viernes, 21 de agosto de 2009

Teólogos

En mi penúltima entrada del blog prometí comentar "Verdad controvertida. Memorias" (Editorial Trotta, Madrid, 2009), del teólogo suizo Hans Küng, cuya lectura de 764 páginas acababa de concluir, y que abarcan el período 1968-2008. Al final de su libro anuncia el deseo de afrontar una tercera y definitiva entrega de las mismas, si Dios quiere, que espero poder disfrutar.

No es, evidentemente, un libro de Teología (la ciencia que trata de Dios, sus atributos y perfecciones), pero son las memorias de un teólogo, y la teología surge a cada paso de las mismas. Ya comenté en la entrada citada como llegué a sentir la profunda admiración que tengo por Hans Küng por su forma de entender el mensaje cristiano y presentarlo al hombre de hoy, su honestidad y su valentía. No voy a reiterarme en ello.

Este segundo tomo de las Memorias que comento ahora abarca un período de cuarenta años de la vida de su autor, y en él pueden rastrearse los hitos que le llevaron a la publicación de obras tan fundamentales de la teología cristiana como "Ser cristiano" (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1974), "¿Existe Dios?" (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1978), o "¿Infalible? Una pregunta" (Editorial Herder, Buenos Aires, 1971), pero asimismo los avatares de su larguísimo período de docencia, que aún continúa, en la Universidad alemana de Tubinga y una exposición detallada de sus estudios, conferencias y viajes por todo el mundo.

Pero es también el relato pormenorizado de un enfrentamiento con la jerarquía romana, que se inicia con el papa Pablo VI una vez finalizado el concilio Vaticano II, a cuenta de la prohibición de los anticonceptivos, la oposición al celibato opcional de los clérigos, o la reiteración de la infalibilidad pontificia como dogma. Esos serán sus tres grandes caballos de batalla con la Congregación para la Doctrina de la Fe (la Inquisición contemporánea) romana, y los que acabarán por acarrearle la prohibición de enseñar Teología católica en el seno de la iglesia, en sentencia dictada contra él en plena Semana Santa de 1980 por el papa Juan Pablo II.

Contra lo que pueda parecer, este segundo libro de sus Memorias no es un ajuste de cuentas especialmente centrado con quien fuera compañero suyo en las tareas docentes de la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga, Josep Ratzinger (el hoy papa Benedicto XVI), aunque las críticas al mismo y sus posicionamientos teológicos sean constantes, sino más bien y sobre todo, contra la Curia romana, el gobierno de la Iglesia, a los que acusa sin ambages de tener secuestrados a los papas.

De éstos, de los obispos y cardenales de la Curia, llega a decir que Dios les trae absolutamente sin cuidado pues lo único que les importa es "su" Iglesia; o que la obediencia que se predica en su seno (el de la Iglesia) no es a Dios o la propia conciencia sino al del señor Obispo. Sobre el trato dado a los teólogos potencialmente disidentes, añade una observación crucial: dice que a la Curia romana le trae absolutamente sin cuidado lo que éstos personalmente crean siempre que, al menos, estén callados (en "silentium obsequio-sum": en obediente silencio) especialmente si se refieren al Sumo Pontífice.

Muy crítico con los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, por motivos muy distintos, el uno del otro (del segundo viene a decir que sus gestos de humildad eran puro teatro de cara a la galería mediática, y del primero, que se dejó manipular por la Curia), con el Opus Dei es de una dureza inusitada. Llega a calificarlo de organización secreta católico-fascista, deseosa de hacer olvidar el concilio Vaticano II, de reclutar a sus miembros con dudosos procedimientos, de exhortarlos a desdeñar la sexualidad, mortificarse y menospreciar a las mujeres, y sobre todo, de perseguir el poder absoluto en el seno de la Iglesia. No mejor parado sale su fundador, monseñor Escrivá de Balaguer, canonizado por Juan Pablo II en un tiempo récord haciendo caso omiso, añade, de los testimonios críticos y saltándose las normas eclesiásticas, a quien califica de hombre despótico.

¿Ha cambiado mucho la posición de la Iglesia en tan controvertidas cuestiones como las reseñadas con el papa Benedicto XVI? No puedo opinar con veracidad porque este mundo de la iglesia me resulta bastante ajeno, pero por lo que observo, leo y escucho, tengo la impresión de que no. Esa es la impresión de muchos teólogos, y en concreto, entre otros, la del periodista y teólogo español Juan Arias, de quien reproduzco más adelante su artículo "¿Por qué la Iglesia teme a los diferentes?" publicado en El País el pasado 8 de agosto. Espero que les resulte interesante. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





El teólogo suizo Hans Küng




"¿POR QUÉ LA IGLESIA TEME A LOS DIFERENTES?, por Juan Arias
EL PAÍS - Opinión - 08-08-2009

A la jerarquía católica le da miedo todo lo que se salga del orden por ella trazado en la liturgia, la fe, la familia, el sexo. Sin embargo, el profeta de Nazareth en el que se inspira fue un ser distinto, un heterodoxo.

Con el papa Benedicto XVI, el miedo de la Iglesia católica hacia los diferentes se ha agudizado. Se estudian incluso nuevas formas de castigo a los sacerdotes que se casen civilmente. A Roma le da miedo todos los distintos, los que disienten de las rígidas normas de conducta por ella trazadas. Teme a los diferentes sexuales: gays, lesbianas, transexuales, prostitutas; a los diferentes religiosos: ateos, agnósticos, animistas, protestantes, judíos o musulmanes. Le irritan los divorciados, los sacerdotes que dejan los hábitos, las mujeres que abortan, los que practican la eutanasia, los suicidas, los adúlteros, los drogadictos. Arrecia sus castigos contra todos ellos.

Viví de cerca el drama de un embajador español ante el Vaticano, que se había separado de su mujer y se acababa de enamorar de otra. Lo vi algunas semanas desesperado. Pasó, de ser considerado un embajador simpático, preparado y fiable a ser persona non grata. Desesperado y desorientado, pidió ayuda y consejo a un alto prelado de Roma. "Hijo mío, eso tiene sólo una solución y está en las manos de Dios", le espetó con la mayor naturalidad. Se refería a que Dios tendría que enviar la muerte a su ex mujer, para que pudiese casarse con la otra. El embajador saltó del sillón horrorizado.

¿De dónde nace este miedo al diferente en la Iglesia, cuando Jesús de Nazareth, en quien dice inspirarse, era un ser diferente, que actuaba fuera de las normas, más aún, estaba contra las normas de su iglesia, la judía, cuando consideraba que contradecían la libertad del hombre? Se pronunció contra la ley del sábado, sagrada para los creyentes judíos; contra los sacrificios de animales en el Templo y las especulaciones económicas derivadas de aquellos sacrificios. La tomó a latigazos contra aquellos mercaderes.

A la Iglesia le da miedo todo lo que no se encuadra en el orden por ella trazado. Le gusta sólo la familia tradicional, por ejemplo, y cualquier intento de búsqueda de nuevas formas de relación humana más aptas a la mentalidad del tiempo, lo castra antes aun de ponerlo en discusión.

Lo mismo ocurre con el doloroso modo de la mujer de deshacerse de una gestación que puede ser su muerte psíquica, social o física. Y aún aquí la Iglesia tiene dos pesos y dos medidas, si se trata de una mujer seglar o de una religiosa. ¿Qué aconseja a los responsables de las monjas que, por ejemplo, en las Misiones, son violadas y quedan embarazadas? ¿Les deja libertad para dar a luz a ese hijo? ¿Qué haría con él la religiosa a la que no podría echársele de la Congregación pues había sido injustamente agredida? Me consta, de buenas fuentes que Roma da normas secretas a sus obispos al respecto.

En lo relativo al celibato obligatorio para los sacerdotes, se trata de algo realmente absurdo históricamente ya que sabemos que no sólo Jesús, los apóstoles y los primeros Papas estaban casados, sino también los obispos en los primeros siglos del cristianismo. Lo único que se les pedía a esos obispos casados era que tuvieran una sola mujer, para dar ejemplo a los fieles. ¿Cabe mayor hipocresía que el caso de dos parroquias en una misma ciudad, en las que en una, el sacerdote puede estar casado porque se convirtió del protestantismo al catolicismo cuando ya estaba casado, y en la de al lado el cura católico, que si quiere casarse, tiene que dejar la parroquia y el sacerdocio?

Al Jesús hombre, la Iglesia lo divinizaría más tarde para cubrir sus flaquezas. Él nunca se dijo Dios, sólo "hijo del hombre" que en arameo significa uno como los demás. Lo divinizó para cubrir sus miedos, a la muerte por ejemplo: sudó sangre de pavor en el Huerto de los Olivos y pidió a Dios que le ahorrase los horrores de la crucifixión. No era un héroe. Fue tildado de bebedor y comilón. En ninguna circunstancia de su vida fue un hombre de orden. Fue un antisistema. Su vida y sus dichos eran una paradoja y una contradicción. Arremetió contra la familia tradicional, algo sagrado entre los judíos: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" (Lucas 13,31ss), se preguntaba. Defendía a las mujeres adúlteras (Juan 8,3ss) contra la hipocresía de los fariseos, y exaltaba a las prostitutas: "Ellas tendrán un lugar mejor que vosotros en el Reino de los Cielos" (Mateo 21,31). Era amigo de todos a los que el sistema y el Templo marginaba, de los considerados de mala reputación como publicanos y pecadores.

Fue tachado de todo lo que puede ser acusado un diferente. Sobre todo fue considerado un endemoniado y un loco y en aquel tiempo la locura daba más miedo y producía más rechazo que hoy. Lo consideraban loco sus mismos hermanos: "está fuera de sus cabales", decían de él, como se lee en Marcos 3,20. Tan loco que los suyos fueron a recogerlo para llevárselo a casa. Tan fuera de sí, que quisieron despeñarle. Llegaron hasta a apedrearle, algo muy serio en aquel tiempo si se piensa que la pena de muerte más conocida entre los judíos era la lapidación o apedreamiento. La muerte en la cruz no era judía, era romana.

La Iglesia ha tenido y sigue teniendo miedo del Jesús hombre. Profesa que "se encarnó", que nació de una mujer, que tuvo todas las pasiones humanas, pero en realidad, cubre su humanidad con un tupido velo divino, para alejarlo de los hombres. Para los de su tiempo, Jesús era un profeta loco, que había salido de una aldea insignificante como Nazareth cuyo nombre ni aparecía en los mapas de aquellos tiempos, que no tenía miedo al poder al que más bien desafiaba. Al rey Herodes que le mandó un aviso para que dejase de predicar, les respondió llamándolo "zorra". Lo desobedeció.

Jesús no era un diplomático, ni hombre de medias tintas. Tenía alergia a la hipocresía y a la violencia. No condenaba, salvaba. No soportaba a los que juzgaban a los demás. Lo perdonaba todo. Sufría viendo sufrir. Curaba las enfermedades. No tenía miedo de la alegría, de la felicidad, ni del sexo. Multiplicó el vino en las Bodas de Canaá para que siguiera corriendo la fiesta. No dejaba ayunar a sus apóstoles. Comía y bebía en las mesas de los ricos fariseos, aunque personalmente era pobre, sin casa y a veces sin qué comer. Era un inconformista.

¿Cómo encajar este perfil del hombre-Jesús, un verdadero diferente en su sociedad, en la Iglesia católica, que aparece cada día más lejana de sus orígenes, con sus condenas, con sus alergias a todo lo que no comulga con ella, con sus adversiones al sexo, con su miedo a los que no piensan como ella, con su arrogancia de creerse la única fe verdadera?

Los Evangelios son escritos que la Iglesia considera inspirados por Dios, pero en la práctica los teme. Quizás por ello, poco a poco, los ha ido endulzando, tergiversando o sustituyendo por la teología, por el derecho, por los catecismos, por las encíclicas, por las bulas, por millones de decretos, generalmente de condenas.

Hasta a Francisco de Asís, el santo más parecido al profeta de Nazareth, que no quería para sus discípulos más reglas que las que están escritas en los Evangelios, le obligó el Papa de entonces a sintonizar con la Iglesia oficial de Roma. Le obligó a escribir una Constitución para su nueva Orden. A la Iglesia nunca le han bastado los Evangelios.

A mi mujer, autora de libros de poesía la invitaron una Navidad a ir a visitar un manicomio femenino de Río. Colocaron una mesita con sus libros para que los locos pudieran abrirlos y leer algunos de sus versos. Le pusieron a una enfermera de protección. No hizo falta. La poesía fue su mejor calmante aquel día. Una esquizofrénica, tras haber leído uno de sus poemas se le acercó y le dijo: "Dime la verdad, tú tienes que ser una loca como nosotras para poder escribir estas cosas".

Existe la locura del arte, la locura de la ciencia, la locura de la pasión amorosa, la locura por las aventuras, la dura locura de la mente. La de Jesús era la locura por todos los marginales, por los diferentes y sus debilidades. ¿Y la locura de la Iglesia? Desgraciadamente, la de la Iglesia oficial, la de la Iglesia de Roma, la de Benedicto XVI -no la de las periferias- sigue siendo más bien la locura del poder y de los anatemas. Aquel Jesús diferente, se ha quedado ya muy lejos de ella.





El teólogo español Juan Arias




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y en la Cadena Ser:
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La versión definitiva del mismo puede leerse en:
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Entrada núm. 1212

"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

domingo, 9 de agosto de 2009

Tinto de Verano: Tiempo largo




Sigo leyendo en la soledad de mi casa de Las Palmas, con la compañía de mis gatos y de un buen "J&B" a mano, a Hans Küng; no me pidan pues, hoy domingo, grandes reflexiones. Si la venganza es un plato que ha de servirse frío, muy frío tiene que resultar deliciosa... Supongo que fue lo que pensó la protagonista del relato de género en El País de hoy: "Bodas de diamante", escrito por el cubano Leonardo Padura. Espero que lo disfruten. A mi me ha encantado... Lástima que no todos tengamos la paciencia de la protagonista del mismo. La foto del autor la he tomado de la Wikipedia; sí, esa fuente de información tan denostada por los puristas y tan utilizada por todos ellos, sin citarla... El dibujo, "une fois plus", de César Fernández-Arias. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)






"BODAS DE DIAMANTE", de Leonardo Padura
EL PAÍS - 09-08-2009

Serafín dio uno de sus gritos, ¡Lucrecia, dónde coño metiste mis chancletas!, y ella sonrió, sin preocuparse por responder, aunque no dejó de pensar: "¡Cabrón!". Entonces miró el reloj de la cocina y comprobó que, para ser exquisito, su guión debía esperar otras dos horas. ¿Pero qué eran aquellos 120 minutos que la separaban de la redención? Nada, o mejor, puro gozo, concluyó mientras lavaba unos platos y pensaba en las seis décadas de una condena cumplida tan profunda y plenamente.

Cuando andaba por los 62 años y los 42 de su matrimonio con Serafín había tenido la suerte de leer aquel artículo donde se deslizaba la información que, desde ese segundo, la había mantenido viva y expectante: según el Código Penal, a los 80 años los ciudadanos del país, aunque no perdían la responsabilidad penal, quedaban exentos de cumplir condenas carcelarias por cualquier delito que cometieran. La idea llegó como un relámpago y, desde aquel día, Lucrecia empezó a ser verdaderamente feliz: ¿si ya había resistido 42 años, qué cosa eran otros 18, esperados con un único y satisfactorio propósito?

Su mayor preocupación fue que la naturaleza -o Dios, según los creyentes- le hiciera una mala faena y se llevara del mundo a Serafín o quizás a ella misma, antes de que se cumpliera el plazo y le arrebatara aquel inmenso placer. También la martirizaba la posibilidad de que modificaran las leyes y desapareciera una bonificación que parecía decretada para ella: porque si bien había sido capaz de soportar a Serafín, sus ataques de ira, sus gritos y ofensas por cualquier motivo y hasta sus eyaculaciones precoces, el encierro en una cárcel era algo que la horrorizaba -más incluso que vivir con un tirano que, 17 veces en 60 años, había llegado a la agresión física-.

Durante los primeros años de matrimonio cometió el error de desestimar la opción del divorcio a causa de sus tres hijos. Pero esos mismos hijos pusieron mar por medio en cuanto les fue posible y en alguna ocasión le confesaron que se iban de la casa y del país para estar lo más lejos posible del padre. Y le aconsejaron hacer lo mismo: pero ella dejó pasar el tiempo y cuando lo pensaba seriamente, leyó el artículo que le dio sentido a su vida.

Desde que supo cómo se libraría del sátrapa que le amargaba la vida a todo el que se le aproximara, Lucrecia comenzó a vivir cada día de aquella moratoria con una fruición indescriptible: como mismo se había convertido en su carcelera, ella ejecutaría su liberación.

A las 11.10, Lucrecia se bebió una taza de café. Oficial y cronológicamente había entrado en los 80 años. Levantó el teléfono y llamó a la policía para notificar el asesinato de Serafín Torres, y añadió su dirección.

Esperó entonces a que su casi difunto marido diera un grito reclamando el oloroso café. Enseguida, mi amor, respondió. Lucrecia se enjugó el sudor, pensó que en la calle el calor debía ser espantoso y, mientras, acarició el hacha que guardaba en la gaveta de la cocina. Cantando por lo bajo Vereda tropical fue a cumplir el sueño que la había mantenido en pie aquellos 18 años de paciencia y felicidad.




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Entrada núm. 1209
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire)

viernes, 7 de agosto de 2009

Tinto de Verano: Venganza siciliana

Era extraño que en una serie de relatos de género "negro" no saliera ninguno relacionado con la mafia o los narcotraficantes. Lo hace hoy el escritor Juan Villoro en El País con el titulado "Fruta prohibida". Si cualquiera relato escrito de hoy tiene indefectiblemente un aire cinematográfico, en un relato corto ese "aire" se puede cortar con un cuchillo de espeso que resulta. Al menos a mi, "Fruta prohibida" me ha traido reminiscencias de "El Padrino" (Francis Ford Coppola, 1972) y "Tuareg" (Enzo G. Castellari, 1984). En cualquier caso, espero que lo disfruten. La foto del autor, tomada de Google. El dibujo, como los anteriores, de César Fernández-Arias, original para este relato. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





El escritor Juan Villoro




"FRUTA PROHIBIDA", por Juan Villoro
EL PAÍS - 07-08-2009

Los narcos tienen estómago delicado. Lo sé porque comen mis platillos. Es posible que después de probar mis guisos reciban quince disparos en el intestino, pero a ellos les preocupa el perejil.

Soy dueño y lavaplatos de Mi Bella Ilusión. Con el mismo nombre, el negocio fracasó como peluquería y tienda de abarrotes. Esas bellas ilusiones permitieron la nuestra. Los mariscos no fallan. No en este desierto. Cuando los dedos se adormecen de disparar una AK-47, se antoja un cóctel de pulpo.

"Es nuestro ecosistema", dice el Ñato, que estudió Oceanografía y puede conferenciar sobre un ostión.

Al Ñato le gustan las frutas. En mi infancia sólo los afeminados comían frutas. No sugiero que el Ñato sea puto. Si un hombre come papaya, allá él. Respeto los prejuicios de cada quien. A fin de cuentas vivimos en la era de Internet.

Las frutas me inquietan por otro motivo. Mis dedos están cubiertos de pellejo rojizo por el caldo de camarón que les ha caído encima; cortamos callo de hacha con machete, respiramos humos, cerramos el horno a patadas. No es sitio para vegetales.

Nada de esto importaría si no existiera el Vinagre. Los capos más crueles han tenido apodos engañosos: el Panda, la Muñeca, el Fleco Rubio. El Vinagre es peor, y es vegetariano. Su apodo tiene que ver con su dieta y con su carácter. Despelleja a sus víctimas mientras un chef le prepara "caviar de mango".

Ningún Jefe de Jefes había sido vegetariano. Un borracho se atrevió a insinuar que al Vinagre le gustan las zanahorias, pero no en la boca. El Ñato salió de la cocina a gritar que se puede ser vegetariano y ser cabrón: "¡Ahí está Hitler!". Le pregunté si había aprendido eso en Oceanografía. "En Wikipedia", contestó con desprecio. El Vinagre es delicado con el tema de las zanahorias. El borracho que lo insultó amaneció en un breñal. Tenía la cabeza en las manos y el pene en la boca. La firma del Vinagre.

Así supe que el Ñato le pasaba información. Tal vez el capo lo vio comer fruta y le cayó bien. Como dos alcohólicos que se encuentran en un pueblo de menonitas.

Una mañana vi al Ñato hundir un termómetro en un líquido verde. Pensé que preparaba una droga. Su respuesta me desconcertó: "Es té verde".

Había dejado de trabajar para mí.

A los pocos días, tres capos llegaron a Mi Bella Ilusión con su gente de confianza. Pidieron pescado relleno y preguntaron si el ajo "hacía repetir". El guiso era un poco más fuerte. El Ñato rellenó los huachinangos de explosivos y huyó por la ventana de la cocina. Me salvé de la explosión porque había ido a orinar. Cuando abrí la puerta, una llamarada me quemó las piernas. Ahora tengo los pies peor que las manos.

Tal vez el Vinagre es vegetariano por estrategia. Nadie busca a un capo en una frutería.

Ahora el Ñato trabaja en un barco atunero. Detecta los cambios de temperatura en el agua y las zonas donde hay plancton. Ayuda a la pesca y a meter cocaína en la pesca. Le dicen el Wikipedia.

Mi Bella Ilusión fracasó por tercera vez. Nadie ha querido comprarla. Me jodí, pero tengo un consejo que dar: En el desierto, desconfía de la fruta.




Dibujo original para este relato de César Fernández-Arias



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Entrada núm. 1207
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire)

jueves, 6 de agosto de 2009

Pena de muerte

En el mundo de los medios de comunicación se dice que una buena noticia no es noticia. Suele ser cierto. Pero en este caso, entre tanto rifirrafe, desvergüenza y falta de la más mínima ética por parte de los responsables políticos nacionales de la Oposición ("Summa Cum Laude") y del Gobierno (mero "Sobresaliente"), se agradecen noticias como la publicada ayer por El País con la firma de Miguel González, en la que se anuncia la entrada en la Cortes Generales para su ratificación del Protocolo núm. 13 al Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales del Consejo de Europa, que en su artículo 1 enuncia taxativamente: "Queda abolida la pena de muerte. Nadie podrá ser condenado a dicha pena ni ejecutado", añadiendo a renglón seguido (artículos 2 y 3) que se prohíbe "excepción o reserva alguna" a dicho principio.

Nada menos que siete años ha tardado España en sumarse al acuerdo del Consejo de Europa , adoptado en el año 2002, alegando reticencias en cuanto a la aplicación del Protocolo en el territorio no-autónomo de Gibraltar. Como comenta el articulista, no parece ese motivo suficiente.

La razón de esta reticencia española podría haber estado más bien en lo expresado por el art. 15 de la Constitución que declara abolida la pena de muerte salvo "lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempo de guerra", posibilidad que quedó legalmente zanjada con la reforma del Código Penal Militar de 1995, pero que pudiera llevar a una situación similar a la denunciada por el Tribunal Constitucional Alemán en relación con el proceso de ampliación de competencias de la Unión Europea: la necesidad de modificar la Constitución antes de suscribir cualquier Convenio Internacional que menoscabe competencias estatales.

Desgraciadamente, la pena de muerte sigue siendo una realidad que goza de existencia legal en casi la mitad de los estados del mundo, y de una salud envidiable en una docena de ellos: China (1010 ejecuciones), Irán (177), Pakistán (82), Iraq y Sudán (65) y Estados Unidos (53), respectivamente, sólo en 2006.

Les animo a visitar la página que Wikipedia dedica a la "Pena de Muerte" y detenerse en los numerosos enlaces que en ella se encuentran.

Por lo que respecta a nuestro país, sea enhorabuena la decisión de sumarse de derecho, y definitivamente, al concierto abolicionista internacional. Ahora sólo queda la modificación del artículo 15 de la Constitución para borrar la lacra de la pena capital de la Historia de España. Las fotos, con los preparativos de una ejecución masiva de condenados en China, y de la sede del Consejo de Europa en Estrasburgo, están tomadas de Google. Las notas están referidas a enlaces con las páginas electrónicas de las Cortes Generales, del Consejo de Europa y de la Wikipedia. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Ejecución masiva de condenados en China





"España ratifica el protocolo que prohíbe ejecuciones incluso en tiempo de guerra"
MIGUEL GONZÁLEZ - Madrid
EL PAÍS - España - 05-08-2009

El Parlamento español aprobará en otoño el Protocolo nº 13 al Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales del Consejo de Europa, que declara la abolición de la pena de muerte "en todas las circunstancias". Han transcurrido más de siete años desde que, el 3 de mayo de 2002, el entonces secretario de Estado de Política Exterior, Miquel Nadal, firmó este convenio hasta que, el pasado 3 de julio, el Gobierno decidió remitirlo a las Cortes para su ratificación.

Este retraso ha convertido a España en uno de los últimos países en ratificar el protocolo, aprobado ya por 41 miembros del Consejo de Europa. Una situación paradójica, ya que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha abanderado públicamente la abolición de la pena capital y se propone lanzar en septiembre, ante la Asamblea General de la ONU, su propuesta de declarar una moratoria universal de ejecuciones en 2015 y proscribir la condena a muerte de enfermos mentales, discapacitados intelectuales y reos que fueran menores de edad en el momento de cometer el delito.

¿Cuál ha sido la causa de este retraso? En el informe del Ministerio de la Presidencia remitido al Congreso se atribuye a "ciertas dudas [...] en relación con la aplicación del protocolo a Gibraltar". Dichas dudas se solventan con una declaración en la que se recuerda que "Gibraltar es un territorio no autónomo de cuyas relaciones exteriores es responsable el Reino Unido" y que "las autoridades de Gibraltar tienen un carácter local y ejercen competencias exclusivamente internas".

Esta declaración es, sin embargo, similar a otras muchas hechas por España al ratificar tratados internacionales y no justifica más de siete años de demora. La razón de fondo, según fuentes gubernamentales, es el problemático encaje de dicho convenio con la Constitución.

El artículo 1 del convenio es taxativo: "Queda abolida la pena de muerte. Nadie podrá ser condenado a dicha pena ni ejecutado". Y los artículos 2 y 3 prohíben "excepción o reserva alguna" a dicho principio.

Sin embargo, el artículo 15 de la Constitución española deja abierta la posibilidad de aplicar la pena capital al declararla abolida salvo "lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempo de guerra". Por eso, hasta ahora, España sólo había ratificado el Protocolo nº 6 al Convenio, que "no excluye la pena de muerte por actos cometidos en tiempos de guerra o de peligro inminente de guerra".

El dictamen del Consejo de Estado considera que la pena de muerte desapareció del ordenamiento jurídico español con la reforma del Código Penal Militar de 1995, que la suprimió incluso en tiempo de guerra, y estima que la ratificación del convenio no tendrá consecuencias legales en la práctica.

No obstante, sí tiene una importante consecuencia que no se le escapa al Consejo de Estado: "España lleva hasta sus últimas consecuencias la proscripción en toda circunstancia de la pena de muerte, que será asumida como una obligación internacional".

En otras palabras: si en el futuro se quisiera reimplantar la pena capital en tiempo de guerra no bastará, como hasta ahora, con reformar una ley orgánica, el Código Penal Militar, sino que habrá que denunciar también un convenio internacional. La definitiva eliminación en el sistema legal español de cualquier alusión a la pena capital, considerada un vestigio de un sistema penal bárbaro y obsoleto, se completará el día que finalmente se acometa la anunciada reforma de la Constitución.

Legislación sobre la pena capital

- Constitución Española (1978). Artículo 15. "Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra".

- Protocolo nº6 al Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales (1983). Proscribe la pena de muerte, salvo para delitos "cometidos en tiempos de guerra o peligro inminente de guerra".

- Protocolo nº13 (2002). "Queda abolida la pena de muerte. Nadie podrá ser condenado a dicha pena ni ejecutado. No se autoriza excepción alguna a lo dispuesto en el presente protocolo. No se admitirá [tampoco] reserva alguna".


Notas:
(1) Protocolo núm. 13 del Consejo de Europa:
http://movil.congreso.es/public_oficiales/L9/CORT/BOCG/A/CG_A171.PDF
(2) Consejo de Europa:
http://www.coe.int/t/es/com/about_coe/
(3) Pena de muerte:
http://es.wikipedia.org/wiki/Pena_de_muerte





La sede del Consejo de Europa en Estrasburgo



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Entrada núm. 1206
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire)

martes, 4 de agosto de 2009

De corrupciones, obscenidades y volcanes

No acabo de entender muy bien la alegría del señor Rajoy, presidente nacional del partido popular, tras conocerse la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Valencia de sobreseer la acusación contra el presidente del gobierno de la citada comunidad autónoma. Primero porque aunque la decisión del Tribunal considere que no ha habido delito -algo bastante discutible, y de ahí el anunciado recurso de la Fiscalía Anticorrupción ante el Tribunal Supremo- también acredita que el presidente de la comunidad autonóma valenciana recibió unos regalos cuyo pago no ha podido demostrar (regalos que el Sr. Camps dijo desde el primer momento que había pagado, ergo, el Sr. Camps mintió a sabiendas de que mentía). Segundo, porque es muy posible que los miembros del Tribunal Supremo que hayan de ver el recurso, que no están en Valencia sino en Madrid, no tengan tan alto grado de amistad personal y notoria con el señor Camps como algunos de los miembros de la Sala del TSJV que acordó el sobreseimiento de la causa...

¿Cabe de la resolución dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia achacar una corrupción generalizada de los jueces? Yo diría que no, por lo menos, no en mayor número que la que cabría achacar a los bomberos, las asistentas, los empresarios de la construcción, los sindicalistas piqueteros, los políticos, los notarios o los pensionistas como yo. Ni siquiera lo pienso de los jueces de la Sala que ha dictado la resolución.

Si que lo pienso, por el contrario, del partido popular. La desvergüenza de la cúpula del partido en todo este asunto ha sido tan llamativa que roza la obscenidad. Rebobino y repito: de la cúpula del partido, no de todo el partido.

Hay un precioso librito titulado "Los volcanes", tomo I de la "Guía Física de España" (Alianza, Madrid, 1986), dirigida por la geógrafa Carmen Romero, que se abre con una cita sobre los volcanes de mi tierra, Canarias, que dice así: "En Canarias no hay volcanes; toda Canarias es un volcán".

Si me permiten trasponer la cita a la vida pública española, la misma quedaría más o menos así: "En España no hay partidos corruptos; lo que está corrompido es la totalidad del sistema partidista".

Y la pregunta es: ¿tiene solución? Desde luego que sí, si hubiera voluntad por parte de sus protagonistas, los partidos. Voluntad que no parece tener ninguno, y menos que ninguno, el PP de los señores Rajoy, Camps, Aguirre, Barberá y Soria (presidente de la "franquicia" pepera en Canarias, y recien salvadito por el TSJC de un embrollo similar), esos que tanto se ríen estos días...

En un artículo titulado "De regalos y corrupciones" que se publicaba en El País de ayer, sus autores, el abogado Agapito Ramos y el escritor Jorge M. Reverte, proponen un sencillo procedimiento para acabar con este tipo de corrupción a base de establecer un tope de precio a las dádivas, transparencia en las finanzas de los partidos y en los salarios de los políticos, medidas útiles -a su juicio- para atajar conductas impropias sin necesidad de legislar sobre la cuestión. Tengo serias dudas de que funcione, pero por intentarlo, que no quede. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





La alegría de la huerta (valenciana)




"DE REGALOS Y CORRUPCIONES", por Agapito Ramos y Jorge M. Reverte

Marcar un tope de precio a las dádivas, transparencia en las finanzas de los partidos y en los salarios de los políticos serían medidas útiles para atajar conductas impropias sin necesidad de legislar sobre la cuestión.

Como casi siempre, todo está en los romanos o en los griegos. Lo de la ley, sobre todo en los romanos. En el siglo III, un jurista llamado Domicio Ulpiano, que trabajaba para el emperador Caracalla, nos transmitía los sentimientos de su jefe al respecto de las xenias, o sea, de los regalos que los altos funcionarios del imperio recibían y podían o no aceptar. Su consejo era un monumento al sentido común: "Ni todo, ni siempre, ni de todos". Y lo explicaba un poco más: "un procónsul no puede privarse totalmente de xenia... rehusar de todos es una falta de educación, pero aceptar siempre parece de indecentes, despreciable aceptar de todos, y avaricioso aceptarlo todo".

Al final, de lo que se trata, según transmite Ulpiano, el espíritu de Caracalla, es de no sobrepasar en la aceptación de regalos todo aquello que excede las necesidades de la alimentación. Traducido a nuestra época y a lo que nos preocupa sobre la actitud de nuestros políticos, nos deberíamos quedar con una botella de vino y una lata de espárragos como límites. Lo de las anchoas, dependerá de la veda.

La cita de Ulpiano es, en cierto modo, consoladora, porque nos dice que nuestros representantes democráticos no son los más corruptos de la historia. El asunto viene de lejos, por lo menos de los romanos. Con algunos momentos estelares intermedios como la época en que Juan March era capaz de comprar a muchos de los mejores políticos españoles de la Restauración o la República. Y el espléndido periodo franquista en el que el dictador daba ejemplo aceptando, por recordar un caso medianillo y morigerado, el pazo de Meirás.

Una vez consolados, sabedores de que no siempre están claros para todos los límites entre la aceptación educada de una pequeña Xenia que demuestra simpatía y la de 300.000 euros que demuestran demasiada simpatía, habrá que concentrarse en la búsqueda de unos mínimos códigos que den objetividad a la conducta pública, para evitar bochornos innecesarios.

¿Sería ilícito que una alcaldesa aceptara un bolso de marca y, en cambio, permisible que se dejara agasajar con una imitación comprada en los mercadillos de la frontera de Paraguay con Brasil? Fijar la otra frontera exigiría, para que la acción fuera eficiente, una tarea ingente de clasificación propia de entomólogos. También cabe otra solución, que es la de marcar un tope de precio.

Lo malo de estos regalos, de estas xenias, es que aunque no sirven para obtener contratos, sí suelen ser útiles para ablandar corazones. Son detalles simpáticos que pueden ayudar a abrir otras puertas. Y detalles simpáticos que allanan, no siempre en la dirección más recomendable, las relaciones. No sólo para facilitar la corrupción de políticos, sino también la de otro grupo profesional sobre el que se asientan algunos pilares del sistema: periodistas, que reciben en Navidad jamones, botellas de aceite, surtidos de turrón y, si se dedican a informar de instituciones financieras, plumas de oro y juegos de ajedrez de ébano y marfil. Y si de otras cosas, viajes al Caribe.

La salida es compleja. Y quizá no quede más remedio que cortar por lo sano: los políticos y los periodistas no pueden recibir regalos cuyo valor exceda, por ejemplo, de 100 euros. Una declaración de los partidos, de los grupos parlamentarios y de los directores de medios de comunicación bastaría para dejar las cosas en claro, y eliminaría la necesidad de hacer una ley, farragosa de forma obligada y ridículamente actualizable año tras año para adaptar los topes a la inflación.

Uno de los peores efectos de la polémica sobre los regalos a los políticos ha sido el de oscurecer el debate, aún más serio que lo de las anchoas del Cantábrico, sobre la corrupción.

Y volvemos a decir que la cosa es compleja (¡qué original!). Pero, si lo piensa uno, no es tan compleja como parece a primera vista. Porque la corrupción tiene dos caras, la del que la provoca y la del que la acepta. Un agente, que podría ser un empresario, ofrece a un político algo a cambio de un favor; y un político acepta la oferta.

Al primero, al empresario (perdone el ilustre gremio el ser utilizado como ejemplo), sólo se le puede disuadir de su ilícita acción poniéndole ante la cara avisos legales y represivos; o sea, leyes duras contra ese tipo de acciones y actuaciones policiales y judiciales contundentes. ¿Sólo? No: poniéndole delante algo más serio, que es la garantía de que el sector público no va a aceptar nunca interferencias en adjudicaciones de obras o servicios. Y algo más fácil que eso: dándole la garantía de que los partidos políticos van a rechazar cualquier actuación de sus militantes, sean estos dirigentes de primera o de cuarta fila, que rompa las leyes transparentes del mercado.

Un empresario alemán o francés sabía hasta hace poco que se enfrentaría a problemas serios si intentaba corromper a un político alemán o francés, pero también que nadie le iba a perseguir en su país por practicar la corrupción en África. Alguien tan poco sospechoso como Carlos Solchaga, ex ministro socialista, expresó en España su actitud de comprensión para quien tuviera que pagar en países foráneos tasas de corrupción para conseguir contratos. Europa está así. Es decir, que la tarea de combatir la corrupción está en los que hacen las leyes, en los que gobiernan y, de forma muy importante, en los partidos políticos.

¿Sería muy dificultoso obtener de esas instituciones, de los partidos, una declaración solemne por la que se garantizara que quien recibiera tentaciones de pagar podía tener la seguridad de que ni un euro de lo que le sirviera para satisfacer un soborno iría a parar a las arcas del partido? Declararlo y demostrarlo muchas veces, tantas como se haya condenado a alguien por corrupción. Pero, para que una solemne declaración como esa tuviera credibilidad, haría falta que se cumplieran dos requisitos.

El primero, que las cuentas de los partidos fueran transparentes. Porque no lo son, por mucho que lo aseguren los tesoreros de todos ellos, las cuentas están repletas de remiendos y de trucos. Los presupuestos son falsos y los déficits se suelen enmascarar con el dinero de los ayuntamientos y comunidades.

El segundo, que los sueldos, todas las remuneraciones que perciben nuestros políticos, afloren y sean considerados de interés público. A muchos oradores parlamentarios se les hinchan los carrillos hablando de esos asuntos, pero todavía no sabemos por qué es imposible conocer de veras cuánto cobran cada mes aquéllos a los que elegimos que, desde el punto de vista del trabajo, son nuestros empleados, de los contribuyentes. Cuánto cobran, qué pluriempleos se permiten, qué dedicación tienen a su función y qué sueldos o primas sacan de sus actividades "externas".

Eso, de rebote, tendría un efecto gratificante para los que, por ejemplo, no reciben nada por participar en una tertulia y los que reciben un dineral por ser socios de un bufete de abogados.

Maniobras tan sencillas, tan poco complejas, bastarían para conseguir que nuestro país dejara de subir puestos en el ranking de la corrupción universal. ¿Por qué nuestros parlamentarios, por qué los dirigentes de los partidos a los que votamos se obstinan en no poner esos mecanismos en marcha?

La respuesta está volando en el viento porque la mayoría de los dirigentes políticos, de los responsables de los aparatos, quiere que esté ahí.

Mientras intentamos que se discuta sobre todo eso, que es de veras muy poquito y muy fácil, nos seguiremos dedicando a lo que es realmente complejo, que es saber cómo mantenernos en el límite de las xenias, aplicar el sentido común que nos recuerda Ulpiano: "ni todo, ni siempre, ni de todos". Para ir tirando.




El escritor Jorge Martínez Reverte



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Este comentario se publica simultáneamente en las páginas electrónicas del diario El País: http://lacomunidad.elpais.com/ccampos1946
y de la Cadena Ser: http://lacomunidad.cadenaser.com/desde-el-tropico-de-cancer. La versión definitiva del mismo puede leerse en: http://harendt.blogspot.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire).




Entrada núm. 1204 (.../...)

lunes, 3 de agosto de 2009

Tinto de Verano: La piscina

Hace más de cuarenta años que leí un interesantísimo libro titulado "El español y los siete pecados capitales" (Barcelona, Círculo de Lectores, 1968) escrito a modo de ensayo sociológico por Fernando Díaz-Plaja. Creo recordar que para el autor del libro la "soberbia" era el pecado capital de los españoles. No voy a discutir sobre ello, porque no lo recuerdo con exactitud. Puede que sí, puede que no... De lo que estoy convencido es de que el estudio de Diaz-Plaja ofreciera el mismo resultado hoy día. En todo caso, convencido de que en ningún sitio atan los perros con longanizas (o lo que es lo mismo, que en todos lados cuecen habas, y que no hay ningún pueblo superior a otro) creo que si hay un pecado capital que "marca" colectiva y colegiadamente a los españoles (y a los ciudadanos de sus diecinueve comunidades autónomas) ante el mundo, ese pecado no es otro que la "envidia"... Que ello sea producto de un complejo secular de inferioridad, a mi juicio más ficticio que real, escapa a mi capacidad de análisis, pero tengo la sospecha de que los tiros van por ahí.

Les dejo con el nuevo relato, dentro de mi Tinto de Verano, que en El País del sábado pasado publicaba la escritora Maruja Torres, y que va de "envidia" llevada hasta su extremo más dramático. El dibujo, como todos los anteriores de la serie, de César Fernández-Arias. Que lo disfruten.Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





La escritora Maruja Torres




"Aqua Gym", por Maruja Torres
EL PAÍS - 01-08-2009

Llegó al club antes que los otros, antes que el entrenador, antes incluso que la Sirenita. Se dirigió a los vestuarios, sin entretenerse en charlar con las recepcionistas, como solía. Atravesó con rapidez el gimnasio. Lo hizo sin mirarse en los espejos, nunca le hizo falta ir al encuentro de su imagen repetida. Se conocía de sobra. No era la más fea. Sí era la más torpe. Y la más fuerte.

Se lanzó a la piscina. La idea aleteaba en su cerebro como un insecto atrapado por un puño iracundo. Más que una idea, un impulso. Una emoción caótica, punzante, que le pedía acción inmediata, salida al aire. Ejecución.

Bajo el agua, sus piernas parecían más armoniosas que en tierra firme. Contemplándolas como hacía a menudo, con la espalda apoyada en una de las paredes de la piscina, podía creer que eran dos pilares, dos columnas griegas, dos pequeños colosos perdurables, necesarios y dignos de respeto. Otra cosa era cuando se desplazaba caminando, ahora un muslo, ahora el otro, lo que implicaba un humillante frotamiento, y ella sentía que el esfuerzo de mover aquellas dos masas cilíndricas que apenas se afinaban en los tobillos no servía para nada, no la conducía a parte alguna. Que su vida permanecía sin desarrollar, estéril, inmovilizada por esa inferioridad de su cuerpo inferior.

Realizar ejercicios en el agua le proporcionó, al principio, algo de alivio, algo de dignidad. Cualquier mejora en su capacidad motriz era acogida por el entrenador con sonoros "¡Muuuuy bien!", y con grititos por parte del resto del grupo.

Torpe, lenta, descoordinada, sintiendo su fuerza bruta latir en ella como un ultraje más, había recibido, hasta entonces, un condescendiente trato de los miembros de la clase. Solían repetirle que la relación entre su cuerpo y el agua iba a mejorar. Agradecida, doblaba las rodillas y saltaba, y aunque a los dos o tres saltos se escoraba y se hundía -por entonces era la única que realizaba ese ejercicio en la parte menos honda de la piscina, haciendo pie-, se consolaba pensando que su situación pronto iba a cambiar.

Y así fue. La llegada de la Sirenita desplazó la atención de sus piernas remisas a las extremidades perfectas de la nueva alumna, a sus movimientos armoniosos. Todos la querían; bien, no todos.

Así que esa mañana ella llegó antes que los demás, antes que el entrenador, antes incluso que la mujer perfecta.

Y cuando los otros entraron, con los gorros ya puestos y las gafas en la mano, cuando la vieron saltando en la parte honda de la piscina, sí, saltando y pedaleando con los brazos en alto, y riendo de placer, espontáneamente se colgaron las gafas del brazo y prorrumpieron en una gran ovación. La única que recibió en su vida.

El agua transparente de la piscina pronto reveló que la mujer saltaba sobre el cuerpo de la Sirenita. Tenía el cuello roto y la rubia cabeza se movía sin control, por primera vez desacompasada, ajena a sus extremidades.




Dibujo de César Fernández-Arias



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Entrada núm. 1203 (.../...)

sábado, 1 de agosto de 2009

"Desde el Trópico de Cáncer", cumple años

Este blog está de celebración. Hoy, 1 de agosto, cumple tres años, ha sobrepasado ya sus primeras 1200 entradas, y recibe, en el conjunto de los sitios en que se publica, una media de 495 visitas diarias.

Nació en la dirección electrónica "http://ccampos1946.blog.com", donde aún puede ser leído, para pasar más tarde, en mayo de 2008, a "http://harendt.blogspot.com". Desde hace un tiempo se publica también, simultáneamente, en las secciónes de blogs del diario El País (1) y de la Cadena SER (2).

En estos tres años ha modificando muy poco su estructura. Fue diseñado como un divertimento de su autor con la única pretensión de dejar constancia de aquellas noticias y artículos de opinión en prensa, radio o televisión, que merecían su atención y comentario. Nunca ha pretendido sentar juicio de validez universal sobre asunto alguno; únicamente manifestar la opinión, generalmente intrascendente y con un pelín de mala leche como adobo, que al autor del blog le merece el asunto tratado. En cualquier caso, reitera públicamente su convencimiento de que lo interesante es "lo comentado" y no "su" comentario.

El autor reconoce que el blog da sensación de agotamiento. 1200 entradas, 400 por año, son quizá, excesivas... Veremos si aguanta... Gracias de nuevo a todos por compartir este experimento con él.

Les dejo con un poema del grancanario Nicolás Estébanez (1838-1914), un poeta métido a político más que un político que escribía poemas, que me parece refleja muy acertadamente lo que yo defino como idiosincracia canaria e isleña: "un estado de ánimo rodeado de agua por todas partes". Se titula "La sombra del almendro", y ya lo he reproducido anteriormente en el Blog. Espero que lo disfruten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




LA SOMBRA DEL ALMENDRO
(Nicolás Estébanez)


La patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mi no me entusiasman
ridículas uotpías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mi no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mi no se me importa
que venga del Egipto
o de las razas céltica y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ella
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora...





Faro de Maspalomas (Gran Canaria) al atardecer




Notas:
(1) http://lacomunidad.elpais.com/ccampos1946
(2) http://lacomunidad.cadenaser.com/desde-el-tropico-de-cancer.



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Este comentario se publica simultáneamente en las páginas electrónicas del diario El País: http://lacomunidad.elpais.com/ccampos1946
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Entrada núm. 1202 (.../...)

viernes, 31 de julio de 2009

Tinto de Verano: Inocencia

Inocencia y bondad no son términos sinónimos. Los niños, en su inocencia, suelen ser extremadamente crueles: con sus hermanos, con otros niños, con los animales, con los "otros".... Lo digo por experiencia. Yo, con seis o siete años, cazaba gorriones con tirachinas, disparaba a los gatos con escopetas de perdigones, prendía fuego a las filas de orugas que circulaban por el jardín y organizaba fogatas en las cuadras para espantar a los caballos. Con nueve años me escape de clase durante un mes, en pleno invierno. Y con diez, viviseccionaba lagartijas, sin anestesia... Ahora soy incapaz de matar una mosca... He reflexionado sobre ello leyendo el relato de la escritora Nuria Labari en El País de hoy. Se titula "El País de las Hadas Muertas", y va sobre la tremenda crueldad de la que puede ser capaz un niño, en su inocencia.... Espero que les guste. El dibujo, original como siempre para estos relatos, es de César Fernández-Arias. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





La escritora Nuria Labari




"EL PAÍS DE LAS HADAS MUERTAS", por Nuria Labari
EL PAÍS - 31-07-2009

El se ha quedado dormido en su silla del jardín. La camisa se le abre un poco en la panza. Tu madre recoge la mesa sin hacer ningún ruido. Ella tampoco quiere que despierte. El calor derrite vuestra casa como un helado que nadie quiere comer. A ti te gusta ese calor porque lo deja tieso. Coges la aguja y te vas. Sales corriendo hasta el lugar donde brincan las alas azules y allí te quedas quieta mirando hasta que atrapas la primera. Muy despacio, arrancas una de sus alas y posas el cuerpo mutilado de la libélula sobre la tierra. Le colocas una piedrecilla encima para que no arrugue las otras con sus estertores. Coges la aguja y ensartas el ala en tu collar de hada. Cuando empezaste a hacerlo pensabas que sería azul transparente. Ahora algunas alas son verde oscuro y marrones, como pétalos secos. Es el collar de un hada muerta, pero te gusta.

Prefieres las heridas a los moratones. Todos los niños tienen heridas y algunas niñas también. Los moratones, sobre todo los de la espalda, no hay quien los explique.

Las lagartijas las llevas en el bolsillo pequeño de la mochila. Lo mejor es que mueran asfixiadas porque así no se estropea su piel ni les faltan las patas o la cola. Las que matan los chicos se quedan totalmente espachurradas. En tu habitación sacas el cutter y divides al primer animal en dos con una incisión que lo recorre de la cabeza a la cola. Sacas las tripas con cuidado. Casi no hay sangre. No gotea como una herida humana, pero las vísceras sí son rojas. La vacías hasta que puedes extender su piel como una hoja sobre tu escritorio. Es hermosa y perfecta. Colocas dos tomos de la enciclopedia Larousse sobre la piel escamada y esperas mientras se prensa junto a las demás. Serán alfombras en tu casa de muñecas. Todas durarán siempre.

Él quiere al gato tanto como a sus herramientas. Lo encontró dentro del motor de la camioneta y lo llamó Alicates. Hoy Alicates ha salido de la casa y lo encuentras cerca del río. El animal casi nunca sale porque él nunca olvida cerrar una puerta. Cierra y volverá más tarde, cierra y ya no puedes salir, cierra y ya está en casa. El gato no está alerta. Lanzas y la piedra lo atiza en la cabeza. Alicates gime como un chiquillo. Y sangra. No huye, sólo chilla y se lame la herida, como si pudiese beber toda la sangre que brota. Quieres ayudarlo. Coges su cuerpecillo y lo metes en el río para lavar la herida. Pero Alicates se revuelve y lanza gemidos afilados. Sumerges su cabeza y así Alicates se tranquiliza. Inmediatamente deja de chillar y sus movimientos se vuelven lentos debajo del agua. Hasta quedarse completamente quieto. Por fin Alicates no siente nada.

Ha vuelto a olvidar cerrar una puerta. Baja por las escaleras al garaje. Ves su nuca y agarras la misma pala con la que enterraste a Alicates. Sabes que será más fácil que matar al gato.





Dibujo original para este relato de César Fernández-Arias



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Este comentario se publica simultáneamente en las páginas electrónicas del diario El País: http://lacomunidad.elpais.com/ccampos1946
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Entrada núm. 1201 (.../...)

jueves, 30 de julio de 2009

Chimérica

Hace muy pocos días la prensa se hacía eco de los intentos del presidente Obama por ligar a China y Estados Unidos en una especie de "alianza estratégica" de largo alcance y calado de la que ha hecho fortuna su sobrenombre de "Chimérica".

La primera vez que leí ese término, Chimérica, fue en un extenso y documentado artículo de Julio Aramberri, sociólogo y profesor de la Universidad Drexel de Filadefia (USA), en el número del pasado mes de junio de Revista de Libros. Se titula "El imperio deudor" y ya hablé de él en su momento en este mismo blog y a dicho comentario les remito (1).

El inventor del mismo fue el historiador británico Niall Ferguson, que lo empleó en su libro "The Ascent of Money. A Financial History of the World" (The Penguin Press, Nueva York, 2008), y del que Julio Aramberri dice en su artículo citado (2), que lo creó para denominar la relación entre los dos colosos económicos del mundo.

En su blog "Del alfiler al elefante", el periodista Lluís Bassets, responsable de la sección de Internacional de El País, escribe hoy sobre el mismo asunto un artículo titulado "Quimérica Chimérica", que pone en duda la posibilidad de que cuaje en algo fructífero y positivo esa conjunción chino-americana.

Tomando como punto de partida el propio concepto de "quimera": monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, y aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo, Bassets juega con las dos palabras del título, tan similares fonéticamente, para plantear que hay elementos en esa alianza que se repelen por sí mismos, y que para que esa "Quimérica Chimérica" tenga larga vida y sea la superpotencia del siglo XXI no basta con una buena ecuación entre intereses mutuos, sino que hace falta algo más de equilibrio y una cierta convergencia económica y política, que hoy por hoy resulta de difícil conjunción.

Espero haberles incitado a la lectura de ambos artículos, los de Bassets y Aramberri, y haber despertado su interés. Estoy seguro que los disfrutarán. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://harendt.blogspot.com/2009/06/obama-en-oriente-medio.html
(2) http://www.revistadelibros.com/articulo_completo.php?art=4359




El presidente chino, Hu Jintao, y el norteamericano, Barack Obama





"Del alfiler al elefante"
30 julio, 2009 - Lluís Bassets
QUIMÉRICA CHIMÉRICA

Una quimera es un ser mitológico y fantástico, mezcla de dos especies animales distintas. El término se utiliza también en ingeniería genética para designar los seres producidos en el laboratorio con la mezcla de células de animales diferentes. Para la Real Academia es "lo que se propone como posible o verdadero no siéndolo". El británico Niall Ferguson es el inventor de una quimera que además enuncia su propio nombre: Chimérica, palabra que utiliza para designar a un país imaginario formado por China y América, a las que llama respectivamente Chimérica oriental y Chimérica occidental, y que en inglés significa exactamente quimérica.

"Los chiméricos orientales son ahorradores; los chiméricos occidentales son consumidores. Los orientales se dedican a la manufactura; los occidentales a los servicios. Los orientales exportan; los occidentales importan. Los orientales acumulan reservas; los occidentales gestionan déficits y producen bonos denominados en dólares que son codiciados por los orientales". Así es como este imaginativo historiador y periodista explica el funcionamiento de este coloso dual que domina y conduce el mundo, aunque sólo sea por la fuerza de las grandes magnitudes: cuenta con un 13% del territorio mundial, una cuarta parte de la población y un tercio del PIB del planeta.

Hay complementariedad en la quimera de Ferguson, y a ella se debe precisamente el crecimiento de la economía global en los últimos años. Pero también hay elementos que se repelen por su naturaleza misma. Las estructuras de poder en una y otra Chimérica no son tan sólo distintas, sino abiertamente incompatibles. Los chiméricos orientales se rigen por un sistema oscurantista y secreto, en el que no se conocen las reglas y los sistemas de ascenso y selección, que se producen en reuniones cerradas, seguidas de crípticos comunicados y silenciosos gestos de asentimiento. Los chiméricos occidentales en cambio nada pueden hacer si no es a plena luz y bajo el escrutinio público, de forma que quien quiere ascender debe someterse a un examen pormenorizado sobre su vida, sus opiniones e incluso sus parientes y amigos (véanse estos días los prodigiosos interrogatorios parlamentarios a la juez Sonia Sotomayor, designada como juez del Supremo por Barack Obama). Los primeros sacrifican todo, incluso la libertad personal, a la estabilidad del sistema, al prestigio de la autoridad única del partido y a la cohesión nacional. Los segundos, en cambio, ponen la libertad individual por encima de todo y sólo confían en las autoridades públicas sometidas al control de organismos independientes, y a la división y al equilibrio entre poderes.

Hay que subrayar que la parte oriental de Chimérica no ha hecho más que ganar peso respecto a la occidental en los últimos años, principalmente durante la etapa de Bush en la Casa Blanca. Pero es el actual presidente de Chimérica occidental el que tendrá que soportar la desventaja concedida. En la cumbre celebrada estos días en Washington, la preocupación de Pekín por el descontrol del déficit público americano y sus consecuencias en el valor de los bonos acumulados se ha hecho notar mucho más que el desasosiego de Obama por la escasa consideración hacia los derechos de las minorías y las libertades individuales por parte de las autoridades chinas.

Para que Chimérica tenga larga vida y sea la superpotencia del siglo XXI no basta con una buena ecuación entre intereses mutuos, sino que hace falta algo más de equilibrio y una cierta convergencia económica y política. Su primer y mayor servicio al conjunto del planeta, con el que deberá demostrar su propia consistencia, será reducir sus emisiones de gases a la atmósfera, de la que es líder absoluto y por ello principal responsable de los males que se vinculan al calentamiento global: el 40% de las emisiones le pertenecen, y si su parte occidental es ahora el primer emisor con el 22%, la oriental es el segundo con el 18,5% y pronto se convertirá en el primero.

Chimérica es también el nombre que podemos darle a un mundo gobernado, la otra denominación del G-2, la institución que va a sustituir al G-8 y al G-20 si los otros, también los europeos, no espabilan. Pero mundo y gobernado son por el momento términos tan quiméricos como la propia Chimérica. Para que funcionen en el futuro uno y otra, los actuales términos tan desproporcionados de la ecuación que han sido la garantía de éxito deben empezar a invertirse. Y por este lado, el económico, son los occidentales quienes deben realizar el mayor esfuerzo. Pero la mayor convergencia debe ser política, y ahí el esfuerzo corresponde a los chiméricos orientales, aunque algo tendrá que hacer Obama para animarles. Sin pluralismo político, sin un sistema judicial independiente y una democracia parlamentaria eficaz, sin medios de comunicación libres en su parte oriental, Chimérica seguirá siendo una quimera, que en cualquier momento puede desarrollar sus reflejos más monstruosos y amenazantes.





El historiador británico Niall Ferguson



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Entrada núm. 1200 (.../...)

Tinto de Verano: Fortuna

No se puede desafiar impunemente a la diosa Tyké, la Fortuna romana. Es una temeridad. Los antiguos lo sabían y por eso la levantaron un templo fastuoso en donde hoy está el Quirinale, el palacio del presidente de la república italiana, en Roma... Pero algunos no aprenden ni a pedradas... Reanudo mi Tinto de Verano con este precioso relato corto de la escritora Lola Beccaria, titulado "Muerte de un single". Lo publica hoy el diario El País. El dibujo, como siempre, de César Fernández-Arias, es original para este relato. Que lo disfruten. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





La escritora Lola Beccaria




"MUERTE DE UN SINGLE", por Lola Beccaria
EL PAÍS - 30-07-2009

Estoy caído contra el suelo y apenas puedo moverme. El navajazo me ha atravesado el pecho, pero respiro bien y no sangro por la boca. Veo el líquido oscuro invadiendo despacio las baldosas. Si corriera rojo brillante, inundándolas a chorro, moriría enseguida. Significa que la hemorragia no es arterial y que tengo cierto margen. Sólo necesito aguantar un poco más. Hasta que llegue Carol. ¿Qué hora es? Casi no puedo levantar la mano. El reloj marca ahora las ocho y media. Ya tendría que estar aquí. Qué fatalidad, justo hoy llega tarde... Carol, si no vienes pronto, no me encontrarás ni podrás ayudarme; si no vienes, nadie me encontrará y moriré aquí tirado, con un agujero en el tórax, desangrado y solo. Siempre vienes a esta hora, porque es verano y porque vives cerca de la clínica y porque te gusta dar un paseo cuando todavía es de día. Si fuera invierno no vendrías, pero tengo la suerte de que es verano y de que te gusta venir a buscarme antes de que anochezca... Qué dulce eres, Carol... Si no fuera verano, y si no amases los jazmines que bordean el camino, y si su olor no anunciara el atardecer, si no amases entrar por la puerta y besarme, hoy yo moriría.

Carol, ¿dónde estás, qué te ha retenido, cómo te alejas de mí en este trance? Moriré aquí, en este lugar aislado por donde nadie ha de pasar si no eres tú. Si ahora llegaras, todavía habría tiempo: te daría instrucciones, controlarías la hemorragia y pedirías ayuda.

Pero no estás aquí... Ahora me doy cuenta de que ni vienes ni vas a venir jamás, Carol. Tú, que habrías sido mi salvación. No vas a venir, seamos realistas. No vas a venir porque un día te dije que si seguía viéndote acabaría enganchándome, y que no quería nada serio, que estaba muy cómodo así, y por ese motivo dejé de verte y corté de raíz nuestra relación. No vendrás porque decidí estar solo, porque la vida es muy larga y ya habría tiempo de vivir un amor, porque creía que si te perdía, en cualquier momento podría llegar otra como tú, porque no sabía que los dioses ponen precio al tiempo desperdiciado y se cabrean si rechazas sus preciosos regalos... Y si no hubiera estado ciego creyendo que en solitario habría de vivir más, y más felizmente, ahora estaría ante el resto de mi vida y no en su triste remate final. Con tu amor, habría superado este dolor en el pecho, me habrías cosido a besos, me habrías amado y ese amor mismo habría vuelto la sangre a mis venas y habría cauterizado la herida...

-¿Carol? ¡Carol...! ¡Has venido! No puedo creerlo...

-Sí, Frank, así es. No he abandonado mis paseos, y lo he visto todo a través de la ventana.

-Eres mi ángel de la guarda.

-No, querido. Uno no mata a su ángel de la guarda, y tú me mataste. Sólo soy un espíritu errante que no tendría que estar aquí.

-Pero...

-Adiós, Frank. Cuídate.




Dibujo original de César Fernández-Arias para este relato



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Este comentario se publica simultáneamente en las páginas electrónicas del diario El País: http://lacomunidad.elpais.com/ccampos1946
y de la Cadena Ser: http://lacomunidad.cadenaser.com/desde-el-tropico-de-cancer.
La versión definitiva del mismo puede leerse en: http://harendt.blogspot.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire).



Entrada núm. 1199 (.../...)

martes, 28 de julio de 2009

Cuba, sobre el abismo




Fidel Castro entra en La Habana (1 de enero de 1959)


Desde niño me interesó la política internacional. Más que la española, que no dejaba muchas opciones en los años de mi infancia. Mis primeros recuerdos se enmarcan en el apasionado interés que despertaron en mi las guerras de esa época: Indochina (1945-1954), Corea (1951-1953), y Argelia (1954-1962). Mi idealismo se puso de manifiesto con la Revolución cubana (1953-1959) y la guerra de los "Seis días" árabe-israelí (Junio, 1967), y cayó por los suelos con la guerra de Vietnam (1958-1973), ya superada con creces la adolescencia. Tardé en caerme del guindo, pero me caí con estrépito.

Sobre Cuba recuerdo haber vivido apasionadamente la entrada de Castro en La Habana, el primero de enero de 1959. Lo vi por televisión, mientras comíamos en casa toda la familia reunida por el Año Nuevo. Hicimos apuestas (yo tenía 13 años) sobre si aquella explosión de felicidad iba a durar o no. Para mi, la felicidad duró muy poco, justo el tiempo de saber que la revolución imponía sus criterios a sangre y fuego, con fusilamientos masivos de los disconformes. El segundo acontecimiento relacionado con la revolución cubana que me impactó fue el de la denominada "Crisis de los misiles" (octubre, 1962), provocando uno de los momentos más álgidos de la "guerra fría" soviético-americana. El último hecho, revelador del auténtico rostro de la dictadura castrista, fue justamente hace veinte años, el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, el militar más prestigioso del ejército cubano, tras una farsa de juicio sumarísimo, orquestada como respuesta a su "traición" a la revolución y el pueblo cubano.

Nunca he entendido muy bien la fervorosa y a-crítica adhesión de buena parte de la izquierda española y europea a la revolución cubana. Lo curioso del caso es que todavía hay multitud de ingenuos que creen en el mito de la misma, cuyos desmanes justifican, aún hoy, con el recurrente discurso al "intolerable bloqueo" de la "isla mártir" por parte de los Estados Unidos.

Un profesor-tutor mío en la Facultad de Geografía e Historia, un excelente profesor de Historia por otra parte, desbarraba en elogios a la "revolución", a finales de los 80, con lucubraciones tales como que Cuba era una auténtica democracia, donde el pueblo intervenía y decidía en los todos los aspectos de la vida política, y su Constitución, un ejemplo de libertades y democracia para todo Occidente...

No hay "islar mártir". Los únicos responsables de la situación de Cuba son los hermanos Castro y su régimen. Quien desee conocer la realidad del día a día de los cubanos sólo tiene que darse una vuelta a diario por blogs como el de Yoani Sánchez, "Generación Y", o el de Claudia Cadelo, "Octavo Cerco", ambos escritos desde Cuba, por dos jóvenes que no hablan de política más que indirectamente, ¿podía ser de otra manera?, pero con valor y deseos de libertad. Por cierto, el Blog de Yoani Sánchez ha recibido en dos ocasiones el premio al mejor blog de habla española. Les aconsejo su lectura.

En "El País" de hoy escribe sobre la ejecución del general Ochoa y la situación de Cuba el que fuera corresponsal de televisión española y escritor, Vicente Botín, en un artículo titulado "Cuba: el sable del general Ochoa". También lo hace en su blog, "Mira que te lo tengo dicho", sobre el mismo asunto, el escritor y periodista canario Juan Cruz, con un post titulado "Cubana". Les dejo con ellos, y con la respuesta que a Juan Cruz le da, en su mismo blog, el también periodista canario Diego Talavera. Espero que les resulten interesantes. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





"CUBA: EL SABLE DEL GENERAL OCHOA", por Vicente Botín

EL PAÍS - Opinión - 28-07-2009

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) nunca han utilizado sus fusiles para reprimir a la población. El eficaz aparato policial de la dictadura ha hecho hasta ahora innecesaria su intervención. Pero el grado de insatisfacción de los cubanos es cada vez mayor. El Gobierno teme que se produzca una revuelta popular como el maleconazo de 1994, sólo que esta vez no sería para pedir democracia y libertad, sino el final del permanente periodo especial en que vive la isla desde el hundimiento de la Unión Soviética, y que se ha agravado en los últimos meses por la escasez de alimentos y los cortes de luz. En las calles de La Habana han comenzado a aparecer carteles con la leyenda "Abajo Raúl".

El dilema es cómo van a responder las FAR en el caso de que miles de personas se lancen a la calle para pedir alimentos. Salvo la cúpula militar que goza de las mismas prebendas que la nomenclatura, los oficiales del Ejército cubano y sus familias sufren las mismas penalidades de la población civil. Por si fuera poco, no se han recuperado todavía del malestar que les produjo el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, el militar más popular, el más condecorado, el vencedor de la guerra de Angola, distinguido con el galardón de Héroe de la República de Cuba, que fue ejecutado como un delincuente hace 20 años, el 13 de julio de 1989.

El general Ochoa y tres altos oficiales, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez Valdés, fueron procesados en un juicio sumarísimo por el delito de alta traición a la patria y a la revolución y ajusticiados. La conmoción que produjeron aquellas ejecuciones y las subsiguientes purgas que se llevaron por delante, entre otros, al poderoso ministro del Interior, el general José Abrantes, permanece en el inconsciente colectivo. Con aquellas muertes, los hermanos Castro reforzaron su poder al matar dos pájaros de un tiro: por un lado, borraron las huellas que implicaban al Gobierno cubano en el narcotráfico; y por otro, se deshicieron de un rival en un momento muy peligroso para la revolución, tres meses después de la visita a la isla de Mijaíl Gorbachov, cuando la perestroika se discutía abiertamente en los cuarteles.

En 1975, Cuba desplegó el primer contingente de los más de 40.000 soldados que fueron enviados a luchar a la lejana Angola. La muerte del Che Guevara en Bolivia y el fracaso de la insurgencia apoyada por Cuba en América Latina llevaron a Fidel Castro a dirigir a otras tierras el concurso de sus "modestos esfuerzos". Las legiones cubanas se desplegaron en el Congo, Eritrea y sobre todo en Angola. Pero el Gobierno cubano, a pesar de la ayuda soviética, no contaba con los recursos necesarios para financiar esas guerras. El coronel Antonio de la Guardia dirigía entonces el Departamento MC (Moneda Convertible) del Ministerio del Interior. Desde Panamá, donde operaba, había tejido una compleja trama de sociedades comerciales para aprovisionar a Cuba de equipos y tecnología, difíciles de conseguir debido al bloqueo estadouniden

-se. Todo ese entramado sirvió de sostén a las tropas expedicionarias en Angola, que se autofinanciaron con el contrabando de oro, diamantes, marfil y también con droga, algo común en las guerrillas de América Latina.

En su libro Dulces guerreros cubanos, Norberto Fuentes asegura que Fidel Castro estaba al tanto de las operaciones de narcotráfico y pone en boca de su hermano Raúl estas palabras: "Fidel dice que en definitiva todas las guerras coloniales en Asia se hicieron con opio. Entonces nada más justo que los pueblos devolvamos la acción, como venganza histórica".

En 1983, el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan afirmó que funcionarios cubanos de alto rango estaban involucrados en el narcotráfico. Fidel Castro dio la callada por respuesta. Pero seis años después, a comienzos de 1989, la DEA, la agencia antidroga del Gobierno estadounidense, descubrió que el departamento MC del Ministerio del Interior cubano estaba implicado en una operación del cartel colombiano de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, para enviar un cargamento de cocaína a Estados Unidos. La bomba tanto tiempo oculta podía estallar de un momento a otro. Fidel Castro podía ser acusado de complicidad en el tráfico de drogas. El comandante tenía que hacer algo sonado para despejar cualquier duda sobre su honorabilidad.

El 12 de junio de 1989 el general Arnaldo Ochoa y sus más próximos colaboradores fueron detenidos y acusados de narcotráfico. La sorpresa, sobre todo en los cuarteles, fue general. Sólo unos pocos enterados estaban al tanto de los hechos y se imaginaron que era una maniobra de distracción. Dariel Alarcón Ramírez, alias Benigno, superviviente de la guerrilla del Che en Bolivia, entonces muy cercano al poder, escribió en su libro Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolución que "corría el rumor por todo el Palacio de que iban a juzgar a Arnaldo (Ochoa), Tony (Antonio de la Guardia) y los demás para aplacar a los norteamericanos y, sobre todo, para sacar a Fidel del atolladero. Después los escondería en algún sitio, bien protegidos. Se habló mucho de Cayo Largo para Ochoa. La verdad es que no estábamos preocupados".

Durante el juicio, retransmitido por televisión, el propio Ochoa se mostró despreocupado al principio y luego arrepentido. "Creo que traicioné a la patria y, se lo digo con toda honradez, la traición se paga con la vida", le dijo a su conmilitón, el general Juan Escalona Reguera, fiscal de la causa.

La autoconfesión del general Ochoa, algo común en todos los procesos estalinistas, como ha ocurrido recientemente con Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, formaba parte de la farsa. Pero contra todo pronóstico, Arnaldo Ochoa y sus compañeros de armas fueron condenados a muerte y fusilados. La sorpresa fue mayúscula. Brian Latell, analista de la CIA en temas cubanos, escribió en su libro Después de Fidel. La historia secreta del régimen cubano y quién lo sucederá que Fidel Castro urdió la crisis. "El único crimen de Ochoa -escribe Latell- fue cuestionar la autoridad de Castro (...) Fidel pensó que Ochoa debía ser condenado por crímenes realmente horribles (...) para así excluir toda posibilidad de alguna reacción violenta de los militares (...). Los cargos de narcotráfico eran una cortina de humo".

Durante los 20 años que han transcurrido desde aquellas ejecuciones, los oficiales del Ejército cubano, principalmente los capitanes y comandantes educados en los ideales que encarnó el general Ochoa, han visto cómo los hermanos Castro y los altos oficiales de las FAR han seguido celebrando el banquete de la victoria, mientras el pueblo cubano iba de peor en peor. Ahora que la fiesta toca a su fin, los oficiales jóvenes temen perder su derecho de primogenitura sin la esperanza de poder ocupar las vacantes que inexorablemente van a dejar los viejos generales. Asisten, como el resto de la población, a los funerales de una revolución que les ha condenado a vivir miserablemente en casas ruinosas, castigados por los apagones y la falta de agua; padecen las deficiencias de un sistema de salud seriamente enfermo, y hacen largas colas en las bodegas para comprar los productos cada vez más escasos de la libreta de racionamiento. Y tienen también que resolver, es decir tienen que robar como los civiles para poder sobrevivir. En medio de esa debacle crece cada vez más la posibilidad de un estallido social o de un nuevo éxodo hacia Estados Unidos, y con ello la probabilidad de que les ordenen salir a la calle para "defender" a la revolución de las víctimas que ha creado la propia revolución.

El general Arnaldo Ochoa murió fusilado hace 20 años, sin que su sable hubiera sido utilizado nunca contra la población civil. Los que llegado el caso se vean obligados a empuñarlo tendrán que decidir en qué dirección van a dirigir el mandoble.



"Mira que te lo tengo dicho"
El Blog de Juan Cruz
28 julio, 2009 - 10:53
"CUBANA"

Mi amigo Diego Talavera, uno de los grandes periodistas que ha dado Canarias, se empeñó en 1990 que fuéramos a Cuba, y fui con él. Era un tiempo complicado, como lo ha sido siempre, de la isla, pero nosotros aún disfrutábamos de ciertos arrestos juveniles y al menos yo quise reconstruir en mi mi memoria, viéndola, la fascinación que a muchos niños canarios nos había causado la Cuba que nos contaban durante nuestra infancia. Paseamos por la isla, conocimos a mucha gente, vivimos algunos incidentes, muchos parecidos a los que nos hubieran pasado en Canarias, cuya idiosincrasia tanto se parece a la cubana, y nos marchamos. Diego ha vuelto muchas veces, y ya había ido antes, pero yo decidí no volver más, hasta que no se acabara una lacra que a mi me pareció apestosa: que los cubanos no pudieran entrar a los sitios donde entrábamos los turistas. Había muchos más problemas, como todo el mundo sabe, pero ese me pareció simbólico de una discriminación que mucha gente explica pero que yo sigo sintiendo como inexplicable. Pero se quedó en mi memoria, sobre todo, un incidente que ahora nos da risa pero que entonces fue escalofriante, y que me ha venido a la memoria esta mañana cuando he leído en EL PAÍS el artículo de Vicente Botín (ex corresponsal de TVE en Cuba, y autor de un estupendo libro sobre Castro y su sucesión) acerca del veinte aniversario de la ejecución de Ochoa, en un cuartel cerca de La Habana. La historia es muy conocida, y además Botín la cuenta muy bien, así que déjenme contarles por qué me ha venido a la memoria ahora este otro incidente. Estábamos Diego y yo admirando algunos paisajes cubanos, y concreto quisimos pararnos en un pequeño muelle con pueblo, cerca de la playa del Salado. Nos bajamos del coche, y uno de nosotros tomó fotografías; en seguida nos metimos de nuevo en el coche y uno de los dos comentó que no se percibía tanta seguridad en los sitios como algunos de nuestros amigos nos habían predicho. En ese mismo instante, por la ventanilla del conductor se metió un mosquetón, y la voz de un soldado muy joven nos mandó a salir otra vez del vehículo. Salimos. No se podían tomar fotografías en ese lugar, era un sitio militar, o militarizado. ¿Y dónde dice que está prohibido? La respuesta del soldado fue rápida, y en ese momento movía a risa, aunque luego se nos congeló la mueca. El soldado dijo: "Ahí hay un cartel, pero lo tapó la hierba". De inmediato, el soldado nos condujo, detenidos, a un cuartel, donde hubo todo tipo de escenas: yo traté de rebuscar en mi memoria números de teléfonos de amigos cubanos, Diego quiso que le prendieran si estábamos presos, cosa que no estaba muy clara, y el soldado se paseaba tan nervioso como nosotros, hasta que pasó alguien de una graduación mayor, hizo un gesto con la cabeza y facilitó nuestra marcha. Dos horas duró el cautiverio, pero en la memoria ha vivido mucho más el escalofrío que nos dio cuando supimos que aquel era el cuartel donde habían ajusticiado a Ochoa. Y hoy Botín me ha llevado a ese momento, casi veinte años después.

Querido Juan:
Tu blog de hoy me trae bellos recuerdos y han pasado ya 19 años. Tu no has querido volver a Cuba a pesar de mi insistencia. Yo he vuelto muchas veces y creo que me quedan muchas más en el futuro. Soy consciente de que el pueblo cubano padece una dictadura pura y dura, pero opino que nuestra presencia allí para compartir experiencias con tantos amigos cubanos que han escogido el exilio interior, igual que ocurrió con muchos intelectuales en la España franquista, es una bocanada de aire fresco. Para ellos y para los que seguimos viajando a a la Isla. Un ejemplo: acompañé al Aeropuerto José Martí al poeta Manuel Díaz Martínez y a su esposa Ofelia Gronlier cuando abandonaron para siempre Cuba en medio de una situación muy tensa. Lo que para mi era un gesto de cortesía, para él fue algo más y así lo escribió en su excelente libro de memorias "Solo un leve rasguño en la solapa". Y te podría contar muchas más anécdotas parecidas a ésta, pero la brevedad del comentario no lo aconseja. Lo hablaremos en tu próximo viaje a la otra Isla. Con el cariño de siempre, Diego.

Publicado por: DIEGO TALAVERA | 28/07/2009 13:35:25


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