta forma de " quejarse " no solucionara NADA , mas bien todo lo contrario . Pero por encima de todo esto debe de estar ya no solo el respeto " al otro " que también , sino principalmente eso que se llama EDUCACION . Cordiales saludos

HArendt dijo...

Yo también lo pienso. Todo se reduce a un problema de simple respeto y educación. Algo que la mayoría de los nacionalistas, no me atrevería a decir que todos, no acaban de entender ni de asumir. En fin, allá ellos.