Tony Judt
"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente, conservan su título, fecha y numeración original, y no cuentan en el cómputo general de entradas del blog. Disfrútenla de nuevo si lo desean.
A los amables lectores que lleguen por vez primera a este blog les extrañará el título de la entrada de hoy: una exclamación que tiempo atrás causaba pavor entre quienes la escuchaban... Los vándalos fueron un pueblo germano asentado durante siglos entre los ríos Vístula y Oder, en Europa oriental, que a principios del siglo V d.C. llegan junto a visigodos, suevos y alanos a las provincias romanas de Hispania. Como federados del imperio pernoctan en la Bética, acaban fundando un reino en el norte de África y escriben su nombre en la historia de España dàndole el suyo a mi tierra de nacimiento: Andalucía.
***
Los vándalos de hoy, ese azote que pulula hoy de un extremo a otro de Europa y España sin más ideología ni programa que mirarse el ombligo para ver si es más redondo que el del vecino y poner patas arriba todo lo hecho hasta ahora (malo o bueno, les da lo mismo), son los nacionalismos y populismos de todo tipo y condición. Como ya escribí sobre ellos hace unos días no voy a insistir en el asunto.
Ahora quisiera escribir de nuevo sobre la "izquierda", y permítanme hacerlo trayendo de nuevo a colación una cita del gran politólogo italiano Norberto Bobbio: "Cuando alguien dice que no es de derechas ni de izquierdas, es SIEMPRE de derechas". Como método de análisis político puede parecer simplista pero les aseguro que funciona relativamente bien.
Descartados nacionalismo y populismo como instrumentos de regeneración democrática, y autodescartada la derecha , anclada en el inmovilismo revestido de teoría económica, social y política, nos queda mirar a la izquierda real y posible, no a la de las utopías castrantes del comunismo y el anarquismo, fracasadas históricamente. ¿Pero existe hoy esa izquierda? Y si existe ¿dónde está? ¿Qué le está pasando a la izquierda en el mundo? ¿Tiene la socialdemocracia europea (la única izquierda posible) alguna influencia real en el continente? ¿O es imposible a estas alturas de la historia la mera idea de asociar socialismo, libertad y democracia?
Hace solo quince años trece de los quince Estados de la Unión Europea estaban gobernados por partidos socialistas. Hoy, en una unión de veintiocho Estados, apenas queda una decena, algunos en coalición, y otros acercándose a un abismo electoral inédito en su historia. Lo contaba Cecilia Ballesteros en un artículo de El País de octubre pasado titulado muy gráficamente "Socialistas en tierra de nadie". Y añadía: El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls. ha dado la voz de alarma poniendo el dedo en la llaga, una llaga muy dolorosa, decía la articulista: "Hay que acabar con la izquierda anticuada. Incluso, ¿no ha llegado el momento de dejar de llamarnos socialistas?". Son palabras textuales de Manuel Valls. ¿Que fue mal? se pregunta Cecilia Ballesteros. ¿Cómo puede haberse desbaratado el modelo de Estado de bienestar levantado tras la II Guerra Mundial, base de los treinta años gloriosos de prosperidad que hicieron del continente una sociedad justa?
Al comienzo de su artículo Ballesteros cita una frase del historiador británico Tony Judt (1948-2010), tantas veces mencionado por mí en este blog, tomada de su libro Algo va mal: "La socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy es mejor que cualquier otra que tengamos a mano". Frase que a mí me recuerda mucho a la también famosa cita de otro famoso compatriota suyo, el que fuera primer ministro británico durante la II Guerra Mundial, Winston Chuchill (1874-1965), sobre la democracia: "Es el peor régimen político, exceptuados todos los demás".
De Tony Judt y su libro Algo va mal (Taurus, Madrid, 2010) ya he escrito en anteriores ocasiones en el blog. De él y de su libro, de su honestidad personal como historiador y como hombre de izquierdas escribió una magnífica reseña con motivo de su muerte el profesor Álvarez Junco (Revista de Libros, marzo 2011) titulada "Elegía por la socialdemocracia". Y también sobre Tony Judt y su libro, apenas dos meses después de su muerte, en octubre de 2010, escribió en El País una elogiosa crónica: "El testamento político de Tony Judt", el profesor Josep Ramoneda. Creo que merece la pena, de verdad, que echen una ojeada a los enlace citados para comprender el alcance de la actual y larga crisis de la socialdemocracia europea (y española). Si tienen interés en ello, claro está.
Del libro de Judt que estamos comentando recuerdo una frase (la cito de memoria) que venía a decir que no debemos sacralizar los nombres ni las palabras: que el nombre con el que nos autodefinamos no tiene mayor importancia; que podemos llamarnos y reconocernos como de izquierdas, socialistas, social-liberales, socialdemócratas o progresistas; que los nombres carecen de importancia; que lo importante es que defendamos que el socialismo solo es posible desde la libertad y que la libertad tiene que ir indisolublemente unida a la idea de igualdad.
El partido socialista español hizo pública ayer domingo una declaración política de alcance, denominada "Declaración de Zaragoza", en la que invita a todas las fuerzas políticas españolas a implicarse en la búsqueda de un acuerdo global que siente las bases para una reforma de la Constitución de 1978 sin echar por tierra los enormes avances políticos y sociales que ella ha supuesto. Era un paso necesario y ya está dado. Esperemos que fructifique, por el bien de todos.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Ahora quisiera escribir de nuevo sobre la "izquierda", y permítanme hacerlo trayendo de nuevo a colación una cita del gran politólogo italiano Norberto Bobbio: "Cuando alguien dice que no es de derechas ni de izquierdas, es SIEMPRE de derechas". Como método de análisis político puede parecer simplista pero les aseguro que funciona relativamente bien.
Descartados nacionalismo y populismo como instrumentos de regeneración democrática, y autodescartada la derecha , anclada en el inmovilismo revestido de teoría económica, social y política, nos queda mirar a la izquierda real y posible, no a la de las utopías castrantes del comunismo y el anarquismo, fracasadas históricamente. ¿Pero existe hoy esa izquierda? Y si existe ¿dónde está? ¿Qué le está pasando a la izquierda en el mundo? ¿Tiene la socialdemocracia europea (la única izquierda posible) alguna influencia real en el continente? ¿O es imposible a estas alturas de la historia la mera idea de asociar socialismo, libertad y democracia?
Hace solo quince años trece de los quince Estados de la Unión Europea estaban gobernados por partidos socialistas. Hoy, en una unión de veintiocho Estados, apenas queda una decena, algunos en coalición, y otros acercándose a un abismo electoral inédito en su historia. Lo contaba Cecilia Ballesteros en un artículo de El País de octubre pasado titulado muy gráficamente "Socialistas en tierra de nadie". Y añadía: El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls. ha dado la voz de alarma poniendo el dedo en la llaga, una llaga muy dolorosa, decía la articulista: "Hay que acabar con la izquierda anticuada. Incluso, ¿no ha llegado el momento de dejar de llamarnos socialistas?". Son palabras textuales de Manuel Valls. ¿Que fue mal? se pregunta Cecilia Ballesteros. ¿Cómo puede haberse desbaratado el modelo de Estado de bienestar levantado tras la II Guerra Mundial, base de los treinta años gloriosos de prosperidad que hicieron del continente una sociedad justa?
Al comienzo de su artículo Ballesteros cita una frase del historiador británico Tony Judt (1948-2010), tantas veces mencionado por mí en este blog, tomada de su libro Algo va mal: "La socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy es mejor que cualquier otra que tengamos a mano". Frase que a mí me recuerda mucho a la también famosa cita de otro famoso compatriota suyo, el que fuera primer ministro británico durante la II Guerra Mundial, Winston Chuchill (1874-1965), sobre la democracia: "Es el peor régimen político, exceptuados todos los demás".
De Tony Judt y su libro Algo va mal (Taurus, Madrid, 2010) ya he escrito en anteriores ocasiones en el blog. De él y de su libro, de su honestidad personal como historiador y como hombre de izquierdas escribió una magnífica reseña con motivo de su muerte el profesor Álvarez Junco (Revista de Libros, marzo 2011) titulada "Elegía por la socialdemocracia". Y también sobre Tony Judt y su libro, apenas dos meses después de su muerte, en octubre de 2010, escribió en El País una elogiosa crónica: "El testamento político de Tony Judt", el profesor Josep Ramoneda. Creo que merece la pena, de verdad, que echen una ojeada a los enlace citados para comprender el alcance de la actual y larga crisis de la socialdemocracia europea (y española). Si tienen interés en ello, claro está.
Del libro de Judt que estamos comentando recuerdo una frase (la cito de memoria) que venía a decir que no debemos sacralizar los nombres ni las palabras: que el nombre con el que nos autodefinamos no tiene mayor importancia; que podemos llamarnos y reconocernos como de izquierdas, socialistas, social-liberales, socialdemócratas o progresistas; que los nombres carecen de importancia; que lo importante es que defendamos que el socialismo solo es posible desde la libertad y que la libertad tiene que ir indisolublemente unida a la idea de igualdad.
El partido socialista español hizo pública ayer domingo una declaración política de alcance, denominada "Declaración de Zaragoza", en la que invita a todas las fuerzas políticas españolas a implicarse en la búsqueda de un acuerdo global que siente las bases para una reforma de la Constitución de 1978 sin echar por tierra los enormes avances políticos y sociales que ella ha supuesto. Era un paso necesario y ya está dado. Esperemos que fructifique, por el bien de todos.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE
Entrada núm. 2192
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)
Publicada originariamente con fecha 17 de noviembre de 2014
Publicada originariamente con fecha 17 de noviembre de 2014
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