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miércoles, 22 de julio de 2015

[A vuelapluma] Podemos: Virando a estribor




Pablo Iglesias



Hace dos días, a cuenta de un crítico comentario del profesor Antonio Elorza sobre la estrategia electoral de Podemos, o de su líder Pablo Iglesias: "Pablo Iglesias: la historia mutante" (El País, 20/7/2015), estuve a punto de liarme en una, una más, de esas controversias o diálogo de sordomudos en que se han convertido las redes sociales. Afortunadamente voy espabilando con los años, y viendo el cariz que tomaba la discusión (por llamarle algo), dejé el campo libre a mis adversarios y me retiré de la contienda a la segunda andanada. El asunto iba del más que perceptible viraje al centro, a ese estribor que da título a mi entrada viniendo de una posición de izquierda, de Podemos, o al menos de su líder. Que sea estrategia o mero tacticismo, se me escapa. Y tampoco tiene mayor importancia. 

La postura que yo intenté defender en la frustrada discusión vía Eskup era la de que las elecciones se ganan desde el centro político, que no es una posición geométrica sino el punto de confluencia de la derecha de la izquierda y de la izquierda de la derecha. Eso es un axioma que no necesita demostración. Por lo menos después de lo dicho por Norberto Bobbio (1909-2004) y de su libro "Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política" (Taurus, Madrid, 1995). El señor Iglesias podrá ser o parecer muchas cosas; lo que no es es estúpido, decía yo; lo está demostrando con ese giro a su derecha, es decir, al centro, sin dejar de aparentar ni decir que es de izquierdas, por la simple razón de que si sigue escorado, en apariencia, a la izquierda de la izquierda, se va a quedar en un exiguo diecisiete o dieciocho por ciento del voto nacional, y eso con suerte. Otra cuestión es que su giro merezca credibilidad.

Ese giro tan perceptible como oportuno para Podemos y Pablo Iglesias también es objeto de comentario por parte del historiador Santos Juliá en su artículo de hoy en El País: "Podemos: las nuevas izquierdas y el Régimen del 78", aunque sus palabras suenan menos beligerantes en la forma y en el fondo que las del profesor Elorza.

Las características de estos ejercicios retóricos por mi parte no dan para más. Les animo a leer lo dicho por los profesores Elorza y Juliá si lo desean, y en todo caso, nos vemos en el próximo  "a vuela pluma".


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Norberto Bobbio






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 26 de junio de 2013

Federalismo contra nacionalismo




Caricatura antifederalista (España, siglo XIX)



Les pido perdón anticipadamente por el lenguaje bronco y hasta cierto punto soez de esta entrada, reelaboración de la del mismo título de fecha 22 de abril de 2011, pero es que estoy hasta los "mismísimos! del nacionalismo y de los nacionalistas, incluido el español, por supuesto.

¡Y es que me importan un huevo y la mitad del otro el ir contracorriente y el lenguaje políticamente correcto!... Detesto el nacionalismo: el cáncer de Europa, lo han llamado. Detesto el nacionalismo canario, el catalán, el vasco, el gallego, el andaluz, el extremeño, el español, el finlandés, el francés, el alemán, el británico, el lituano, el maltés, el padano, el serbocrata..., y el madrileño; sí, el madrileño también... Mi reacción de aquel día venía motivada, lo que son las cosas, por un partido de fútbol: ¿Qué coño pintaban esas miles de banderas nacionales españolas flameando en Mestalla durante la final de la Copa del Rey de unos días antes -me preguntaba- entre el Real Madrid C.F. y el Barcelona F.C.? ¿Qué creían esos zafios e ignorantes energúmenos que las enarbolaban, que la final era un partido internacional entre un equipo español y otro de las antípodas? ¿Pensaban acaso que más allá de la M-40 que circunvala la metrópoli madrileña todo es "tierra conquistada" y que España es solo el territorio y las gentes que rodea esa autovía? ¿Recuerdan ustedes que la en aquellos tiempos presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, doña Esperanza Aguirre, tildó de "empresa extranjera" a la catalana Gas Natural cuando pretendió comprar la "española" Endesa?

En el mismo sentido, pero en dirección contraria, me parece enormemente clarificador el artículo del historiador Antonio Elorza que publica el 28 de junio El País, y que lleva el título de "España contra Cataluña", en el que critica por su parcialidad, el congreso de historiadores promovido por la Generalidad de Cataluña, con ese mismo lema.

