La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.
Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación?
Continúo hoy la serie de retazos literarios con el relato titulado Un sueño, de Jorge Luis Borges (1899-1986). Erudito y escritor argentino, Borges es considerado uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y el pensamiento universal, además de objeto de minuciosos análisis y múltiples interpretaciones, excluye todo tipo de dogmatismo. Galardonado con numerosos premios, Borges fue también un personaje políticamente polémico, con posturas de corte conservador que se estima fueron la causa de no ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato muchos años. Les dejo con su relato
UN SUEÑO
por
Jorge Luis Borges
En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra,
sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra
y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco.
En esa celda circular, un hombre que se parece a mi escribe en caracteres
que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda
circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular...
El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
Torre Ali Abad, Bardaskan, Irán
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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