miércoles, 26 de marzo de 2025

De las viñetas de humor del blog de hoy miércoles, 26 de marzo de 2025

 

















































martes, 25 de marzo de 2025

De las entradas del blog de hoy martes, 25 de marzo de 2025. 68º aniversario del Tratado de Roma

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 25 de marzo de 2025. El presidente Trump se parece más al conductor de un reality que a un político tradicional, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el politólogo Víctor Lapuente, pero el problema no es que sepamos si las amenazas de Trump son serias o una broma infinita, sino que él tampoco lo sabe. La segunda es un archivo del blog del 24 de marzo de 2014 que hablaba del aura de la universidad, de la magia de la vida universitaria, con palabras de una de las personas que más y mejor la ha descrito: George Steiner. El poema del día, en la tercera, es un poema en prosa de la poetisa Aitana Monzón, titulado Tener sed significa no tener ojos, que comienza así: Un dibujo de Toulouse-Lautrec. Costó que entrara por los ojos. Es una mujer elegante, con ese gesto de dignificación que trae la derrota. Unos guantes larguísimos. El rostro apuntando a lo de arriba con los párpados bajados y los brazos dejándose abatir. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












Del futuro con Trump

 






El presidente Trump se parece más al conductor de un reality que a un político tradicional, escribe en Ethic [¿Qué futuro nos espera con Trump?, 20/03/25], el politólogo Víctor Lapuente, pero el problema no es que sepamos si las amenazas de Trump son serias o una broma infinita, sino que él tampoco lo sabe.

¿Qué futuro nos espera con Trump? ¿Será Trump un tifón para el mundo o una leve brisa?, comienza diciendo Lapuente. En menos de dos meses, ha dicho más que ningún predecesor suyo en el cargo (incluido George Washington), pero ¿cuántas de sus terribles palabras se convertirán en medidas concretas? La interpretación positiva es que, como perro ladrador, es poco mordedor. En política doméstica, la cifra de 11 millones inmigrantes que iba a expulsar mengua semana a semana (afortunadamente). La motosierra de Musk, ahora ya en manos de Trump, se empieza atascar (también afortunadamente). No parece posible, ni deseable, para muchos en la misma administración Trump, echar a tantos trabajadores extranjeros del país y a tantos funcionarios de las agencias gubernamentales.

Pero también hay una lectura negativa y es que da igual que una amenaza se materialice o no. El daño está hecho. Aunque el abusador rectifique, la víctima de los abusos siempre recelará. Es lo que ocurre, por ejemplo, entre las cancillerías europeas, por no hablar de Ucrania. ¿Cómo nos podemos fiar de un tipo que nos ha dicho tales barbaridades? Y aquí reside el gran interrogante de sus primeros días de mandato: ¿por qué  Trump es más hostil con los socios económicos y militares de EE.UU. que con sus rivales? ¿Por qué parece más lejano del mayor enemigo de la OTAN que de sus miembros?

Trump contradice la lógica natural en democracia en dos aspectos cruciales. Primero, tras llegar al poder, ha anunciado unas políticas todavía peores de las que dijo en campaña. Casi todo político se modera en el despacho oficial. Él se radicaliza. Segundo, ha generado expectativas tan elevadas (para la gloria de EE.UU. y la paz mundial) que no puede más que frustrar a su propio electorado.

La cuestión es que no hay que comparar a Trump con los políticos, sino con los influencers. Su modus operandi responde más a los códigos de un presentador de Sálvame o Tómbola que de un político al uso. El presidente Trump se parece más al conductor de un reality, que él mismo fue, que a un político tradicional. Él no busca representar las preferencias de los ciudadanos, sino agitar sus pasiones. Es lo que lo llevó a la Casa Blanca y lo que, según él, lo llevará a la gloria, aunque sea efímera. Pero es que él solo entiende el lenguaje de lo rápido y del ahora. Él no quiere su busto esculpido en un monte imperecedero, sino su nombre en rótulos de neón. Bien brillantes.

Como animal mediático, su vara de medir todas las cosas es la popularidad y el dinero. La única voz que escucha es la de las encuestas y los mercados. Y ambas empiezan a estornudar. Hasta hace unos días, las bolsas mantenían una calma impropia dado el caos que causaba cada declaración de Trump. Pero la tregua de los mercados se ha acabado y la inestabilidad política está haciendo mella en unos agentes que se están poniendo nerviosos y empezando a vender activos. Demoscópicamente, la luna de miel con el presidente se ha acabado y, tras apenas seis semanas en el poder, ya hay más estadounidenses desaprobando que aprobando a Trump.

Cómo responda a estas presiones es la clave del futuro de Trump (y del planeta). Y, como con cualquier estrella mediática, es imprevisible. La historia moderna de las celebrities se resumen en esta simple lógica: ¿será el personaje x capaz de surfear la ola más difícil o se hundirá en el charco más superficial? Por eso seguimos las vidas de los famosos tan al detalle. Así que el problema gordo no es que sepamos si las amenazas de Trump son serias o una broma infinita, sino que él tampoco lo sabe.










[ARCHIVO DEL BLOG] El aura de la universidad. Publicado el 24/03/2014











Resulta desolador que un país como el nuestro, España, que ocupa el puesto número 13 en el ranking mundial por su Producto Interior Bruto, no cuente con una sola universidad entre las 100 más prestigiosas del mundo, y entre las cien siguientes solo esté la Pompeu Fabra, de Barcelona, y esta en el puesto 186.
El escritor Rafael Argullol declaraba hace unos días en El País, en un artículo titulado "La cultura enclaustrada", que el repliegue de la universidad sobre sí misma es una consecuencia del antiintelectualísmo rampante que impera en la misma que ha renunciado a la creatividad y el riesgo, para centrarse en la publicación de "Papers" que solo leen entre los integrantes del gremio respectivo. 
Detenerse en el análisis de las causas de esta situación sería muy complejo y escapa por completo a la intención de este comentario. No puede ser solo cuestión de dinero, aunque ello sea significativo. Un ejemplo, la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, para un total de 21500 estudiantes (la mitad de ellos de doctorado) tiene un presupuesto de 2208 millones anuales de euros. El conjunto de todas las universidades públicas españolas, para un total de 1561000 estudiantes, alcanzan un presupuesto global de 8730 millones de euros. Otro problema es el incestuoso sistema (incestuoso, sí, más que endogámico) de selección del profesorado en las universidades españolas. En Estados Unidos ninguna universidad contrata como profesor a un graduado o doctorado de la misma sin experiencia académica acreditada en otra universidad distinta. No está escrito en ningún sitio, pero es algo aceptado tácitamente por todas ellas.
Sobre las "claves del fracaso de la universidad y la ciencia en España y sus posibles vías de solución", hay un libro de título homónimo (Madrid, Gadir, 2013) escrito por la profesora de Historia Económica de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) y ex directora general de universidades de la comunidad autónoma madrileña Clara Eugenia Núñez. La reseña del mismo, muy crítica con algunos de los planteamientos del libro sobre financiación pública o privada de las universidades, la promoción de la competencia entre ellas por atraerse alumnos o invertir en investigaciones al servicio de intereses privados, puede leerse en el artículo titulado "Crónica de un fracaso", publicado en Revista de Libros por el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Julio Carabaña, que puede encontrarse en Internet.
