EL PUENTE
Escapando de la ciudad en llamas
–símbolo de un ayer que ya no vuelve–
has llegado a la mitad del viaje,
a ese puente del medio del camino
que marca una frontera sin retorno.
Empiezas a cruzarlo lentamente.
Estás cruzando el puente que separa
las dos mitades que han de ser tu vida.
No es un puente consistente ni robusto.
Se compone de dudas razonables
y temores que nunca hemos vencido;
mas hemos de cruzarlo si queremos
vivir el resto de lo que nos queda.
Miras atrás para ver qué has dejado
en los bordes oscuros del camino,
qué has perdido al tiempo que avanzabas:
la inocencia, la infancia, los amigos,
algunas ilusiones, mil proyectos,
cosas sin importancia, bagatelas
que al final son lo único importante.
Pero en este momento, mientras cruzas
el puente que separa del pasado
el futuro, sientes cómo la angustia
pesa como un castigo y que bajo
su peso este puente de invencibles
temores y dudas razonables
podría derrumbarse sin esfuerzo.
Pero tú ya sabías que era un riesgo
que había que asumir y así lo has hecho.
Si logras alcanzar el otro lado
podrás cantar victoria. De momento
no mires más atrás, por si las moscas,
que siempre arde Sodoma a nuestra espalda
y resulta difícil resistirse
al brillo portentoso de sus llamas
y vivir con la vista en el pasado.
Ramón Bascuñana (1963). Poeta español
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