jueves, 11 de enero de 2024

Del lado correcto de la histeria

 






Hola, buenos días de nuevo a todos, y feliz jueves. Hoy todo parece trascendental, que tiene un sentido oculto, dice en El País el escritor Íñigo Domínguez, y uno no quiere quedarse atrás en mostrar su perspicacia, su compromiso político, y debe elegir un bando donde se oye siempre más a los más exaltados. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. HArendt. harendt.blogspot.com












El lado correcto de la histeria
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
07 ENE 2024 - ​El País - harendt.blogspot.com

Querría empezar el año con una lista de prioridades, pero tengo nublado el entendimiento, he perdido la brújula de lo que es importante. Me distraigo con facilidad y si te asomas a la mayoría de los diarios digitales te entran serias dudas de que lo de Gaza sea tan importante o más que Taylor Swift. Y eso que ahí tienen que ponerle orden a las cosas, si te llega todo mezclado o ni te llega ya lo tienes clarísimo: lo más importante del día es un zasca de no sé quién o las asombrosas propiedades del ruibarbo. Vivimos en un lío de prioridades porque hoy todo parece importante, trascendental. Lo que vemos, aparentemente simple, trasciende en realidad a niveles profundísimos, todo tiene un sentido oculto decisivo. Claro, uno no quiere quedarse atrás en mostrar su perspicacia, su lucidez, su intuición, su sexto sentido, su compromiso político, su estar del lado correcto de la histeria: tenemos que elegir un bando donde se oye siempre más a los más exaltados.
El otro día la exalcaldesa de Pamplona dijo eso de que prefería fregar escaleras a pactar con Bildu. Yo creo que cualquiera entiende lo que quiere decir, por más que se pudiera decir mejor, y no le da más vueltas al asunto. Pero no sé cuánta gente salió indignada a decir que su madre o su abuela fregaba suelos. Se crean debates de las anécdotas, y en ese ayuntamiento hubiera sido más interesante escuchar las razones de unos y otros, y no, de nuevo, frases huecas o histéricas de sus protagonistas. También se muere Arévalo y le ponen a parir. ¿Hay que abrir un proceso póstumo a un señor que llevaba décadas fuera de la circulación? Sus chistes han envejecido mal, aunque yo creo que ya eran viejos cuando los contaba, pero es poco edificante ver que ante su fallecimiento se saque el bisturí para escarbar en lo reprochable y lo imperdonable. Vivimos rodeados de almas puras, obsesionadas al mismo tiempo con que nadie las pille en un paso en falso y las echen del club. Es un error creer que conocemos a alguien solo porque es conocido, deshumanizarlo al convertirlo en categoría. Basta ver, en cambio, cómo hablamos de quien conocemos realmente, con tacto, con contexto, cómo disculpamos sus defectos. Se sopesan las palabras, no somos taxativos. Y no digamos si se muere. El problema es de qué hablar (muchas semanas dejaría en blanco esta columna) cuando no hay tiempos muertos y nunca se interrumpe el cotorreo. Dejar pasar la ocasión de decir algo debe de ser dificilísimo, es una continua búsqueda del error o la ofensa.
Con estas cosas, igual que con el esperpento de Nochevieja en Ferraz, pienso: esto, antes de las redes, no habría sido noticia. Es decir, un periódico, un telediario, un programa de radio, probablemente no hubiera dado nada. O algo pequeñito. ¿Por qué? Porque había prioridades y son cosas anecdóticas. Tienes a unos pringados dando palos a un muñeco que dicen que es el presidente del Gobierno, aunque hay que creérselo, porque no se parece nada y podría ser un dependiente de El Corte Inglés. Son una panda de bárbaros y ver lanzar una cuerda sobre un semáforo para hacer una horca me pone los pelos de punta, pero ¿tenemos que pasar una semana hablando de estos energúmenos? Evidentemente todo se habría resuelto en una hora si cualquier partido serio dice que eso es una patochada miserable y no se ahorca a nadie ni en broma. Hoy nos pirran las paradojas, los tropezones, el exabrupto, lo extravagante. La información como entretenimiento y la seriedad impostada. Y algunos partidos también se desorientan.​ Íñigo Domínguez es escritor. 































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