"Un adolescente monta guardia por las noches mientras espera que vuelva el asesino de su madre -comienza diciendo en el A vuelapluma de hoy [Condenadas por insomnio. La Vanguardia, 17/6/20] la escritora Núria Escur-. Se llama Hugo. Le ha dicho a su abuela que no se preocupe, que estará bien en el sótano, que también se ocupará a partir de ahora de su hermanita, que deje la bandeja con la comida ahí en la puerta y vuelva arriba, que no se agobie por nada… Y la mujer sube, coge la foto en la que están sus nietos y su hija, la abraza contra su pecho y siente como, en aquella casa, al final, “estábamos condenados a no dormir”.
No quiero ni imaginar lo que habrán pasado, durante el confinamiento, tantas otras mujeres encerradas en pocos metros cuadrados con su agresor. Tal vez para ellas salir a trabajar era la única liberación diaria, algunas han consensuado un gesto con la mano que, por pantalla, puede identificarse como “estoy en peligro”. En cuanto a Hugo, es un personaje ficticio del libro que acaba de publicar Ginés Sánchez, Las alegres (Tusquets), pero estoy segura de que hay Hugos por el mundo y abuelas como las que analiza, cuyo dolor se escribe en masculino.
No las conozco personalmente, no he asistido a ninguna de sus reuniones y no me pagan por hablar de ellas. Pero en la última semana he recibido tantos inputs sobre la labor de un colectivo que se va ( brutal es el adjetivo más repetido) que me parecía justo recordarlas. Cierran después de veinticinco años ofreciendo ayuda a mujeres víctimas de violencia de género. Fueron pioneras, referentes, su nombre es Tamaia y la precariedad del sistema las ha eliminado.
Como tantos otros centros, asociaciones, cooperativas, círculos y grupos de ciudadanos comprometidos que, juntos y arremangados, se han volcado desinteresadamente en causas perdidas (así les llamábamos en la vieja normalidad ) ya no pueden seguir sosteniendo lo que deberían asumir los entes públicos. Espero que un día sean causas ganadas porque hoy, de momento, último día de luto en Úbeda por la monstruosidad del domingo: hombre mata a su esposa e hijos.
“Ya no queremos continuar a la intemperie. El cuerpo de la entidad, el cuerpo de cada una de las mujeres que formamos el equipo de Tamaia ha dicho basta. Y lo hacemos como una toma de posición política: no queremos sostener aquello que es responsabilidad de las instituciones públicas”, explica una de ellas.
Todas aquellas mujeres a quienes ayudaron a perder el miedo del ruido de unas llaves en la puerta les reconocerán el valor y las horas gastadas. Eso ya no se lo quita nadie".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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