martes, 10 de septiembre de 2019

[A VUELAPLUMA] La cara invisible del horror




Rafael Alberti y María Teresa León


Qué puedo deciros del señor Stalin? Es un hombre al que uno puede dirigirse como si le conociese. Se convierte en vuestro amigo en cuanto os ha estrechado la mano...”. Moscú, 1934. María Teresa León y Rafael Alberti visitan la Unión Soviética, y todo lo que ven les encanta, como explica ella en su libro El viaje a Rusia de 1934, comenta la escritora Laura Freixas. Stalin es “sencillo y paternal”, y en la URSS, “el bienestar aumenta día tras día”. Las fábricas huelen “a jardín”, “las jóvenes obreras parecen perfumadas de té”; los proletarios citan a Dante en italiano; los escaparates están llenos. “‘¡Del plan quinquenal!’, nos repite una muchacha enseñándonos sus medias de seda”... Por la misma época, otra escritora, Yevguenia Yaroslávskaia-Markón, nacida casi a la vez que María Teresa, a principios de siglo, conoce también la Unión Soviética. Ella mejor, porque es rusa. Y lo que relata tiene poco que ver. Markón se entusiasmó con los bolcheviques, pero pronto se desengañó. Hija de un profesor universitario, optó deliberadamente por el hampa, convencida de que mendigos, prostitutas, delincuentes, eran los auténticos revolucionarios. Y con ellos vivió, dedicándose al hurto, hasta que fue detenida y enviada a las remotas islas Solovetsky. Insumisa se titula su breve autobiografía, febrilmente redactada pocos días antes de que la fusilaran, en 1931, a los 29 años. Es un libro aterrador. Tan aterrador como edulcorado el de la española.

Leer esos dos libros, lo que acabo de hacer con ocasión de un viaje a Rusia, me ha dejado pensativa. Lo que pasaba en la URSS ¿puede estarnos pasando? ¿Hay una parte flagrante de la realidad que está ante nuestros ojos y, sin embargo, no vemos, como esos historiadores romanos que al retratar su siglo pasaron por alto lo más importante que estaba sucediendo: la aparición de una nueva secta en torno a un tal Jesucristo?...

Desde luego, nos contesta Stephan Lessenich en otro libro que he leído este verano. No veis el coste, para el tercer mundo y para el planeta, de vuestro estilo de vida: de vuestro consumo, de vuestra paz, incluso de vuestra igualdad, asegura en su ensayo La sociedad de la externalización... Al cerrarlo, una no puede evitar imaginarse a sus nietas preguntándole algún día lo mismo que una le pregunta men­talmente a León y a Alberti al terminar El viaje a Rusia de 1934: ¿de verdad no visteis la otra ­cara?





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