Hay un viejo aforismo latino en la Universidad de Salamanca que reza así: "Quod natura non dat, Salmantica non praestat". No hace falta ser Virgilio ni Cicerón para entenderlo: "Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo otorga". A pesar de ello, reconozco que para un joven cualquiera, eso sí, despierto y animoso, el paso por la universidad, cualquier universidad, puede resultar algo mágico.
Sobre la magia de la vida universitaria una de las personas que más y mejor ha escrito ha sido George Steiner. De él se pueden decir muchas cosas pero yo voy a señalar únicamente dos: que es uno de los más importantes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX, y que toda su obra viene caracterizada por una insaciable búsqueda de la "excelencia". Excelencia humanística, literaria, académica, y vital. No es extraño, pues, que el crítico literario Martín Schifino titulara el comentario de una de sus obras: "Los libros que nunca he escrito" (Siruela, Madrid, 2008), como "Utopías de la excelencia". 
Nacido en París, en 1929, en el seno de una familia judía austriaca emigrada a causa del nazismo, en 1940 se traslada a Estados Unidos con su familia, obteniendo su licenciatura por la Universidad de Chicago, el MA (Master of Arts) por Harvard y el doctorado por Oxford. Ha sido profesor en Princeton, en Innsbruck, en Cambridge, en Ginebra, en Oxford y en Harvard. En 2001 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Por mi parte hará quince años que leí por vez primera su magnífico "Errata: El examen de una vida" (Siruela, Madrid, 1998). Un excepcional libro autobiográfico que me impresionó profundamente y al que vuelvo a menudo en busca de inspiración. Llegué a él, como en tantas otras ocasiones, a través de un artículo en Revista de Libros, en este caso, el titulado "El pensamiento como vocación", del escritor Ángel García Galiano.
De mi emocionada lectura de "Errata" recuerdo con especial intensidad los capítulos que hacen referencia a la enseñanza universitaria y a su propia experiencia académica, como alumno, primero, y como profesor después, siempre en busca de esa "excelencia" que caracteriza toda su obra. 
"Una universidad digna -dice en él- es sencillamente aquella que propicia el contacto personal con el aura y la amenaza de lo sobresaliente. Estrictamente hablando, esto es cuestión de proximidad, de ver y escuchar. La institución, sobre todo si está consagrada a la enseñanza de las humanidades, no debe ser demasiado grande. El académico, el profesor, deberían ser perfectamente visibles. Cruzarse a diario en nuestro camino". Y continúa más adelante: "En la masa crítica de la comunidad académica exitosa, las órbitas de las obsesiones individuales se cruzarán incesantemente. Una vez entra en colisión con ellas, el estudiante no podrá sustraerse ni a su luminosidad ni al desafío que lanzan a la complacencia. Ello no ha de ser necesariamente (aunque puede serlo) un acicate para la imitación. El estudiante puede rechazar la disciplina en cuestión, la ideología propuesta (…) No importa. Una vez que un hombre o una mujer jóvenes son expuestos al virus de lo absoluto, una vez que ven, oyen, “huelen” la fiebre en quienes persiguen la verdad desinteresadamente, algo de su resplandor permanecerá en ellos. Para el resto de sus vidas y a lo largo de sus trayectorias profesionales, acaso absolutamente normales o mediocres, estos hombres y estas mujeres estarán equipados con una suerte de salvavidas contra el vacío."
¡Qué envidia!... Si encuentran algún parecido entre esa "experiencia" y la de nuestras masificadas universidades actuales, será por una excepcional casualidad. No la desaprovechen, porque es difícil que se repita... Espero que disfruten con estas lecturas que les propongo.
Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt















Del poema de cada día. Hoy, Tener sed significa no tener ojos, de Aitana Monzón

 







TENER SED SIGNIFICA NO TENER OJOS



Un dibujo de Toulouse-Lautrec. Costó que entrara por los ojos. Es una mujer elegante, con ese gesto de dignificación que trae la derrota. Unos guantes larguísimos. El rostro apuntando a lo de arriba con los párpados bajados y los brazos dejándose abatir. Esta postal, que preside mi escritorio, habla conmigo. Solo cuando he aceptado la conmiseración he comprendido a Yvette Guilbert. ¿Qué ocurrió con ella? ¿Qué la llevó a ese gesto? ¿Un largo darse a qué? ¿Al desgaste que sucede a esa gran interpretación entre el silencio y los aplausos? ¿Un largo darse, entonces? Es ese silencio en el que pienso. Pienso en la entrega desmedida. No sabría explicarlo. Vicente Gallego lo expone deliciosamente en Ser el canto: «porque ver es llenarse de nada en absoluto / y verse lleno de toda esta hermosura».


Esto busco incesantemente.


Ah, pero el lento existir de aquellos ojos. Si solo redujésemos la poesía a la visión, ¿en qué lugar la dejaríamos? Hablar tan solo de imágenes, símiles y sombras es no hablar del todo. Falta lo demás. Lo que no dice. El vaivén de las cosas. El fuego, el rumor, el aliento. Otra idea: dar importancia a lo que se intuye. La poesía es un baile sin origen ni forma. ¿Qué puedo decir que no haya leído antes? Lo que digo está preñado de símbolos y claves encubiertas. Es labor del lector indagar en ellos. Forma parte del acto comunicativo. Me refiero a lo arqueológico de la lectura. Fisgonear entre los fragmentos, acudir a lo que no se ha dicho, esa otra inclinación hacia los nombres, qué querrá decir aquel jacinto que amanece entre las páginas, a qué se debe ese ritmo, quién es realmente el Señor.


Francis Bacon aseveraba en una entrevista que no había pintado todas aquellas crucifixiones por una cuestión religiosa. «¿Por qué hombres inteligentes como T. S. Eliot o Claudel —se pregunta el pintor— eran creyentes?». Pensé durante años en esto.


Primera lección: no se crean nada de lo que les digan. No den nada por sabido. Aquel que escribe no es aquel que se duele del canto ni aquel otro que recibe los versos.


Leo estos días reseñas —rara vez encuentro críticas— que ensalzan la agudeza creadora de mi generación.


Veo lo sagaz, sí, también el resplandor del verso divino que se deja subrayar, sí, anoto la inteligencia, pero me sobra toda la teoría. Esta es la era de la pornografía. ¿Dónde está el velo, lo sinuoso? Recuerdo aquí las palabras tan sabias de mi abuelo: «Un poema ha de tener alma. Si no tiene, más vale no escribir». Este es mi dogma. No es oficio del poeta ser teórico, tampoco editor, tampoco crítico. El poeta es un artesano y debe conocer cuál es su tarea. Si se empeña en abarcar otras cuestiones es que no conoce la pulsión lírica. No es inteligencia, no es robótica, no es, ni siquiera, disciplina, ni remuneración, ni una afiliación o una tendencia. Recuerdo la voz de Constantino Molina —una noche en que leímos a Cernuda y hablamos de la imagen de la muerte*— diciéndome que la poesía consistía tan solo en esto: inteligencia, cultura y emoción. Busco a esta última obstinadamente y apenas la encuentro entre los vivos. Yo no quiero lucidez, quiero desgarro.


«Perder» procede del latín perdere, verbo a su vez formado por el prefijo per- y el verbo dare. Dar es perder. Procedo a perder mi escritura gestada en el silencio.


Amo lo que perdí.


Amo mis manos fatigadas de asombro. Amar, igual que escribir, es meditar constantemente. Para que yo dé he de creer en quien recibe y sostiene sus palmas huecas. Creo en la danza inextinguible, en la «voz / que se inclina / cómo / puede / romperse». Yo, como Juan Eduardo Cirlot, «daría / ¿no tengo?».


Los poemas que ofrezco a continuación son una extensión de mi pensamiento último con el diálogo de varias voces para mí fundamentales: la visión de Yvette Guilbert, el vals de Shostakovich, el fuego en Georges de la Tour, la sed de T. S. Eliot.


[*Mi muerte es siempre así: imagino a un niño corriendo por un campo de trigo a pleno sol. Un pájaro atraviesa el cielo y arroja una piedra minúscula, un canto que da en su cabeza. Oímos su respiración agitada. La muerte es lo que ocurre en el golpe seco de la piedra.]



AITANA MONZÓN (2000)

poetisa española


















De las viñetas del blog de hoy martes, 25 de marzo de 2025

 































lunes, 24 de marzo de 2025

De las entradas del blog de hoy lunes, 24 de marzo de 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 24 de marzo de 2024. Los grupos parlamentarios pueden plantarse, algo que distingue a las democracias de los regímenes que no lo son, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy la politóloga Estefanía Molina; pero a menudo no quieren porque no conviene a sus intereses. La segunda de las entradas de hoy es un archivo del blog del 13 de febrero de 2017 en el que se hablaba del Manifiesto por una refundación europea que al día siguiente, mañana, 14 de febrero de 2017, trescientos intelectuales y académicos europeos, entre los que están los españoles Daniel Innerarity, Javier Solana y José Ignacio Torreblanca, harían público. El poema de la tercera del día se titula El primera amor, del poeta italiano Giacomo Leopardi, y comienza con estos versos: Vuelve a mi mente el día en que el combate/sentí de amor por vez primera, y dije:/«¡Ay de mí, si es amor, cómo acongoja! ». Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












La falacia del parlamento secuestrado

 







Los grupos parlamentarios pueden plantarse, algo que distingue a las democracias de los regímenes que no lo son; pero a menudo no quieren porque no conviene a sus intereses, comenta en El País [Pedro Sánchez no tiene al Congreso amordazado, 21/03/2025] la politóloga Estefanía Molina. Pedro Sánchez ya ha definido qué es “gobernar sin el Parlamento”, comienza diciendo Molina: pretende subir el gasto en defensa sin contar con los grupos; resistir en La Moncloa aun sin presupuestos; o rebajar la complejidad parlamentaria tirando de decretos ley. Su estilo es presidencialista: las Cámaras son más el precio a pagar para gobernar que la legitimación de sus políticas. Ahora bien, España no camina hacia ninguna dictadura: sus socios podrían impedir el unilateralismo de La Moncloa cuando quisieran pero, a menudo, no quieren.

De un lado, porque los aliados del Ejecutivo viven cómodos usando el Congreso como plató para exhibir sus maximalismos, antes que ceder para llegar a acuerdos. Podemos no necesita que nada de lo que exigen se aplique: de ahí que hagan peticiones utópicas como bajar los alquileres un 40%, tirando de populismo para dejar en evidencia a Sumar. Luego están Junts y ERC. Ni la Generalitat podrá deportar migrantes o negarles la nacionalidad, ni se ha cedido íntegra la gestión de Rodalies, por más que la derecha les ayude a hinchar el relato de que se está desguazando el Estado en Cataluña. Los partidos independentistas prefieren tener algo que vender en el corto plazo, sin preocuparse por la frustración a futuro. Frente a la parálisis, el PNV se conforma con vetar algunas leyes que le disgustan, como el impuesto a las energéticas. Bildu no hará ruido mientras siga en su senda de normalización institucional.

Así que los socios de Sánchez tienen pocos incentivos para salir de su virtualidad política, a sabiendas de que el presidente no piensa convocar elecciones. Esto es, que la derecha no llegará al poder a quitarles su altavoz, o su derecho a pataleta, de la que sí gozan mientras el PSOE siga. Con todo, nada de lo anterior exime al Ejecutivo. La responsabilidad de un gobernante es luchar hasta al final la aprobación de sus leyes, fondo y forma, no hacer como si gozara de una mayoría absoluta que no tiene.

Sin embargo, el Parlamento no está “secuestrado” por el Gobierno, y tampoco es cierto que los grupos no puedan hacer nada al respecto. Durante la pandemia, el Partido Popular decía que vivíamos en una “dictadura constitucional”. Curiosa dictadura aquella en la que, a cada votación, se podían dejar caer las medidas de confinamiento, como estuvo a punto de ocurrir varias veces. El problema es que los socios de investidura encontraron entonces un filón para hacer del Congreso un bazar, donde preferían exigir cosas que nada tenían que ver a cambio de aprobar las medidas, en vez de controlar su aplicación. Es más, pese a que el contexto no jugaba a favor en plena tragedia de la covid-19, ningún aliado de La Moncloa cuestionó que la figura jurídica del estado de alarma fuese insuficiente para ordenar el confinamiento, como consideró luego el Tribunal Constitucional.

En consecuencia, los grupos pueden plantarse, algo que distingue a las democracias de los regímenes que no lo son. Ahora bien, estos deben estar dispuestos a asumir también las consecuencias de sus decisiones. Por ejemplo, al Ejecutivo siempre le había valido amenazar con la “pena de telediario” para que sus socios se plegaran a la aprobación de sus decretos ley, como ocurrió con el último decreto ómnibus sobre pensiones y transporte. Aunque una vez vencido ese temor, el resultado de que Junts no cediera fue, precisamente, obligar al Gobierno a negociar para reformular la medida.

Tampoco es distinto en el caso del gasto en defensa: con una acción coordinada de toda la oposición sería muy difícil para La Moncloa aprobar el aumento de crédito a través del Consejo de Ministros, esquivando a las Cámaras. Lo trágico es que la polarización se ha cargado hasta la fiscalización política. Un partido como ERC, por ejemplo, raramente se pondrá de acuerdo con Vox para forzar al Ejecutivo a comparecer, por el qué dirán. La política de bloques también impide que Sánchez salte el “muro” y pacte con el PP en una medida, como el aumento del gasto militar, en la que el bipartidismo está esencialmente de acuerdo.

A la postre, más que “gobernar sin el Parlamento” el estilo de Sánchez es “gobernar como sea”, la última mutación ante la fragmentación que sacude España desde 2015. La prueba está en que, cuando al Ejecutivo le interesa actuar ante cualquier emergencia, se moviliza: esta semana se ha dado luz verde a una nueva Ley de Extranjería pactada con Junts. Y la prueba del algodón sobre la duración de la legislatura es que a los aliados del PSOE parece darles igual el goteo de informaciones sobre las investigaciones del caso Koldo–Ábalos: raramente piden explicaciones, no sea que caigan en desgracia a la hora de sacar acuerdos con La Moncloa, cuando les interesa. Qué decir sobre una moción de censura: Carles Puigdemont no apoya a Alberto Núñez Feijóo, de momento, porque no le conviene.

En definitiva, los socios quejan de las formas del Gobierno, pero no se atreven a explorar qué pasaría en caso contrario. Es el Congreso que nos hemos dado entre todos: que nadie llame autoritarismo a lo que es el resultado de la responsabilidad —pereza, comodidad o poca valentía— de cada uno. Pedro Sánchez tiene un Parlamento más interesado que amordazado.












[ARCHIVO DEL BLOG] Manifiesto por una refundación de la Unión Europea. Publicado el 13/02/2017











Mañana, 14 de febrero, hace treinta y tres años que el Parlamento Europeo aprobó el llamado Proyecto de Tratado por el que se establece la Unión Europea, también conocido como Proyecto Spinelli. En él, se apostaba por avanzar hacia una unión política, pero los Estados miembros no lo aprobaron. Mañana, 14 de febrero de 2017, trescientos intelectuales y académicos europeos, entre los que están los españoles Daniel Innerarity, Javier Solana y José Ignacio Torreblanca, firman este manifiesto, que publica hoy el diario El País. En él apuestan los firmantes por un gobierno europeo que defienda valores compartidos y hacen un llamamiento al Parlamento Europeo, única institución de la Unión Europea elegida directamente por los ciudadanos, para que tome la iniciativa e impulse una Unión con una base democrática reforzada en la que sea un gobierno europeo el que impulse dichas políticas.
Si como ciudadano europeo compartes esta iniciativa, te animo a sumar tu nombre al de estos otros ilustres ciudadanos de la Unión, y copiar y difundir su manifiesto en todos los ámbitos en que te resulte posible, alzando tu voz y haciéndote oír. Por la Europa de todos. Por la Europa, patria común de todos los europeos.


MANIFIESTO POR UNA REFUNDACIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA

Nosotros, los ciudadanos europeos, estamos preocupados y asustados. La crisis económica y financiera nos ha empobrecido. El desempleo juvenil genera el riesgo de una generación perdida. La desigualdad crece, la cohesión social está en peligro. La Unión Europea está rodeada de guerra e inestabilidad desde Ucrania a Turquía, Oriente Medio y el Norte de África. El flujo de refugiados y migrantes se ha convertido en un reto estructural que debemos afrontar juntos, con humanidad y visión de futuro. Somos testigos de las tendencias autoritarias que crecen en varios Estados miembros, y también del ascenso de fuerzas nacionalistas y xenófobas. Se están atacando la democracia y los valores fundamentales de la civilización europea moderna. Se cuestiona incluso la propia Unión Europea, que ha garantizado la paz, la democracia y el bienestar durante décadas.
Nosotros, los ciudadanos europeos, no queremos que nuestros políticos nacionales se preocupen solo de sus próximas elecciones locales o estatales. Es común escucharles pedir soluciones europeas a problemas europeos, pero luego intentan que se vuelvan imposibles de ejecutar o ineficaces. Ignoran propuestas sensatas de la Comisión, o no aplican las ya acordadas entre todos. Reclaman, un día, que Europa actúe, y al siguiente, se quejan de que lo haya hecho. Pedimos, por ello, que nuestros políticos nacionales y los medios de comunicación dejen de entender el proceso de integración como un juego de suma cero, tratando de enfrentar a los países entre sí. En un mundo interdependiente, ninguna nación puede satisfacer por sí sola las necesidades básicas de sus ciudadanos ni garantizar la justicia social. La integración y la gobernanza supranacional son un juego de suma positiva. Nuestro modelo social europeo, basado en la democracia liberal y en la economía social de mercado, solo puede sobrevivir en un sistema de gobernanza multinivel, construido sobre la base del principio de subsidiariedad.
Nosotros, los ciudadanos europeos, somos conscientes de que la globalización está transformando el mundo. Necesitamos un gobierno europeo que defienda nuestros valores compartidos, y que contribuya a una solución conjunta para los problemas que están amenazando a la humanidad. El mundo necesita una Europa que se proyecte al exterior, cosmopolita, que ayude a construir un sistema de gobernanza democrática global más efectivo, capaz de hacer frente al cambio climático y a la pobreza, que luche por la paz, que se involucre en la transición hacia una economía social y medioambientalmente sostenible.
Nosotros, los ciudadanos europeos, reconocemos a la UE como una Res Publica incompleta. Cuenta con un presupuesto ridículo (0,9 % del PIB). No tiene autonomía financiera de sus Estados miembros, ni las competencias necesarias para responder con éxito a los desafíos de la crisis actual. Es cierto que sus órganos legislativos, judiciales y su banco central corresponden a un diseño cuasi federal. Sin embargo, la democracia es la posibilidad de que los ciudadanos elijan su gobierno y este sea responsable de sus políticas. Para que la Unión pueda ser eficaz y democrática en la toma de decisiones, sus decisiones (incluidas las relativas al presupuesto, la política exterior y de defensa, y la reforma de los Tratados) deberían ser adoptadas, principalmente, por una mayoría cualificada que represente la voluntad mayoritaria de los ciudadanos y de los Estados europeos. La Comisión debe convertirse en un gobierno de pleno derecho, que promueva una agenda política legitimada a través de elecciones. Los partidos políticos europeos deberían presentar candidatos a su presidencia en las elecciones europeas. Una alternativa podría ser la elección directa de un presidente de la Unión Europea, fusionando en este cargo las actuales presidencias de la Comisión y del Consejo Europeo.
