miércoles, 29 de mayo de 2024

De la calidad de las democracias

 








Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 29 de mayo. La calidad de la democracia en países en desarrollo y en proceso de transformación, comenta en la Revista Ethic la directora del Bertelsmann Transformation Index, Sabine Donner, ha experimentado un declive constante en los últimos 20 años. Los últimos hallazgos del Bertelsmann Transformation Index muestran que, de los 137 países analizados, solo 63 siguen siendo democracias. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com












La democracia, un sistema a la baja
SABINE DONNER
22 MAY 2024 - Revista Ethic - harendt.blogspot.com

La calidad de la democracia en países en desarrollo y en proceso de transformación ha experimentado un declive constante en los últimos 20 años. Los últimos hallazgos de la décima edición del Bertelsmann Transformation Index (BTI) de la Fundación Bertelsmann muestran que, de los 137 países analizados, solo 63 siguen siendo democracias, mientras que la mayoría se clasifican como autocracias. En su análisis de la calidad democrática, el desarrollo económico y el desempeño de la gobernanza en 137 países, el BTI registra nuevos mínimos globales promedio en cada una de estas áreas. Sin embargo, hay razones para tener esperanza. Países en transformación como Brasil y Polonia, donde los votantes han rechazado las tendencias autoritarias, muestran el potencial para revertir la erosión de las democracias.
Los informes y datos por país del BTI muestran que cada vez son más los países que restringen particularmente los derechos de participación política, que van desde la celebración de elecciones libres y la libertad de reunión hasta la libertad de expresión. Además, la continua erosión de la separación de poderes y el espacio cada vez más limitado para la participación de la sociedad civil están exacerbando estos desafíos.
Este estado deteriorado de la transformación política está estrechamente vinculado a un declive similar observado en la gobernanza. La erosión de los controles y equilibrios socava la responsabilidad ejecutiva, mientras que las restricciones a la participación política hacen cada vez más difícil criticar las políticas gubernamentales. Además, los casos de abuso de poder y corrupción a menudo quedan sin castigo, perpetuando una cultura de impunidad. El deterioro de la confianza en las instituciones y procesos democráticos es otra consecuencia de una mala gobernanza.
Estas tendencias adversas en la gobernanza y la transformación política se han desarrollado en un contexto de empeoramiento de las condiciones económicas que tienen su origen en la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania. Esto ha provocado un aumento de los precios de los alimentos y la energía, y ha incrementado la inflación pospandemia en muchos países. Al mismo tiempo, muchos gobiernos no están dispuestos o no son capaces de adoptar políticas económicas sostenibles e inclusivas a largo plazo. En cambio, sus esfuerzos están orientados hacia el mantenimiento de un sistema corrupto de clientelismo que obstaculiza tanto a la competencia económica libre como a la justa.
El desarrollo en América Latina y el Caribe refleja esta tendencia. Los estilos políticos polarizadores se han vuelto habituales, lo que debilita aún más los sistemas de partidos ya fragmentados. Además, los candidatos radicales que se sitúan fuera del espectro político dominante están ganando popularidad y desafiando a instituciones persistentemente débiles. Así, la tendencia a la polarización está exacerbando la inestabilidad política y erosionando la democracia. Prueba de ello es el debilitamiento de las instituciones democráticas en América Central y la débil gobernanza democrática en países como Argentina, Brasil y México.
Las puntuaciones promedio para la mayoría de los indicadores de gobernanza han disminuido en América Latina y el Caribe durante el período analizado, especialmente en áreas como la coordinación de políticas, la priorización, la implementación, la exclusión de actores antidemocráticos y la gestión de conflictos. Ello allana el camino a una combinación peligrosa de débil capacidad de gobernanza y fracaso de los gobiernos para una gestión eficaz de las divisiones y conflictos entre sus poblaciones. Contrarrestando esta tendencia, la gobernanza democrática ha mejorado en Colombia y la República Dominicana.
En lo que respecta a África del Norte y Oriente Medio, estos siguen siendo territorios gobernados de manera autócrata. Todas las esperanzas políticas generadas por la Primavera Árabe se han disipado. En Túnez, Kais Saied se benefició notablemente de la incompetencia legislativa, al igual que Nayib Bukele en El Salvador. Su movimiento contra el parlamento y, por lo tanto, contra el partido islamista Ennahdah, fue enormemente popular al principio, y le ayudó a consolidar el gobierno autocrático. Los sindicatos tunecinos, que conforman el actor más fuerte del país, guardaron silencio y sacrificaron logros democráticos a cambio de seguridad y una supuesta mayor eficiencia, las cuales todavía están por manifestarse.
A escala global y regional, también es cierto que se percibe una resiliencia democrática. Al igual que las elecciones detuvieron el deterioro democrático en Kenia, Zambia y, más recientemente, en Polonia, también se han producido recuperaciones democráticas en Brasil y Honduras, así como en Guatemala. Todos estos casos muestran que la movilización de la sociedad civil debe combinarse con el control institucionalizado del poder gubernamental, ya sea por parte del poder judicial, las autoridades electorales o los medios de comunicación, para resistir con éxito las tendencias autoritarias. Fortalecer y salvaguardar estas fuerzas e instituciones cívicas se consolidan como estrategias primordiales para fortalecer la democracia. Sabine Donner es directora del Bertelsmann Transformation Index, Bertelsmann Stiftung.




























