domingo, 15 de diciembre de 2024

De las viñetas de humor de hoy domingo, 15 de diciembre de 2024

 






























sábado, 14 de diciembre de 2024

De las entradas del blog de hoy sábado, 14 de diciembre de 2024

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 14 de diciembre de 2024. La semana política termina con intrigas de gran calado dentro y fuera de España, afirma el periodista Fernando Ónega en la primera de las entradas del blog de hoy, que afectan a multitud de países, a multitud de regímenes, a multitud de creencias, a la propia supervivencia de la democracia. En la segunda, un archivo del blog de mayo de 2009, el autor del mismo escribía: Ayer comenzó el debate anual sobre el Estado de la Nación, hace muchos años que no lo sigo en su integridad, aunque si veo, escucho y leo los comentarios que sobre él se formulan, sin excesivo interés, dicho sea de paso, pues en términos generales me parece una pantomima en la que nadie escucha al otro. La tercera de hoy es un poema de Fernando Pessoa que comienza con estos versos: Sentado junto a la ventana,/A través de los cristales, empañados por la nieve,/Veo su adorable imagen, la de ella, mientras/Pasa… pasa… pasa de largo… Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt














De la copla de Feijóo

 






La semana política termina con intrigas de gran calado dentro y fuera de España, afirma en La Vanguardia [Ni contigo ni sin ti, la copla de Feijóo, 06/12/2024] el periodista Fernando Ónega. Afectan a multitud de países, a multitud de regímenes, a multitud de creencias, a la propia supervivencia de la democracia. Son, por tanto, momentos críticos para la humanidad en los que puede pasar todo, desde una catástrofe climática hasta que las guerras actuales lleven a una conflagración mundial, que sería de aniquilación; desde una nueva recesión económica hasta una revuelta ideológica que entierre las convicciones que sirvieron de base al Estado del bienestar, y desde un desmoronamiento de la Unión Europea por las crisis del eje franco-alemán a la ocupación del poder por los extremismos trumpistas que no dejan de subir en su visible conquista de poder y viven la euforia del triunfo de su líder norteamericano y la confusión derivada de la extraña alianza de Le Pen y las izquierdas francesas. Así está la superficie de la enmarañada realidad política.

Corrupciones al margen, la intriga netamente española tiene sus orígenes en el 2023, cuando ocurrieron tres acontecimientos trascendentes: el gran triunfo del Partido Popular en las elecciones autonómicas y locales, la rápida y astuta reacción de Pedro Sánchez de amortiguar los efectos de su derrota con el adelanto de las urnas generales, y la insuficiente victoria del PP el 23 de julio, probablemente debida a los desatinados pactos con Vox. Esos pactos le regalaron a la izquierda española la gran munición que no dejó de utilizar desde entonces en mítines, declaraciones, sesiones de control parlamentario y este último fin de semana en el 41.º Congreso del Partido Socialista. El recurso dialéctico de sumar derecha y extrema derecha como crítica en los discursos y como amenaza en las intenciones ha sido la gran aportación socialdemócrata, creo que la única, al debate político nacional.

Y hace solo dos días, la última noticia: Vox rechaza aprobar los presupuestos de seis comunidades gobernadas por el PP. “Las cuentas, en el aire por la amenaza de los de Abascal”, tituló este diario. ¿Cuál era el motivo de decisión tan radical? El mismo que ya había llevado a los consejeros autonómicos de Vox a abandonar los gobiernos en que estaban: la disposición del PP a negociar con los socialistas la ley de Extranjería y el tratamiento de los inmigrantes menores no acompañados, los famosos menas.

A efectos de ocupación del poder, no ocurre nada grave en el corto plazo: los presupuestos se pueden prorrogar, sufren los servicios públicos, pero no habrá caída de gobiernos. A efectos de futuro, sí hay consecuencias. La principal procede del momento en que esta crisis se produce: solo tres días después de que Pedro Sánchez anunciase la reconquista de los territorios perdidos en el 2023. Y la derecha, siempre tan desprendida, siempre tan generosa, le hace el inapreciable regalo de la inestabilidad de sus mandatos. Hace solo dos semanas, la mayoría progresista que sostiene a este gobierno daba un ejemplo de entendimiento, capacidad de renuncia y, por tanto, de solidez. Sánchez podía soñar con la aprobación de los presupuestos del Estado. Hoy, la renqueante mayoría conservadora se resquebraja y deja a los gobiernos autonómicos sin presupuestos. Pongan a enfriar el cava en la Moncloa y en Ferraz.

La pregunta de circunstancias es demasiado fácil, pero hay que hacerla: ¿qué estaría ocurriendo en España si el 23 de julio del 2023 la suma de diputados del Partido Popular y Vox hubiera dado la mayoría suficiente para gobernar? No es preciso que este cronista responda, porque todos ustedes tienen la respuesta: la presidencia del Gobierno de España estaría todos los días en el alero por las exigencias del socio fundamental; exigencias que Feijóo acaba de calificar como chantajes.

¡Ay, recordado Santiago Carrillo! Alberto Núñez Feijóo le podría cantar a Santiago Abascal la copla que tanto gustaba al líder comunista: “Ni contigo ni sin ti / tienen mis penas remedio. / Contigo porque me matas, / sin ti porque me muero”. Mata una alianza del Partido Popular y Vox, porque da miedo y es repudiada por la España centrista y moderada. Y se muere sin esa alianza, porque obliga a Feijóo a ganar por mayoría absoluta, si realmente quiere gobernar. A fecha de hoy, las encuestas que lo sitúan a las puertas de La Moncloa lo hacen desde la suma de los escaños de los dos partidos. Y eso convierte los sondeos de intención de voto en argumentos de rechazo: votar al PP será, como dice la propaganda de izquierda, votar extremismo. Ni contigo ni sin ti…












[ARCHIVO DEL BLOG] Sobre el cinismo. Publicado el 13/05/09











Ayer comenzó el debate anual sobre el Estado de la Nación. Hace muchos años que no lo sigo en su integridad, aunque si veo los resúmenes y escucho y leo los comentarios que sobre él se formulan a "toro pasado" en prensa, radio o televisión. Sin excesivo interés, dicho sea de paso. No es un "debate" que me preocupe. En términos generales me parece una pantomima en la que nadie escucha al otro, la oposición proclama apocalipsis y catástrofes varias que no concreta, y el gobierno (cualquier gobierno, todos los gobiernos) aprovecha para "sacar conejos" de la chistera que dejen con el paso cambiado a sus adversarios políticos y arranquen ¡oohées! de admiración de sus partidarios.
La pantomima, la mayoría de la ocasiones, ni siquiera alcanza la categoría de "representación" que, como yo explicaba a mis alumnos de los cursos de formación de representantes sindicales, resulta esencial en toda actividad pública. Parece que esta vez la "sacada de conejos" ha sido bastante más espectacular de lo esperado, el presidente del gobierno ha estado más en su lugar de lo habitual en él, y el líder de la oposición conservadora ha acreditado una vez más que podrá ganar unas elecciones (hasta un gilipollas de nacimiento como George Bush -hijo- las ganó dos veces) pero no convence ni a los suyos.
Como es muy probable que vuelva sobre el asunto en días posteriores, dejo por hoy el Debate sobre la Nación para comentar dos noticias que me han dejado un buen sabor de boca. La primera se refiere al gobernador del Banco de España, el señor Fernández Ordóñez, al que, estimo yo, con buen tino, el secretario general de la Unión General de Trabajadores de España, el señor Cándido Méndez, calificó días pasados de bocazas a cuenta de sus reiteradas declaraciones en favor del abaratamiento del despido, la congelación de las pensiones, el aumento de la jornada laboral y la disminución de los salarios de los trabajadores.
Pues bien, el parlamentario socialista europeo, don Josep Borrell, recordaba ayer que le gustaría oir alguna vez al gobernador de nuestro banco central su opinión sobre los sueldos de los presidentes de los grandes bancos nacionales españoles (que alcanzan de media los 6.000.000 de euros anuales, con primas en planes de pensiones que se incrementan también anualmente en 3.000.000 de euros por término medio), en lugar de clamar una y otra vez por el abaratamiento del despido, la rebaja de los salarios y la congelación de las pensiones de los trabajadores.
Otra noticia de hace unos días, aparte de la repentina admiración jaculatoria del señor presidente de los (grandes) empresarios españoles, cuyo nombre no recuerdo ni tengo el menor interés en recordar, sobre los fastuosos (a su juicio) órganos reproductivos de la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, doña Esperanza Aguirre, es la de que los sueldos medios de los directivos de las empresas españolas que cotizan en el IBEX alcanza los 900.000 euros anuales. No se si es mucho o poco. Desde luego, yo no estoy en contra de que esos directivos ganen mucho dinero, siempre que hagan crecer a sus empresas respectivas, generen riqueza productiva para el país y creen empleos estables y bien retribuidos. Pero que esos mismos señores limiten su receta para salir de las crisis a recibir sin control ni responsabilidad alguna por su parte dinero público (de todos) en cantidades ilimitadas, destruyan empleo, congelen o bajen los salarios de sus trabajadores, aumenten sus jornadas de trabajo, limiten sus derechos y recorten sus prestaciones sociales y sus pensiones, me parece, como mínimo un ejercicio de cinismo y de desvergüenza.
Termino con otro interesante artículo en el que Rafael Argullol, escritor y profesor de Estética en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, titulado "El gran saqueo", comenta el varapalo dado por el Parlamento europeo a España con motivo del Informe presentado al mismo por la diputada europea verde, Marguete Auken, sobre el "Impacto de la urbanización extensiva en España en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicación del Derecho comunitario". No tiene desperdicio. Les invito a leer el artículo del profesor Argullol más adelante, y el Informe aprobado por el Parlamento europeo. Esto último pueden hacerlo en Internet..
No se si la "política" en España, entendida como la actividad que desarrollan los políticos en todos sus niveles (locales, regionales, estatales) es de mejor o peor calidad que la que se lleva a cabo en Alemania, Francia, Portugal, Gran Bretaña, o Andorra. Dos de mis mejores amigas y un sobrino se dedican a la política activa en cargos de diversa responsabilidad; son honestos, trabajadores incansables, desinteresados, con una excelente formación académica, y sinceramente, no entiendo muy bien que hacen en ella (en la política) aparte de tragarse cada día, con mejor o peor disposición, media docena de sapos crudos en esta república bananera en que hemos convertido a Canarias. Desde luego, pienso que no hemos llegado (aún, pero crucemos los dedos) a la situación de degradación de la Italia berlusconiana, pero en todo caso me parece que tanto la política canaria como la española están muy alejadas del nobilísimo papel que mi idolatrada Hannah Arendt reclamaba para ella (la política) como manifestación pública de confrontación de ideas en el ágora siempre abierta y al aire libre de una sociedad democrática. De ahí, mi añoranza de tu magisterio, querida Hannah. Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt







Del poema de cada día. Hoy, Cuando ella pasa, de Fernando Pessoa (1888-1935)





 


CUANDO ELLA PASA



Sentado junto a la ventana,

A través de los cristales, empañados por la nieve,

Veo su adorable imagen, la de ella, mientras

Pasa… pasa… pasa de largo…


Sobre mí, la aflicción ha arrojado su velo:-

Una criatura menos en este mundo

Y un ángel más en el cielo.


Sentado junto a la Ventana,

A través de los cristales, empañados por la nieve,

Pienso que Veo su imagen, la de ella,

Que no pasa ahora que no pasa de largo.



Fernando Pessoa (1888-1935)

poeta portugués
















De las viñetas de humor de hoy sábado, 14 de diciembre de 2024

 




















































viernes, 13 de diciembre de 2024

De las entradas del blog de hoy viernes, 13 de diciembre de 2024

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 13 de diciembre de 2024. El Gobierno de Michel Barnier ha llegado a un punto final, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el politólogo Sami Naïr: Es una derrota anunciada; atrapado entre dos fuerzas políticas contrapuestas este mandato en minoría tenía los días contados desde la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024. En la segunda, un archivo del blog de junio de 2017, el escritor  Gustavo Martín Garzo comentaba que éramos hijos de la naturaleza y que alejarnos de ella es una de las tragedias del hombre actual. La tercera es hoy un poema de H. D. Thoreau que comienza con estos versos: De buena gana tiraría los libros, leer no puedo,/se descarría entre las páginas el pensamiento,/busca la pradera, donde halla más rico alimento,/y no repara en puntería ni en denuedo. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt










Del atolladero francés

 






El Gobierno de Michel Barnier ha llegado a un punto final. Es una derrota anunciada, escribe en El Pais [El descalabro de Emmanuel Macron y Michel Barnier, 04/12/2024] el politólogo Sami Naïr.  Atrapado entre dos fuerzas políticas contrapuestas —la coalición de la izquierda del Nuevo Frente Popular y la extrema derecha de Reagrupamiento Nacional—, este mandato en minoría tenía los días contados desde la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024. Todos sabían que caería en cuanto el primer ministro osara sacar de la chistera el artículo 49.3 de la Constitución, que permitiría aprobar los presupuestos generales limitando la potestad legislativa del Parlamento. Así que el primer ministro Barnier quedó tocado y hundido tras una moción de censura: un contratiempo de esta envergadura no había ocurrido desde 1962. Es un sonoro revés. Y el descalabro de su líder, Emmanuel Macron, después de provocar la disolución de las Cortes, una decisión que lo convirtió, dada la árida polarización política del país, en el blanco de sus adversarios, enfrentados entre sí, pero de acuerdo entre ellos para derrotarle. Reincidió en el error de nombrar a un primer ministro en minoría que comulga con una política cada vez más escorada a la derecha y aún más confusa que la suya. La idea de un gobierno implícitamente codirigido por la derecha y la extrema derecha no ha funcionado. Así que Macron ha vuelto a la escena tras el eclipse de censura de Barnier.

Macron tiene tres opciones: no hacer nada y esperar hasta julio de 2025, fecha en la que podrá disolver de nuevo la Asamblea Nacional y buscar una nueva mayoría. Mientras tanto, Michel Barnier continuaría gestionando, con un gobierno técnico, los asuntos corrientes utilizando el presupuesto de 2024, pero con graves repercusiones para la economía del país. La segunda alternativa sería la de nombrar un nuevo primer ministro con un perfil más adecuado a los ojos de Marine Le Pen y su partido, como el actual ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, o el presidente del partido centrista Modem, François Bayrou, y mantenerse con ese formato agónico hasta 2027, salvo nueva moción de censura. O, finalmente, mediante un gesto de honor y de responsabilidad, podría aceptar la cohabitación con la izquierda y sus aliados para que gobiernen en coalición, o bien dimitir y permitir al electorado sacar a Francia del atolladero en el que la ha metido.

Sin embargo, cualesquiera que sean las hipótesis que se barajen en este escenario, no pueden desviar la atención respecto de otras coordenadas que sirven para entender mejor el actual tablero político. Porque lo que está realmente en juego es algo más que una batalla ante unas posibles elecciones generales en junio de 2025. La actitud del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, que ha sometido a Michel Barnier al albur de sus caprichos, haciendo y deshaciendo, y secundando, después, una moción de censura contra él, no busca sino forzar la dimisión de Macron y convocar elecciones presidenciales anticipadas lo antes posible.

Son tres las razones que la mueven: el electorado de Le Pen quiere poner fin al régimen macroniano, que tacha de antinacional; ella misma se afirma como única candidata, idónea y preparada para vencer en los próximos comicios, y los sondeos no desmienten esta convicción. Por último, pero no menos importante, la justicia le está pisando los talones a Le Pen. Se enfrenta a una posible inhabilitación para el ejercicio del sufragio activo por estar involucrada en un caso de corrupción por parte de parlamentarios europeos vinculados a su partido. Las elecciones presidenciales son, pues, vitales para su supervivencia política. No ofrecerá a nadie el regalo de la pérdida de su inmunidad hasta 2027.

Desde el otro lado de la rivalidad, la urgencia de Jean-Luc Mélenchon por lograr la dimisión del presidente es igual de vehemente. Sabe que la relación de fuerzas en la izquierda está cambiando. La coalición anti-Francia Insumisa, que reúne a socialistas disidentes con los que François Hollande podría finalmente confluir para regresar a la carrera presidencial, la actitud ambigua de los Verdes, el acoso mediático que sufre el partido, entre otras razones por su apoyo a los palestinos, y, finalmente, la inexistencia de una alternativa real en la izquierda, empujan a Mélenchon a hacer todo lo posible para adelantar elecciones presidenciales. Está tan dispuesto como Marine Le Pen.

Mientras, la situación en Francia sigue deteriorándose, la deuda es colosal (supera el billón de euros), el clima social es un barril de pólvora, aumentan las reivindicaciones de agricultores, funcionarios, pensionistas y asalariados frente a una inflación que desciende solo en apariencia. Nadie puede garantizar que el edificio institucional y político resista la presión combinada de la extrema derecha, principal fuerza que aglutina por sí sola a 11 millones de votantes, y de un régimen político tan fallido como imprevisible. El fracaso de Emmanuel Macron es rotundo.












[ARCHIVO DEL BLOG] La vida de la naturaleza y sus criaturas. Publicado el 04/06/2017












Somos hijos de la naturaleza, dice el escritor Gustavo Martín Garzo en un reciente artículo, y alejarnos de ella es una de las tragedias del hombre actual y la razón por la que la gente vacila y no sabe qué hacer. El mundo entero es una creación y nuestro tiempo sigue siendo el del Génesis, añade.
En Lila, la novela de Marilyn Robinson, sigue diciendo Martín Garzo, hay una escena preciosa en que la joven protagonista entra en la iglesia de un pequeño pueblo donde se encuentra con un pastor protestante que nada más verla se siente arrebatado por un amor inexplicable que le hace querer pasar el resto de su vida a su lado. Sin embargo, nada tienen en común. Él, el reverendo Ames, se ocupa de su iglesia y de sus sermones, de hondo contenido teológico; y ella, Lila, es una marginada que ha pasado por todo tipo de experiencias y calamidades antes de que el azar la condujera hasta ese pueblo. Sin embargo, el reverendo, que la triplica la edad, siente al verla el deseo irreprimible de casarse con ella. Y ella acepta, sin saber porqué. “¿Y qué pasa si estoy loca?, le dice. ¿Qué pasa si me persigue la ley? Lo único que sabe de mí es lo que puede ver cualquiera mirando. Y nadie ha querido casarse nunca conmigo”. La joven abandona la iglesia, y el reverendo Ames no puede dejar de exclamar: “¡Qué va a ser de ti, criatura mía!”
Pero ¿qué queremos decir cuando llamamos a alguien criatura?, añade más adelante. María Moliner al definir la palabra en su diccionario habla de cualquier cosa creada con relación a Dios; pero también de la inocencia inexplicable que hay en esos seres que no podemos dejar de mirar. Y así estar hecho una criatura es estar joven de aspecto; ser una criatura, ser una persona demasiado ingenua para las cosas de las que se trata (se quiere casar pero es una criatura), y con la expresión “no seas criatura” se intenta disuadir a alguien de una idea algo desatinada. Pero en todos los casos, al llamar a alguien así nos estamos reconociendo presos de su encanto y dispuestos a perdonarle sus locuras, como nos pasa con los niños pequeños. La palabra criatura habla en suma de creación, de la pervivencia del paraíso en la tierra.
Manoel Oliveira, comenta, dijo que todos los problemas de nuestro tiempo proceden de que el hombre ha olvidado que es solo una criatura, no el creador de las cosas. Y ya se sabe lo que pasa con el que se siente creador de algo, que no solo se siente autorizado a servirse de ello como se le antoja sino también a decirles a los demás lo que deben hacer. El progreso técnico, los grandes beneficios que acumulan los sociedades más privilegiadas y el sentimiento de omnipotencia que generan han hecho olvidar a los seres humanos su condición de criaturas. Hoy todos se sienten creadores, y este es el problema.
La religión, añade, al postular la existencia de un Creador, libraba a hombres y mujeres de la tentación de sentirse dueños de las cosas. Mas no hace falta un dios para darse cuenta de que el mundo ya existía antes de nacer nosotros, y que lo seguirá haciendo cuando ya no estemos en él. No hace falta pensar en un dios que todo lo puede para ver el mundo como algo de lo que no podemos servirnos como si fuera una propiedad más de las muchas que tenemos. Somos hijos de la naturaleza y alejarnos de ella es una de las tragedias del hombre actual, y la razón por la que la gente vacila, y no sabe qué hacer. Creemos que la ciencia lo resolverá todo, pero eso no es cierto. La ciencia nos ayuda a entender las leyes que rigen el mundo, y nos ofrece medios para transformarlo, pero no nos dice como vivir en él.
Hemos dado la espalda al mundo natural, dice. No me refiero solo a que contaminemos ríos y mares, nuestras fábricas envenenen el aire, o transformemos las costas en una urbanización sin fin, sino que hemos dejado de escuchar lo que nos dice la naturaleza. El hombre actual se ha separado de los ríos, las montañas, las estaciones y los animales, y ha transformado la naturaleza en poco más que un telón de fondo que decora sus excursiones dominicales. El dictamen de Ludwig Wittgenstein acerca de que todo lo que sabemos es por gracia de la naturaleza dudo que pueda resultar comprensible al hombre de hoy. Es un hecho único, al que apenas hemos prestado atención, ya que, en todas las culturas y en todos los tiempos, el hombre no solo ha respetado a la naturaleza sino que ha pensado que estaba unido a ella, y que tenía que aprender a escucharla y, por supuesto, a cuidarla. Que los árboles, fuentes y ríos guardaban secretos y misterios que les estaban destinados. El mundo entero es una creación y nuestro tiempo sigue siendo el del Génesis. Esa creación no está concluida, y depende de nuestras palabras y sueños que sus promesas se cumplan.
Todo el cine de Jim Jarmusch, comenta más adelante, habla de la búsqueda de ese hogar perdido. En Extraños en el paraíso, su segunda película, dos amigos conocen a una joven y deciden viajar con ella hasta Florida, en busca de unas buenas vacaciones. Pero ese lugar con el que sueñan no aparece por ningún lado y terminarán separándose. Memphis, la ciudad de Elvis Presley, es el hogar soñado al que quiere llegar la pareja de japoneses que aparece en Mystery Train. Pero la ciudad está lejos de ser lo que esperan y el hotel en que se alojan es un lugar destartalado y lleno de mugre, donde una mujer vivirá una historia disparatada. En todos los personajes de Jarmusch hay un resto de inocencia inexplicable, su problema es que no saben adónde ir.
Pero esto cambia en Paterson, comenta, su última y más extraordinaria película. Nadie que la haya visto olvidará los despertares de la pareja protagonista, ni olvidará a los gemelos que caminan por las calles de la ciudad, a la niña lectora de Emily Dickinson, al negro filósofo que regenta el bar en que un grupo de parroquianos se toma su última cerveza, o al japonés que en la última escena le entrega a Paterson un cuaderno para que anote sus poemas. El milagro de Jarmusch es hacer que su cine, hecho casi siempre de escenas cotidianas, arraigue misteriosamente en nuestra imaginación. En Dead Man, Exaybachay, un indio vagabundo cuyo nombre significa “el que habla alto sin decir nada”, le recuerda a William Blake (Johnny Depp) un poema del poeta visionario inglés que lleva su nombre. Cada mañana, cada noche, / algunos nacen para el dulce encanto / y otros para la noche sin fin. Todos los que conservan la condición de criaturas han nacido para el dulce encanto, aunque tengan que malvivir en esa noche sin fin que tantas veces es su deambular por esta tierra.
En Ghost Dog (El camino del samurái), concluye Martín Garzo, hay un momento en que uno de los personajes contempla desde la azotea a un hombre que está construyendo un barco en la terraza de un edifico próximo. Se trata de un barco enorme que, como es lógico, nunca podrá bajar de ahí. Pero eso no supone ningún problema para él, que un día tras otro continúa impertérrito su obra. Ese barco varado en la terraza de un rascacielos es una metáfora de lo encantadora y absurda que es la poesía. ¡Qué importa que no sirva para nada! La poesía, como dijo Nietzsche, es empeñarse en seguir soñando aun sabiendo que se trata de un sueño. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt