martes, 4 de febrero de 2025

Del poema de cada día. Hoy, Juventud, divino tesoro, de Rubén Darío

 






JUVENTUD, DIVINO TESORO



Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro

y a veces lloro sin querer


Plural ha sido la celeste

historia de mi corazón.

Era una dulce niña,

en este mundo de duelo y de aflicción.


Miraba como el alba pura;

sonreía como una flor.

Era su cabellera obscura

hecha de noche y de dolor.


Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue,

para mi amor hecho de armiño,

Herodías y Salomé…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…


Y más consoladora y más

halagadora y expresiva,

la otra fue más sensitiva

cual no pensé encontrar jamás.


Pues a su continua ternura

una pasión violenta unía.

En un peplo de gasa pura

una bacante se envolvía…


En sus brazos tomó mi ensueño

y lo arrulló como a un bebé…

Y te mató, triste y pequeño,

falto de luz, falto de fe…


Juventud, divino tesoro,

¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…


Otra juzgó que era mi boca

el estuche de su pasión;

y que me roería, loca,

con sus dientes el corazón.


Poniendo en un amor de exceso

la mira de su voluntad,

mientras eran abrazo y beso

síntesis de la eternidad;


y de nuestra carne ligera

imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la Primavera

y la carne acaban también…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer.


¡Y las demás! En tantos

climas, en tantas tierras siempre son,

si no pretextos de mis rimas

fantasmas de mi corazón.


En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa.

¡Ya no hay princesa que cantar!


Mas a pesar del tiempo

terco, mi sed de amor no tiene fin;

con el cabello gris, me acerco a los

rosales del jardín…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…

¡Mas es mía el Alba de oro!



Rubén Darío (1867-1916)

poeta nicaragüense



















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