El 14 de febrero de 1984, el Parlamento Europeo aprobó el llamado Proyecto de Tratado por el que se establece la Unión Europea, también conocido como Proyecto Spinelli. En él, se apostaba por avanzar hacia una unión política, pero los Estados miembros no lo aprobaron. El 14 de febrero de 2017, hacemos un llamamiento al Parlamento Europeo, única institución de la Unión Europea elegida directamente por los ciudadanos, para que tome la iniciativa e impulse una Unión con una base democrática reforzada. Hablar de unión bancaria, fiscal, económica, energética, defensiva, de seguridad o política solo tiene sentido en una Unión Europea auténticamente democrática, en la que sea un gobierno europeo el que impulse dichas políticas.
El 25 de marzo de 2017, los Jefes de Estado y de Gobierno celebrarán el aniversario de los Tratados de Roma, de 1957, en los que se creó la Comunidad Económica Europea y el Euratom. Les pedimos que retomen la visión que tuvieron en su día los fundadores. Deben abrir el camino para una refundación de la UE, y hacerlo sobre la base de una propuesta del Parlamento Europeo. Deben aprovechar los instrumentos del Tratado de Lisboa para fortalecer las instituciones y políticas de la UE, especialmente las relativas a la acción exterior, a la seguridad, a la política económica y a la social. Pedimos también a los jóvenes europeos, a la sociedad civil, a los trabajadores, a los empresarios, a los académicos, a los gobiernos locales y, en general, a todos los ciudadanos europeos, que participen en la Marcha por Europa que tendrá lugar el 25 de marzo en Roma. Juntos podremos transmitir a los líderes políticos la fuerza y el coraje necesarios para conducir a la UE a este nuevo comienzo. La unidad europea es la clave para solucionar nuestros problemas comunes, para proteger nuestros valores, para garantizar, en definitiva, nuestro bienestar, nuestra seguridad y nuestra democracia.
Firman: Gian Paolo Accardo – Alberto Alemanno – Edmond Alphandery – Giuliano Amato – Filippo Andreatta – Daniele Archibugi – Giampiero Armenise Auletta – Matej Avbelj – Roberto Balzani – Enrique Barón Crespo – Gauthier Bas – José María Beneyto – Vitor Bento – Yves Bertoncini – Stanislaw Biernat – Francesco Billari – Angelo Bolaffi – Emma Bonino – Gianni Bonvicini – Donnelly Brendan – Mercedes Bresso – Flavio Brugnoli – Massimo Cacciari – Susanna Cafaro – Raimondo Cagiano De Azevedo – Carlos Campos - Beniamino Caravita – Franco Cardini – Maria Chiara Carrozza – Roberto Castaldi – Giuliano Cazzola – Innocenzo Cipolletta – Stefan C. Collignon – Carlo Curti Gialdino – Pier Virgilio Dastoli – Mario Di Napoli – Anna Dl Diamantopoulou – Luigi Ferrajoli – Maurizio Ferrera – Thomas Fischer – John Erik Fossum – Marco Frey – Emilio Gabaglio – Antonio Gaudioso – Anthony Giddens – Aidan Gilligan – Enrico Giovannini – Ettore Greco – Marcel Grignard – Robert Grzeszczak – Ulrike Guérot – Paolo Guerrieri – Montserrat Guibernau – Vincenzo Guizzi – Julius Horvat – Fernando A. Iglesias – Daniel Innerarity – Paul Jaeger – Pikalo Jernej – Ireneusz C. Kaminski – Ireneusz P. Karolewski – Mathias Koenig-archibugi – Tomasz Kogu – Vladan Lalovic – Fulco Lanchester – Christophe Leclercq – Jo Leinen – Enrico Letta – Lucio Levi – Miguel Poiares Maduro – Paolo Magri – Alberto Majocchi – Mikel Mancisidor – Andrea Manzella – Michaela Marek – Riccardo Marussi – Marco Mascia – Fabio Masini – Yves Meny – Cesare Merlini – Marcello Messori – Kevin Morgan – Gilberto Muraro – Holger Nehring – Ferdinando Nelli Feroci – Kalypso Nicolaïdis – Claus Offe – Antonio Padoa Schioppa – Francesco Papadia – Antonino Papisca – Gianfranco Pasquino – Otto Pfersmann – Mikolaj Pietrzak – Jernej Pikalo – Fausto Pocar – Fabrice Pozzoli-montenay – Adriano Prosperi – Pietro Reichlin – Pietro Rossi – Gianenrico Rusconi – Saskia Sassen – Vivien Schmidt – Ingrid Shikova – Olexander Shnyrkov – Dusan Sidjanski – Denis Simonneau – Enzo Siviero – Magnús Árni Skjöld Magnússon – Francisco Javier Solana De Madariaga – Valeria Termini – Valeria Termini – Giuseppe Tesauro – Nathalie Tocci – Jose Ignacio Torreblanca Payá – Loukas Tsoukalis – Nadia Urbinati – Kirmen Uribe – Antonio Villafranca – Jorge E. Viñuales – Izabela Wróbel – Vladimiro Zagrebelsky. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt