viernes, 6 de junio de 2025

DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, AL VOLCÁN DE AGUA, DE JOSÉ BATRES MONTÚFAR

 







AL VOLCÁN DE AGUA



Sobre la gran muralla americana,

altivo torreón, vecino al cielo,

su cúspide levanta soberana,

a do jamás osó llevar su vuelo

la reina de las aves atrevida,

que en la cuna de Júpiter anida.


Nimbado de esplendor y de grandeza,

bañado en luz y en misteriosa sombra,

irguiendo miro tu alta cabeza,

volcán sublime, que los cielos nombra;

y allá en tu cumbre de eternal ventura,

colocar anhelo mi mansión futura.


Gigante es Almolonga entre los montes,

fuerte, soberbio, grande entre los grandes.

¡Cuál domina millares de horizontes!

¡Cómo huella la cumbre de los Andes!

¡Cómo mira a su falda avasalladas,

de cien montes las cimas encumbradas!


Cien montes son tus hijos, son tus siervos;

y el cono que te sirve de corona

es tan gallardo, que los más protervos

tienen por rey al ínclito Pomona;

y el valle que se extiende a tus raíces

es el más feraz de los países.


Tú viste coronada tu alta frente

de blancas nubes y de azul sereno;

tú viste el águila altiva y potente

volar sin miedo sobre el mar y el cieno;

tú viste al hombre en su primer estado,

y a Dios plugo que fueras su estrado.


¡Oh tú, que de la edad en los anales

marcas la página más portentosa,

y el cataclismo de los inmortales

con voz tremenda y majestad gloriosa!

Desde el trono de escombros y de fuego

tu imperio salvas del universalego.


Cuando la trompa del furor divino

despertó el huracán en su caverna,

y el ronco trueno y el fragor contino

rasgaron de los cielos la cisterna;

cuando rota la esfera cristalina

cayó la lluvia convertida en ruina.


Tú, solo tú, de la tormenta en medio,

sobre el abismo levantaste el cuello,

y el diluvio que fue nuestro remedio

fue para ti de gloria y de destello;

pues rota la ancha base de tu asiento,

lanzaste al aire tu eternal cimiento.


Y cuando el sol, tras lóbrega cortina,

rasgó las sombras y alumbró la tierra,

y vio el estrago y la fatal ruina

que en sus entrañas el diluvio encierra;

te vio sereno, y reflejó tu cumbre

con nuevo resplandor y nueva lumbre.


Hoy mismo que el furor de las edades

ha sepultado en confusión profunda

imperios, pueblos, tronos y ciudades,

y en honda noche al universo inunda;

tú estás de pie, con la cabeza erguida,

mostrando al hombre tu eternal herida.


Mas ¡ay! que el tiempo, que en su raudo vuelo

todo lo trueca y todo lo aniquila,

también en ti su destructor anhelo

con mano impía y vengadora afila;

y el día vendrá, que la futura gente

no hallará de tu mole el Occidente.


Entonces yo, si el genio que me inspira

no me abandona en la eternal morada,

pulsaré nuevamente el son del arpa mía,

y en alas de la musa arrebatada,

iré a buscar tu sombra en el vacío,

¡volcán de Agua, portento, numen mío!



JOSÉ BATRES MONTÚFAR (1809-1844)

poeta guatemalteco

























No hay comentarios: