domingo, 1 de octubre de 2017

[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Septiembre, 2017 (V)





Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Son estos:

Domingo, 24 de septiembre:
Respetar las palabras, por Álex Grijelmo.
Una vacante en el liderazgo global, por Javier Solana.
La clase media, al asalto, por Moisés Naím.

Lunes, 25 de septiembre:
Una modesta propuesta, por John Carlin.
Momento para Europa, por Xavier Vidal-Folch.
La rosa, el puño y el territorio, por Jorge del Palacio.

Martes, 26 de septiembre:
Un amigo, por Félix de Azúa.
Otoño, por David Trueba.
Estado de incomunicación, por Víctor Lapuente.

Miércoles, 27 de septiembre:
Irse así, por Leila Guerriero.
Bandera, por Manuel Jabois.
Bienvenido al Estado Islámico de Alemania, por Gabriela Cañas.

Jueves, 28 de septiembre:
280, por Javier Sampedro.
Fotonovelas, por Luz Sánchez-Mellado.
Ambición europea, por El País.

Viernes, 29 de septiembre:
Líneas rojas en Alemania, por Silvia Román.
Etarras y erratas, por Luis Martínez.
El frutero, por Manuel Hidalgo.

Sábado, 30 de septiembre:
Lo básico, por Fernando Savater.
Lo llaman democracia, por Máriam Martínez-Bascuñán.
El cerco, por Antonio Elorza.


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 




Remozando la estatua de Lenin, San Petersburgo, Rusia



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[Humor en cápsulas] Para hoy domingo,1 de octubre de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 30 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] Cataluña: Fin de ciclo





Si nuestros males vienen de España, las soluciones, naturalmente, requieren menos España. Ese es el discurso del independentismo y el resultado es una sociedad rota. Y es así porque su proyecto asume la exclusión como principio regulador. Lo anterior lo dice Félix Ovejero Lucas, economista, profesor titular de Economía, Ética y Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona, y profesor visitante en las universidades Pompeu Fabra de Barcelona, en el Centro de Ética, Racionalidad y Sociedad de la Universidad de Chicago, y en la de Wisconsin-Madison (EE.UU.).

A diferencia de lo que sucede en la ciencia, la imprecisión es un hábito en la política: la defensa del cambio, la necesidad de mirar “hacia delante”, las reclamaciones de entendimiento. Ya conocen la cháchara. Y su porqué: la imprecisión no se puede tasar. Como saben los echadores de cartas, incluso a un Buda incapacitado “le sucederá algo”.

Una de las vaguedades de más uso editorial es la reclamación de diálogo. ¿Quién no está a favor? “Rajoy”, se dispara Pavlov. Milagrosamente, en este caso un experimento natural permitió refutar el tópico. Y está grabado: cuando en un memorable ridículo le faltó tiempo para contestar a dos periodistas radiofónicos que, haciéndose pasar por Puigdemont, llamaron a Moncloa. Cuando quiera y donde quiera, poco más o menos. Y casi: sobre lo que quiera.

No, el problema catalán no es resultado de “falta de diálogo”. Aquí han dialogado todos, mejor dicho, todos han dado por buenas las sucesivas exigencias nacionalistas. El primero, Aznar: recaudación del IRPF (33%), del IVA (35%), de los impuestos especiales (40%); múltiples transferencias, incluidas competencias de la Guardia Civil a los Mossos; supresión de la mili; eliminación de los gobernadores civiles; ampliaciones del puerto y del aeropuerto de Barcelona, AVE; canales adicionales de TDT; defenestración de Vidal-Quadras; paralización de la llegada al Constitucional de una ley de política lingüística que Aznar sabía anticonstitucional. Para un libro. Unas eran de justicia o eficacia y bien estaban. Otras no: tenían que ver con la construcción de identidad y de eso que ahora se llama “estructuras de Estado”. El germen.

En realidad, la tesis de la falta de diálogo es deudora de otra también vaporosa: el problema catalán. El diálogo buscaría, nos dicen, resolver “el problema catalán”. No hagan más preguntas, porque nadie precisa. Bueno, sí, los nacionalistas; en lo esencial, sin decoración, su tesis es que los catalanes tenemos derecho a la autodeterminación porque estamos colonizados: ignorados en nuestra identidad cultural y expoliados. Invadidos, precisó Puigdemont. La realidad desmiente la fábula: la identidad cultural ignorada y despreciada es la de una amplia mayoría de catalanes que, para empezar, ni siquiera pueden escolarizarse en su lengua materna; la explotación económica, una mala broma, si se tiene en cuenta que doscientos y pico cargos de la Generalitat cobran más que Rajoy, incluido Puigdemont, que cobra el doble. Y si les queda alguna duda: pregunten dónde está la calle española “más cara” (y de paso, la más barata). Definitivamente, los españoles, como colonos, imbéciles. Pero la mentira se ha impuesto y con ella sus chorretones sentimentales al describir “el problema” y sus soluciones: la comodidad, el encaje, sentirnos queridos, la desafección, hacer España atractiva.

Una vez aceptada esa descripción del problema, los teoremas se disparan. Si nuestros males vienen de España, las soluciones, naturalmente, requieren menos España. Otro teorema: si cualquier problema se le puede achacar a España, el nacionalismo tiene indiscutibles incentivos para crear problemas. Vive de ellos. El tercero: quien acepte esa descripción ha de comprar su implicación completa: la independencia es solo cuestión de tiempo. El límite matemático de la función. La estación término del “siempre un poco más” que nos ha traído donde estamos. El nacionalismo lo sabe y por eso el chantaje no cesa: la independencia o algo a cambio, que también es la independencia. La tercera vía es la segunda.

El problema catalán inmediato es otro: una sociedad rota. Pero no porque sí. La brecha es la ajustada aplicación de un proyecto que asume la exclusión como principio regulador. Basta con examinar el léxico arrojado a diario al discrepante, cualquiera: sucursalista, botifler, anticatalán, españolista, traidor. El campo semántico resulta claro: no eres conciudadano sino extranjero. Desde esa perspectiva, se ilumina lo sucedido este tiempo: las banderas de parte que señorean las instituciones de todos; los señalamientos y el temor a ser señalados; el acoso a las familias que reclaman educación bilingüe; los linchamientos a periodistas; la intimidación en las universidades. El desprecio a los procedimientos parlamentarios no fue un circunstancial calentón, sino una implicación de un nacionalismo que se presenta como “el pueblo catalán”. Forcadell lo dijo en su día: PP y Ciudadanos son extranjeros. Y al extranjero, en el Parlamento, no se le deja hablar. No es que el nacionalismo, de pronto, se comporte mal. El mal está en su naturaleza.

El problema, para decirlo claro, es el nacionalismo, cuyo programa último, el de ahora, es la quintaesencia de la limitación de derechos: la creación de un nuevo Estado mediante la apropiación de una parte de la población y del territorio de un Estado preexistente. En una parte de un territorio que era de todos, y que ahora se reservan para sí, deciden privar a los otros de la ciudadanía. En ese sentido se avecina a otras ideologías y concepciones del mundo que asumen que ciertos ciudadanos, por participar de ciertas características (blancos, varones), pueden limitar los derechos de otros. El problema es de libertades y derechos. El desprecio a la ley, esto es, el miedo.

Si ese es el diagnóstico, adquiere otro sentido otra de las vaguedades en circulación: la necesidad de ofrecer respuestas políticas. Sí, hay que ofrecerlas, pero no como parece entenderse normalmente, para contentar a quien no aspira a ser contentado, sino en su sentido más digno, como debate de ideas, como crítica política. No se trata de invertir más en Cataluña para que “estemos contentos”. Si se invierte para que no nos enfademos, el enfado está asegurado. Sale a cuenta. Si se invierte, debe ser porque es de justicia dentro de una comunidad de valoración compartida, los ciudadanos españoles, libres e iguales. Algo ininteligible para un nacionalismo al que no preocupan sus conciudadanos, sino lo que pueden obtener de sus conciudadanos. No hay argumento más indecente que “nos sale a cuenta”. Si vale, contemplen la posibilidad de votar la expulsión de Extremadura. Los perdedores nunca salen a cuenta.

El problema catalán es creer que hay un problema catalán, el que nos cuentan los nacionalistas. El problema es una ideología reaccionaria y radicalmente antigualitaria y, si quieren completar el cuadro, el respeto acomplejado de una izquierda incapaz de criticarlo. No es que no se atreva, es que lo defiende.

Después del acelerón nacionalista, hay indicios de que las cosas podrían estar cambiando. Respetados militantes de la izquierda antifranquista, entre ellos, sindicalistas decentes y con lecturas, parecen haber caído en la cuenta de lo que tienen enfrente, de lo que, a qué ignorarlo, tuvieron a su lado y alimentaron. Mejor tarde que nunca. Quizá estemos a tiempo de levantar una izquierda realmente comprometida con la igualdad y la razón. De la otra, la reaccionaria, sobran ejemplares, concluye diciendo.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt






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[Galdós en su salsa] Hoy, con "Marianela"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 174 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela Marianela. Publicada en 1878 por la Imprenta y Litografía madrileña La Guirnalda, cierra el conjunto de sus novelas de tesis. En ella aparecen algunos personajes que luego serán protagonistas en el ciclo de las novelas españolas contemporáneas. Marianela cuenta la historia de una chica pobre y fea, y de Pablo, un ciego de nacimiento que está enamorado de ella. La acción transcurre entre Socartes, pueblo minero, y Aldeacorba, zona agrícola, donde vive don Francisco Penáguilas con su hijo Pablo. La vida ha sido generosa con el señor de Penáguilas, pero todo su bienestar se halla ensombrecido por la ceguera de su hijo. Pablo es feliz al lado de su lazarillo, una muchacha que todos llaman la "Nela"; con ella pasea, habla y se deleita. Nela, por su parte, pobre huérfana que vive con la familia del capataz de las minas, Centeno, menospreciada por todos, incapaz de nada útil, solo siente alegría acompañando a Pablo. Las almas de los dos están compenetradas de tal manera, que Pablo un día le promete casarse con ella.

El ciego piensa que su lazarillo debe ser de extraordinaria belleza, expresión de su bondad. Pero a Socartes ha llegado el hermano del ingeniero, don Teodoro Golfín, famoso oftalmólogo, y uno de los motivos de su viaje es tratar de curar a Pablo. Don Francisco de Penáguilas ansía ardientemente que el doctor vea a su hijo, pues, aunque ha sido desahuciado por todos los grandes médicos, no se aviene con la fatalidad de que su hijo sea incurable. ¿Por qué la naturaleza al colmarle de bienes materiales le ha de negar lo único que puede hacerle feliz? Precisamente su hermano Manuel y él acaban de heredar de un primo, lo que viene todavía a acrecentar su fortuna. Fortuna que no tendrá finalidad, a no ser que Pablo obtenga el sentido de la vista, en cuyo caso se celebraría su matrimonio con su prima Florentina, muchacha bellísima, hija de Manuel. La operación de Pablo y el éxito del resultado desembocarán en un dramático final.

La edición que reproduzco es la existente en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante. 




"Marianela", oleo de Cecilio Plá (1864-1934)



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[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 30 de septiembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 29 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] Sobre la verdad en democracia





Decía hace ya un tiempo mi buen amigo François-Marie Arouet, (Voltaire, para los íntimos), que la verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura... Creo que tiene razón, aunque el escepticismo sobre las bondades de este mundo y de quienes lo habitan no nos impida intentar gozar de esta vida dadas las grandes posibilidades de que no haya otra. 

La democracia, una de esas bondades que deberían hacer nuestro paso por este mundo mucho mejor, no protege una verdad, sino la posibilidad de que convivan muchos puntos de vista, comenta la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París y profesora visitante en la Universidad de Chicago, la Universidad de Columbia en Nueva York y el Instituto de Estudios Políticos de París. 

Hoy en día es poco frecuente, comienza diciendo, salvo por los sacerdotes, encontrar a personas que se crean en posesión de la Verdad. No así Junqueras, quien en un tuit de agradecimiento a Assange por el apoyo a la causa independentista decía: “Gracias Julian por arrojar luz sobre la verdad en estos días decisivos”. Será que, como dice la Biblia, quien es de la Verdad oye su voz. Aunque la cosa llevada al terreno político es arriesgada pues, si existe una verdad, ¿significa esto que sólo hay una respuesta para las preguntas políticas?

Lo decía Arendt al señalar a la Verdad como la muerte de todas las disputas: cualquier acto político desplegado en defensa de un credo que se piensa incontrovertible cierra el pluralismo. Por eso “arrojar luz sobre la verdad” no es más democrático que tener libertad para narrar el mundo de una manera alternativa. La democracia no protege una verdad, sino la posibilidad de que convivan muchos puntos de vista. Y un presidente como Rajoy, convertido en sacerdote de la ley, puede terminar por interiorizarla como un mero seguimiento de reglas.

Por mucho que ambos se empeñen, el acceso al mundo político que garantiza la ley se da a través de la conversación, donde incluso caben nobles voces iluminadas que, como la de Assange, emergen elevadas de la ordalía del exilio. Ya sabemos que tan pronto pueden borrar la ignominia del mundo apoyando a Trump o a Le Pen, como adoptar ese tono clerical para honrar una verdad y una justicia que por lo visto conocen con seguridad y que harán triunfar a toda costa. Lo curioso es que Assange se encerró en la Embajada de Ecuador huyendo de otra verdad más objetivable: la verdad judicial del Estado sueco. Esto sí es un hecho incontestable, no una opinión. Por eso llama la atención que alguien pueda dar crédito a quien por su actitud se ha desautorizado.

Lo terrible es que no se busca la verdad de los hechos sino la aquiescencia de quienes comparten “nuestras razones”. Y por eso da igual que el Estado español sea comparado con la dictadura China responsable de la masacre de Tiananmén. Mientras se sume al carro de los nuestros todo lo demás no importa. Hay, desde luego, una izquierda que debería hacérselo mirar, concluye diciendo. 






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt






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[Cuentos para la edad adulta] Hoy, con "Cómo la sabiduría se esparció por el mundo" (Anónimo africano)






El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de "Cuentos para la edad adulta" con el titulado Cómo la sabiduría se esparció por el mundo, que forma parte de la cultura tradicional africana. Durante las próximas semanas voy a ir subiendo al blog narraciones anónimas del folclore y la cultura universal.  Les dejo con:


CÓMO LA SABIDURÍA SE ESPARCIÓ POR EL MUNDO 
Anónimo africano



En Taubilandia vivía en tiempos remotos, remotísimos, un hombre que poseía toda la sabiduría del mundo. Se llamaba este hombre Padre Ananzi, y la fama de su sabiduría se había extendido por todo el país, hasta los más apartados rincones, y así sucedía que de todos los ámbitos acudían a visitarlo las gentes para pedirle consejo y aprender de él.

Pero he aquí que aquellas gentes se comportaron indebidamente y Ananzi se enfadó con ellos. Entonces pensó en la manera de castigarlos.

Tras largas y profundas meditaciones decidió privarles de la sabiduría, escondiéndola en un lugar tan hondo e insospechado que nadie pudiera encontrarla.

Pero él ya había prodigado sus consejos y ellos contenían parte de la sabiduría que, ante todo, debía recuperar. Y lo consiguió; al menos así lo pensaba nuestro Ananzi.

Ahora debía buscar un lugarcito donde esconder el cacharro de la sabiduría; y, sí, también él sabía un lugar. Y se dispuso a llevar hasta allí su preciado tesoro.

Pero… Padre Ananzi tenía un hijo que tampoco tenía un pelo de tonto; se llamaba Kweku Tsjin. Y cuando éste vio a su padre andar tan misteriosamente y con tanta cautela de un lado a otro con su pote, pensó para sus adentros:

-¡Cosa de gran importancia debe ser ésa!

Y como listo que era, se puso ojo avizor, para vigilar lo que Padre Ananzi se proponía.

Como suponía, lo oyó muy temprano por la mañana, cuando se levantaba. Kweku prestó mucha atención a todo cuanto su padre hacía, sin que éste lo advirtiera. Y cuando poco después Ananzi se alejaba rápida y sigilosamente, saltó de un brinco de la cama y se dispuso a seguir a su padre por donde quiera que éste fuese, con la precaución de que no se diera cuenta de ello.

Kweku vio pronto que Ananzi llevaba una gran jarra, y le aguijoneaba la curiosidad de saber lo que en ella había.

Ananzi atravesó el poblado; era tan de mañana que todo el mundo dormía aún; luego se internó profundamente en el bosque.

Cuando llegó a un macizo de palmeras altas como el cielo, buscó la más esbelta de todas y empezó a trepar con la jarra o pote de la sabiduría pendiendo de un cordel que llevaba atado por la parte delantera del cuello.

Indudablemente, quería esconder el Jarro de la Sabiduría en lo más alto de la copa del árbol, donde seguramente ningún mortal había de acudir a buscarlo… Pero era difícil y pesada la ascensión; con todo, seguía trepando y mirando hacia abajo. No obstante la altura, no se asustó, sino que seguía sube que te sube.

El jarro que contenía toda la sabiduría del mundo oscilaba de un lado a otro, ya a derecha ya a izquierda, igual que un péndulo, y otras veces entre su pecho y el tronco del árbol. ¡La subida era ardua, pero Ananzi era muy tozudo! No cesó de trepar hasta que Kweku Tsjin, que desde su puesto de observatorio se moría de curiosidad, ya no lo podía distinguir.

-Padre -le gritó- ¿por qué no llevas colgado de la espalda ese jarro preciado? ¡Tal como te lo propones, la ascensión a la más alta copa te será empresa difícil y arriesgada!

Apenas había oído Ananzi estas palabras, se inclinó para mirar a la tierra que tenía a sus pies.

-Escucha -gritó a todo pulmón- yo creía haber metido toda la sabiduría del mundo en este jarro, y ahora descubro, de repente, que mi propio hijo me da lección de sabiduría. Yo no me había percatado de la mejor manera de subir este jarro sin incidente y con relativa comodidad hasta la copa de este árbol. Pero mi hijito ha sabido lo bastante para decírmelo.

Su decepción era tan grande que, con todas sus fuerzas, tiró el Jarro de la Sabiduría todo lo lejos que pudo. El jarro chocó contra una piedra y se rompió en mil pedazos.

Y como es de suponer, toda la sabiduría del mundo que allí dentro estaba encerrada se derramó, esparciéndose por todos los ámbitos de la tierra.

FIN






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