[ARCHIVO DEL BLOG] La integridad del político. [Publicada el 19/12/2017]












Gumersindo de Azcárate, de cuya muerte se cumplen cien años en 2017, es uno de los defensores más destacados del parlamentarismo. Luchó contra las corruptelas electorales y creía en la prensa como pilar de la opinión en una sociedad abierta, escribe en El País el profesor Francisco J. Laporta, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. La desaparición de Gumersindo de Azcárate un quince de diciembre del año 1917 es un centenario ineludible, comienza diciendo el profesor Laporta. Se desplomó sobre su mesa del Instituto de Reformas Sociales cuando trataba de evitar la retirada de la representación obrera por las detenciones de la huelga general de ese año. A las pocas horas murió. “Cayó sobre el yunque”, se escribió en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, de la que fue cofundador y presidente. En realidad siempre estuvo sobre el yunque, porque nunca vio el trabajo como un simple modus vivendi profesional sino como una profunda obligación moral hacia sus ciudadanos y su patria, un deber que le ataba a las necesidades de su sociedad. Ortega dijo que era “el último ejemplar de una casta de hombres que creía en las cosas superiores y para los cuales toda hora llegaba con un deber y un escrúpulo en la alforja”. Muchos años después se añoraba todavía su figura como un ejemplo vivo de integridad moral en el mundo de la política. No digamos hoy.
Había nacido en León en 1840, en el seno de una familia culta y liberal. A su padre, Patricio de Azcárate, le debe este país la primera traducción completa de los diálogos de Platón y las obras de Aristóteles. Y eso que era gobernador civil, pero de aquellos gobernadores civiles con el coraje suficiente para exigir del cura párroco que nadie fuera enterrado extramuros del cementerio porque todos tenían igual derecho al reposo. Aquel amor por la filosofía y esta lucha contra el sectarismo religioso estarán siempre presentes en la vida de su hijo Gumersindo. Catedrático de Legislación Comparada en la Universidad de Madrid, fue separado de ella en 1875, en la llamada Cuestión Universitaria. No consintió que sus enseñanzas hubieran de ajustarse a las consabidas buenas costumbres, a los dogmas de iglesia alguna o a la forma monárquica de gobierno. Por eso fue deportado a Cáceres.
Allí empezó a escribir dos libros clave para entender la España del siglo XIX y para entenderle a él mismo: la Minuta de un testamento y El self-government y la monarquía doctrinaria. En el primero describe las agonías de un creyente liberal en el medio asfixiante de la ortodoxia católica de su tiempo. Y reclama la tolerancia y la sinceridad de la vida moral frente a la hipocresía que generaba el dogma impuesto. Ese fingimiento en el comportamiento exterior mientras se vive internamente una moralidad huera y sin fuerza le repugna profundamente. La hipocresía no es un homenaje a la virtud; es solo simulación y falseamiento de las propias convicciones. La denunció siempre. También en la vida política.
