jueves, 3 de agosto de 2017

[A vuelapluma] Cataluña: estertores finales de una irresponsabilidad





En los estertores finales, negociar es posible pero nunca ante una obcecada extorsión del secesionismo y con fines discriminatorios respecto a otras comunidades. Cataluña, sola y ensimismada, es el problema; integrarse en España, en Europa y el mundo, la solución, escribe en El País el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Carreras. No hace falta tener en cuenta los últimos acontecimientos para pronosticar que en Cataluña no va a celebrarse el referéndum previsto por la Generalitat para el 1 de octubre. Las cosas se han hecho tan mal, con tanta incompetencia política y jurídica por parte de las autoridades catalanas, que este final era más que previsible desde el principio del llamado procés.

Recordemos los hitos principales, añade. Tras las elecciones de diciembre de 2012, el Parlamento de Cataluña aprueba en enero de 2013 una declaración según la cual la soberanía reside en el pueblo de Cataluña. Ahí empezó, a las bravas, el chantaje al Estado, al Estado de derecho, por supuesto. Pensar que por estos procedimientos se iba directo al desastre era de cajón. Pero en aquellos momentos podían albergarse dos sospechas. Una, que el camino a la secesión burlando las normas jurídicas más elementales y básicas, tanto de derecho interno como internacional, iba en serio, lo cual a la larga haría inviable la secesión. Otra, que se adoptaba de entrada una posición radical para forzar al Estado a negociar un cambio constitucional que permitiera una nueva posición de Cataluña dentro de España, con más competencias y mejor financiación que el resto de comunidades.

Ambas, por supuesto, estaban abocadas al fracaso. Negociar siempre es posible pero nunca ante una obcecada extorsión y con fines discriminatorios respecto al resto de comunidades. Pero desde los años de la reforma estatutaria la rivalidad dentro del campo nacionalista entre CiU y ERC había elevado al máximo el listón de sus aspiraciones. En los años siguientes, una vez aprobado el Estatuto, la presión fue en aumento. El Consejo Asesor para la Transición Nacional elaboró 19 informes y desde el primero y fundamental ya se vio que el desprecio al derecho era una constante.

Todo ello condujo a un simulacro de referéndum, por cierto con escasa participación. Pero, inasequible al desaliento, el Gobierno de Mas convocó nuevas elecciones autonómicas con la pretensión de que fueran leídas en clave plebiscitaria. Nuevo fracaso: en esa clave las perdió. Impasibles, al ganar en escaños con el auxilio de la CUP, siguieron adelante y se cometió otro error: fijar un plazo de 18 meses para llevar a cabo un referéndum, legal o ilegal, o una declaración unilateral de independencia. Todo con prisas, atolondrados.

Este plazo ya se ha cumplido y el 4 de julio pasado, el presidente Puigdemont expuso su plan: convocar un referéndum regulado por una nueva ley catalana, aprobada poco antes en lectura única, con carácter de norma superior a la Constitución y al Estatuto, con la seguridad de que la anularán los jueces. En definitiva, un golpe de Estado en toda regla, sin tropas en la calle pero con el esperado apoyo de manifestaciones populares que servirán para demostrar al mundo que España oprime a Cataluña al no dejarla votar en referéndum. Ridículo, insólito y descabellado: un Maidan en la UE.

En todo este proceso, y ante el pusilánime silencio de los poderes fácticos de la sociedad catalana, el Gobierno español se limitó a interponer recursos judiciales contra toda ley o acto contrario a derecho. En los últimos meses, conforme se acercaba la hora decisiva y debían aprobarse medidas administrativas para preparar la subversión del orden constitucional, tanto políticos como, sobre todo, funcionarios, empezaron a asustarse, a no querer comprometerse con una estrategia sin salida que les conduciría probablemente a sufrir penas de cárcel, sanciones pecuniarias o inhabilitaciones profesionales. Muy astuto el Gobierno de Rajoy al no dejar pasar ni un acto ilegal con el fin de llegar a esta situación.

Cuando el conseller Baiget dijo que estaba dispuesto a ir a la cárcel pero no a perder parte de su patrimonio, el asunto empezó a aclararse. Como la heroicidad de los dirigentes separatistas tenía límites, la moral de derrota empezó a cundir en las bases. La semana pasada dimitieron otros cuatro miembros del Gobierno, conscientes de que el camino emprendido no conduce a nada, solo a un sacrificio inútil. Pero a los nacionalistas de buena fe, a los independentistas de corazón, aquellos que quizás saldrán a protestar en la calle, les habían prometido algo fácil, rápido y legal, cuando es todo lo contrario. Pronto, o tarde, se darán cuenta del fraude.

Las causas me parecen claras. El catalanismo razonable alcanzó sus fines con la Constitución y el Estatuto de 1979: la Generalitat como poder político autónomo con amplias competencias, el catalán como idioma oficial y la protección especial de la cultura en catalán por ser una lengua débil. Pero Jordi Pujol y CiU, aquellos que gobernaron desde el principio de la autonomía, no tenían bastante, querían más, como eran nacionalistas querían todo el poder, la soberanía nacional, no debía ser Cataluña una mera comunidad autónoma sino un Estado.

Cuando encontraron excusas suficientes, tras el lavado de cerebro que durante 23 años supuso la “construcción nacional”, cuando vieron que España era débil por las repercusiones sociales de la crisis económica, apostaron por poner la directa e ir sin miramientos hacia la secesión: las puñaladas por la espalda. Ahora estamos en los estertores finales: no han conseguido ni la vía adecuada, ni la mayoría social suficiente, tienen demasiada prisa, son excesivamente torpes. Se están destruyendo entre ellos.

En cuanto al futuro solo puedo aportar deseos. Para que se realicen debe cambiarse la orientación: el nacionalismo no puede seguir siendo una ideología transversal impuesta obligatoriamente a todos los partidos y a todos los ciudadanos. Quien lo quiera ser que lo sea, pero con libertad de elección: acabar con lo de los buenos y malos catalanes. El acuerdo constitucional sobre autonomía, lengua y cultura no es un punto de partida sino de llegada. Dando esto por sentado, Cataluña es una comunidad autónoma que por su peso demográfico y económico, histórico y cultural, es natural que ejerza fuerte influencia en España y, a través de ella, en la Unión Europea.

Esto es lo contrario a crear fronteras, políticas o mentales: es apostar por una sociedad liberada del nacionalismo impuesto por sus élites políticas. Hay que abandonar el catalanismo político de finales de siglo XIX, el rancio nacionalismo del pasado, y abrirse a las ideas de hoy. Cataluña, sola y ensimismada, es el problema; integrarse sin complejos en España y, a través de ella, también en Europa y el mundo, la solución.



Dibujo de Eduardo Estrada para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Desde la RAE] Hoy, con el académico Félix de Azúa







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Y la continúo hoy con la del académico Félix de Azúa, que ocupa la silla "H". Elegido el 18 de junio de 2015, tomó posesión el 13 de marzo de 2016 con el discurso titulado Un neologismo y la Hache, al que respondió en nombre de la corporación, Mario Vargas Llosa. Les recomiendo su lectura porque es una auténtica delicia. No se lo pierdan.

El escritor Félix de Azúa, nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, fue catedrático de Estética en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña hasta su jubilación. Anteriormente, había impartido clases en la Facultad de Filosofía de Zorroaga (San Sebastián), dependiente de la Universidad del País Vasco. Entre 1993 y 1995 dirigió el Instituto Cervantes de París.




Félix de Azúa en su toma de posesión en la RAE



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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miércoles, 2 de agosto de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 2 de agosto de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[A vuelapluma] La condición femenina





Las mujeres nos hacemos fuertes en las oposiciones y los concursos públicos, pero en las jerarquías de los espacios privados la meritocracia no cuenta. Cuando entramos en la madurez, pareciera como si muchas sociedades quisieran olvidarnos, comenta en El País la profesora Ana Merino, catedrática en Historia y escritora y directora del MFA de escritura creativa en español de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos.

Cuando era niña, comienza diciendo la profesora Merino, me fascinaban las mujeres con abanico. Todavía me fascinan, sobre todo ahora, que yo también ando sumergida en esa edad en la que el abanico se puede transformar en un complemento indispensable. Me sonrío mientras lo agito alrededor del cuello y me doy aire en el pecho acalorado. Algo tan folclórico como el abanico estaba lleno de claves en los juegos de mi niñez. Cerrado me recordaba a las varitas mágicas de las hadas. Era un objeto misterioso que al abrirse te sorprendía con dibujos y adornos florales. Mis favoritos, ya entonces, eran los que recogían escenas de los tapices de Goya. Las mismas escenas que adornaban las cajas metálicas de los caramelos blandos de café que tanto me gustaban aunque se quedaran pegados en las muelas. Miraba a las mujeres de cierta edad abanicarse y jugar con las varillas y la tela, abrir y cerrar lo que yo creía que eran sus varitas mágicas. Hadas de carne y hueso que me imaginaba dando consejos sabios. Pensaba en el hada Azul que consolaba a Pinocho y lo perdonaba. Pensaba en todas esas hadas que vienen a salvarnos del mal, en las heroínas de nuestra infancia, en esas hermosas mujeres que existían para compensar todos los despropósitos de un mundo injusto.

Todas se veían elegantes con ese objeto que se abría como la cola de un pavo real. Me encantaba observarlas en los vagones del metro, en las salas de espera de la consulta del médico, en las peluquerías o en la cola del mercado; de pronto lo sacaban por sorpresa mostrando sus dibujos, y lo agitaban resoplando con una sonrisa inmensa y las mejillas sonrojadas. Todavía hoy las busco, y me acuerdo de mi niñez analizando sus gestos y la elegancia de sus sencillas coreografías. El calor súbito que desprendían estaba lleno de mensajes que yo entonces no sabía descifrar. Nadie te prepara para entender esa nueva etapa de tu madurez. Entras en ese periodo de la vida que la biología llama climaterio en el que poco a poco cesa la función reproductora. A casi todas nos toca empezar a acostumbrarnos a ese calor súbito, a las sudoraciones nocturnas y a esas odiosas infecciones urinarias que tuvimos durante la juventud y que creíamos desterradas para siempre. De pronto nuestro cuerpo nos regala dolores de cabeza tremendos, y absurdas noches insomnes donde los pensamientos se vuelven abismos. Tratamos de revelarnos ante esos síntomas porque queremos sentirnos igual de ilusionadas con la vida que décadas atrás. Pero estamos comenzando otra etapa y nos confunde la extraña tristeza de nuestro pecho suspirando por su cuenta. Tenemos que acostumbrarnos a una realidad donde nuestro cuerpo va cambiando sus ritmos y deja de regirse por los ciclos de la matriz para volverse independiente de esas pautas biológicas para las que fue diseñado.

Con el paso del tiempo aparecen nuevas texturas en nuestro cuerpo cansado y quejoso que tienen que aprender a convivir con nuestra mente todavía ilusionada y luminosa. Tenemos nuestros pensamientos sumergidos en la energía vital de la juventud que se alarga porque cada día nos sentimos más seguras y estamos llenas de ideas y proyectos. Nuestro pensamiento es vitalista. Nos sentimos siempre jóvenes. Somos como aquellos replicantes que se negaban a desconectarse. Aquellos androides de vida operativa limitada que quieren revelarse y se lamentan de su suerte. Nos invade la misma angustia que sienten los replicantes, el mismo deseo de esos androides que todavía quieren seguir existiendo. Y es que, cuando las mujeres entran en la madurez, pareciera como si muchas sociedades quisieran olvidarse de ellas. Si miramos las estadísticas, solo unas pocas alcanzan puestos relevantes en empresas y grandes compañías. Las proporciones en la industria privada siguen siendo demasiado desequilibradas. Nos hacemos fuertes en las oposiciones y los concursos públicos, pero en las jerarquías de los espacios privados la meritocracia no cuenta. No cuenta la inteligencia y el esfuerzo sobresaliente que pondría a muchas mujeres con una larga experiencia en los más altos cargos de gestión empresarial.

En esta nueva época de nuestra existencia que somos sabias como el hada Azul, que tenemos la pericia de la vida descifrada y aprendida, la sociedad no sabe bien qué hacer con nosotras. Y es extraño, porque somos grandes lectoras. Leemos sobre todo en la edad del abanico y la madurez, y tal vez sea porque estamos más vivas que nunca y tenemos ganas de sumergirnos en otras vidas. Y la literatura es ese lugar atemporal que se inventa otros mundos, y nos da sosiego y esperanza. Podemos vivir muchas vidas ahora que nuestro cuerpo cambia sus ritmos y ya no segrega las mismas hormonas. Ahora que nos enfrentamos al discurrir del tiempo sin sentir el peso de una sociedad que en nuestra juventud nos obligaba a medirnos con la iconografía de las modelos, las cantantes, las famosas mediáticas o las actrices. Tantas horas que hemos perdido dialogando en silencio con los espejos. Nuestra imagen se ha aburrido de esas absurdas ansiedades donde parecía que nuestra cara y nuestro cuerpo hablaba por nosotras con gestos mudos y desesperanzadores. 

Con la madurez adquirimos la seguridad de las hadas, nos sentimos capaces de enfrentar el futuro con serenidad y entereza. Si algo no nos gusta, nos abanicamos diez veces para que al menos nada nos robe el aire y las ganas de existir. Tal vez con todos estos años de sabiduría que nos acompañan, hemos aprendido a dialogar con los instantes y tengamos mucho de esas diosas del destino, de esas hilanderas tan temidas, de esas parcas que tan bien conocían los hilos de la vida. Hemos llegado muy lejos en este presente, y en esta etapa todavía desprendemos energía y ganas de crecer. No nos resistimos a pasar a un segundo plano porque las miradas de la sociedad busquen superficialidad y entretenimiento vacío. Nosotras, libres ya de complejos, estamos mejor que nunca y disfrutamos del presente que nos toca vivir. Somos las hadas, las magas, las reinas, las diosas, las sabias, las poderosas, las luchadoras, las tenaces trabajadoras.

Enfundadas en un cuerpo que ya no necesita seguir las pautas de una sociedad obsesionada con las apariencias, concluye diciendo, inventamos las mitologías de una nueva existencia. Somos las mujeres del abanico que al abrirlo ofrecen al mundo años de experiencia y conocimiento, de sabiduría genuina e inteligencia, de trabajo, de empatía y amor. Nuestra biología no lo sabe, porque aunque el destino nos haya elegido para convertirnos en superheroínas y engrandecer las sociedades y que todos prosperemos, nadie parece saberlo. A estas alturas de nuestra carrera no pedimos discriminación positiva, simplemente queremos que se lean nuestro currículum.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País


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[Poesía y pìntura] Hoy, con Agustín de Salazar y John Currin





Retomo la sección de Poesía y pintura del blog, abandonada desde hace unos meses, en la que intento reunir en una misma entrada algunos de los más bellos sonetos en lengua española y de mis pinturas favoritas. Espero que sean de su agrado. Hoy dedico la entrada al poeta Agustín de Salazar y su soneto Si la región adonde el Sol no llegaal pintor John Currin y su cuadro Honeymoon nude. Disfruten de ambos. 







Agustín de Salazar y Torres (1636-1675), fue un poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro. Hijo de padres de esclarecido linaje, con cinco años de edad pasó a Nueva España con su tío don Marcos de Torres, obispo de Campeche, que murió siendo virrey de México, y a cuyo lado estuvo durante su niñez y adolescencia. Estudió humanidades en la Universidad de México, donde destacó por su inclinación a la poesía. Leyó a poetas griegos, latinos, italianos y españoles y según refiere su biógrafo y amigo Juan de Vera Tassis, en ciertos ejercicios públicos recitó, no contando aún doce años de edad, en el Colegio de la Compañía de Jesús, las Soledades y el Polifemo, de Luis de Góngora de memoria, «comentando los más oscuros lugares, desatando las mis intrincadas dudas y respondiendo a los más sutiles argumentos que le proponían los que muchos años se habían ejercitado en su inteligencia y lectura». Les dejo con su soneto Si a la región adonde el Sol no llega. Espero que les guste.


SI A LA REGIÓN ADONDE EL SOL NO LLEGA


Si a la región adonde el Sol no llega
me fueses colocado, dueño mío,
donde se hiela el mar y cuaja el río
y ni uno corre ni otro se navega;

si te huyes, mi bien, a la Noruega
en los rigores del invierno frío
o adonde en el ardiente y seco estío
golfo de rayos la Etiopía anega;

si en el África estéril y arenosa
de víboras ardientes habitada
te viese entre sus áspides más fiera,

tal es de Amor la fuerza poderosa
que si a éstas partes fueras trasladada,
lleve el diablo mi vida si allá fuera.

Agustín de Salazar



John Currin


John Currin nació en 1962 en Boulder, Colorado. Estudió en la Carnegie Mellon University en Pittsburgh donde obtuvo un BFA y un MFA en la Yale University. Pintor de estilo muy realista, muestra el desnudo y la sexualidad humana de forma provocativa, exagerando los gestos con una temática social. Admirador de los grandes maestros del arte, es conocido por expresar en su pintura figurativa la femineidad de forma satírica, provocando en cada creación una técnica pura pero muy hábil. 



Honeymoon nude (John Currin, 1998)



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[Especial] 11 años de Desde el trópico de Cáncer



La primera carátula de Desde el trópico de Cáncer


El 2 de agosto de 2006, tal día como hoy, nacía esta aventura que es Desde el trópico de Cáncer. Once años después, y tres mil seiscientas noventa y dos entradas más tarde, aquí seguimos. Con altibajos, desánimos, ilusiones y constancia. Día a día, entrada tras entrada. A ver si podemos llegar al décimo segundo aniversario y celebrarlo de nuevo con ustedes... Muchas gracias por seguir ahí. Y muy especialmente a los lectores estadounidenses del blog que ya casi superan a los españoles, seguidos, por ese orden, de franceses, alemanes, mexicanos, rusos, argentinos, colombianos, chilenos, peruanos... Así, hasta los 569.000 lectores que a día de hoy se han asomado a Desde el trópico de Cáncer. Gracias, de nuevo. 

Para celebrar el aniversario les dejo con un relajante reportaje fotográfico realizado hace ya un tiempo desde la azotea de nuestra casa en Las Palmas. Espero que les guste. Y así comienza el "año XII" de Desde el trópico de Cáncer. Seguimos en contacto.






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martes, 1 de agosto de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy martes, 1 de agosto de 2017






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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[A vuelapluma] ¿Humanos o cíborgs?





El control comenzará por un pequeño objeto del tamaño de un grano de arroz, poniendo chips a trabajadores voluntarios, pero el final será otra cosa, comenta en El País Jorge Marirrodriga, licenciado en periodismo por la Universidad de Navarra, que ha trabajado en lugares tan diversos como Roma, Bruselas, Buenos Aires, Kosovo, Irak, Afganistán, Gaza, Cisjordania, Israel o Siria, entre otros, y que desde 2009 es uno de los responsables de la Edición Global de ese diario, refiriéndose a la posibilidad, ya más que real,  de que un futuro casi presente haya seres formados por materia viva y dispositivos electrónicos.

Una empresa estadounidense, comienza diciendo, ha anunciado que va a implantar un chip a 50 de sus empleados. Se trata, asegura la compañía, de facilitar la vida a los trabajadores, quienes solo deberán acercar la mano para abrir puertas de seguridad, encender sus ordenadores o comprar café en la máquina, por ejemplo. Y esto es solo el principio, claro. Todo son ventajas, aunque ahora veremos para quién. Además, todos los implantados reciben voluntariamente el chip —que es parecido al que le ponemos al perro y tiene el tamaño de un grano de arroz— y es un sistema que ya se ha llevado a cabo antes en una empresa de Suecia y en otra de Bélgica.

Explica el antropólogo israelí Yuval Noah Arari que la introducción de la tecnología robótica en el cuerpo de las personas tendrá como primer efecto la creación de dos clases de personas y a la larga dará lugar a otro tipo de especie que, en el mejor de los casos, nos mirará por encima de hombro a los Homo sapiens. Y recemos para que no tengan otras ideas respecto a nosotros. Siguiendo los ejemplos de Arari, pensemos en las piernas y brazos robóticos que se fabrican para personas que carecen de piernas y brazos. Se trata, sin duda, de un ánimo loable. Cuando estas extremidades estén muy perfeccionadas —y no queda mucho—, nos preguntaremos por qué no pueden beneficiarse de ellas, no solo quienes no tienen un brazo o una pierna, sino, por ejemplo, aquellos con dolencias o dificultades en sus manos y pies. Y luego ¿por qué no quienes desempeñan trabajos que exigen fuerza para descargar o para caminar? Y luego ¿por qué no los ancianos que tendrían así una fuerza y resistencia superiores a las de otra persona sin implantes? Y finalmente ¿por qué no cualquiera? En este punto se produce la gran cuestión: ¿qué sucederá cuando los humanos se dividan entre aquellos que tienen una fuerza y resistencia descomunales en brazos y piernas, independientemente de su edad, y los que no? ¿Cómo pensarán los primeros respecto a los segundos y viceversa?

Del mismo modo, concluye diciendo, cabe legítimamente preguntarse qué sucederá cuando en vez de una tarjeta de acceso y un apretón de manos, el trabajador sea recibido en el departamento de personal de una compañía con una inyección que le introduzca un chip. Con ella podrá no solo pagar el café, sino cobrar la nómina, identificarse en reuniones propias y ante otras empresas, dejar registro de todos sus actos... ¿Por cuánto tiempo será voluntario? ¿Cómo se valorará a quienes no acepten la inyección cuando la mayoría de empleados de las empresas, voluntariamente, tengan chips en sus cuerpos? Sí, ahora los raros son los del chip, pero recordemos a los raros del móvil en la playa hace apenas 20 años ¿No es acaso ahora el raro aquel que no tiene teléfono móvil?m El salto final vendrá cuando la Administración del Estado decida aplicar el mismo sistema para identificaciones, impuestos, registros o trámites. Todo estará en el chip: tarjetas, carnés, formularios, registros médicos, expedientes académicos, multas... Hora de implantarse unas piernas robóticas y salir corriendo.



Dibujo de David Mercado para El País



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[Un clásico de vez en cuando] Hoy, con "Edipo en Colono", de Sófocles





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Retomo después de mucho tiempo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo trayendo al blog la tragedia de Sófocles Edipo en ColonoPueden leerla en el enlace inmediatamente anterior o ver si lo desean al final de la entrada un vídeo con la representación de la obra en el teatro romano de Siracusa, Italia, llevada a cabo por el Istituto Nazionale del Dramma Antico el año 2016.




Sófocles


Sófocles (496-406 a.C.) fue un poeta trágico griego, autor de obras como Antígona y Edipo rey, que le sitúan, junto con Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destacadas de la tragedia griega. De toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas que son de importancia capital para el género. Participó activamente en la vida política de Atenas, ocupando los cargos de heletómano (tesorero de la Liga de Delos) y de estratego durante la Guerra de Samos bajo la autoridad de Pericles. 




Edipo en Colono (Jean-Antoine T. Giroust, 1788)


Edipo en Colono fue escrita por Sófocles entre el 407 y el 406 a.C., cuando tenía unos noventa años de edad. En ese año las tropas espartanas atacaron Colono, localidad próxima a Atenas y patria chica del autor, pero fueron rechazadas. Es verosímil que la obra fuera compuestas tras este fallido ataque. Fue presentada a concurso por su nieto el 401 a.C. obteniendo el primer premio.

En la cronología, se producen los eventos de Edipo en Colono después de los sucesos de Edipo rey y antes de Antígona; sin embargo, fue la última de las tres tragedias. Mientras en las otras dos obras sobre Edipo traen a menudo el tema de la responsabilidad moral de una persona y su destino, Edipo en Colono es la única en donde se aborda explícitamente el hecho de que él no es responsable de las acciones que estaba destinado a cometer.

Edipo, ya ciego, llega a Colono, distrito de Atenas, acompañado por su hija Antígona. Un lugareño les pide que abandonen el recinto sagrado de las Euménides, en el que se encuentran. Edipo se niega porque sabe que éste era el lugar en el que había de morir según el oráculo, y llegan más lugareños para echarlo de allí. Aparece Teseo, el rey de Atenas, quien asegura a Edipo su protección y le promete que será enterrado en suelo ático; de esta forma su espíritu protegerá Atenas. Ismene, la otra hija, llega de Tebas contando el futuro enfrentamiento entre los hermanos; ganará aquel que consiga tener consigo a Edipo. Por eso, Creonte, su cuñado, aparece con intención de prenderlo para que sea Tebas y no Atenas quien reciba su cuerpo; sus hombres capturan a Antígona e Ismene. Teseo interviene en ese momento y lo rescata a él y a sus hijas. Polinices aparece para ganar el apoyo de su padre, simulando arrepentimiento e intenta obtener el beneplácito paterno en su enfrentamiento con Eteocles, pero sólo consigue enfurecer a Edipo, quien lanza maldiciones contra ellos, que morirán el uno a manos del otro. Finalmente se oye un trueno, que señala el fin inminente de Edipo. Éste indica, tan sólo a Teseo, cuál será el emplazamiento de su tumba, pues traerá la fortuna a Atenas mientras siga allí. Se retira, y un mensajero cuenta que tras bendecir a sus hijas, se ha apartado a un lugar solitario y que ha muerto solo, en presencia de Teseo.





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