lunes, 21 de enero de 2019

[GALDÓS EN SU SALSA] Hoy, con "Casandra"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quién es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que acaban de cumplirse 175 años, estoy subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog,  su obra teatral Casandra, en la edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante, basada en la de Viuda e Hijos de Tello, Madrid, de 1905.

Casandra, obra de teatro en cuatro actos, fue estrenada en el Teatro Español de Madrid el 28 de febrero de 1910. Se trata de una adaptación del autor de su novela homónima, publicada en 1905. Doña Juana, marquesa de Tobalina es una anciana de la que varios parientes esperan en breve heredar una cuantiosa fortuna. En un arrebato de fe religiosa, Doña Juana manifiesta su intención de legar en vida toda su hacienda a la Iglesia, reservando dos millones de pesetas a Rogelio, hijo natural de su difunto marido. Solo pone una condición: Que Rogelio abandone a su amante Casandra y permita que los dos hijos de ambos sean educados, lejos de su madre, en un ambiente de valores religiosos. Cuando el plan llega a conocimiento de Casandra, ésta da muerte a la anciana antes de que pueda modificar su testamento...





Benito Pérez Galdós, (1905)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt






Entrada núm. 4732
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