jueves, 12 de enero de 2023

De la imbecilidad

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del filósofo Fernando Savater, va de la imbecilidad. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.







Palabrotas
FERNANDO SAVATER
07 ENE 2023 - El País

Sería injusto decir que en los USA carecen de esa facultad satírica que se burla de la ridiculez humana. Ahí están Groucho Marx, W. C. Fields o Woody Allen para probar lo contrario. Y antes que ellos, el gran Ambrose Bierce y Henry Louis Mencken. Este último por cierto escribió The American Language, obra que viene al pelo para esta columna. Porque quienes evidentemente carecen de sentido del ridículo y de esa ironía que desde Sócrates ha sido el tono de la sabiduría occidental son los profesores de la Universidad de Stanford (California), que proponen una supresión masiva de palabras “dañinas” que retrasan el progreso moral del mundo. Para empezar, Stanford es una de las instituciones académicas más distinguidas, con 81 premios Nobel en su haber y un presupuesto medio por alumno universitario de dos millones de dólares. Pues ese areópago de cráneos privilegiados (Bierce dijo que “la erudición es el polvo que cae desde una estantería en un cráneo vacío”) ha decidido suprimir palabras que alteran el alma como “adicto” (mejor “persona con un trastorno por abuso de sustancias”), “loco” (mejor “sorprendente” o “salvaje”), “senil”, “aborto”, “caballero”, “señorita” y “chicos” (hay que decir “gente” para evitar el machismo). ¡Ah, “hispano” también está mal: mejor “latinx”…! Las voces abolidas están viciadas de colonialismo, lacra suprema de una raza que ha vivido de y para colonizar, de machismo, de menosprecio a los raros, de jerarquización especieísta… Suprimidas las palabras se acaba con la rabia de que son portadoras y así progresamos (dijo Cioran que progreso es el nombre de la injusticia de cada generación con las anteriores).
No me sorprende que la ortodoxia ideológica vuelva imbéciles a los científicos. Pero cuando en vez de “estoy loco por ti” digo “me vuelves salvajemente diferente”, caramba, me gusta…
























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