El otro libro, cuyo título puede confundir o extrañar, es la mejor contribución a la teoría política de nuestro siglo XIX. Versa sobre la cuestión clave de la vida constitucional de su tiempo: soberanía popular o monarquía autoritaria. Y Azcárate no lo duda: la única legitimación posible del poder es la soberanía de la nación, el gobierno del país por el país. El autogobierno exige que el pueblo sea dueño de sí mismo, aunque la monarquía española de entonces no acabe de aceptarlo. El libro aparece en 1875, y en él Azcárate afirma que la monarquía sólo sobrevivirá si resulta ser constitucional y parlamentaria, como la inglesa o la belga. Un siglo nos ha llevado entenderlo. También defiende que el régimen parlamentario, concebido como una articulación representativa de las distintas ideas y disposiciones que habitan en la sociedad, obtenida con un sufragio limpio y sincero, es la fórmula política insustituible. Todo lo demás es puro poder personal. Por eso, por ejemplo, trata de convencer al movimiento obrero de que deje de lado la acción directa y se incorpore a la actividad parlamentaria. Y a los patronos conservadores e integristas que se unan con él a la reforma social mediante el acuerdo y la ley. ¡Cuántas calamidades se hubieran evitado de hacerle caso de una y otra parte!
Toda esa riqueza de propuestas y matices la obtiene Azcárate de una concepción ética de la responsabilidad, la transparencia y la sinceridad, que él se exige a sí mismo y al sistema político. Durante treinta años —de 1886 a 1916— fue diputado al Congreso por la provincia de León. Advirtió desde el primer momento a sus electores que no era un 'delegado' de la provincia sino un representante del interés de todos. Y, aunque conocía perfectamente los problemas que crea la indisciplina en cualquier organización, puso siempre su conciencia por encima de las conveniencias de su partido. Nunca formó parte del gobierno. Fue toda su vida diputado de la oposición pero si el gobierno proponía algo que redundara en el bien común, no dudaba en apoyarlo, dijera su partido lo que dijera. Otro proceder le parecía indecente.
Luchó siempre contra las corruptelas y vicios del proceso electoral y parlamentario de sus días. Concebía la tarea del diputado como una responsabilidad sagrada. Por eso le repugnaban las claudicaciones y los trapicheos. Su libro El régimen parlamentario en la práctica (1885) tendría que ser lectura obligatoria para todo responsable político. El falseamiento de las elecciones, la impaciencia aventurera por el poder, la falta de transparencia, la doble moral, la corrupción económica, etc., van desfilando en sus capítulos como otras tantas traiciones al sistema político de opinión pública abierta, que era para él el único aceptable. Creía en la prensa como un ingrediente imprescindible del régimen parlamentario, a condición de que fuera, son sus palabras, desinteresada, culta, imparcial e independiente. Por supuesto que conocía perfectamente los intereses bastardos y los condicionamientos económicos y políticos que la asediaban; y odiaba “el interés malsano y momentáneo que le dan el noticierismo, las personalidades, los chismes y el escándalo”. Sin embargo, la tenía por un pilar fundamental para la formación y el flujo de la opinión pública en una sociedad abierta.
Como consecuencia de su enorme prestigio y su reconocida ejemplaridad fue convocado con frecuencia a ocupar cargos de responsabilidad en diferentes juntas, comités o instituciones públicas. Jamás aceptó sueldo o remuneración por ello. Ni coche oficial alguno. Y sólo accedía a ejercerlos si eran compatibles con su cátedra y su escaño. Anciano ya, se vio en la necesidad de enviar por primera vez a un auxiliar a explicar su lección a la Universidad, y sólo por ello tomó la decisión de dimitir de ella. Esa era la clase de escrúpulos que llevó siempre en la alforja, y que tan raros resultan hoy día. Vamos a evocarlos esta semana en León, su viejo distrito electoral. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt











martes, 28 de mayo de 2024

De como nos ciegan los dioses, sobre todo a los de izquierdas...

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 28 de mayo. Parece que para una cierta extrema izquierda, escribe en La Vanguardia el publicista Luis Bassat, no cuentan los más de 200.000 muertos en Ucrania provocados por los rusos, ni por las guerras en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Birmania, Nigeria, Yemen o Siria; pero está claro que no hay nin­guna acampada que proteste por ellos. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com










Una viñeta que es un editorial
LUIS BASSAT 
24/05/2024 - La Vanguardia - harendt.blogspot.com

El pasado día 16, nuestro admirado humorista JL Martín, publicó una viñeta en La Vanguardia que tiene la categoría de un editorial, donde un par de personas preguntaban a un joven que había montado su tienda de campaña protestando por la guerra de Gaza: “¿El campamento de protesta por la invasión de Ucrania dónde lo han instalado?”.
Parece que para una cierta extrema izquierda no cuentan los más de 200.000 muertos (según algunas fuentes) en Ucrania provocados por los rusos. También esos dos señores podían haber preguntado acerca de las protestas por las guerras de Burkina Faso, Somalia, Sudán, Birmania, Nigeria, Yemen y Siria, con muchos cientos de miles de muertos civiles, mujeres y niños. Pero no hay nin­guna acampada que proteste por ello. ¿Es esto de recibo? ¿Son diferentes los muertos de una guerra o de otra? No, los muertos son todos iguales, con sus ilusiones, su derecho a vivir, su derecho a formarse, a tener una familia, a disfrutar de la vida, a tener­ hijos y nietos, y a morir en paz.
Todo eso se ve truncado por una bala, una bomba o un misil, fabricados, tal vez, muy lejos de donde producen tanto dolor. Los conflictos bélicos son un gran negocio para unos, los fabricantes de armamento, y un gran drama para muchos más. ¡Cuántos saldríamos ganando si se acabaran las guerras! Todas. ¿No es hora ya de que las guerras paren, de que los países dejen de matarse unos a otros? ¿O haría falta que llegaran agresivos extraterrestres con intención de exterminarnos y ocupar nuestro planeta, para que los seres humanos dejáramos de pelear entre nosotros y juntos nos preparáramos para defendernos? Tenemos unos enemigos que no son extraterrestres, pero que pueden ser letales y que no me cansaré de repetir: el cambio climático, la sequía, las inundaciones, las epidemias, la malnutrición y el hambre, la pobreza extrema y otros graves problemas que hemos de solucionar, trabajando juntos toda la humanidad, no matándonos unos a otros en guerras que son una vergüenza para todos. Lui Bassat es publicista.























[ARCHIVO DEL BLOG] El cielo y la tierra. [Publicada el 03/06/2019]











El cielo no queda lejos ni cerca de la tierra. Leer unos párrafos de amor a un árbol herido de muerte, que se desangra rodeado de vida, desentierra un recuerdo lejano de la infancia, comenta en El País el escritor y periodista gallego Manuel Jabois, así que fui dándole besos a todos los árboles por una razón: si dejase uno sin besar, esa noche la pasaría llorando. 
De César Vallejo: “En realidad, el cielo no queda ni lejos ni cerca de la tierra. En realidad, la muerte no queda lejos ni cerca de la vida”, comienza diciendo Jabois. . Y en el mismo librito Carnets, que publicó Interzona: “Cuando leo, parece que me miro en un espejo”. Lo envidio, si bien debía cuidar mucho los libros elegidos. Yo no me miro en un espejo cuando leo, hay que reemplazar el del baño y tengo la cámara del móvil estropeada, así que para saber de mí utilizo el ascensor, algo que por otra parte he hecho siempre; donde el vecino ve un ascensor yo veo un camerino: así empezó el Quijote. Cuando no salgo de casa, y eso pasa a menudo, paso muchas horas sin verme. Es un ejercicio estupendo, porque de este modo hay que palparse para envejecer. Siempre se aprende con las manos lo que no puede aprenderse con los ojos.
En Tierra de mujeres (Seix Barral), María Sánchez cuenta hacia el final de ese libro tan necesario cómo un día, con su padre, se sentaron los dos a descansar en un alcornoque muerto. “La hija se levanta, necesita tocar el corcho que nunca más se separará del árbol. No volverá a separarse del cuerpo, no habrá lugar para la regeneración. La envoltura se convierte en un ataúd para el propio árbol”. De repente marco la página y desentierro, como en una consulta, un recuerdo fresquísimo que no había tenido nunca. Se juntan varias cosas, la primera de ellas haber visto después de muchos años a mis primos lejanos Olga y José, y estar con sus padres, Chicho y La Nena, en una boda reciente. Son de O Seixal, la aldea que visitaba de niño con mi abuelo, los días de matanza do porco y los días que no. La segunda, leer esos párrafos de amor a un árbol herido de muerte, que se desangra rodeado de vida (“los pájaros anidan, los insectos se alimentan, las setas se aprovechan de la materia orgánica. Si alguna rama permanece seguirá siendo sombra, descanso, refugio. La vida siempre continúa, a pesar de la muerte”).
Aquel día yo jugaba al fútbol fuera de casa, solo, con una pelota verde. Uno de esos disparos dio en un árbol, y fui hacia él, le pedí perdón y le di un beso. Lo que pasó después fue que miré el árbol que estaba más cerca, me dio una pena inmensa que no sabría calificar, una clase de lástima que he arrastrado siempre, fui hacia él y le di otro beso. Y miré otro. Y otro. Fui dándoles besos (un besito, tampoco es que los morrease) a todos por una razón: si dejase uno sin besar, esa noche la pasaría llorando. En aquella época de piedad por las cosas del mundo y terrores nocturnos me pasaban esas cosas. Creía en el cielo y también creía que empezaba en la tierra.
Me gustaría contar que pasó cuando tenía 24 años, pero debía de tener ocho, no recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es la tristeza infantil de entonces que no solo tenía que ver con aquellos árboles sino con muñecos o juguetes, algo que no podía dejar atrás ni preferirlo a otra cosa, una sofisticada tristeza que reconozco en mi hijo, incapaz de decir que prefiere un animal a otro, un juguete a otro, porque reparte el afecto entre todos hasta obligarme a poner la misma cara que mi abuelo puso cuando me encontró con los labios pegajosos preparado para dedicar los siguientes años de mi vida a besar los bosques gallegos. La cara del adulto que distingue entre las misiones que sirven y las inservibles. Sin saber nunca si las está distinguiendo bien. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 


















lunes, 27 de mayo de 2024

De la izquierda chula

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 27 de mayo. Yolanda Díaz dice ser muy beligerante con la patronal, comenta en El País la escritora Nayat El Hachmi, pero pone la alfombra roja a quienes tienen como negocio comprar y vender hembras humanas como si fueran ganado. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com














Izquierda para chulos
NAJAT EL HACHMI
24 MAY 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Prohibido prohibir la explotación de mujeres y el machismo más deleznable. Hay una izquierda que, de todo el legado del mayo del 68, no se quedó más que con los eslóganes superficiales. “No se puede prohibir la prostitución porque la prostitución existe”, afirmó sin despeinarse Yolanda Díaz. Pues aplíquese lo mismo a los asesinatos, a la corrupción o al fraude fiscal, a la pederastia o a cualquier crimen. Si lo que existe no se puede prohibir, ¿por qué tenemos inspectores de trabajo? ¿Para que vayan a certificar que la explotación laboral existe? Y ni siquiera estamos hablando de una ley abolicionista de verdad que contemple acabar con el uso de las mujeres a cambio de dinero, sino de una norma que pretende perseguir a los proxenetas. Yolanda Díaz dice ser muy beligerante con la patronal, pero pone la alfombra roja a quienes tienen como negocio comprar y vender hembras humanas como si fueran ganado e importarlas en condiciones de pura y simple esclavitud, la única esclavitud que seguimos tolerando en pleno siglo XXI.
La enorme contradicción de esta izquierda que se presenta como chupi-guay mientras avala políticas que validan la vulneración de derechos es poner el grito en el cielo ante lo que sufren las palestinas, las racializadas que están lejos, mientras permiten y promueven una de las formas más vomitivas en las que se articula el machismo racista en occidente. Porque esas putas del Raval que Gala Pin tuvo la desvergüenza de citar en el debate sobre el asunto no son blancas catalanetes que se puedan permitir ir saltando de sillón en sillón político, no son precisamente eco-pijas con el estómago lleno de quinoa y salmón salvaje. Esas mujeres que malviven en la calle sufriendo todo tipo de violencias son negras, inmigrantes, pobres que fueron violadas y secuestradas para el ejercicio de eso que esta facción vergonzosa de la izquierda llama trabajo. ¿Dónde está la interseccionalidad de la que tanto alardean? ¿Dónde la descolonización de los cuerpos? ¿Acaso las negras merecen ser penetradas por desconocidos sin derecho a consentir porque son producto y las mercancías no hablan? ¿Merecen las inmigrantes sin papeles que las metan en zulos apestosos donde ser violadas todos los días de su vida para que se lucre ese chulo que tanto aman en Sumar? ¿Lo merecen las pobres y las desperadas? Yo qué quieren que les diga, de todos los racismos con los que me he topado a lo largo de la vida, prefiero el claro y directo, que por lo menos a las “racializadas” no nos ofrece como salida laboral hacernos putas. Najat El Hachmi es escritora.























[ARCHIVO DEL BLOG] Saber marcharse a tiempo es un arte. [Publicada el 02/06/2018]










En el teatro del mundo, uno se examina todos los días y siempre se le juzga por lo último que hace, escribía hace unos días en El Mundo su director, el periodista Francisco Rosell. Resuelta ya la moción de censura presentada por el partido socialista contra Mariano Rajoy que ha convertido a Pedro Sánchez en el séptimo presidente del gobierno desde la restauración de la democracia, las palabras de Francisco Rosell conservan toda su virtualidad.
Poco cuentan los éxitos cosechados por abundantes y magníficos que hayan resultado, señalaba Rosell en su artículo. Por eso, como dijo Tony Blair al despedirse del 10 de Downing Street, todo gobernante acaba indefectiblemente mal por muchas victorias electorales que atesore y éxitos de gestión esmalten su lucida biografía. Ello entraña una enorme injusticia. Sin duda. Pero obliga cuando se desempeñan puestos de alta responsabilidad y de obligada ejemplaridad. A este respecto, pocas cosas tan peliagudas como percatarse de cual es el momento de decir adiós, salvo insinuárselo al que está en la cúspide del poder. 
En la historia reciente de España, tamaña osadía originó incluso la voladura de un periódico como el rotativo Madrid. Su editor, Rafael Calvo Serer, clarividente miembro del Opus Dei, no tuvo mejor ocurrencia que establecer cierto paralelismo entre la marcha del general De Gaulle, a causa de la crisis política desatada por la revolución de Mayo del 68, y la conveniencia de que Franco hiciera lo propio, tras acumular entonces seis lustros en la Jefatura del Estado. 
Saber marcharse a tiempo es ciertamente la operación más difícil que cabe acometer. En el campo de batalla, pero también en el terreno político. No en vano, la política no deja de ser una guerra con otras armas. "En los regímenes democráticos, incluso, grandes personalidades, como Churchill y Adenauer -aludía Calvo Serer, disimulando el destinatario último de su invectiva- fueron objeto de duras críticas y se vieron obligados a abandonar el Poder de los electores que en otros momentos les manifestaron entusiasta adhesión o un simple reconocimiento de sus servicios".
Ésa es, justamente, la circunstancia del presidente Rajoy. Vive las horas más comprometidas de su carrera política, al haberle pedido al tiempo quizá más de lo que éste podía darle. Merced a ello, tiene el honor indubitado de ser el político que más perdura en el poder desde Franco. Bate la marca de Felipe González a base de hacer divisa de lo dicho por Felipe II de sí mismo: "Yo y el tiempo contra todos". Empero, después de ser un maestro en el manejo del mismo, éste parece haberle abandonado tras la severa sentencia de la Audiencia Nacional sobre la trama Gürtel. Lo ha crucificado sin estar sometido a juicio y sin aguardar a que se enjuicien otras piezas sumariales más comprometedoras por referirse a años en los que tuvo más altas responsabilidades orgánicas. 
Ni en la peor de sus pesadillas pudo imaginarse Rajoy un fallo así. Tan demoledor por la enormidad de las penas (más altas que las aplicadas a sanguinarios terroristas). Tan corrosivo por socavar su credibilidad como testigo en aspectos ajenos a esta causa, tan devastador por vincular las actividades del PP a los de una organización delictiva. Y tan catastrófico, en fin, por hacer saltar por lo aires la frágil entente (no ciertamente cordiale, que sí de circunstancias) de los tres partidos constitucionalistas (PP, PSOE y Cs) frente al órdago separatista catalán. 
Con su populismo punitivo, afrentoso para un Estado de derecho que se precie de tal, dos jueces (José Ricardo de Prada y Julio de Diego), en línea judicial e ideológica con el instructor inicial del sumario, el ex juez Garzón, pueden haber cambiado la historia reciente de España. Han dispensado una fuerte dosis de demagogia punitiva, valiéndose ciertamente de unos hechos deleznables y merecedores de condena. Ambos togados ya debieron mover a la sospecha de Rajoy cuando se empeñaron contra el criterio del presidente del tribunal (autor del voto particular de la Justicia), Ángel Hurtado, de convertirle en el primer mandatario español que declaraba como testigo en el ejercicio de su cargo, a diferencia de sus antecesores González (caso GAL, en 1998) y Suárez (caso Banesto, en 1995) que lo hicieron cuando abandonaron La Moncloa. 
Desde julio del año pasado, pues, el sino de esta legislatura se ha desarrollado bajo la espada de Damocles de aquella declaración como testigo en sede judicial de Rajoy. Ahora esta sentencia que lo crucifica sin sentarle siquiera en el banquillo de los acusados la finiquita. Así las cosas, cuando parecía que Rajoy cruzaba el Rubicón de su mandato y se aseguraba su permanencia en La Moncloa por dos años más, merced al apoyo presupuestario in extremis del PNV, quien le sacaba las hijuelas al Estado, al tiempo que se ponía en jarras con un plan soberanista con el brazo político de ETA (Bildu), el presidente, en horas siquiera veinticuatro, se hundía en sus procelosas aguas del río de todas las metáforas. Su aparente satisfacción, aunque nadie lo diría por su palidez y su balbuceante verbo de la tarde-noche de su particular miércoles de ceniza, era, en realidad, el canto del cisne.
Después de agavillar el variopinto voto de siete formaciones políticas, cual feliz jugador de las siete y media que ronda la plenitud, una ventolera judicial de imprevisibles consecuencias desarboló la baraja haciendo volar sus desparejados naipes. El vendaval judicial puso en solfa una legislatura cogida con alfileres desde el día en que Rajoy fue investido tras repetirse las elecciones. Shakespeare ya lo advirtió: "El tiempo, en su rapidez, modifica el curso de las cosas".
Existe un proverbio ruso que habla de que el pasado es impredecible y ese ayer se le ha presentado a Rajoy en el peor momento. Sin haber querido éste dar los pasos precisos para una eventual sucesión ni haber establecido las bases para que un partido clave en la historia reciente de España subsista a su inevitable marcha, evitando experiencias trágicas como las de la UCD.
Adoptando una resistencia numantina, Rajoy no puede enfrentar una encrucijada histórica para una nación de Estado menguante, por mor de unos gobernantes carentes de la grandeza de miras de los estadistas y que se entregan al exclusivo interés del momento. Es verdad que la política hace extraños compañeros de cama, como decía Churchill, pero carece de sentido, cuando está en danza la existencia misma de la nación, que el PP fíe su suerte a un partido que busca desarbolar España como el PNV, moviendo a la vez la encina del PP y el nogal de ETA.
Para colmo de desgracias, el PSOE defiende, según días y dependiendo de la hora, una cosa y la contraria, sin importarle entregar su alma al diablo. En estas, un volatinero Sánchez plantea una moción de censura que se deslegitima con tan extraños compañeros de viaje y que resultan ser, en parte, aquellos independentistas a los que la víspera combatía con el artículo 155 en ristre. Vuelve a las andadas -o, probablemente, no sale de ellas-, de igual modo que Zapatero suscribía con una mano el pacto antiterrorista de Aznar y con la otra firmaba compromisos bajo cuerda con ETA. Este maquiavélico PSOE desprecia a esa musa del escarmiento a la que Azaña, en la amargura de su trágico fracaso, aconsejaba encomendarse para no incurrir en los errores del pasado. Era evidente que Sánchez, huérfano de escaño,por atender en mala hora la recomendación de Patxi López, rondaba el edificio de las Cortes para