jueves, 8 de octubre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Yo vi unos ojos bellos que hirieron", de Fernando de Herrera. Con viñetas de Padylla



Fernando de Herrera


Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Yo vi unos ojos bellos que hirieron", de  Fernando de Herrera (1534-1597). Escritor español del Siglo de Oro, conocido especialmente por su obra poética. Fue apodado "El Divino". Su poesía parte de la herencia petrarquista, en la que pretende introducir novedades, y él mismo plantea su producción como una profundización con respecto de Garcilaso de la Vega, poniendo de relieve el carácter de imitador de los clásicos en lengua romance de Garcilaso e historiando los distintos géneros poéticos usados por él. Su obra literaria variada. Entre sus obras conservadas destacan unas en prosa, como la "Relación de la guerra de Chipre y suceso de la batalla naval de Lepanto" y el "Elogio de la vida y muerte de Tomás Moro", semblanza de su vida con valoraciones de su pensamiento político. Entre las no conservadas figuran varios poemas de carácter épico y mitológico como "La gigantomaquia", sobre los titanes; "El rapto de Proserpina" y "Gestas españolas de valerosos"La poesía de Fernando de Herrera se considera un hito ineludible en la superación del petrarquismo en las letras españolas y, por ahí, un eslabón importantísimo en la evolución de la poesía cultista castellana desde Garcilaso de la Vega a Luis de Góngora. Fue un gran perfeccionista del verso; ingenió una ortografía más ajustada al sonido de las palabras y una puntuación especial para señalar las pausas de la elocución, los hiatos, las sinéresis y las dialefas. Como poeta petrarquista, sus logros empalidecen algo ante la fuerza de su vena épica, mucho más inspirada, y depurada de los excesos retóricos gracias a una contención y esencialidad que le viene de los modelos bíblicos de la misma, que sigue con preferencia a los italianos. Puede considerarse, en conjunto, por su poesía atormentada y prebarroquista, dentro del Manierismo.

Las viñetas que traigo hoy hasta la entrada son todas del dibujante canario Padylla, que publica en el diario La Provincia, de Las Palmas. Sus viñetas hacen referencia habitual a la situación política española y de Canarias, donde en estos momentos gobierna Coalición Canaria (nacionalistas) junto con el Partido Socialista. La situación de esta coalición siempre es conflictiva, de ahí, que Padylla le saque punta a la misma un día sí y otro también, denunciando los tejemanejes políticos en que CC enreda a su socio de gobierno con la descarada intención de desestabilizarlo.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




***


YO VI UNOS OJOS BELLOS QUE HIRIERON

Yo vi unos ojos bellos que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado,
y que, para encender nuevo cuidado,
su fuerza toda contra mí pusieron.

Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal que sufro, no cansado,
y que, cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.

Yo veo que se esconden ya mis ojos,
y crece mi dolor, y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.

Yo veo ya perderse los despojos
y la membranza de mi bien presente;
y en ciego engaño de esperanza muero.

Fernando de Herrera



***



VIÑETAS DE PADYLLA

































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miércoles, 7 de octubre de 2015

[Literatura] Cuentos para la edad adulta. Hoy, "Un día perfecto para el pez plátano", de J.D. Salinger








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten.

Hoy continúo la serie con "Un día perfecto para el pez plátano", de Jerome David Salinger (1919-2010) fue un escritor estadounidense conocido principalmente por su novela "El guardián entre el centeno, convertidfda en un clásico de la literatura moderna estadounidense casi desde el mismo momento de su publicación, en 1951. Fue su única novela y a la vez, su obra más famosa. Se hizo muy popular entre los críticos y jóvenes: una novela en cierta medida icónica. La historia la narra, en primera persona, Holden Caulfield, un adolescente rebelde, inadaptado e inmaduro, pero de gran perspicacia. Se dice de la novela que es la única que ha sabido captar lo que es la adolescencia con todas sus contradicciones; la fórmula del carácter del desorientado protagonista la ofrece su propia hermana, Phoebe, cuando le dice que, sencillamente, no sabe lo que quiere. Es, por otro lado, una novela que ha sido curiosamente citada como favorita por algunos asesinos en serie y otros inadaptados. Salinger publicó publicó posteriormente varias colecciones de relatos cortos. Las mentes ágiles y poderosas de hombres perturbados y la capacidad redentora que los niños tienen en las vidas de estos es uno de los temas principales de sus obras. Después de haber obtenido la fama y la notoriedad con "El guardián entre el centeno", Salinger se convirtió en un eremita, apartándose del mundo exterior y protegiendo al máximo su privacidad. Se mudó de Nueva York a Cornish (New Hampshire), donde continuó escribiendo historias que nunca publicó. Salinger ha influido sobre una generación entera de escritores, entre los que se cuentan señaladamente John Updike, Harold Brodkey y Philip Roth.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




J.D. Salinger



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martes, 6 de octubre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Tan extraviado está el loco deseo mío", de Francesco Petrarca. Con viñetas de Peridis




Francesco Petrarca



Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Tan extraviado está el loco deseo mío", precisamente de Francesco Petrarca (1304-1374). Lírico y humanista italiano, cuya poesía dio lugar a una corriente literaria que influyó en autores como Garcilaso de la Vega, William Shakespeare y Edmund Spenser, bajo el sobrenombre genérico de "petrarquismo". Tan influyente como las nuevas formas y temas que trajo a la poesía, fue su concepción humanista, con la que intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del cristianismo. Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la época del Imperio romano. Su vida transcurrió al servicio de la Iglesia y de la poderosa familia Colonna. Poseído por una pasión de bibliófilo, de la que da cuenta el capítulo consagrado a la bibliomanía de su "De remediis", viajó constantemente por Europa (Francia, Italia, Países Bajos, España, Inglaterra) buscando códices de autores clásicos, y se convirtió en poeta laureado por el Senado de Roma por su poema latino en hexámetros "África". El encuentro con Giovanni Boccaccio en Florencia fue decisivo para sus ideas humanistas. Se presenta como una especie de Jano que mira a la vez hacia el pasado y el porvenir, la antigüedad y la cristiandad, la frivolidad y el recogimiento, el lirismo y la erudición, el interior y el exterior. Ocupa en la historia de la poesía y de la cultura de la Europa cristiana y moderna un lugar excepcional: jamás, quizá, un escritor haya tenido una influencia tan decisiva ni tan prolongada. Como filólogo en el curso de sus viajes pudo rescatar del olvido a algunos autores clásicos. En Lieja descubrió varios famosos discursos de Cicerón, y una estancia en París le permitió encontrar las elegías de Propercio y la "Revelación" de Quintiliano que marcó, al decir del poeta, su renuncia definitiva a los placeres de los sentidos. Petrarca fue el gran redescubridor de Vitruvio y tras la difusión por el florentino de la obra de este autor clásico, podemos afirmar que decir Vitruvio es decir las bases de la arquitectura renacentista.

Las viñetas de hoy son reflejo de la peculiar obsesión del dibujante Peridis con las figuras de Artur Mas y Mariano Rajoy y han sido publicadas estos últimos días en el diario El País.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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TAN EXTRAVIADO ESTÁ EL LOCO DESEO MÍO

Tan extraviado está el loco deseo mío
por perseguir a aquella que se da la fuga
y de lazos de Amor ligera y suelta
vuela delante del lento correr mío,

que, cuanto más llamándolo lo envío
por la segura calle, menos me escucha;
ni me sirve espolearlo o hacerlo girar,
que Amor por su naturaleza le hace reacio.

Y dado que con fuerza el freno tasca,
yo quedo a merced de él,
que a pesar mío hacia el morir me lleva;

solo por ir hacia
el laurel donde se coge
áspero fruto que la llaga ajena,
al gustar, duele más que conforta.

Francesco Petrarca



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VIÑETAS DE PERIDIS




















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lunes, 5 de octubre de 2015

[De libros y lecturas] "El Informe Foronda. Los efectos del terrorismo en la sociedad vasca"




El árbol de Guernica, simbolo de las libertades vascas


Revista de Libros es para mí, y quiero suponer que para mucha más gente, mucho más preparada que yo en todos los sentidos, una fuente inagotable de información veraz y exhaustiva. En su número de este mes de octubre trae un extenso y documentado artículo del profesor Antonio Rivera, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco, titulado "La historización del terrorismo: El Informe Foronda",  que recoge su intervención en el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo «Las víctimas del terrorismo y la memoria colectiva» (Santander, julio de 2015), y es al mismo tiempo una reseña del reciente libro  de Raúl López Romo titulado "Informe Foronda. Los efectos del terrorismo en la sociedad vasca" (Madrid, Los libros de la Catarata, 2015). 

El científico social Jared Diamond explicaba en su libro "El mundo hasta ayer. ¿Qué podemos aprender de las sociedades tradicionales?" cómo estas «resuelven sus conflictos mediante procesos de compensación que no tratan de determinar el bien y el mal, sino sólo de restablecer la relación entre sus integrantes, mientras que las sociedades estatales modernas acuden a la ley porque su propósito no es restablecer la relación, sino determinar qué está bien y qué está mal». Por su parte, otro autor de moda, Ian Morris, nos recordaba en su "¿Por qué manda Occidente… por ahora?" aquello de que cada edad consigue el pensamiento que necesita, porque los intelectuales hacen las preguntas que el desarrollo social les obliga a plantearse. Dicho desde la clásica perspectiva de los historiadores, cada generación tiene sus preguntas concretas dirigidas hacia el pasado desde su particular presente y desde sus necesidades.

Me ha resultado enormemente curioso que el párrafo anterior, con el inicia su artículo el profesor Rivera, guarde una gran similitud con la opinión que sobre la Historia, como disciplina científica guarda el famoso teólogo católico suizo Hans Küng, por el que guardo una profunda admiración. Dice Küng al respecto: "La historia es una ciencia de nuestro saber de la historia; por consiguiente, una ciencia condicionada por los intereses, perspectivas, determinados por el punto de vista que, en contra de lo que Ranke opina, no se limita a informar como sucedió en realidad, sino que, al mismo tiempo, siempre interpreta". Inobjetable, sin duda. Lo que no es, o debería ser, óbice, para que el historiador mantenga siempre en sus investigaciones, el prurito de la objetividad imposible de alcanzar.

La cuestión del terrorismo en el País Vasco, dice Rivera, está condicionada y limitada en estos instantes por estas dos consideraciones y por dos hechos principales: 1) El de que su final obliga a buscar una solución que integre el reconocimiento del bien y del mal que necesitan el Estado de Derecho y la sociedad democrática en que vivimos junto con las posibilidades de rearticulación de una sociedad fracturada (y recordemos que en el País Vasco el terrorismo se ha caracterizado por contar con un importante apoyo social y con una ciudadanía hasta muy tarde ajena a implicarse en la cuestión). 2) Y el de que su final nos obliga a empezar a cerrar el pasado mediante la formulación del relato de lo ocurrido; en definitiva, mediante su construcción y consiguiente «elección» por parte de la sociedad. En este sentido, estamos en condiciones de hacer una historia bien distinta de la que se ha hecho sobre el terrorismo vasco en tanto que podemos/debemos hacernos preguntas diferentes, contar con otro tipo de fuentes y testimonios no mediatizados, y alejarnos de lógicas comprensivas que funcionaron en otros tiempos.

Todo esto está siendo valorado, sigue diciendo, desde diferentes ámbitos y a partir de diferentes presupuestos: Uno, es el procedente del mundo civil de ETA, de la izquierda abertzale; el otro, el de las políticas de memoria del actual Gobierno Vasco. Ambos coinciden en que un determinado relato del pasado del terrorismo condiciona los pasos políticos futuros. 

Básicamente, añade, son dos las propuestas para ese reconocimiento del pasado que se nos formulan desde esos dos ámbitos políticos. Primero, la reivindicación sedicente del terrorismo. Una postura ya muy minoritaria incluso en la propia izquierda abertzale, pero mucho más contumaz de lo que parece en sus facciones intelectuales y en el colectivo de presos de ETA. En segundo lugar, la mezcla forzada de situaciones de violencia y, por lo tanto, de víctimas. Ahí sí coinciden en lo genérico el PNV y la izquierda abertzale: en una reiteración de la tesis del conflicto histórico, se establece que el sufrimiento ha sido mucho y diverso, y desplegado a lo largo de los decenios, de manera que las víctimas de la lejana Guerra Civil se juntan con las del franquismo y, finalmente, se suman a las del terrorismo de ETA y a las producidas por terrorismos contrarios a esa organización o por excesos policiales. El objeto principal, se insiste, es alimentar la teoría del conflicto histórico y la victimización del Pueblo Vasco, aquejado por una suerte de fatalidad que concentraría contra él todas las violencias seculares. Pero también intenta desdibujar la naturaleza política de las víctimas y el hecho de que, en concreto las del terrorismo, fueron asesinadas por un determinado proyecto político: una lectura en clave totalitaria del nacionalismo vasco.

Para combatir ese intento de minorar su efecto, algunos historiadores insistimos en la necesidad de historizar el terrorismo en el País Vasco (y España) del último medio siglo. Historizar es un término que todavía se nos hace raro, pero en este caso la Real Academia de la Lengua se nos ha adelantado aceptándolo y asumiendo su semántica de «dar carácter histórico a algo o tomar algo carácter histórico». Pues de eso se trata y por eso se ha acudido a semejante palabro que, sin embargo, es ya palabra sancionada. Dar significación histórica, «convertir en historia» el terrorismo que hemos conocido y padecido, es algo que tiene múltiples consecuencias y, entendemos, todas buenas. Planteemos sólo algunas, dice, en términos sintéticos: 1) Proporcionar identidad y sentido a cada una de las víctimas sin desfigurarlas en una genérica e incomprensible violencia (y sufrimiento) poco menos que atávica, fatal o de castigo contra la comunidad vasca. 2) Significar cada una de esas víctimas en razón de la intención política del victimario.3) Evitar lecturas ahistóricas, ausentes de contexto explicativo. 4) Explicarnos cómo el terrorismo ha mediatizado nuestra sociedad durante medio siglo y cómo condiciona todavía la sociedad posterior al trauma, la que vivimos hoy. 5) Y conocer fehacientemente en todos sus extremos lo ocurrido para poder determinar en el futuro qué recordamos y qué echamos al olvido. 

Historizando el terrorismo producido en el País Vasco en el último medio siglo, añade, combatiríamos la ignorancia buscada por algunos poderes y bien recibida por una mayoría social vasca que prefiere olvidar, pasar página sin conocer lo ocurrido; sabríamos a ciencia cierta cómo, cuánto y en qué parte ha afectado a nuestra sociedad pasada y cómo puede estar haciéndolo a la presente y futura; nos explicaríamos lo ocurrido en sus contextos precisos, que son los que permiten conocer adecuadamente, a la vez que por eso son los que otorgan a los ciudadanos responsabilidad por lo hecho y no hecho, y sentido histórico, esto es, consideración de lo que debe cambiarse para que en el futuro no vuelva a ocurrir; y recuperaríamos y podríamos reivindicar la significación política de cada víctima para así poder protegernos de ideologías que se nutren o que utilizan procedimientos u objetivos totalitarios rechazables.

Desentrañar y explicar el pasado es cosa de los profesionales que utilizan el método histórico de conocimiento; es decir, sobre todo los historiadores (o profesionales de otras disciplinas que usan básicamente esa metodología: periodistas, analistas diversos…). El griego Tucídides, añade el profesor Rivera, pasa por ser uno de los padres de la disciplina de la Historia. Decía que el objeto de la misma era explicar las causas reales y fehacientes de lo ocurrido. Pero esa intención le enfrentaba al menos a dos agentes principales: a los gobiernos y a las sociedades. A los gobiernos, porque en toda la historia humana han preferido bien su versión de los hechos, bien, por lo menos, una que no dificulte sus intenciones de mantenerse en el poder. A la sociedad también, no se olvide, porque muchas veces esta no quiere saber ni recordar lo que realmente ocurrió, y elige la leyenda –la memoria, podríamos decir ahora– frente a la historia. Leyenda viene del griego legere, que significa escoger o elegir. Y consiste en eso, en escoger la versión que explica y da fundamento a una determinada cultura. Es decir, la necesita una sociedad para seguir viéndose a sí misma sin dificultades ni contradicciones, al margen de la verdad. El historiador, añade, debe estar, de alguna manera, tan en contra de los poderes de su tiempo como en contra de su sociedad. El historiador debe ser contemporáneo y debe reclamar su condición de ciudadano que le obliga a responder a las preguntas de su presente, a tratar de aportar algo de claridad para tomar las mejores decisiones. Si ese no es nuestro empeño, sin urgencias ni exageraciones presentistas, nuestra profesión no difiere mucho de la del anticuario o de la del cronista.

