Ya he dejado dicho en alguna anterior ocasión que la política, o mejor la Teoría política, es una de mis pasiones… En mi anterior digresión íntima me tomé el atrevimiento de entrar en ese viejo debate que se suscita tan a menudo entre si debe primar la libertad sobre la seguridad o la seguridad sobre la libertad… Un falso debate en el que es posible que si entramos sin las debidas cautelas acabemos por perder ambas: libertad y seguridad… Así que comencé a escribir sobre los últimos retortijones judiciales y el bochornoso espectáculo de esa cosa denominada Consejo General del Poder Judicial y del impresentable de su presidente, pero no me gustó lo que salió. Me animé entonces con el PP, pero no pude seguir porque me quedaba sin argumentos ante la brillantez de exposición de los suyos. Bueno, pensé, vamos a meternos un poquito con el sector reaccionario de la Conferencia Episcopal y su oposición a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero la verdad es que me salió un comentario bastante chusco que los venerables “Padres” quizá no se merezcan… Y justo en ese momento, cuando la sequía mental y la desesperación ante la pantalla en blanco hacían presa de mi recordé una frase que había leído ayer, y que también habla de pasiones… Mucho más nobles que la teoría política, por supuesto. La tomo del último número de Revista de Libros, página 50, que trae un artículo de Fernando R. Lafuente, profesor de Crítica Literaria en la UCM, titulado “Las máscaras del tiempo”, comentando el libro de Mario Vargas Llosa “Travesuras de la niña mala”. La frase es de Kierkegaard, uno de esos grandes moralistas ateos que la humanidad nos depara de vez en cuando -gracias a Dios, y a pesar de los curas- y, pienso, no tiene desperdicio: “Quien se pierde por su pasión pierde menos que quien pierde su pasión”. Y no se porqué me ha venido inmediatamente a la memoria la ejemplar sentencia de Agustín, otro gran pecador, éste sí, reconvertido: “Ama y obra como quieras”. Y es que el amor, aun equivocado, siempre nos salva…
Complemento la reedición de la entrada con un hermoso vídeo que recrea con la música y voz de Joan Manuel Serrat los inolvidables versos de Mario Benedetti en homenaje a la mujer, a todas las mujeres, y mejor, desnudas y en lo oscuro... Espero que lo disfruten. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
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