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viernes, 13 de marzo de 2020

[MIS MUSAS] Hoy, con el poeta José María Quiroga Pla, el compositor Giuseppe Verdi y el pintor Angelo Bronzino




Las Musas, de Thorsvalden


Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual la voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 

Subo hoy al blog al poeta José María Quiroga Pla y su poema "Soñando voy, España...", al compositor Guiseppe Verdi y su aria "La donna e mobile" de la ópera Rigoletto, y al pintor Angelo Bronzino y su cuadro "El triunfo de Venus".



El poeta José María Quiroga Plá


José María Quiroga Pla (1902-1955) fue un poeta, ensayista, escritor, periodista y traductor, perteneciente a la Generación del 27. Sus inicios como poeta aparecen ligados al ultraísmo, colabora en numerosas revistas literarias y participa en el número extraordinario de la revista Litoral dedicado a Góngora. Amigo íntimo del también poeta Pedro Salinas, colaboró con él en la primera traducción al español de "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust. Ocupó diversos cargos al servicio de la República y al término de la guerra civil se exilia en Francia y más tarde en Suiza, donde muere. Fue secretario personal de Miguel de Unamuno, con una de cuyas hijas estuvo casado. Les dejo con su poema.


SOÑANDO VOY, ESPAÑA...

Soñando, España, voy con tus caminos
en mi vagar, al Sena paralelo;
soñando con tu claro y alto cielo,
con tierras de encinar, montes de pinos,

trigueros llanos, viñas y olivares;
que en pan, aceite y vino y campo, al viento
especies vivas de tu esencia, siento
írseme el bien de los perdidos lares.

Soñándolo y soñándote distraigo
del hoy de hieles y el mañana incierto
el corazón y el pensamiento míos;

de tu recuerdo en el regazo caigo,
y en él me empuja de esperanza a puerto
la dulce agua batida de tus ríos.








Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el bel canto de Rossini, Bellini y Donizetti y la corriente del verismo de Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, Il trovatore y La traviata y las obras maestras de la madurez como Don Carlos, Aida, Otello y Falstaff. 

Rigoletto es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le roi s'amuse, de Víctor Hugo. Estrenada el 11 de marzo de 1851 en el teatro La Fenice de Venecia, forma junto con El trovador y La traviata (ambas de 1853), la trilogía popular operística que compuso Verdi a mediados de su carrera. Se trata de un drama de pasión, engaño, amor filial y venganza que tiene como protagonista a Rigoletto, el bufón jorobado de la corte del Ducado de Mantua.

Desde este enlace pueden disfrutar de su famosísima aria "La donna e mobile" interpretada en 1994 en la ópera de Los Ángeles por los tenores José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti. Disfrútenla.



Fotograma de una representación de Rigoletto


Angelo Bronzino, más conocido como Bronzino (1503-1572) fue un pintor italiano áulico, uno de los más destacados representantes del manierismo más refinado, maduro e intelectual. La mayor parte de sus pinturas son retratos de grandes literatos y de integrantes de la familia de los Médicis o de allegados a ésta, por ejemplo de la hermosa Leonor Álvarez de Toledo, hija del virrey de Nápoles y enlazada matrimonialmente con los Médicis. Los retratos, la mayoría en estilo cortesano, llevan un cuidado tratamiento de las vestimentas y joyas, con colores fríos.

Su "Alegoría del triunfo de Venus" fue realizada etre los años 1540 a 1550, en la corte del duque Cosme I de Médici. Tiene una dimensión de 146 x 116 cm y se exhibe en la National Gallery de Londres desde 1860. Es una composición manierista, por su artificialidad y oposición al naturalismo y a los principios de belleza clásica defendidos durante el Alto Renacimiento. En él se representa a Venus sosteniendo la manzana de la discordia en su mano izquierda, y girando su cabeza para dar un beso a Cupido. El tema central de la pintura es el erotismo o el amor prohibido, que acompañado por la envidia y los celos producen consecuencias trágicas.​



El triunfo de Venus, de Bronzino



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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martes, 3 de septiembre de 2019

[A VUELAPLUMA] Plácido Domingo. La ovación sospechosa



Plácido Domingo en el Festival de Salzburgo. (Agencia EFE)


Cuando Plácido Domingo declaró que “las normas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado”, provocó que sus amigos le reprocharan una defensa tan pobre, casi autoinculpatoria. Sin embargo, dice la escritora Elvira Lindo, yo aprecié ese gesto de honestidad, tal vez no calibrada. Fue una ovación sospechosa la que se le tributó a Plácido Domingo en Salzburgo, pero es esa actitud de cambio de mentalidad que él manifiesta en su comunicado la que deberíamos reivindicar.   

Es sorprendente lo que ha ocurrido con Plácido Domingo, comienza diciendo Lindo. La defensa en torno al tenor ha sido tan abrumadora que las que han visto, en este caso, arrebatada su presunción de inocencia han sido las nueve mujeres que señalaron un mal comportamiento en el artista. A ocho de ellas se les reprochaba no dar la cara; a Patricia Wulf, en cambio, darla. Ocho testimonios eran falsos porque se escondían cobardemente en el anonimato; el noveno era falso porque respondía a un afán de notoriedad. Se celebraba como una victoria contra el #MeToo cuando un teatro manifestaba su apoyo al artista, y también la declaración de esas cantantes que alzaban su voz para decir, “conmigo fue un caballero”. Se glosaba una vez y otra la vieja idea de que las mujeres jóvenes son muy aficionadas a rondar a los maestros y a deslizarse en sus camas para, a cambio de sexo, conseguir un empujoncito profesional. La ovación de Salzburgo vino a confirmar algo que no quiere ser puesto en duda: el sistema funciona, y a nuestros maestros, genios, directores, no se les discute su honorabilidad.

Hay algo incompleto, erróneo, en centrar los abusos de poder en el terreno sexual, porque en un mundo tan opaco como el de la música clásica, sobre el cual el público solo llegar a conocer a las estrellas del star system internacional, la cúspide de todo el entramado, es casi lógico ignorar los episodios de humillación, manipulación y autoritarismo que se dan en un sistema en el que los artistas comienzan casi adolescentes y pasan a depender artística y emocionalmente de sus maestros. Ocurre en otros ámbitos, pero en este se advierte un componente clasista que tiene que ver con la práctica de un arte considerado sublime: los que se encuentran dentro de un grupo tan selecto no están dispuestos a que los aires de otros sectores más populares perturben un concepto caduco y abusivo de autoridad que se ha respetado hasta el presente. Lo sexual es, por así decirlo, el terreno más farragoso porque hay una inercia cultural a seguir entendiéndolo como un intercambio de favores entre un genio y sus pupilas o pupilos, más aún cuando a la posición de poder se une el reconocimiento artístico que puede influir en trayectorias de aspirantes tan esforzados.

No habría estado de más que, desde la perspectiva de quienes frecuentan el mundo de este arte exquisito, hubiera habido algo más que una exculpación incuestionable, y a otra cosa mariposa. En estos tiempos en que los derechos laborales están continuamente vulnerados, y dado que en ese universo tanto capital se mueve, por qué no investigar sobre aquellos abusos que son aceptados y que niegan una práctica musical más coherente con los tiempos y, sí, más democrática. Pero solo se contempla la absolución o la condena. A mi juicio, más que poner el acento en el aspecto punitivo, que condena a los señalados a una desproporcionada muerte social, muerte en vida, habría que considerar que la ventilación de estos interiores alfombrados puede contribuir a cambiar el engranaje. Las ovaciones desproporcionadas en estos casos contienen un profundo mensaje reaccionario, que descorazona a quien sufre cualquier abuso de autoridad. Cuando Plácido Domingo declaró que “las normas y valores por los que hoy nos medidos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado”, provocó que sus amigos le reprocharan una defensa tan pobre, casi autoinculpatoria. Sin embargo, yo aprecié ese gesto de honestidad, tal vez no calibrada. Y es esa actitud de cambio de mentalidad la que deberíamos reivindicar.





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sábado, 17 de agosto de 2019

[A VUELAPLUMA] Depredando



El tenor Plácido Domingo (Foto de Angela Weiss)


Detrás de un hombre que da poder por sexo hay lo mismo que detrás de una mujer que da el viceversa, señala el escritor Arcadi Espada. Algunos hombres usan el poder para obtener sexo, comienza diciendo Espada. Algunas mujeres utilizan el sexo para obtener poder. Algunos hombres poderosos interesados por obtener sexo ni siquiera deben usar su poder, sea dicho usar en el sentido más usurero posible: les basta con no ocultarlo. A algunas mujeres inexorables les pasa lo mismo. Quiero decir que los dioses o las diosas seducen y someten muchas veces sin proponérselo. Cuando una de las acusadoras de Plácido Domingo se justifica diciendo que a dios no se le puede dar un no añade la fascinación al chantaje. En esta trama, que explica y oscurece la conducta humana, se producen emboscadas de inmoralidad variable. Para obtener sexo los hombres pueden prometer poder -trabajo, matrimonio, dinero- y no cumplir su promesa. Para obtener poder las mujeres pueden prometer sexo, y no. Esto que explica La Calandria inmortal: "Y tan luego se vio libre, voló, voló, voló".

Desde que las metiómanas empezaron a organizarse con el apoyo de una prensa puramente macartista cada tanto hay noticias de hombres que han usado su poder para obtener sexo. Llamativamente no hay noticias de mujeres que hayan utilizado su sexo para obtener poder. Las razones son difíciles de averiguar. Una posible es la aterradora cultura heteropatriarcal que dificulta a un hombre -caso distinto es el de los gorrioncillos- presentarse como una pobre víctima. Otra es que los hombres oponen menos resistencia a conceder poder a cambio de sexo que las mujeres sexo a cambio de poder. Sospecho que el número de acuerdos es mayor en la primera transacción: hay mujeres que presentan un desinterés común por el sexo y el poder francamente desesperante para todo buen macho. La tercera es que los hombres pueden llegar a ser extraordinariamente cansinos, frecuentemente patéticos en su babosa insistencia sobre las mujeres. La cuarta, last but not least, es que hay más sexo disponible que poder.

A pesar de las dificultades objetivas sería un acto de realismo que empezaran a emerger relatos sobre mujeres que treparon a cualquier árbol valiéndose de méritos no especificados en el tronco. Entre otras razones porque detrás de un hombre que da poder por sexo hay lo mismo que detrás de una mujer que da el viceversa: un tercero o tercera discriminado al que no le bastó con su talento. De ahí que las metiómanas deban pasar ahora a una segunda fase de su general ajuste de cuentas, que es la denuncia del quintacolumnismo de género. El resto de la discusión trata de crímenes y solo la herramienta jurídica debe discernirlo.






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miércoles, 10 de febrero de 2016

[Poesía y música] Hoy, con Miguel Hernández, Giacomo Puccini y Plácido Domingo



Biblioteca Nacional y Teatro Real (Madrid, España)


Como afirmo en una de las entradas más leídas del blog soy capaz de recordar y reconocer casi cualquier fragmento de texto literario o película que haya leído o visto, aunque solo haya sido una vez en la vida. Por el contrario, ni el Azar ni la Naturaleza, mis divinidades paganas preferidas, me han dotado del mismo talento para la música. La diosa Terpsícore me ha negado sus favores, salvo en aquellas piezas que ya forman parte, por la amplitud de su difusión, del imaginario colectivo de la humanidad. Y esa incapacidad para recordar y reconocer piezas musicales, es una de las circunstancias que más dolor me producen, porque en contraste con ellas la música es de todas las Bellas Artes la que más profundas emociones me provoca.

