No soy un lector exquisito. Por el contrario, tengo y reconozco gravísimas carencias lectoras de buena literatura. Por ejemplo, no puedo con los clásicos rusos... Y la novela realista de finales del XIX me pone de los nervios. Mi primer libro fue "La isla del tesoro", regalo de mis abuelos maternos. Y a los diez años me leía las novelas de Marcial Lafuente Estefanía como se fabrican churros: a una por hora y tres o cuatro al día... A las cuatro o cinco páginas ya era capaz de adivinar cual de los personajes era el bueno, quién el malo, la chica que iba a morir, la que se casaba con el bueno...
Con el tiempo, los años, la edad, más lecturas y más discriminadas, se me fue depurando el gusto literario, si es que eso no es una perogrullada, que no estoy muy seguro de que no lo sea... En términos generales soy más lector de ensayo que de ficción, pero no desdeño ni mucho menos las novelas, Y en esa estamos.
Nunca fui un lector compulsivo, al estilo de "todo vale", aunque leía de treinta a cuarenta libros al año, académicos aparte. Ahora selecciono muchísimo mis lecturas, porque con el poco tiempo que me queda no quiero perderlo leyendo tonterías. Por ejemplo, no leo los Premios Planeta, sobre todo los de los últimos años. Me mosquean los "superventas", y desconfío de todo lo que se exhiba en los anaqueles de las "grandes superficies" rotulados del "Uno" al "Diez"...
Me encantó el artículo que hace unos años escribió en El País Antonio Muñoz Molina sobre buena y mala literatura, sobre escritores integrados y apocalípticos, citando los ejemplos de Carlos Ruiz Zafón, al que clasificaba entre los "integrados" y de Juan Goytisolo, al que encuadraba entre los "apocalípticos".
Con el tiempo, los años, la edad, más lecturas y más discriminadas, se me fue depurando el gusto literario, si es que eso no es una perogrullada, que no estoy muy seguro de que no lo sea... En términos generales soy más lector de ensayo que de ficción, pero no desdeño ni mucho menos las novelas, Y en esa estamos.
Nunca fui un lector compulsivo, al estilo de "todo vale", aunque leía de treinta a cuarenta libros al año, académicos aparte. Ahora selecciono muchísimo mis lecturas, porque con el poco tiempo que me queda no quiero perderlo leyendo tonterías. Por ejemplo, no leo los Premios Planeta, sobre todo los de los últimos años. Me mosquean los "superventas", y desconfío de todo lo que se exhiba en los anaqueles de las "grandes superficies" rotulados del "Uno" al "Diez"...
Me encantó el artículo que hace unos años escribió en El País Antonio Muñoz Molina sobre buena y mala literatura, sobre escritores integrados y apocalípticos, citando los ejemplos de Carlos Ruiz Zafón, al que clasificaba entre los "integrados" y de Juan Goytisolo, al que encuadraba entre los "apocalípticos".
Y sobre escritores malditos, o maldecidos, recuerdo haber leído también un magnífico artículo del editor y crítico literario Constantino Bértolo titulado "El juego de la silla y la literatura de la transición", sobre el escritor José Antonio Gabriel y Galán y su "Diario, 1980-1993" (Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2007). Lo publicaba Revista de Libros en la primavera de 2008, y reproduzco algunos fragmentos del "Diario" citados por el comentarista: "La crítica me trató bien en general, pero no sabía dónde situarme, yo era fronterizo. No entraba en las listas generacionales, ni en las recopilaciones críticas". O esta otra, bastante triste: "A mi me emparejaron con Félix de Azúa: él representaba la belleza y yo el compromiso. Malentendidos semejantes fueron institucionalizándose. Se creó una atmósfera poco grata..." Y por último, este demoledor fragmento que rezuma ¿rencor, menosprecio?: "El mundo es un inmenso desierto por el que no cruza la sombra de ningún escritor español, si exceptuamos a Lorca, que se permite el lujo de ir en camello y descansar en los oasis. Sólo existe él, todo para él, nada para los demás, del marqués de Santillana a nuestros días. En nombre del marqués, de Quevedo y de Luis Cernuda, por ejemplo, grítese el resentimiento, reclámese la justicia".
De Carlos Ruiz Zafón sólo he leido "La sombra del viento". Y con ella me sobra para no volver a leerle. Tengo mucho más claro lo que no me gusta que lo que sí, y aunque nunca se puede saber a priori lo que te vas a encontrar, la veteranía es un grado, como se decía en la extinta mili... No es un juicio de valor, ni literario, ni estético, ni de ningún tipo: simplemente no me gustó. Y lo mismo me pasó con el otro gran superventas español: "La Catedral del Mar", de Ildefonso Falcones. Y aunque la esperanza es lo último que se pierde, prefiero no probar de nuevo con ninguno de los dos. De Juan Goytisolo he leido "Crónicas sarracinas", "Makbara" y "Reivindicación del Conde don Julián". Desde luego, si tuviera que elegir entre ellos, me quedo con Goytisolo...
Junto al artículo de Muñoz Molina he rescatado de la hemeroteca una entrevista que Carles Geli le hizo a Carlos Ruiz Zafón en Revista de Libros, y dos artículos de Juan Goytisolo en El País, llenos de sarcasmo sobre los "superventas" y la la obra de escritores como Ruiz Zafón o Dan Brown, el autor de "El Código da Vinci" o la detestable (el juicio es mío) "Ángeles y demonios".
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
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