saltar al hemiciclo al menor pretexto, y en este caso se le ha presentado una oportunidad que legitima una eventual moción de censura. Empero, no debiera hacerlo a cualquier precio y sin ningún tipo de recato, por más que cavile que, con las expectativas electorales bajo mínimos, no habrá de perjudicarle este salto de la rana. Si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción. no habrá de perjudicarle este salto de la rana. Si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción. no habrá de perjudicarle este salto de la rana. Si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción. De paso, saca a Albert Rivera de su zona de confort y le fuerza a mojarse, despreciando el hecho de que las mociones de censura son un campo propicio para el suicidio.
Por encima de esa perversión de las mociones de censura, en las que más que buscar soluciones a los problemas de España se persigue poner en evidencia a los contrincantes, el mejor servicio que unos y otros pueden prestar es disolver el Parlamento y convocar elecciones, como antaño le reclamó Rajoy a Zapatero. Los españoles tienen el derecho inalienable de decidir quién debe dirigirle en un momento tan complicado y no asistir al asalto al poder por medio de una moción de censura temeraria en la que el PSOE recurre a aquellos mismos a los que desechó antes del golpe de Estado del 1 de octubre y a los que se reengancha cuando estos separatistas ya han rebasado todos los límites. Quien lo entienda que lo explique. Fuera máscaras, pues, y que cada cual vaya a cara descubierta, sin subterfugios, a la búsqueda del voto ciudadano.España parece el cántaro del Talmud: "Si la piedra cae sobre el cántaro, desdichado cántaro; si el cántaro cae sobre la piedra, desdichado cántaro; de cualquier manera siempre es el cántaro el que sufre".
En tesitura tan difícil, Rajoy parece el unamuniano "guía que perdió el camino", siendo quizá "un general que comprende que ha perdido la batalla», pero que "no puede declararlo si con esta declaración provoca una desastrosa retirada de sus soldados". Ello le obliga "a fingir una victoria, si con ello consigue una retirada en orden". Ante ese estado de confusión, quizá Rajoy eche en falta la presencia de alguien cercano que le diga, aunque deba hacerlo con el coche en marcha para luego escapar a todo trapo, que el mejor servicio que puede prestar en estos momentos es propiciar unas elecciones generales. Los españoles tienen la responsabilidad de darse un Gobierno que enfrente con fortaleza y credibilidad los retos de una nación que ve cómo su Estado se deshace por la impericia de aquellos que tienen encomendada su custodia y salvaguarda. 
No debiera esperar -ni se lo merece- una cruel reprimenda en los acres términos del bufón del drama shakesperiano. Ante los desvaríos del rey Lear, a merced de la catástrofe que había desencadenado a su alrededor, aquel loco payaso le espeta al atribulado monarca: "No deberías haber envejecido antes de ser sabio".
En definitiva, Rajoy padece el triste sino de los gobernantes que se hacen viejos en el poder. "Son sus mismos éxitos -refería Calvo Serer, en su artículo de época, pero tan actual en su radiografía de los hábitos de poder- los que les traicionan, porque se aferran a los que en otras ocasiones les fue favorable, aun contra la opinión de quienes les rodeaban. Pero al cambiar las circunstancias, ese inmovilismo resulta funesto". Saber marcharse puede salvar a un partido clave para la estabilidad de España y puede librar a un país del bloqueo en que puede sumirle el numantinismo de uno y la temeridad de otro. No es fácil papeleta situarse ante el espejo y discernir si es la hora en que uno suma o resta. Es el ser o no ser de una existencia política. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt