Una profunda tristeza me ha provocado la lectura de sendos artículos en "Canarias Ahora", escritos por los periodistas José Antonio Alemán y Juan García Luján, sobre la más que probable desaparición a corto plazo de El Museo Canario de Las Palmas ante la impasibilidad y desidia -al alimón- de las corporaciones locales de la ciudad, la isla y el archipiélago.
Fundado en 1879 por el doctor Gregorio Chil y Naranjo, El Museo Canario es, sin duda alguna, la más importante institución cultural y cientifica privada de Canarias, albergando en sus salas la mayor colección del mundo de momias y restos aborígenes canarios, una impresionante hemeroteca y una colección bibliográfica y documental fundamental e imprescindible para conocer la Historia de Canarias.
Ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el gobierno de Canarias le retira el cincuenta por ciento de la subvención que le otorgaba anualmente, y el Cabildo de Gran Canaria, la máxima institución de gobierno de la isla, para no ser menos, el veinticinco por ciento de la suya.
Desde que llegué a Gran Canaria, en 1967, he llevado a El Museo Canario a todos los peninsulares, familiares, amigos y simples conocidos, que tenían la fortuna de recalar por aquí, aunque fuera de paso. Ninguno de ellos quedaba decepcionado de la visita, y se marchaban prendados de la reproducción de la inigualable Cueva Pintada de Gáldar, enamorados del famoso Ídolo de Tara, la más importante pieza arqueológica del archipiélago, y fascinados por las momias aborígenes en él depositadas. Todo eso está ahora en peligro de muerte. Quizá, como dice José Antonio Alemán es que esta sociedad no se merece una institución como El Museo Canario, pero yo pienso que lo que no nos merecemos los canarios es la pandilla de incompetentes que tenemos en los distintos ámbitos de gobierno de Canarias.
Fundado en 1879 por el doctor Gregorio Chil y Naranjo, El Museo Canario es, sin duda alguna, la más importante institución cultural y cientifica privada de Canarias, albergando en sus salas la mayor colección del mundo de momias y restos aborígenes canarios, una impresionante hemeroteca y una colección bibliográfica y documental fundamental e imprescindible para conocer la Historia de Canarias.
Ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el gobierno de Canarias le retira el cincuenta por ciento de la subvención que le otorgaba anualmente, y el Cabildo de Gran Canaria, la máxima institución de gobierno de la isla, para no ser menos, el veinticinco por ciento de la suya.
Desde que llegué a Gran Canaria, en 1967, he llevado a El Museo Canario a todos los peninsulares, familiares, amigos y simples conocidos, que tenían la fortuna de recalar por aquí, aunque fuera de paso. Ninguno de ellos quedaba decepcionado de la visita, y se marchaban prendados de la reproducción de la inigualable Cueva Pintada de Gáldar, enamorados del famoso Ídolo de Tara, la más importante pieza arqueológica del archipiélago, y fascinados por las momias aborígenes en él depositadas. Todo eso está ahora en peligro de muerte. Quizá, como dice José Antonio Alemán es que esta sociedad no se merece una institución como El Museo Canario, pero yo pienso que lo que no nos merecemos los canarios es la pandilla de incompetentes que tenemos en los distintos ámbitos de gobierno de Canarias.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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"El Museo Canario", por José A. Alemán
Quienes crecimos en las inmediaciones de El Museo Canario y pasamos horas de la niñez, de la adolescencia y la juventud entre sus colecciones arqueológicas y de Ciencias, en su hemeroteca y biblioteca, no le dábamos esa mayor trascendencia. Formaba parte de nuestras vidas, del entorno en que nos movíamos, estaba tan dentro de lo cotidiano como ir al colegio, jugar al fútbol, a piola, a calimbre, participar en las "guirreas" a pedrada limpia, realizar incursiones por las plataneras de la Vega de San José o acercarnos al castillo de San Cristóbal.
Con el paso del tiempo, a medida que comenzábamos a percibir la realidad de la dictadura franquista, el Museo adquirió connotaciones que ya eran evidentes la tarde lejana en que el padre claretiano Martín Sarmiento se plantó en unas jornadas sobre darwinismo. Fue dispuesto a reventarlas con lo que hoy llamaríamos "creacionismo" y argumentos como el de si fue primero el huevo o la gallina para dejar sentado que la sucesión ovípara, por mucho que se pierda en la noche de los tiempos, acabaría en el primer huevo o la primera gallina tras los que estaría necesariamente Dios Creador. Como advirtiera en la réplicas Martín Sarmiento cierta ironía, montó en cólera y cogió puerta bramando que sí, que algo de razón tendría Darwin pues al menos era seguro que los participantes en el acto descendían directamente del mono. Fue el Museo la primerísima "zona" de libertad para muchos de nosotros.
Tras su fundación, en 1879, El Museo Canario se convirtió en la principal referencia cultural de la ciudad de Las Palmas y de su isla. Irradiaba al resto del archipiélago y adquirió notable proyección en el mundo científico internacional. A bote pronto, recuerdo el congreso del Cro Magnon del que fuera aglutinante. No es preciso ponderar sus fondos documentales entre los que figura la mayor parte de cuanto se ha escrito en Canarias; con lo que eso significa. Bien lo saben los investigadores, los historiadores, los profesores, los periodistas y cuantos han realizado tesinas y tesis doctorales imposibles de no estar ahí el Museo, a falta de Universidad. Como lo saben también los colegiales que acudían a realizar sus trabajos. O los simples curiosos enganchados por algún tema. Todos tenían a su disposición la biblioteca y la hemeroteca que sólo cierran el día de Navidad y Año Nuevo. Presta, pues, el Museo un servicio público gracias no a sus miserables presupuestos y al desvelo de las autoridades sino al entusiasmo de los empleados que participan de los mismos móviles de los directivos que sacrifican su tiempo en el esfuerzo no retribuido que ha hecho el milagro de que el Museo siga entre nosotros.
Pero puede dejar de existir. El Gobierno ha rebajado un 50% su aportación en los presupuestos que acaba de aprobar; el Cabildo grancanario la ha reducido un 26% en los suyos. Si se comprende que la condición canariona de la institución baste a ATI para golpearlo, se entiende menos que el Cabildo grancanario ponga de su parte al intento de dinamitarlo.
Da vergüenza. Un bochorno para la ciudad, para la isla y los gestores culturales con visa oro por cuenta de la Consejería. Se ha tratado en ocasiones de justificar el desinterés de la Administración por la institución en el hecho de que es institución privada. Pobre excusa que inhabilita el carácter público de sus prestaciones y el hecho de que si el Museo dependiera de los políticos necesitaría una legión de funcionarios a sueldo para sustituir al puñado de empleados que lo mantienen hoy. Sería, eso sí, un nuevo lugar donde colocar los políticos a su gente a quemar presupuestos.
Hay peligro cierto de que El Museo Canario cierre. El destino de sus colecciones arqueológicas y documentales y de sus fondos impresos es incierto. Podrían "perderse" no pocos y acabar los demás desperdigados entre instituciones públicas que, paradójicamente, dificultarán el libre y fácil acceso a ellos que ha venido garantizando el Museo. Claro que, mirando otros casos y considerando la indiferencia social ante la reiterada destrucción de tantos referentes, habría que plantearse si esta sociedad se merece realmente tener El Museo Canario. (Canarias Ahora, 23/12/08).
Hay peligro cierto de que El Museo Canario cierre. El destino de sus colecciones arqueológicas y documentales y de sus fondos impresos es incierto. Podrían "perderse" no pocos y acabar los demás desperdigados entre instituciones públicas que, paradójicamente, dificultarán el libre y fácil acceso a ellos que ha venido garantizando el Museo. Claro que, mirando otros casos y considerando la indiferencia social ante la reiterada destrucción de tantos referentes, habría que plantearse si esta sociedad se merece realmente tener El Museo Canario. (Canarias Ahora, 23/12/08).
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"El desprecio al Museo Canario", por Juan García Luján
Don Gregorio Chil y Naranjo fue un patriota, en el sentido más profundo y auténtico de la palabra. En contra de la voluntad de su tío y padrino Gregorio Chil Morales, prefirió ir a estudiar a París que convertirse en sacerdote. En la capital francesa Chil y Naranjo pudo aprender de un país que construía un futuro y cuidaba su pasado. Uno de sus rincones favoritos era el Museo de Paleontología y Anatomía. Cuenta su biógrafo Juan Bosch Millares que seguramente Gregorio Chil y su amigo Juan Padilla Padilla fueron testigos y animadores del París revolucionario de 1848. Cuando regresó a su isla abrió una consulta como médico en su casa de la calle Los Balcones, allí atendió a los que podían y a los que no podían pagarle la consulta. Además de curar a los enfermos, su otra pasión fue la investigación sobre nuestra historia.
La vinculación de Chil y Naranjo a varias sociedades de científicos de Francia, España e Italia le sirvió para intercambiar conocimientos y poder investigar la vida y costumbres de los canarios prehispánicos. Le gustaba a Gregorio Chil y Naranjo coleccionar piezas de los antiguos canarios y conocer todas sus costumbres. Después de visitar bibliotecas, ateneos, archivos y sociedades antropológicas e históricas para conocer todo lo escrito sobre la población canaria, el doctor Chil y Naranjo escribió 'Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las islas Canarias'.
En su obra el Dr. Chil apoya las teorías darwinistas de la evolución humana, lo que provocó que el obispo de Canarias José María Urquinaona la sentenciase como sacrílega, Chil fue excomulgado y su obra denunciada en todas las parroquias. Tuvo la excomunión mayor, lo que equivalía al aislamiento social. Pero los científicos canarios y europeos apoyaron a Gregorio Chil. Una de las muestras más claras fue la respuesta que recibió a su proyecto de crear el Museo Canario. El 2 de septiembre de 1879 se reunieron en la casa de Amaranto Martínez de Escobar de la calle López Botas Andrés Navarro, Juan Padilla Padilla, Domingo J. Navarro, Víctor Grau Brassas, Diego Ripoche, Mariano Sancho y Emilio Álvarez del Cueto. Deciden fundar la sociedad del Museo Canario presidida por Domingo J. Navarro y que tiene como director a Gregorio Chil y Naranjo. La primera sede fue la tercera planta de las Casas Consistoriales en la Plaza Santa Ana.
Así han pasado 130 años. El Museo Canario es una referencia imprescindible para el conocimiento del pasado canario. Miles de estudiantes, profesores, científicos, curiosos tienen acceso a sus fondos documentales, a su biblioteca, su hemeroteca, sus exposiciones. En los últimos 11 años han subido los presupuestos del gobierno canario, del cabildo y del ayuntamiento capitalino, pero las cantidades destinadas al Museo Canario no se han incrementado ni una peseta, ni un euro. El gobierno canario venía aportando 255000 euros, el cabidlo 420.000 y el ayuntamiento 60.000. En tiempos de bonanzas no aumentaron el apoyo, pero en tiempo de crisis quieren recortarlo de forma drástica. Según los trabajadores del Museo Canario el ejecutivo autónomo recortará un 50% el apoyo económico, el cabildo lo reducirá un 26 % y el ayuntamiento mantiene el mismo presupuestito.
El gobierno que tanto presume de lo nuestro, de nuestra gente, dedicará el próximo año 127.500 euros al Museo Canario. Por compararlo con otros gastos de Cultura de este mismo año, el ejecutivo de Paulino Rivero gastó 3 millones de euros en el Festival de Música de Canarias, hubo 65 conciertos en todas las islas, incluída la Graciosa. Esto significa que un presidente de “nuestra gente, nuestra historia, nuestra cultura” dará al Museo Canario lo mismo que pagó para patrocinar este año 3 conciertos de música clásica. El cabildo de Gran Canaria aportará el año que viene 90000 euros menos que en 2008 . La corporación insular que preside un historiador y cuyo vicepresidente se define como nacionalista, aportará al Museo Canario en un año 310.000 euros, 100.000 euros menos del presupuesto de la celebración de la Gala de los premios Max que patrocinará el cabildo en el 2009. Dicen los trabajadores del Museo Canario que con estos presupuestos no se podrán mantener todos los servicios que aporta la institución centenaria. Pero no pasa nada. En el 2009 podremos disfrutar de la música de la Bach Colegium Japan en el Festival de Música de Canarias y el próximo 30 de marzo nos podremos reír mucho con los cómicos españoles en la gala de los premios Max. Ya no quedan patriotas como Chil y Naranjo. Ahora sufrimos las consecuencias de tener unos políticos que padecen lo que Manuel Alemán definió como "el complejo del colonizado” en su libro "Sicología del hombre canario". (Canarias Ahora, 24/12/08).
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