sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Vida eterna?: ¡No, gracias!




El mito de la vida eterna ha sido tratado literariamente en numerosas ocasiones: con mayor o menor fortuna; con rigor científico y sin él. Entre las obras señeras que han tratado el tema de la búsqueda de la inmortalidad por parte del hombre podemos leer el "Fausto", de Goethe; el "Drácula", de Bram Stoker; o el "Frankenstein, o el moderno Prometeo", de Mary W. Shelley (que pueden leer aquí). Personalmente, la que más me ha gustado es la de Mary Shelley, pero reconozco la insuperable calidad literaria de la obra de Goethe. Y en el "Génesis" bíblico ya podemos encontrar el primer relato sobre la búsqueda de la inmortalidad por parte del hombre...

Ficción y literatura son términos sinónimos. Ciencia e investigación científica no pueden moverse en ese terreno de la ficción, pues parten siempre de la realidad. Y la realidad es que más o menos tarde, todo lo existente envejece y muere. ¿Merece la pena invertir en la búsqueda científica de la eternidad? En un artículo de El País de hace cinco años que reproduzco más adelante, el físico y profesor de la Universidad de Barcelona, director del Área de Ciencia y Medio Ambiente de la Fundación La Caixa, Jorge Wagensberg, se planteaba el interrogante de si es posible superar la inevitabilidad del envejecimiento y de la muerte desde un plano científico y de los "costes" que ello supondría para la especie.

La idea de eternidad me parece aterradora; la muerte, cuando llega a su hora, en el momento de la decrepitud física y mental, siempre es liberadora. El emperador Marco Aurelio (siglo II d.C.) dice en sus "Meditaciones" (Temas de Hoy, Madrid, 1994): "Cuando hagas alguna cosa, reflexiona y pregúntate si la muerte es terrible porque te priva de ella". No tiene objeto alguno preocuparse por lo que es inevitable. Y la muerte lo es. Y Hannah Arendt, en su "Diario Filosófico, 1950-1973" (Herder, Barcelona, 2006), afirma: "La muerte es el precio que pagamos por la vida, por el hecho de haber vivido". Pienso que es un precio razonable y justo.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





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El profesor Jorge Wagensberg




"La eternidad no tiene futuro", por Jorge Wagensberg
El País, 28/09/08

¿La vejez es inevitable? ¿Podemos soñar con evitar la muerte? Lo cierto es que, por mucho que invirtamos en seguridad, nunca podremos anular la posibilidad de un accidente fatal. De ahí el interés de la reproducción.

La realidad existe y, además, es inteligible. Es la hipótesis del mundo real, el punto de partida de todo conocimiento científico. No importa tanto si esta doble hipótesis es cierta o no, el científico la necesita para darse moral cuando se enfrenta a la comprensión de la realidad. Pero hay momentos extremos -los más relajados y los de mayor tensión- en los que el científico se siente con licencia para filosofar: ¿cómo distinguir lo real de lo que no lo es? ¿Por qué habría de ser todo comprensible? A Albert Einstein se le atribuye una frase perturbadora: "Lo más incomprensible del mundo es que el mundo sea comprensible".

Empecemos, con todo el respeto, por desmentir a Einstein. La idea de "comprender" tiene que ver con lo común entre lo diferente, en contraste con la idea de "observar" que más tiene que ver con lo diferente entre lo similar. La investigación científica es una reflexión continua de la observación en la comprensión y viceversa. Por ello, una buena metáfora del conocimiento inteligible es aquella que lo evoca como un bosque de árboles, árboles con ramas, ramas con ramas y ramas con hojas. Un particular pedazo de la realidad, compuesta por objetos y fenómenos, está bien representado por los extremos terminales de los árboles: las hojas. Y dos hojas tienen algo en común si existe un camino que conduce de la una a la otra, de rama en rama, sin bajarse del árbol. Cada fronda compatible con esas hojas (con esa realidad) es una posible comprensión de tal realidad. En particular, un pedazo de realidad es ininteligible si resulta que cada hoja pertenece a un árbol distinto. Pues bien, supongamos un pedazo de realidad con n elementos reales (n hojas: objetos o fenómenos). ¿Con cuántos árboles distintos se pueden conectar tales hojas? Una vieja fórmula de la matemática de los grafos arbóreos (Cayley) da la respuesta: existen n elevado a n-2 árboles distintos posibles. Esto significa que 2 hojas sólo se pueden conectar con 1 árbol, 3 hojas con 3 árboles, 4 con 16, 5 con 125, 6 con 1.296... En el universo hay del orden de 10 elevado a 80 partículas, así que, en el peor de los casos, sólo hay una manera totalmente ininteligible de representar la realidad frente a cuatrillones de otras maneras más comprensibles. Es decir, incluso en ausencia de toda información sobre una realidad cualquiera, ya se puede aventurar que es más probable que ésta sea inteligible que lo contrario. Pero resulta, además, que sí tenemos información. Parece, por ejemplo, que toda la materia tiene una historia común, que todos los objetos actuales proceden de una sopa inicial de quarks, que todos los seres vivos conocidos proceden de una sola célula... El mundo sería ininteligible si nada tuviera que ver con nada, si pudiéramos concebir un bosque con más árboles que ramas. La frase de Einstein no es sino un guiño coqueto de una de las mentes que más profundamente ha penetrado en la comprensión del movimiento de los cuerpos, de quien ha dado con un tronco común donde antes había todo un bosquecillo de árboles que se ignoraban mutuamente.

Bueno. Y ahora que hemos decidido que podemos comprender cualquier cosa, vamos a por una cuestión que nos incomoda, como individuos y como especie, desde que accedimos a la autoconsciencia. ¿Qué significa envejecer? ¿Es realmente inevitable? ¿Existe alguna ley fundamental de la naturaleza que obligue a envejecer y a morir? ¿Es la muerte un mero incidente de la evolución? ¿Quién se beneficia de mi humillante decrepitud? Muchos son los que confían en la eternidad en el más allá. Vale. Pero ¿podemos soñar también con una eternidad teórica en la realidad física del más aquí?

Tratemos primero de observar: 1. Durante miles de millones de años sólo existieron bacterias y, como se sabe, una bacteria se convierte ella misma en dos hijas idénticas. Una bacteria puede morir por un accidente, pero su muerte no es necesaria. De hecho, por cada bacteria que vive en la actualidad (¡y son muchas!) existe una línea de miles de millones de años totalmente exenta de cadáveres. Cada 20 minutos, más o menos, la identidad materna es sustituida por otras dos idénticas. ¿Idénticas? En rigor, un objeto sólo es idéntico a sí mismo. Es lo mismo, pero no es igual. El individuo no muere pero algo cambia (muchos se conformarían con eso). 2. El envejecimiento imparable y la muerte necesaria aparecen en escena con la reproducción sexual. Dos progenitores engendran un tercero (o más) pero no se integran físicamente en él. Quedan a un lado y es entonces cuando se pone en marcha el deterioro de sus partes y funciones y se inventa la muerte irremediable. Los procesos vitales acaban fallando, como acaba fallando cualquier máquina por la acción inmisericorde del Segundo Principio de la Termodinámica. El oxígeno que da la vida también mata. Uno no puede vivir sin oxidarse. Vivir envejece. Sí, pero todo es reparable. La eternidad es sólo una cuestión de mantenimiento. La hidra por ejemplo no exhibe síntomas de senilidad. La selección natural no la ha tomado contra los viejos por la sencilla razón de que en la naturaleza no hay animales viejos. La vejez es un artefacto cultural de ambientes protegidos. 3. Los machos de un curioso ratón marsupial del género Antechinus mueren en masa agotados de tanto copular durante días y días sin darse un respiro para comer ni para dormir. Algo similar ocurre con pulpos y calamares. En este caso se diría que la muerte es parte de un programa prescrito. Pero un programa se puede desactivar y en este caso quizá bastaría con renunciar al sexo (algunos, quizá no muchos, firmarían un contrato así). 4. Cada especie tiene un tiempo de vida característico: las tortugas de las Galápagos viven dos siglos, los ratones viven meses, algunos gusanos viven sólo semanas... Esto sugiere que el envejecimiento está controlado por los genes y también en ese caso podemos intervenir, como ya se ha demostrado con el modestísimo gusano Caenorhabditis elegans, del que se han conseguido mutantes que extienden su vida natural en más de un 200% (sería como extender nuestros 120 años de vida máxima hasta casi los 400 años).

Tratemos ahora de comprender y busquemos convergencias en esta mar de divergencias. ¿Qué es el envejecimiento? En la década de los noventa, Zhores Alexándrovich Medvédev contó nada menos que unas 300 (¡!) teorías distintas. Cada año se publican datos y teorías nuevas. ¿Se puede vislumbrar un tronco común entre tanto árbol, tanta rama y tanta hoja?


Lo más cierto de este mundo es que el mundo es incierto. Por mucho que invirtamos en seguridad nunca podremos anular del todo la posibilidad de un accidente fatal. De ahí, entre otros, el interés de la reproducción: es más sensato hacer una copia a tiempo que empeñarse en un mantenimiento indefinido. A mayor incertidumbre exterior, menor mantenimiento interior. Se puede pensar en una buena inversión que burle el envejecimiento si las condiciones de seguridad son razonables (como en el caso de la tortuga o el elefante: buen blindaje, pocos enemigos, entorno estable...), pero es un pésimo negocio si el individuo está en la base de la cadena trófica (¡todo el mundo come ratones!). En ese caso, la selección natural opta por el usar y tirar y apuesta por una reproducción masiva. Nada impide en principio que la selección cultural burle, una vez más, a la selección natural. Pero por pequeña que sea la incertidumbre, la eternidad es demasiado larga para que el accidente no llegue, tarde o temprano, a ser una certeza. Sólo por este detalle, invertir en la eternidad del más aquí será siempre, natural o culturalmente, una auténtica ruina. Hoy asumimos de buen grado el riesgo (considerable) de perder la vida al cruzar una calle. Pero por mucho que se reduzca el riesgo ¿quién cruzará la calle si lo que está en juego es la eternidad?






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jueves, 12 de septiembre de 2013

Cinco años hablando de crisis, y la casa sin barrer...




Max Weber




Hace cinco años justos el Congreso de los Estados Unidos le dijo no al Plan Bush para refinanciar, con dinero público, a las entidades de crédito en estado terminal... El capitalismo ya no es lo que era; y los capitalistas, menos aún... Cuando en 1903 el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) publicó su monumental obra "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" (Alianza, Madrid, 2006), los capitalistas eran de otra ralea: eran gentes duras, éticamente formadas, poco dadas al sentimentalismo, pero que asumían las responsabilidades de sus hechos sin pestañear. Si sus empresas se hundían, ellos se hundían con ellas; como los capitanes antiguos con sus barcos... Hoy, no. Hoy, cuando su mala gestión hunde sus empresas, se marchan tranquilos con indemnizaciones millonarias pactadas y aseguradas de antemano, dejan el embolado a los accionistas después de poner en la calle a la mayor parte de sus empleados, y esperan, tranquilos, que el Estado, ese Estado del que ellos reniegan y se mofan, les saque las castañas del fuego con el dinero de todos...

Ignoro si los huesos de Max Weber se estarán removiendo en su tumba. Espero que no. Pero estoy seguro de que renegaría de esa caterva de indeseables que han dejado el sistema financiero occidental hechos unos zorros... Como decía la escritora Almudena Grandes en un artículo de por aquellas fechas: "Desnudos", nuestros jóvenes neo-liberales se quedaron en pelota picada y con sus vergüenzas colgando al viento, como el emperador del cuento, y deberían haber pagado la vajilla destrozada con sus dineros. ¿Qué quieren que les diga?, ¿qué me alegré?... Pues va a ser que no, pero casi desearía decirles que sí... Al final, unos días después, una amplia mayoría del Senado y de la Cámara de Representantes aprobó la inyección de 700.000 millones de dólares (de dinero público) para reflotar el sistema financiero norteamericano.

Hace ya bastantes años asistí a una reunión de representantes sindicales con un alto ejecutivo de la banca española. Recuerdo que explicó con una curiosa metáfora como funcionaba el sistema bursatil mundial. La Bolsa, decía, y todo el sistema económico y financiero en general, funciona en base a algo tan "sutil" como la confianza. Imaginen, nos contaba, que les ofrecen una caja, cerrada, que contiene lo que, según los expertos, son los mejores vinos del mundo. Y todo ello, por "x" euros, o dólares, o la moneda que ustedes quieran. Es seguro, que en base a la "confianza" que despiertan esos vinos, siempre habrá alguien interesado en pagarle a usted "x" más "n" euros o dólares por la caja. Y que conforme la caja aumente de valor por las sucesivas ventas, seguirá habiendo algún otro comprador dispuesto a ofrecer "x" más "n" más "y" euros o dólares por ella... Así, hasta que la compre alguien que decida abrirla y bebérsela sin ponerla a la venta, y descubra que los vinos que estaban dentro de la caja eran unos vulgares tintorros... El negocio de los vinos (de calidad) se hundirá irremisiblemente... Y todo, por que, un borrachín con dinero prefirió beberse la caja de vinos antes que seguir negociando y ganando dinero con su compra-venta sucesiva...

También por aquellos días el profesor Gabriel Tortellá, catedrático emérito de Historia Económica de la Universidad de Alcálá, en un artículo titulado "Crisis, ciclos e historia", que todo este asunto de la crisis económica y financiera que aquejaba al mundo occidental le sonaba a historia "deja vu", que estas tremendas fluctuaciones económicas se repiten cíclicamente, y que con un poco más de "memoria histórica" por parte de los responables financieros, económicos y políticos, situaciones críticas como las que estamos viviendo se podían prever, paliar, e incluso, evitar...

En similar sentido, el también ex profesor de la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, en "Una crisis anunciada", señalaba que todos sabíamos que antes o después llegaría esta crisis, anunciada por economistas ilustres, causada por una desregularización generalizada, que las crisis de los noventa en Asia y América Latina ya pusieron de relieve, y que como no se percibía una alternativa al sistema de producción existente, su desplome se consideraría una catástrofe que habría que impedir a cualquier precio, aunque todos los indicios apuntaban, concluye, a que esta crisis podría conducir al fin de la supremacía económica norteamericana.

Y los de siempre, como siempre, a verlas venir y capear el temporal como podamos... Cinco años hablando de crisis, los responsables de rositas, y la casa sin barrer...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




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Romeu (El País, 29/09/08)







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miércoles, 11 de septiembre de 2013

11-S: "In memoriam"






Dedicado 
todas 
las 
víctimas 
de 
la 
intolerancia,
la
violencia 
el 
fanatismo 
lo 
largo 
de 
la 
historia 
del 
mundo.


HArendt





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martes, 10 de septiembre de 2013

Cine, televisón y divulgación histórica




Fotograma de la serie de televisión "Isabel"



¿Por qué solemos ser tan rematadamente malos los españoles cuando hacemos cine, y más específicamente series televisivas, con pretensiones históricas? Lo digo, por contraste, con series tan magníficas como la de "Elisabeth", "El Ala Oste", "John Adams", "Roma", o la mítica "Yo, Claudio". En cine, son legión las excelentes películas rodadas al respecto, siempre fuera de nuestras fronteras... Hace cinco años por estas fechas veía en Punta Umbría (Huelva), "La conjura de El Escorial", de Antonio del Real. No es que fuera un bodrio completo, pero se le acercaba bastante. Salvo los exteriores, muy bien elegidos, y la ambientación, todo lo demás decepcionaba. 

¿Será por eso por lo que ningún productor serio se atrevió a sacar a escena en teatro, cine o televisión, la efemérides de 1808, la de 1812 en que conmemorábamos el 200 aniversario de la primera constitución española, la primera constitución de inspiración liberal de Europa, o los procesos de independencia de la América española?

Se conservan, y fui publicándolas en el blog mes a mes en su integridad, las actas de las sesiones de las Cortes que elaboraron y aprobaron en Cádiz, en la Iglesia de San Felipe Neri, la Constitución de 1812. A pesar de las "vacas flacas" ¿no podría haber sido interesante que el Ministerio de Cultura subvencionara un concurso de ideas para "dramatizar" tan fausto acontecimiento y dárselo a conocer a los españoles de manera accesible e interesante?...

De las producciones televisivas españolas más recientes, como "Isabel", o la infumable "Águila roja", prefiero no opinar: no me gusta ofender innecesariamente.

La periodista norteamericana Bárbara Probst Solomon publicaba por aquellos días de 2008 un interesante artículo sobre el poder del cine a la hora de influir en los comportamientos políticos de los ciudadanos, en el que ellos, dice, se ven reflejados mejor que en cualquier otro medio. Se titulaba "Los mitos del cine van a las urnas". Aprenderán bastante sobre estrategias electorales y publicidad política. Y sobre penosas realidades sociales y económicas ya vividas y que ahora parecen repetirse milimétricamente en España y algunos otros países europeos. Me pareció muy interesante, y espero que a ustedes también.

Por cierto, les supongo enterados de la que le cayó encima a Woody Allen en esos ya lejanos días por su apoyo explícito a Barack Obama en las elecciones que se celebrarían en el mes de noviembre... Y es que, algunos políticos eran (y son) como niños: follar, no sabemos si follan; pero joder, joden un montón...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




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Alegoría de la Constitución española de 1812





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¿Qué queda de la "primavera árabe"? Especial sobre Egipto






Caricatura de Enrique Flores para El País



Justo hace un mes inició el diario El País la publicación de una serie de artículos sobre lo que quedaba de la llamada "Primavera árabe" una vez que el ejército egipcio había tomado de nuevo el control del país. Y lo hacía con una gran aportación, como suelen ser todas las suyas, del escritor y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, titulada "La Quinta Columna", rectificada al siguiente día por el propio autor en el mismo diario, por el error en el que había incurrido al decir que las milicias de Hezbollah apoyaban a los rebeldes sirios contra el régimen de El Asad.

A esta colaboración siguieron las del filósofo francés Bernard-Henry Levy, titulada "Grandes cementerios sobre el Nilo"; la del prestigioso abogado Jerónimo Paez con "La trágica deriva del mundo islámico"; la de Dominique Moisi, profesor del Instituto de Estudios Políticos de Paris, con su "Primavera árabe: el ganador menos pensado"; y la última, hasta ahora, la del profesor invitado de la Universidad "Pablo Olavide", de Sevilla, Sami Naïr, con su artículo "¿Qué pasa en Egipto?"

Por su parte, el Real Instituto Elcano, en Madrid, acaba de publicar en este mes de septiembre un número especial: "Egipto, transición 2.0", con colaboraciones como la de Julio de la Guardia, analista político residente en Jerusalén y El Cairo con "Egipto: el Estado contra los Hermanos Musulmanes"; de Félix Arteaga, investigador principal en materias de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano con su "Lecciones aprendidas de las revueltas árabes: La deriva represiva de Egipto", ; y de de Hazam Amirah-Fernández, investigador principal en asuntos del Mediterráneo y el Mundo Árabe, también del Instituto Elcano, con "Egipto, rumbo al desastre".

Todo los asrtículos reseñados más arriba constituyen una puesta al día sobre la cuestión planteada al comienzo de esta entrada: ¿Qué queda de la "Primavera árabe"? En las colaboraciones citadas están algunas claves de las posibles respuestas a esa pregunta.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Fotografía de Georges Fahmi (Real Instituto Elcano)





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lunes, 9 de septiembre de 2013

"Cuando ya no puedes encontrar respuestas": Del blog Pensando en la estación









Hace unos días llegó a mis oídos la siguiente frase: "Si me muero, en este sobre está todo lo que tienes que hacer". Mi reacción fue un ataque de risa, y me dijeron que no era para reír, pero yo creo que sí. Hay vida, y eso es bueno; no hace falta llorar ninguna ausencia ahora mismo... (sique aquí).




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Filosofía, vida, lectura...





El profesor Emilio Lledó




"La lectura debe servir para desarrollar los sentidos, y no para negar y evadirse de las contingencias de la vida. El Ulises predilecto de Lledó -dice el profesor Ramón del Castillo-, el que prefiere volver a su casa y seguir siendo hombre en vez de permanecer inmortal al lado de Calipso, también es el lector que antepone todas las dificultades de la amistad a la luz y las promesas de la vida contemplativa. No debemos buscar al texto por sí mismo, sino para ser más felices".

Este hermoso párrafo introductorio de la entrada de hoy está escrito por el profesor de Filosofía de la UNED, Ramón del Castillo, al final de un artículo suyo en el número de abril de 1999 de Revista de Libros, titulado "De la amistad a la lectura", reseñando el libro de Emilio Lledó "Imágenes y palabras" (Taurus, Madrid, 1998). Les recomiendo su lectura, que estoy seguro les resultará gratificante, en el enlace de más arriba.

Leer para ser más felices en nuestra relación con los demás, en esencia: para vivir mejor la vida. No es mala filosofía. Del profesor Emilio Lledó ya he hablado en numerosas ocasiones en este blog. Fue profesor mio en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED. Asistí a uno de sus Seminarios sobre Historia de la Filosofía Antigua y Medieval en el centro asociado de Las Palmas, que versaba sobre Platón, Aristóteles y San Agustín, y esa experiencia académica resultó ser, sin exageración alguna, lo más gratificante que me ha pasado en los muchos años que he estado vinculado a la universidad. En ese Seminario aprendí algo tan elemental, y por eso, quizá, tantas veces olvidado, como que la Historia de la Filosofía no es nada más (y nada menos) que la historia de lo que han dicho y escrito los filósofos a lo largo de los siglos. Quizá fuera la razón de que contara la anécdota del alumno que se dirigió a Xavier Zubirí pidiéndole orientación para estudiar Filosofía; la lacónica respuesta del maestro fue: "aprenda griego antiguo y alemán y luego vuelva por aquí".

La visión de Lledó viene a ser la misma que la del también filósofo Julián Marías, citado por José Luis Abellán en su "Historia crítica del pensamiento español. Tomo 8", que define la Filosofía como "visión responsable" en la que el filósofo es hombre antes que filósofo, inmerso en la realidad para desde ella poder comprender su situación. 

Situación que Marías, en su "Introducción a la Filosofía" (1967), enumera a título descriptivo como basada en:

1. La apetencia desmesurada de placeres y la aspiración a tener una vida de placer.

2. El deseo de riqueza y el derecho que todos creen tener a ella.

3. La apetencia generalizada de acción, muy especialmente sobre las cosas.

4. La apetencia de dominación de unos hombres sobre otros -más que un estricto afán de poder- que adopta sutiles formas mediante los que "de hecho son subordinados" creen que ejercen su dominio.

5. El predominio de la "decisión" sobre lo "decidido", que oculta el vacío de creencias y provoca un estado generalizado de agresividad.

Es por eso, añade, porque el hombre hace siempre lo que hace por algo y para algo, y esos motivos son ingredientes esenciales del hacer, por lo que la filosofía viene calificada intrínsecamente por ellos; es decir, que no solo es circunstancial porque el hombre que filosofa se encuentra en una circunstancia determinada y su perspectiva funciona como un ingrediente de lo real, sino que la filosofía, en cuanto hacer humano, se nutre de circunstancialidad. Es, decir, de historia y realidad, de vida, en suma. Hermosa lección: leamos para vivir, no vivamos para leer.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





El profesor Julián Marías (1914-2005)





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sábado, 7 de septiembre de 2013

"Nihil novum sub sole"




Panteón Real (El Escorial, Madrid)




Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla, 
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria, donde vive eternamente.

Ésto oyo un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente."

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

"Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla"
Miguel de Cervantes
"Obras Completas" (Aguilar, Madrid, 1965)




Miguel de Cervantes (1547-1616)




"Nihil novum sub sole" ("Eclesiastés", 1.9): "Nada nuevo hay bajo el sol". Fin de la cita, que diría nuestro ínclito y nunca suficientemente bien ponderado presidente del gobierno don Mariano Rajoy si supiera latín, cosa que dudo, ahora que, como anteriormente a su jefe, el señor Aznar, le ha entrado la picazón guerrera (Siria, dixit), junto a Obama y Hollande, y un poco menos a su amigo Cameron, porque en el Reino Unido el Parlamento pinta algo, no como en España, y allí los gobiernos guardan y respetan las formas democráticas.

Permítanme, por favor, una larga cita, que luego entenderán a qué viene. Dice así:

"No son siempre fenómenos coincidentes, ni menos aún reductibles a una sola especie, crisis económicas y crisis sociales, si bien de ordinario se producen en dependencia recíproca. [...]

Quizá no se haya dado nunca, y ello esté en la razón misma de sus mecanismos, un paralelismo a través de toda la extensión de ambos fenómenos, cuando se presentan con gran proximidad entre sí. Tal vez ello explique que los economistas, con frecuencia, puestos a considerar las crisis económicas, tomándolas como consecuencia de leyes objetivas del mercado o como de estructuras mediatas o inmediatas, hayan solido, sin embargo, dejar de lado -salvo los economistas de escuelas muy específicas- las implicaciones en el ambiente social que de aquellas se originan. [...]

Durante ellas, los transtornos económicos han sido más estudiados y son mejor conocidos. Ahora, desde hace unos años, empiezan a estudiarse las alteraciones sociales que por todas partes surgen. Pero no se trata simplemente de fenómenos aislados o intermitentes, de malestar de los pueblos, ni de las aparentes explosiones, de radio mayor o menor, en que se manifiestan, sino de que la centuria del [...] fue un largo periodo de honda crisis social, cuya sola existencia nos permite comprender las características específicas de aquel siglo. [...]

Pero lo cierto es que desde que aparece -lleno de conquistas sobre la naturaleza y de novedades sobre la sociedad- el tipo que hemos dado en llamar hombre moderno, empieza también a desarrollarse la capacidad en él de comprender que las cosas, de la economía quizá principalmente y, también de otros ramos de la vida colectiva, no andan bien y, lo que es más importante, empieza a dar en pensar que podría ir mejor. Es más, esa conciencia de malestar y de inquietud se acentúa en aquellos momentos en que comienzan a manifestarse transtornos graves en el funcionamiento social, transtornos que, en su mayor parte seguramente, son debidos a la intervención, bajo nuevas formas de comportamiento, de esos mismos individuos, a la presión que, con nuevas aspiraciones, ideales, creencias, etc., instalados en un nuevo complejo de relaciones económicas, ejercen sobre el entorno social. [...]

Pero si la intervención del hombre puede sanar, también puede empeorar una situación. La desacertada manipulación de los hombres en el gobierno puede errar y entorpecer el restablecimiento de una crisis; puede incluso provocarla. Y la forma en que se da la conciencia de crisis en el [...], tanto en el terreno económico como en el social, si puede esperar o reconocer en los gobernantes capacidad para superarlas, puede también atribuirles -desde el momento en que las concibe como susceptibles de ser afectadas por lo que aquéllos hagan- los tristes resultados de un empeoramiento que lleve al punto de la caída. [...]

Los economistas han hablado en años recientes de una tendencia marginal al consumo, en virtud de la cual, aunque las rentas sufran una recesión durante algún tiempo, se sigue conservando una tasa de consumo igual a la anterior, sin acusar el golpe de la restricción de los ingresos. Es como si hubiera una cierta lentitud en la adaptación a las nuevas circunstancias. Pues bien, en las crisis sociales, las ondas son mucho más largas, entre otras razones porque ese ritmo de adaptación a la nueva fase es mucho más lento.

Por eso, en pleno [...] los historiadores de la economía pueden delimitar  fases positivas; pero ello puede importar poco para el desarrollo general de la crisis social. Ante las circunstancias de ésta, los que detentab el poder, los que lo soportan, toman actitudes que tardarán en desechar, aunque la situación haya llegado, décadas después, a ser otra cosa. Los modos de ejercicio de la libertad y los montajes represores de la misma seguirán manteniéndose. Y como ese juego de libertad y represión afecta a la raíz de la cultura, las crisis sociales son procesos que alteran profundamente el estado social de un pueblo, más aún: son creadores de una nueva cultura. Uno de esos caso fue, precisamente, la cultura del [...], surgida de las circunstancias críticas en que se hallaron los pueblos europeos, debido a causas económicas que varias veces cambiaron a través de la [...], aunque más frecuentemente con carácter desfavorable, pero también a una serie de "novedades", dicho con el lenguaje de la época, que la técnica, la ciencia, el pensamiento filosófico, la moral, la religión, trajeron por su parte.

Todo ello sin descontar que la misma economía va entrelazada con motivaciones ideológicas, cuya acción y reacción ante las transformaciones estructurales -las cuales, en parte al menos, se producen en el [...]- obligan al historiador a hablar de una nueva época. [...]

Estando hoy a pique de perdernos todos [...] hay mucho que limpiar si se barriera de veras".

Fin de la cita, aunque estoy seguro (me apuesto un testículo y la mitad del otro) que ninguno de los ministros del actual gobierno sería capaz de reconocer el texto reseñado, por otra parte no tan antiguo. Hagan ustedes el esfuerzo de sustituir donde corresponda los puntos suspensivos por el término "siglo XVII" y tendrán la clave del arco.

Reconocerán conmigo que suenan actuales las palabras citadas. Pero despejemos la incognita y dejemos explícito que se trata de un extracto del capítulo 1: "La conciencia coetánea de crisis y las tensiones sociales del siglo XVII" (páginas 55-57, 60, 62-63, y 95-96), del libro "La cultura del Barroco, Análisis de una estructura histórica" (Ariel, Barcelona, 1998) del insigne profesor e historiador José Antonio Maravall.

"Nihil novum sub sole", está claro... Así que, "nihil obstat quominus imprimatur": "no hay objección para su publicación", añadiría yo, que no voy a ser menos a la hora de citar latines...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





El profesor José Antonio Maravall (1911-1986)






Entrada núm. 1961
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jueves, 5 de septiembre de 2013

El contencioso sobre Gibraltar




El Peñón de Gibraltar



Ya he expresado en ocasiones anteriores mi opinión sobre el contencioso que enfrenta a España y Gran Bretaña sobre Gibraltar, que se resume en pocas palabras: la existencia de Gibraltar, !una "colonia" en suelo europeo!, es a estas alturas un anacronismo histórico, jurídico y político que debería estar resuelto hace mucho tiempo. Con una premisa básica, que quede acreditada y se respete la voluntad de sus habitantes, y que se realice con el acuerdo expreso y firme de España, Gran Bretaña y los gibraltareños. ¿Soluciones posibles (o deseables)?: la independencia pura y simple; la integración en España como Comunidad Autónoma; la integración en Gran Bretaña; o un Estatuto Especial como Estado independiente en la Unión Europea bajo la soberanía compartida de las coronas española y británica. Pero como también digo siempre (o casi siempre) mi opinión al respecto es irrelevante.

El "Real Instituto Elcano", una fundación privada independiente de la administración pública y de las empresas que ayudan a su financiación, constituida como foro de análisis y discusión sobre la actualidad y las relaciones internacionales de España, acaba de hacer público un informe: "Dossier sobre Gibraltar", que incluye una docena de colaboraciones de destacados especialistas en la materia, así como documentación jurídica e histórica, exhaustiva, sobre este asunto, desde todos los enfoques, puntos de vista, perspectivas y aspectos posibles. Merece la pena su consulta, se lo aseguro.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





Un enfrentamiento absurdo e innecesario





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miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿La asociación de ideas es siempre un proceso involuntario?








Desde siembre me ha llamado la atención el complejo proceso mental mediante el cual se producen las asociaciónes de ideas: uno comienza hablando del precio de las hortalizas y termina la conversación discutiendo sobre la moral victoriana..., por ejemplo. Me pasó en su momento con un precioso artículo: "Afrancesadas o petimetras", de la catedrática de Lengua y Literatura, periodista y escritora, Juana Vázquez, sobre la Guerra de Independencia española cuyo bicentenario se estaba celebrando aquel año.

El artículo no era sólo una fundamentada crítica al rancio pensamiento reaccionario de los absolutistas españoles, con Fernando VII a la cabeza, sino sobre todo un canto a la incipiente liberalización femenina, que la Ilustración había propiciado en España con el advenimiento de la nueva dinastía borbónica. Me alegró leerlo, y advertir que no era el único de los españoles que de haber vivido en esa época es muy posible que hubiera "quedado" del lado de los afrancesados...

Conforme lo iba leyendo dos recuerdos fluían a mi mente. Por un lado, el de una frase atribuida, creo, a Sir Winston Churchill, que siempre me ha producido cierta desazón (y que no comparto del todo) que viene a decir que "con la Patria, como con la madre, se está siempre aunque no tenga razón". Por otro, el de un magnífico libro de la historiadora italiana Benedetta Craveri: "La cultura de la conversación" (Siruela, Madrid, 2004), leído hacía ya cuatro años por esas fechas. Uno de los textos más hermosos que he leído nunca. Un precioso ensayo sobre el importantísimo papel desempeñado en el mundo de la cultura europea por las mujeres de la aristocracia ilustrada del Antiguo Régimen, que en la Francia de los siglos XVII y XVIII, supieron crear, mantener y desarrollar los denominados salones literarios.

Pueden leer la reseña que de dicho libro hacia "Revista de Libros", en su número de mayo de 2004, firmada por Álvaro de la Rica, en este enlace. Se la recomiendo.

Y de ahí, y concluyo la asociación de ideas, me asaltan casi de manera inmediata otros dos recuerdos indelebles: la valerosa postura de la actriz Jane Fonda, oponiéndose decididamente a la guerra que su país mantenía en Vietnam en los años 60, por la que fue acusada de traidora y antinorteamericana, y la también valerosa respuesta de la filósofa y teórica política, Hannah Arendt, en tantas ocasiones citadas por mí, cuando a raíz de la publicación (1963) de su libro "Eichmann en Jerusalén" (Nuevas Ediciones de Bolsillo, Barcelona, 2004), en el que relataba el proceso, condena y posterior ejecución en Israel del exjerarca nazi Adolf Eichmann, secuestrado un año antes en Argentina por el Mossad, trasladado en secreto a Israel y enjuciado allí por crímenes contra el pueblo judío, recibió las furibundas críticas de una buena parte de los judíos europeos y norteamericanos que no entienderon cabalmente su teoría sobre la "banalidad del mal" en relación con el personaje de Adolf Eichmann. 

Arendt siguió el proceso en Jerusalén como enviada especial de una prestigiosa revista norteamericana. Un año más tarde se publicaron sus crónicas sobre el juicio; primero en la revista y luego en forma de libro. Acusada por gran parte de los lectores, no sólo judíos, de desprecio y falta de amor a su pueblo, al pueblo judío, e incluso de pro-nazi, Hannah Arendt, contestó públicamente a sus críticos con unas palabras que se han hecho célebres: "Tienen ustedes toda la razón; no me anima ningún amor de esa clase, y eso por dos motivos: jamás en toda mi vida he amado a ningún pueblo, a ninguna colectividad; ni al pueblo alemán, ni al pueblo francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni nada de todo eso. Yo amo únicamente a mis amigos y la sola clase de amor que conozco y en la que creo es en el amor por las personas. En segundo lugar, este amor por los judíos me parecería, puesto que yo misma soy judía, más bien sospechoso. Yo no puedo amarme a misma, amar aquello que sé que es parte de mí, un fragmento de mi propia persona". Aún hoy, es un libro que sigue levantando polémicas.

¿Comprenden ahora lo que decía al principio sobre la asociación de ideas?... Pues eso... Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Madame de Sévigné (1626-1696)





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domingo, 1 de septiembre de 2013

El pulso de España (IV y última): Análisis de una crisis total




Viñeta de Forges en El País



Cuarta y última entrega de la Encuesta "El pulso de España", titulada "Lo que se espera del Estado", elaborada por Metroscopia para El País, y analizada durante el pasado mes de agosto por el profesor José Juan Toharia. Las tres entregas anteriores pueden leerse en las entradas del blog correspondientes a los días 18 de agosto y 26 de agosto pasados. 

La idiosincrasia es la idiosincrasia y España es, posiblemente, el país europeo en el que sus ciudadanos piden a las instituciones públicas más amparo y protección. Casi 25 puntos más que en la media de los restantes estados de la Unión. De esos ciudadanos que demandan la protección del Estado como una obligación hacia las personas más necesitadas, el 63% se declara votante del PP, y el 80% del PSOE. Respecto a los que piensan que la economía funciona mejor supervisada por el Estado (un 62%) que por el mercado (un 27%), el 62% se declaran votantes del PP, y el 63% del PSOE. No andan muy distanciadas ambas posiciones. ¿De ahí la bajada en picado de la confianza en el gobierno? Es posible, pero supongo que también influirá la incompetencia manifiesta para no ya resolver, sino tan siquiera encauzar la crisis que asola a los españoles.

Para el 86% de los encuestados es responsabilidad del Estado proporcionar atención sanitaria a todos los ciudadanos. Para el 71%, el Estado tiene la obligación de proteger y ayudar a las personas más necesitadas, frente al 7% que entiende que eso es responsabilidad de la propia persona.

Un 78% de los españoles consultados considera que el Estado debe controlar las actividades y beneficios de los bancos; un 92% entiende que los únicos responsables de su hundimiento (el de los bancos y cajas) son sus gestores; un 90% de los ciudadanos cree que todavía no se han exigido a esos gestores las oportunas responsabilidades civiles y penales.

No es extraño que la gran banca española esté volcada en su apoyo a un gobierno que garantiza a sus máximos responsables su total impunidad. ¿Jueces y fiscales estarán por la labor de impedírselo? Las apostillas y comentarios no técnicos son responsabilidad del autor del blog, no del profesor Toharia.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Viñeta de Peridis en El País





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sábado, 31 de agosto de 2013

Seamus Heaney (1939-2013): "In memoriam"





El poeta Seamus Heaney




Cada vez que muere un poeta se muere un poco el alma del mundo. En humilde homenaje al gran poeta irlandés ayer fallecido, Premio Nobel de Literatura 1995, les dejo con la lectura de uno de sus poemas más famosos y repetidos: "Cavando" ("Digging") que reproduzco en español y en su idoma original, pues como es bien sabido, la poesia, expresión del alma, es, por esencia, intraducible. 

En mis entradas "Con Seamus Heaney: Poesía para tiempos difíciles", y "De nuevo con Seamus Heaney: Música y poesía", de los pasados 1 y 2 de junio pueden leer también sendos poemas suyos.

"Sit tibi terra levis", que decían los clásicos: Que la tierra te sea leve. Descansa en paz.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




CAVANDO

Entre el pulgar y el índice
La regordeta pluma se acomoda; confortable cual arma.

Y bajo mi ventana, el limpio y áspero sonido
Cuando la pala se hunde en el suelo arenisco:
Mi padre está cavando. Lo miro desde arriba

Hasta que su costado que se esfuerza por entre los macizos de flores
Se dobla, y se levanta veinte años atrás
Agachándose al ritmo de surcos de patatas
Donde estaba cavando.

La tosca bota se acunaba en la pala, el mango,
rozando con la pierna, se levantaba con firmeza.
Él arrancaba los brotes altos, y enterraba muy hondo aquel
brillante filo
Para desparramar patatas nuevas que nosotros cogíamos
Encantados con su fresca dureza en nuestras manos.

¡Dios mio, y cómo manejaba el viejo aquella pala!
Exactamente igual que lo había hecho su padre.

Mi abuelo cortaba más turba en un día
Que ningún otro en la turbera de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
Con un descuidado tapón de papel. Se enderezó
Para beberla; luego se inclinó de nuevo a la tarea
Cortando y rebanando con esmero, arrojando terrones
Por encima del hombro, ahondando más y más
En busca de la turba buena. Cavando.

El olor frio del mantillo, el chapoteo y el golpe
De la turba empapada, los secos cortes del filo
Atravesando las raíces vivas despiertan en mi cabeza.
Yo no tengo una pala con que seguir a hombres como ellos.

Entre el pulgar y el índice
La regordeta pluma se acomoda.
Yo cavaré con ella.


"Muerte de un naturalista"
(Hiperión, Madrid, 1996)
Traducción de Margarita Ardanaz



*****



DIGGING

Between my finger and my thumb
The squat pen rests; snug as a gun.

Under my window, a clean rasping sound
When the spade sinks into gravelly ground:
My father, digging. I look down

Till his straining rump among the flowerbeds
Bends low, comes up twenty years away
Stooping in rhythm through potato drills
Where he was digging.

The coarse boot nestled on the lug, the shaft
Against the inside knee was levered firmly.
He rooted out tall tops, buried the bright edge deep
To scatter new potatoes that we picked,
Loving their cool hardness in our hands.

By God, the old man could handle a spade.
Just like his old man.

My grandfather cut more turf in a day
Than any other man on Tomer's bog.
Once I carried him milk in a bottle
Corked sloppily with paper: He straightened up
To drink it, then fell to right away
Nicking and slicing neatly heaving sods
Over his shoulder, going down and down
For the goog turf. Digging.

The cold smell of potato mould, the squelch and slap
Of soggy peat, the curt cuts of an edge
Throug living roots awaken in my head.
But I've no spade to follow men like them.

Between my finger and my thumb
The squat pen rests.
I'll dig with it.


"Death of a Naturalist"
(Faber & Faber Limited, London, 1996)





Portada de "Muerte de un naturalista" (1996)





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jueves, 29 de agosto de 2013

Dios, yo y mi circunstancia





Imagen (parcial) de los manuscritos de Qumrán



Recuerdo haber leído una frase -pero no su autor- que decía más o menos: "todo lo que se puede pensar, puede existir". Y otra, antagónica, de un teólogo protestante alemán -del que tampoco recuerdo el nombre- que venía a decir: "Dios es aquello que no podemos pensar ni conocer". Puestas ambas en relación, la conclusión es que la idea de la existencia de Dios "repugna" a mi razón. Sí, ya sé que la razón no es un elemento precisamente de veracidad incontrovertible: "La realidad -dice Ortega y Gasset- como un paisaje, tiene infinitas perspectivas todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es esa que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde lugar ninguno. El utopista -y esto ha sido en esencia el racionalismo- es el que más yerra, porque es el hombre que no se conserva fiel a su punto de vista, que deserta de su puesto". Reconozco, pues, que puedo estar equivocado, pero eso es lo que pienso desde mi perspectiva.

No soy, no puedo, ser creyente en un ente, impersonal, preexistente a todo y creador del universo, ni en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro; pero no soy arreligioso, ni amoral. Comparto en gran parte lo dicho por Ortega: "Yo no concibo que ningún hombre que aspire a henchir su espíritu indefinidamente, pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso", pero tengo claro que moral y religión no tienen nada que ver; eso ya me lo enseñó en mis años de bachillerato, un excelente profesor de Filosofía, del que ya he hablado en anteriores ocasiones en el blog. De las cinco partes en que se dividía para su estudio la asignatura: Lógica, Psicología, Ética, Metafísica y Moral (sino recuerdo mal, creo que eran esas) las que más gustaban eran, por ese orden, la Lógica y la Moral. Al final, en el corte del bachillerato elemental al superior, opté por Ciencias. Y creo que me equivoqué, pero a estas alturas ya no tiene remedio.

Desde esa perspectiva, o circunstancia, si lo prefieren, no tengo empacho alguno en declararme como cristiano-agnóstico (o agnóstico-cristiano), si por cristiano se entiende a aquel que entiende y comparte gran parte de las enseñanzas del personaje histórico Jesús de Nazareth. Pero de ahí, es difícil que pase. Mi problema, como el de la filósofa y mística francesa de origen judío, Simone Weil ("Carta a un religioso": Trotta, Madrid, 1998), tantas veces citada por mí en el blog, es que comparto plenamente su criterio de que "la Iglesia ha sido un gran animal totalitario [...] iniciadora de la manipulación de toda la historia de la humanidad con fines apologéticos [...] Mi vocación es ser cristiana fuera de la Iglesia", dice. La mía, también.

La entrada de hoy es producto de varias circunstancias: Mi interés, proclamado y explícito, por el fenómeno religioso; la lectura, por fin concluida después de varios intentos que se han extendido durante años de "La esencia del cristianismo" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1996), de Ludwig Feurbach; del "Así habló Zaratustra" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1970), de Friedrich Nietzsche; y  de la relectura, en curso, del tomo octavo y último de la impresionante "Historia crítica del pensamiento español" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1993), de José Luis Abellán, que abarca el período comprendido entre 1914 y 1939.

También ha supuesto una circunstancia añadida la emitisión ayer miércoles por la 2 de TVE de un documental sobre "Los manuscritos del Mar Muerto", muy interesante, centrado en la suposición -un tanto aventurada e imposible hasta ahora de confirmación- sobre la cuestión de si el Jesús histórico fue miembro de la secta judía, anti-Templo, de los "esenios", que fueron los que escribieron dichos manuscritos y los enterraron para salvarlos de la ira romana ante la rebelión judía de los años 70 d.C. Mi hija Ruth ha sido capaz de encontrarme el citado vídeo, algo que yo no supe hacer en la página electrónica de RTVE, y pueden verlo en el enlace de más arriba. Yo he encontrado este otro, realizado por el canal de televisión Historia y Ciencia, que no desmerece en absoluto del anterior.

Sobre los papiros del Mar Muerto, encontrados casualmente a mediados del pasado siglo en varias cuevas de la desértica región israelí de Qumrán, junto al mar Muerto, les recomiendo la lectura del artículo "¿Misterios desvelados?", de Henry Wansbrough, teólogo e investigador bíblico, publicado en el número de diciembre de 2011 de Revista de Libros, reseñando el libro "El significado de los rollos del Mar Muerto" (Trotta, Madrid, 2011), de James Vander Kam y Peter Flint. Los leí -artículo y libro- el pasado año y reconozco que me resultaron fascinantes. Sobre todo el libro: un texto erudito y científico sin la menor concesión a las fantasías al uso sobre este tema plagado de fantasís y lucrubraciones sin fundamento.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Las cuevas de Qumrán (Israel)




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¿Hablamos de política?




Hannah Arendt



¿Hablamos de política? Bien, porqué no... Pongámonos de acuerdo, si podemos, en que entendemos por política; en qué es la política. Está la definición clásica: política es el gobierno de la "polis"; está la trillada: política es el arte de lo posible; está la académica: perteneciente o relativo a la doctrina y la actividad política (que es como no decir nada), y están también las más elaboradas, como la de Hannah Arendt, que le dedicó al asunto uno de sus libros: "¿Qué es la política?" (Paidós, Barcelona, 1997), cuya reseña, en su artículo "El sentido de la política", hiciera la profesora Cristina Sánchez Muñoz en el número de mayo de 1999 de Revista de Libros.

Hannah Arendt trabajó entre 1956 y 1959 en el proyecto de una obra que debería llevar el título de "Introducción a la política", por encargo de la editorial alemana Piper, pero nunca llegó a terminarla. Treinta y cuatro años más tarde la socióloga alemana Ursula Ludz, alentada por la editorial que guardaba celosamente los materiales acumulados por Arendt, realizó un minucioso trabajo de reconstrucción, ordenación y presentación de los mismos que vieron la luz en 1993 con el título de "¿Qué es la política?". Pueden descargarse el libro, si lo desean en este enlace.

Para Hannah Arendt, que elaboró esas notas en plena guerra fría, la pregunta pertinente que surgía en aquel momento era la de si la política conservaba aun algún sentido: "Esta falta de sentido -dice- no es ninguna aporía científica; es un estado de cosas absolutamente real del que podemos darnos cuenta cada día si nos tomamos la molestia no solamente de leer los periódicos sino también de preguntarnos, en nuestro disgusto por el desarrollo de todos los problemas políticos importantes, cómo podríamos hacerlo mejor dadas las circunstancias. La falta de sentido en que ha caído la política en general se aprecia en que todos los problemas políticos particulares se precipitan a un callejón sin salida". ¿Les suena la letra de la cancioncilla?; parece escrita en un diario cualquiera de antes de ayer... Y poco más adelante, añadía como colofón: "Si partimos de la lógica inherente a estos factores y suponemos que nada que no nos sea hoy ya conocido determina ni determinará el curso del mundo, entonces solo podemos decir que un cambio decisivo para nuestra salvación solo sucederá por una especie de milagro".

Clavado; nos está retratando: así andamos ahora por España, Europa, y buena parte del mundo: esperando el milagro... Pero el milagro no va a llegar, porque como decía nuestro filósofo José Ortega y Gasset: "la nota más trivial, pero a la vez más importante de la vida humana, es que el hombre no tiene otro remedio que estar haciendo algo [luchar] para sostenerse en la existencia". Y si no lo hacemos nosotros, ningún espíritu ni fuerza divina nos lo va a resolver. Esa es la misión de la política.

La idea de esta entrada y su introducción, mediante el recurso al pensamiento de Hannah Arendt y de Ortega, me ha venido sugerida por una serie de artículos, a cada cual más interesante, aparecidos estos días en El País, que he recopilado y anotado para el blog.

El primero de ellos, "Tiempo de esperpento", escrito por uno de los más acreditados politólogos españoles, Josep Colomer, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, tan absurdamente castigado por el gobierno del partido popular. Dice el profesor Colomer en él que "en la vida pública española emerge de nuevo la burla, la sátira y la tragedia como elementos cotidianos [...] El Goya (pintor) de la España actual -dice- sería el pintor del impacto directo, el de los caprichos criminales, los disparates chocantes y el esperpento diario".

"Elogio del tópico", escrito por el profesor y ensayista Jordi Gracia, es el segundo de los artículos cuya lectura les propongo. Dicé en él que "ser ciudadano europeo todavía significa vivir protegido como ningún otro ciudadano". ¿Hasta cuándo? deberíamos preguntarnos. "La social democracia parece hoy noqueada por la evidencia del fin del sueño conquistado [...] Para reconquistarlo -añade- hoy no necesitamos héroes: necesitamos ideólogos, ideólogos sin miedo a la palabra". ¿Pero dónde están?

Víctor Gómez Pin, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, escribe sobre filosofía, y lo hace a raíz de un Congreso de filósofos celebrado recientemente en Atenas. "Salvar a la ciudad", se titula. "La disposición filosófica -dice- suena hoy a sarcasmo en Grecia, el lugar donde surgió [...] Pero la disposición filosófica, añade, es una guerra abierta contra la estulticia; porque la estulticia -dice-, hace soportable lo que es contrario a la dignidad humana".

El último artículo cuya lectura les recomiendo: "La socialdemocracia y el desafío europeo", está escrito por Emilio Pérez Touriño, expresidente del gobierno de Galicia. "La izquierda está atrapada por aparatos burocráticos que no conectan con las nuevas demandas", dice. Y añade más adelante: "Para movilizar a la sociedad civil hace falta otra manera de hacer política [...] Ni los mercados ni la derecha con ciegos, sus intereses coinciden". Como ven, nada nuevo bajo el sol.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




La acrópolis ateniense: aquí nació la democracia



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