EL MUNDO SENSUAL
Te llamo a través de un gigantesco río o un abismo
para prevenirte, para prepararte.
La tierra te seducirá, lenta, imperceptiblemente,
con delicadeza, por no decir con complicidad.
Yo no estaba preparada: me quedé de pie en la cocina de
mi abuela,
con el vaso en la mano. Compota de ciruelas, de
albaricoques;
el zumo vertido en el vaso con hielo.
Y el agua añadida, con paciencia, de poco en poco,
mientras uno a uno los primos opinaban, saboreando
cada adición…
El aroma de la fruta de verano, la intensidad del
concentrado:
el líquido colorido iba volviéndose más claro, más
radiante,
dejando pasar más luz.
Placer, luego consuelo. Mi abuela aguardaba,
por si alguien quería más. Consuelo, luego un profundo
ensimismamiento.
Nada me gustaba más: la honda intimidad de la vida
sensual,
el yo que desaparece en ella o que es inseparable de ella,
como suspendido, como flotando, con sus necesidades
a la vista, despiertas, del todo vivas.
Un profundo ensimismamiento, y con él
una misteriosa seguridad. A lo lejos, la fruta brillaba en
sus cuencos de vidrio.
Fuera de la cocina, la puesta de sol.
No estaba preparada: el ocaso, el final del verano.
Manifestaciones
del tiempo como un continuo, como algo que llega a su
fin,
no a un aplazamiento; los sentidos no me protegerían.
Te prevengo como nadie me previno a mí:
nunca tendrás suficiente, nunca te saciarás.
Saldrás lastimado, quedarás marcado, no cesarán tus
ansias.
Tu cuerpo envejecerá, no cesará tu deseo.
Querrás la tierra, después más de la tierra:
sublime, indiferente, presente, no obedecerá.
Todo lo abarca, no será tu sirviente.
Es decir: te alimentará, te embelesará,
no te mantendrá con vida.
Louise Glück (1943-2023)
Poetisa estadounidense
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