miércoles, 10 de febrero de 2016

[Poesía y música] Hoy, con Miguel Hernández, Giacomo Puccini y Plácido Domingo



Biblioteca Nacional y Teatro Real (Madrid, España)


Como afirmo en una de las entradas más leídas del blog soy capaz de recordar y reconocer casi cualquier fragmento de texto literario o película que haya leído o visto, aunque solo haya sido una vez en la vida. Por el contrario, ni el Azar ni la Naturaleza, mis divinidades paganas preferidas, me han dotado del mismo talento para la música. La diosa Terpsícore me ha negado sus favores, salvo en aquellas piezas que ya forman parte, por la amplitud de su difusión, del imaginario colectivo de la humanidad. Y esa incapacidad para recordar y reconocer piezas musicales, es una de las circunstancias que más dolor me producen, porque en contraste con ellas la música es de todas las Bellas Artes la que más profundas emociones me provoca.

George Steiner, uno de los más grandes intelectuales del siglo XX, dice en su libro Errata. El examen de una vida, uno de los más hermosos textos que he leído nunca, lo siguiente: "El canto (y la música) es, simultáneamente la más carnal y la más espiritual de las realidades. Aúna alma y diafragma. Puede, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis. La voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia". Estoy en completo acuerdo con él.

La UNESCO instituyó el año 2000 el Día Mundial de la Poesía, que se celebra cada 21 de marzo, entendiendo que el mundo contemporáneo tiene necesidades estéticas y sociales que la poesía puede cubrir. Así pues, continúo con esta entrada de hoy la nueva sección del blog, Poesía y música, aunando algunos de los más bellos poemas en español con algunas de las más hermosas arias operísticas de la historia.

Continúo hoy la serie dedicada a Poesía y música con el poema Elegía, de Miguel Hernández, y la bellísima aria E lucevan le stelle ("Y brillaban las estrellas") de la ópera Tosca, de Giacomo Puccini, cantada por el tenor español Plácido Domingo. Esto último pueden hacerlo desde el enlace de más arriba o en el vídeo del final de la entrada.




Miguel Hernández


Elegía es un poema de Miguel Hernández perteneciente al libro El rayo que no cesa (1936), dedicado a la memoria de su compañero José Ramón Marín Gutiérrez, conocido con el seudónimo de Ramón Sijé. Miguel Hernández Gilabert (1910-1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como genial epígono de la generación del 27.


***

ELEGIA

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé con quien tanto quería).

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(Miguel Hernández, 10 de enero de 1936)


***



Giacomo Puccini


E lucevan le stelle ("Y brillaban las estrellas") es una famosa romanza para tenor de la ópera Tosca, compuesta por Giacomo Puccini con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, estrenada el 14 de enero de 1900 en el teatro Costanzi de Roma. Es una composición elegíaca del tercer acto final, donde el protagonista, el pintor republicano y simpatizante de las ideas liberales Mario Cavaradossi, entona como prisionero en el Castillo Sant'Angelo (Roma), momentos antes de su inminente ejecución. Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini (1858-1924) fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX. Fue uno de los pocos compositores de ópera capaces de usar brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se lo considera el sucesor de Giuseppe Verdi. Algunas de sus melodías, como "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi y "Nessun Dorma" de Turandot, forman parte de la cultura popular.



Plácido Domingo


José Plácido Domingo Embil (1941), más conocido públicamente como Plácido Domingo, es un cantante, director de orquesta, productor y compositor español, actual director general de la Ópera Nacional de Washington y de la Ópera de Los Ángeles (California). Formó parte del trío de Los tres tenores, junto al también español José Carreras y al italiano Luciano Pavarotti. Domingo es conocido por su voz versátil, lo que le ha permitido cantar como barítono y tenor.


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E LUCEVAN LE STELLE (TOSCA)





Disfruten de ambos. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 2606
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)