miércoles, 16 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] ¡Qué vienen los vándalos!... ¿Y la izquierda, dónde está? [Publicada el 17/11/2014]









A los amables lectores que lleguen por vez primera a este blog les extrañará el título de la entrada de hoy: una exclamación que tiempo atrás causaba pavor entre quienes la escuchaban. Los vándalos fueron un pueblo germano asentado durante siglos entre los ríos Vístula y Oder, en Europa oriental, que a principios del siglo V d.C. llegan junto a visigodos, suevos y alanos a las provincias romanas de Hispania. Como federados del imperio pernoctan en la Bética, acaban fundando un reino en el norte de África y escriben su nombre en la historia de España dándole el suyo a mi tierra de nacimiento: Andalucía. 
Los vándalos de hoy, ese azote que pulula hoy de un extremo a otro de Europa y España sin más ideología ni programa que mirarse el ombligo para ver si es más redondo que el del vecino y poner patas arriba todo lo hecho hasta ahora (malo o bueno, les da lo mismo), son los nacionalismos y populismos de todo tipo y condición. Como ya escribí sobre ellos hace unos días no voy a insistir en el asunto. 
Ahora quisiera escribir de nuevo sobre la "izquierda", y permítanme hacerlo trayendo de nuevo a colación una cita del gran politólogo italiano Norberto Bobbio: "Cuando alguien dice que no es de derechas ni de izquierdas, es SIEMPRE de derechas". Como método de análisis político puede parecer simplista pero les aseguro que funciona relativamente bien.
Descartados nacionalismo y populismo como instrumentos de regeneración democrática, y autodescartada la derecha , anclada en el inmovilismo revestido de teoría económica, social y política, nos queda mirar a la izquierda real y posible, no a la de las utopías castrantes del comunismo y el anarquismo, fracasadas históricamente. ¿Pero existe hoy esa izquierda? Y si existe ¿dónde está? ¿Qué le está pasando a la izquierda en el mundo? ¿Tiene la socialdemocracia europea (la única izquierda posible) alguna influencia real en el continente? ¿O es imposible a estas alturas de la historia la mera idea de asociar socialismo, libertad y democracia?
Hace solo quince años trece de los quince Estados de la Unión Europea estaban gobernados por partidos socialistas. Hoy, en una unión de veintiocho Estados, apenas queda una decena, algunos en coalición, y otros acercándose a un abismo electoral inédito en su historia. Lo contaba Cecilia Ballesteros en un artículo de El País de octubre pasado titulado muy gráficamente "Socialistas en tierra de nadie". Y añadía: El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls. ha dado la voz de alarma poniendo el dedo en la llaga, una llaga muy dolorosa, decía la articulista: "Hay que acabar con la izquierda anticuada. Incluso, ¿no ha llegado el momento de dejar de llamarnos socialistas?". Son palabras textuales de Manuel Valls. ¿Qué fue mal? se pregunta Cecilia Ballesteros. ¿Cómo puede haberse desbaratado el modelo de Estado de bienestar levantado tras la II Guerra Mundial, base de los treinta años gloriosos de prosperidad que hicieron del continente una sociedad justa? 
Al comienzo de su artículo Ballesteros cita una frase del historiador británico Tony Judt (1948-2010), tantas veces citado por mí en este blog, tomada de su libro "Algo va mal": "La socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy es mejor que cualquier otra que tengamos a mano". Frase que a  mí me recuerda mucho a la también famosa cita de otro famoso compatriota suyo, el que fuera primer ministro británico durante la II Guerra Mundial, Winston Chuchill (1874-1965), sobre la democracia: "Es el peor régimen político, exceptuados todos los demás".
De Tony Judt y su libro "Algo va mal" (Taurus, Madrid, 2010) ya he escrito en anteriores ocasiones en el blog. De él y de su libro, de su honestidad personal como historiador y como hombre de izquierdas escribió una magnífica reseña con motivo de su muerte el profesor Álvarez Junco (Revista de Libros, marzo 2011) titulada "Elegía por la socialdemocracia". Y también sobre Tony Judt y su libro, apenas dos meses después de su muerte, en octubre de 2010, escribió en El País una elogiosa crónica: "El testamento político de Tony Judt", el profesor Josep Ramoneda. Creo que merece la pena, de verdad, que echen una ojeada a los enlace citados para comprender el alcance de la actual y larga crisis de la socialdemocracia europea (y española). Si tienen interés en ello, claro está.
Del libro de Judt que estamos comentando recuerdo una frase (la cito de memoria) que venía a decir que no debemos sacralizar los nombres ni las palabras: que el nombre con el que nos autodefinamos no tiene mayor importancia; que podemos llamarnos y reconocernos como de izquierdas, socialistas, social-liberales, socialdemócratas o progresistas; que los nombres carecen de importancia; que lo importante es que defendamos que el socialismo solo es posible desde la libertad y que la libertad tiene que ir indisolublemente unida a la idea de igualdad.
El partido socialista español hizo pública ayer domingo una declaración política de alcance, denominada "Declaración de Zaragoza", en la que invita a todas las fuerzas políticas españolas a implicarse en la búsqueda de un acuerdo global que siente las bases para una reforma de la Constitución de 1978 sin echar por tierra los enormes avances políticos y sociales que ella ha supuesto. Era un paso necesario y ya está dado. Esperemos que fructifique, por el bien de todos.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt









Entrada núm. 2192
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

3 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Ya lo dijo Trotsky: “Todos esos oportunistas que se llaman socialistas pueden irse. ¿Son acaso algo más que un desecho que la historia arrojará al cesto de la basura?”

Saludos

galanygarciah dijo...

Quizás seria muy conveniente para todos , que personas que " entienden " de esto , definieran que es HOY la izquierda , que es Hoy el socialismo , que es el populismo y mas aun quienes son los populistas de ahora mismo en este país , los años pasan y con ellos las cosas cambian , nosotros cambiamos , solo por poner un ejemplo , seguramente Karl Marx HOY no pensaría ni diría lo que entonces dijo . Quizás no sea este el mejor momento para lanzar propuestas para cambiar o reformar la Constitución dada la proximidad de tiempos electorales, seria mas prudente dejar que pasadas las elecciones generales y con un mapa político mas actualizado se hablara de ello y no no se trata de echar por tierra lo que se hizo en 1978 , entre otras cosas porque no solucionaría nada , pero hay que pensar que entonces veníamos de donde veníamos y las cosas y nosotros mismos eran y éramos diferentes , además hay muchísimos españoles de hoy que entonces no habían nacido y que algo querrán y tendrán que decir al respecto , pero ahora no es el momento . Saludos cordiales

Andrés Vázquez / @AlénMediaGroup dijo...

Íñigo de Loyola aconsejaba que “en tiempos de tribulación no conviene hacer mudanza”. Desconozco si es una recomendación útil para los tiempos que corren, pero lo cierto es que España ha vivido grandes turbulencias, la mayor parte de ellas, en nuestra historia reciente, han girado en torno al hacer, rehacer y deshacer constituciones. Entre nosotros han tenido vigencia y aplicación las de 1812, 1834, 1837, 1845, 1869, 1876, y 1931, las Leyes Fundamentales y la actual de 1978. España, desde principios del siglo XIX, ha estado aquejada, de manera constante, por una fiebre constituyente. A lo que se ve se trata de un virus recurrente al que no acabamos de inmunizarnos.
Los españoles, que hemos inventado la guerrilla como táctica de guerra irregular, atomizada y dispersa, es decir como en general nos gusta vivir, alejados de la regulación y el encorsetamiento de las normas, sin embargo nos encanta reglamentarlo todo, en la feliz idea que legislamos para los otros y no para nosotros y en el convencimiento de que aquello que recogemos en un texto legal cobra carta de naturaleza “per se”, sin más responsabilidad ni obligación que nos ataña. Vamos que tenemos una especial habilidad para reconocer nuestros derechos, pero una débil memoria para nuestros deberes. Además cuando no nos convenga el desarrollo del “juego” se rompe o se cambia la baraja…y tiro porque me toca.
Cuando se promulgó la segunda Constitución democrática de nuestra historia (la primera republicana y la segunda monárquica) se trataba de poner pilares sólidos para establecer un Estado basado en los valores de la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político. Bueno, quizá fuera de agradecer que, a falta de razones más solidas que las circunstanciales “prêt-à-porter” aportadas por nuestros políticos, los historiadores nos ilustrarais acerca de la necesidad y conveniencia que justifiquen este regreso al pasado.