Soy un federalista convencido. No solo creo que el federalismo, tal y como lo expusieron a finales del siglo XVIII los ilustrados norteamericanos Hamilton, Madison y Jay en su memorable libro "El Federalista" (Fondo de Cultura Económica, México, 1994) -un texto que vale por sí mismo tanto o más que el mejor de los máster en Ciencia Política- es la forma más perfecta de organizar políticamente una sociedad, es decir, de organizar un Estado, sino que como expreso en la columna de presentación del blog el federalismo es también el mejor marco donde desenvolver y desarrollar la autonomía personal, el autogobierno de los pueblos y los estados, y la democracia como procedimiento y fin en sí misma. 

Supongo que habrá otros caminos, pero yo no veo otro mejor ni más idóneo para organizar políticamente las sociedades complejas y democráticas del sigo XXI, tanto en España como en Europa, que el federalismo. También es la opinión de Javier Tajadura, profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco y autor de "El principio de cooperación en el Estado Autonómico. El Estado Autonómico como Estado Federal Cooperativo" (Comares, Granada, 2010), cuya tesis central comparto plenamente, y que en de 2011 publicaba en el diario El País un brillante artículo al respecto titulado "El horizonte federal de España", cuya lectura les recomiendo. Al igual que hago con el de la diputada nacional y presidenta de UPyD, Rosa Díez, con la que no comparto afinidad política alguna, que publicaba El País del pasado 24 de junio. Un artículo titulado "Una propuesta para la igualdad", proponiendo una revisión constitucional que lleve a España a un Estado configurado bajo los principios del federalismo cooperativo, que no dudo en suscribir y que me parece la propuesta más sería realizada en tal sentido por responsable político español alguno en los últimos años, y que es lo que me ha llevado a reelaborar la entrada citada al comienzo.

También ahora parace que el principal partido de la oposición, el partido socialista (PSOE) hace bandera de las tesis federalistas. ¿Con convicción?, pues, sinceramente, no lo sé; pero si no las promueven y las defienden ellos, va a ser difícil que se lleven a cabo porque ni nacionalistas catalanes y vascos ni nacionalistas españoles están muy por la labor.

Si el ánimo persiste sostenido, les invito a leer este otro artículo, publicado en el número de octubre de 2008 en "Revista de Libros" por el profesor Félix Ovejero Lucas, que lleva el título de "El rayo que no cesa", y en el que comentaba el libro del también profesor Roberto L. Blanco Valdés titulado "La aflicción de los patriotas" (Alianza, Madrid, 2008). Les aseguro que no ha perdido ni un ápice de su actualidad.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




Palacio del Senado (Madrid)




Entrada núm. 1891
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)
"Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas" (Isak Dinesen)

sábado, 13 de abril de 2013

Santiago Carrillo: ¿Una biografía con zonas oscuras?





Santiago Carrillo



Mi hija Ruth decía hace unos días en su blog, pienso que con acierto, que no son las ideas sino las personas las que merecen respeto. Las ideas se pueden y se deben combatir, pero siempre con palabras, no con insultos, tiros, bombas y muerte. Como los creyentes sobre la virginidad de María de Nazareth, la madre de Jesús, confieso que no he sido, soy, ni seré comunista. Hace unos meses una buena amiga asturiana rompió todas sus relaciones conmigo porque me atreví a decirle que no creía en el comunismo; que su experiencia histórica como sistema había sido un desastre sin paliativos que había causado mucho sufrimiento, dolor y muerte; tanto o más que la otra experiencia totalitaria con la que protagonizó la primera mitad del siglo XX: el nazismo. Me dolió esa ruptura porque mi idea de la amistad estaba y está por encima de ideologías políticas. Y porque, sinceramente, tengo un enorme respeto por las personas concretas que fueron perseguidas y murieron por defender una idea que consideraban acertada y redentora, aunque para mí fuera, y sea, errónea. 

Todo lo anterior viene a cuento por la reciente lectura de un artículo de la periodista y corresponsal de El País en Londres, Tereixa Constenla, sobre una nueva biografía del que fuera todopoderoso secretario general del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo, escrita por el historiador e hispanista británico Paul Preston. Biografía y artículo que han tenido una inmediata respuesta, también en El País, por parte del historiador español Antonio Elorza; por cierto, una de las "víctimas" políticas de Santiago Carrillo.

Tengo que reconocer una vez más que, aun sin compartir lo más mínimo su ideología política, siento un enorme respeto por la persona de Santiago Carrillo. Sobre todo, por el papel que jugó, abolutamente determinante, en la ahora tan denostada -creo que injustamente- transición española a la democracia. Como podrán observar, frente al uso políticamente correcto del término, he escrito "transición" con minúscula, reconociendo con ello que tuvo fallos y carencias que ahora estamos pagando, quizá con exceso, pero que fue -a mi juicio- un acierto indudable en su momento. Un momento histórico plagado por fortuna de hombres políticos que supieron poner por delante de sus propios intereses partidistas los del común de los españoles. Entre ellos, y con un protagonismo esencial y especial, Santiago Carrrillo. De ahí, que su figura personal y política haya merecido un tratamiento especialmente generoso por parte de este blog en las varias entradas a él dedicadas y a cuya lectura les remito.

En todo caso, su enorme talla política, que creo no admite discusión, quedó manifiesta para la Historia, ahora sí con mayúsculas, aquel 23 de febrero de 1981 en que, junto al presidente del gobierno, Adolfo Suárez, y su vicepresidente, el general Gutiérrez Mellado, permanecieron impertérritos en sus escaños del Congreso ante los disparos de los militares golpistas mientras el resto de Sus Señorías se tiraban de cabeza al suelo. Ellos, y solo ellos, salvaron para la Historia de España el honor del Congreso y de los españoles. Y aunque solo fuera por ese gesto, los tres se merecen mi eterno respeto y admiración.

Posdata: Con fecha 29 de mayo de 2013, el catedrático de Historia de la Universidad de Carolina del Norte, Michael Seidman, publica en el blog "Vitrinas", editado por Revista de Libros, una más que interesante crónica, titulada "El zorro rojo", sobre el libro de Preston que estamos comentando en la que también pone en cuestión algunos de los presupuestos del historiador británico a la hora de biografiar a Carrillo.

Y sean felices, por favor; o al menos inténtenlo. A pesar del gobierno y del mundo. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt





Adolfo Suárez y Santiago Carrillo







Entrada núm. 1844
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sábado, 11 de junio de 2011

El fiasco de la Real Academia de la Historia





Cédula Real de creación de la Real Academia de la Historia







Cuando cursaba mis estudios de licenciatura en Geografía e Historia, a mediados de los años 80, solía utilizar como obra de referencia y consulta el Diccionario de Historia de España (Alianza, Madrid, 1981, 3 tomos) dirigido por German Bleiberg, cuya primera edición, en la Revista de Occidente, se remontaba al año 1952. La entrada "Franco Bahamonde, Francisco", ocupa una página escasa (de las 3749 del diccionario) y comienza con la siguiente frase: "Actual Jefe del Estado español, nació el 4 de diciembre de 1982 e hizo sus primeros estudios en el Colegio del Sagrado Corazón de su ciudad natal..." y se cierra con la siguiente mención: "El curso 1930-1931 fue el último de la Academia General; con la proclamación de la República se cierra dicho centro, el 14 de julio de 1931". La entrada está redactada por Gaspar Gómez de la Serna, abogado, y a la sazón, letrado de las Cortes Españolas. Aunque el Diccionario abarque únicamente hasta 1931 y fuera redactado en 1952, dedicarle una página escasa a la "biografía del actual Jefe del Estado español", dice mucho del rigor y seriedad con que los colaboradores del mismo se tomaron el encargo de la Revista de Occidente. Y yo añadiría del valor, pero en fin, dejémoslo estar... El tercer tomo de la edición se cierra con una Cronología que abarca hasta 1968, pero no incluye ninguna otra referencia explícita al general Franco.

La Real Academia de la Historia es una institución centenaria, creada por orden del rey Felipe V en 1738 con la finalidad de dar a conocer «la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia, conduciendo al conocimiento de muchas cosas que oscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido». Con tal fin, y ya desde el mismo momento de su fundación, la Academia se propuso la redacción de un Diccionario de "Varones Ilustres", pero no fue hasta 1999 que se toma la decisión de realizar un magno "Diccionario Biográfico Español", en 25 tomos, que incluiría la biografía de más de 40000 españoles destacados "en todos los ámbitos del desarrollo humano y en todas las épocas de la Historia".

Cuando a mediados del pasado mes de mayo se dieron a conocer los resultados de la edición y publicación del Diccionario, la polémica saltó de inmediato, centrada sobre todo en el contenido de varias de las notas biográficas del mismo, entre ellas, la del general Franco. 

Una síntesis bastante exacta de la polémica puede seguirse en este enlace, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Una penosa entrevista: "No he leído la biografía de Franco", realizada por dos redactores de El País al actual director de la Academia, el historiador Gonzalo Anes, y publicada el pasado día 4, en la que el responsable de la institución respondía con altanería, cierta desfachatez y una buena dosis de machismo, despejando balones fuera como si la cuestión no fuera con él, a las críticas que el Diccionario estaba recibiendo por parte de amplios sectores sociales y de casi toda la profesión académica, acabó por encender la mecha.

De todo lo publicado hasta el momento sobre la pifia del Diccionario, quiero destacar únicamente dos artículos que, a mi entender, resumen bastante bien la opinión de los profesionales de la Historia al respecto. El primero de ellos está escrito por Antonio Elorza: "La RAH traiciona sus usos históricos", y se publicó el pasado día 5 en El País: el segundo es de la historiadora María Pilar Queralt: "El Diccionario Biográfico Hispánico, del orgullo a la vergüenza", y se público ayer en El Plural. 

Personalmente, como historiador que soy, pienso que la polémica está justificada y que la retirada de esta primera edición del Diccionario y su revisión es ineludible e insoslayable. Un valor añadido sería, por el bien de la Real Academia de la Historia, la dimisión voluntaria de su director, o su destitución inmediata por los propios miembros de la Academia. Cualquier otra solución parece un ejercicio de pasteleo que ni la Academía, ni la profesión, ni la Historia se merecen. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 






Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia









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Entrada núm. 1383
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sábado, 24 de abril de 2010

El afer Garzón

Manifestación de apoyo al juez Garzón (Madrid, hoy)



Me he resistido todo lo que he podido a escribir sobre ello. No por razón personal alguna, simplemente, porque muchos otros lo están haciendo en estos días mucho mejor que yo. Por ejemplo, el historiador y catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, Antonio Elorza, en El País de hoy, cuyo artículo reproduzco más adelante.

Me decido a hacerlo movido por la rabia al ver en los telediarios de esta misma tarde el rostro desencajado del líder de la derecha española, Mariano Rajoy, tildando de ataque feroz a la democracia y al Tribunal Supremo, las manifestaciones de hoy en las más importantes ciudades de España y Europa en favor del juez Garzón. Manifestaciones promovidas por las asociaciones en defensa de la Memoria Histórica y del reconocimiento a las víctimas de la dictadura franquista.

Defiendo sin fisuras la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. De los jueces también. Ello implica el reconocer el derecho de toda instancia judicial superior a revisar y anular toda decisión de un juez o tribunal inferior. Pero anular la instrucción o sentencia de un juez o tribunal inferior no puede implicar atender la demanda claramente abusiva de organizaciones para-fascistas, o fascistas a secas, como Manos Limpias o Falange Española, contra un juez que lo único que hace es mantener un criterio, compartido o no por el tribunal de instancia superior, sobre la aplicación de una ley.

Y respecto a la actitud de la cúpula del PP sobre las manifestaciones de apoyo al juez Garzón, resulta como menos chocante que vengan precisamente de quienes no han dudado ni un sólo momento en echarse a la calle, en pleno ejercicio de la libertad de expresión y manifestación que la Constitución reconoce, en contra de leyes aprobadas por las Cortes Generales y refrendadas por el Rey. Si eso es un ejemplo de coherencia democrática por parte de quienes aspiran a gobernar España, Dios (en el que no creo) nos pesque confesados...

En la sección de vídeos del blog pueden ver, íntegramente, el discurso pronunciado por el fiscal Carlos Jiménez Villarejo en la Universidad Complutense de Madrid hace unos días en defensa del juez Garzón. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



Mariano Rajoy, hoy en Navarra



"INTOXICACIÓN", por Antonio Elorza
EL PAÍS  -  España - 24-04-2010

En el filme La noche de los muertos vivientes, los difuntos abandonaban sus tumbas para entregarse al saludable deporte de devorar a los humanos. El caso Garzón tuvo como punto de partida las demandas de los familiares de quienes fueron ejecutados desde la sublevación franquista, pero no son estos muertos los que ahora ocupan la escena. De hecho, para los adversarios del juez no han existido nunca, salvo en los autos condenatorios a la hora de recordar la irregularidad del procedimiento propuesto para recuperar sus restos. Ninguno de ellos piensa en cuál sería la mejor fórmula compatible con la ley para atender esa demanda social de los descendientes de las víctimas. Los auténticos muertos vivientes del día son las organizaciones fascistas que plantearon las querellas y seguirán obrando así, sirviéndose de las complicidades en el seno del Estado de derecho. Su resurrección ha sido además posible por la supervivencia larvada de una mentalidad filofranquista que ahora encuentra la posibilidad de repuntar, nada menos que rehabilitar un genocidio y eliminando a quien pretendió hacer justicia sobre el mismo.

Los autos del juez Varela intervienen en ese sentido por omisión, al no plantearse si desde julio de 1936 tuvo o no lugar un crimen contra la humanidad, ni cual sería la instancia más adecuada para ofrecer justicia a las víctimas. El caso del juez Adolfo Prego, protagonista de la admisión de la querella, es ya harina de otro costal. Habla en público sin tapujos, y así, desde la revista de la Hermandad del Valle de los Caídos nos explica que en los años cincuenta, esto es, bajo Franco, había más machismo pero menos asesinatos de mujeres. ¿Por qué? Entonces "había respeto, moral, conciencia del bien y del mal", sumisión a "valores superiores". Perdido eso en España, nación "milenaria", "el hombre se convierte en una bestia" y mata ancianos, mujeres y niños. La nación española, nos dice entre metáfora y metáfora -antológica la de la Constitución y el chorizo-, resulta hoy destruida desde el BOE; es decir, por las normas promulgadas del Estado democrático. Semejante magistrado está en condiciones de aplicar tales planteamientos más allá del caso Garzón, desde el Tribunal Supremo. ¿Qué más queremos?

La crítica del ex fiscal Jiménez Villarejo apuntaba con argumentos convincentes al desastre que una actuación judicial así sesgada contra un "juez justo" está causando a la convivencia democrática. Sólo los grupúsculos franquistas se benefician de la ofensiva: Villarejo lo subrayó con toda razón y magistrados como Varela debieran haberlo tenido en cuenta. Una vez obtenida la patente de corso, acusarán a todo aquel que se mueva: Villarejo y el rector Berzosa son los primeros afectados. Buen servicio a la democracia.

En torno al eje del PP, la reacción de la derecha contra el acto de la Complutense ha sido brutal. Por supuesto ningún medio, personaje o tertuliano se pregunta si hubo justicia o injusticia en los objetivos de Garzón y en los procedimientos contra él. Y si la Universidad y los sindicatos tienen o no razón para protestar contra el olvido forzoso del franquismo. Ahí están todos en una puja para ver quién encuentra las palabras más contundentes: "aquelarre", "chekismo", "guerracivilismo", "semi-bolcheviques" o bolcheviques a secas, "extremismo izquierdista". Un alto cargo de la Comunidad se ceba en la actuación del rector Berzosa. Alude a su aspecto físico: sin duda él mismo no se mira en el espejo. La autonomía universitaria, a la basura. Rajoy supera sus conocidos límites como político convirtiéndose en inquisidor surrealista, al solicitar dimisiones de altos cargos socialistas por asistir a un acto legal. Y Rosa Díez habla de "golpe contra la democracia".

Cierra el círculo la infamia eficazmente administrada. Portada del diario "líder de información", día 14: "El Supremo acusado de torturas entre aplausos de la izquierda". Puro montaje, ya que frente al auto de Varela, lo dicho por Villarejo fue que bajo el franquismo fiscales y jueces encubrieron las torturas. Verdad incuestionable. Y citó expresamente al TOP, no al Supremo, como puede comprobarse consultando el vídeo de Libertad Digital. Ante las cámaras pude comprobar que al número dos de la Cosa los documentos prueba de la falsificación no le impresionan. Se mantuvo agresivo en la falsedad. Y es que la intoxicación ha sido muy eficaz; sus ecos se han escuchado en todos los medios derechistas, presentándose gracias a ello como los paladines de una conciencia democrática fiel a esa transición que los defensores de la memoria republicana intentarían dinamitar. Crímenes contra la humanidad: provocación. Hay que blindar al franquismo. Elogiable lealtad.




El juez Baltasar Garzón



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Entrada núm. 1297 -
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