George Steiner, uno de los más grandes intelectuales del siglo XX, dice en su libro Errata. El examen de una vida, uno de los más hermosos textos que he leído nunca, lo siguiente: "El canto (y la música) es, simultáneamente la más carnal y la más espiritual de las realidades. Aúna alma y diafragma. Puede, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis. La voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia". Estoy en completo acuerdo con él.

La UNESCO instituyó el año 2000 el Día Mundial de la Poesía, que se celebra cada 21 de marzo, entendiendo que el mundo contemporáneo tiene necesidades estéticas y sociales que la poesía puede cubrir. Así pues, continúo con esta entrada de hoy la nueva sección del blog, Poesía y música, aunando algunos de los más bellos poemas en español con algunas de las más hermosas arias operísticas de la historia.

Continúo hoy la serie dedicada a Poesía y música con el poema Elegía, de Miguel Hernández, y la bellísima aria E lucevan le stelle ("Y brillaban las estrellas") de la ópera Tosca, de Giacomo Puccini, cantada por el tenor español Plácido Domingo. Esto último pueden hacerlo desde el enlace de más arriba o en el vídeo del final de la entrada.




Miguel Hernández


Elegía es un poema de Miguel Hernández perteneciente al libro El rayo que no cesa (1936), dedicado a la memoria de su compañero José Ramón Marín Gutiérrez, conocido con el seudónimo de Ramón Sijé. Miguel Hernández Gilabert (1910-1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como genial epígono de la generación del 27.


***

ELEGIA

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé con quien tanto quería).

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(Miguel Hernández, 10 de enero de 1936)


***



Giacomo Puccini


E lucevan le stelle ("Y brillaban las estrellas") es una famosa romanza para tenor de la ópera Tosca, compuesta por Giacomo Puccini con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, estrenada el 14 de enero de 1900 en el teatro Costanzi de Roma. Es una composición elegíaca del tercer acto final, donde el protagonista, el pintor republicano y simpatizante de las ideas liberales Mario Cavaradossi, entona como prisionero en el Castillo Sant'Angelo (Roma), momentos antes de su inminente ejecución. Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini (1858-1924) fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX. Fue uno de los pocos compositores de ópera capaces de usar brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se lo considera el sucesor de Giuseppe Verdi. Algunas de sus melodías, como "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi y "Nessun Dorma" de Turandot, forman parte de la cultura popular.



Plácido Domingo


José Plácido Domingo Embil (1941), más conocido públicamente como Plácido Domingo, es un cantante, director de orquesta, productor y compositor español, actual director general de la Ópera Nacional de Washington y de la Ópera de Los Ángeles (California). Formó parte del trío de Los tres tenores, junto al también español José Carreras y al italiano Luciano Pavarotti. Domingo es conocido por su voz versátil, lo que le ha permitido cantar como barítono y tenor.


***

E LUCEVAN LE STELLE (TOSCA)





Disfruten de ambos. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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martes, 13 de agosto de 2013

El mayor espectáculo del mundo. Festival de Ópera desde La Arena de Verona. Junio 2013





La Arena (Verona, Italia)



El domingo 12 de agosto, la 2 de RTVE, dentro de su programa "El Palco" presentado por la soprano Ainhoa Arteta, emitió la gala lírica que con motivo de su primer centenario tuvo lugar en La Arena de Verona (Italia) el pasado mes de junio, dedicado a la memoria de Luciano Pavarotti, en el que intervinieron, entre otros muchos, tenores como Plácido Domingo y Andrea Bocelli o la soprano María José Siri, interpretando arias de Tosca, Norma, El Barbero de Sevilla, Madama Butterfly, y otras.

Un fascinante espectáculo, sin duda el mayor espectáculo del mundo, que pueden ustedes disfrutar íntegramente en este enlace. No dejen de hacerlo. Se lo recomiendo encarecidamente.

Y sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




La soprano Ainhoa Arteta




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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)