Esas, y otras reflexiones, dice más adelante fueron las que animaron a los miembros del Instituto de Historia Social «Valentín de Foronda» a abordar el estudio de los «contextos históricos del terrorismo en el País Vasco y la consideración social de sus víctimas». Se trataba de estudiar el terrorismo en su conjunto y en su contexto, no como sujeto y objeto al margen de la sociedad en que se producía

El "Informe Foronda", que el autor del artículo reseña, se articula en cuatro momentos históricos que identifican otros tantos contextos temporales que es necesario distinguir para interpretar bien lo ocurrido: el surgimiento del terrorismo en el momento del tardofranquismo (1968-1975); la continuidad del terrorismo en los críticos años en que se trataba de instalar un sistema democrático en España y el consiguiente autogobierno en el País Vasco (1976-1981); las evoluciones del terrorismo en los años de estabilización del régimen democrático (1982-1994); y el cambio final producido tras la estrategia de «socialización del sufrimiento» (1995-2011).

En cada uno de esos cuatro cortes temporales se estudió el contexto histórico en que se produjo la acción terrorista. «Contexto» ha sido una palabra de semántica múltiple en el País Vasco. Durante los años del terrorismo, la apelación al contexto servía a sus defensores para impedir la reacción social e institucional por mor de una causa suprema, un conflicto con mayúsculas que empujaría a los terroristas a la violencia. En el presente, el recurso al contexto por parte de los historiadores es lo que permite pasar de la justificación de entonces a la explicación racional y argumentada, a poder entender históricamente ese fenómeno, a distinguir los diferentes entornos temporales en que se produjo y las influencias diversas que concurrían en cada uno de ellos.

El Informe Foronda, sigue diciendo, se ideó con el objeto de ir conociendo mejor el fenómeno del terrorismo en el País Vasco, pero también con una clara intención práctica, de manera que sirviera, junto con otros, para informar las políticas públicas de memoria. Y a ello, añade, se destinan las cinco grandes proposiciones recogidas en las conclusiones y que son: 1) Evitar la relativización de las víctimas del terrorismo. 2) Reivindicar a las víctimas de todos los terrorismos. Pero insistiendo en que las víctimas son todas iguales en el tratamiento y todas distintas en razón de la intención de sus verdugos. 3) Atribuir responsabilidades a los victimarios. 4) Asentar una cultura democrática. 
5) Y proceder a un largo trabajo de investigación, pues a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre el terrorismo en el País Vasco, cuando se empiezan a hacer otras preguntas y se utilizan otras fuentes, comienza a aparecer un mundo sorprendente e inédito. 

Terminaré volviendo al principio, concluye el profesor Rivera. Para bien o para mal, nuestras sociedades se caracterizan porque necesitan establecer qué estuvo bien y qué estuvo mal cuando afrontan la resolución de un trauma colectivo (o de un pleito privado, tanto da). Cuando reivindicamos la naturaleza política de las víctimas lo hacemos para significar sobre todo que la acción que las convirtió en tales es radicalmente rechazable, que estuvo mal, que nuestra sociedad no puede sustentarse sino en el rechazo absoluto de esa manera de hacer. Cuando consideramos que no estamos ante unos vascos equivocados que actuaron erróneamente, sino ante el intento frustrado de establecer un proyecto social totalitario (por ser exclusiva y excluyente, en este caso, su concepción de la nación a construir) con unos medios totalitarios (los propios del terrorismo), la consecuencia para el futuro es la defensa inequívoca de los valores democráticos socavados en esos años. Las políticas públicas, por eso, deben ser sobre todo tendentes a recuperar la democracia perdida desde lo más básico y no tanto, que también, a recomponer el tejido social: la reconciliación. Por eso reivindicamos lecturas políticas y no moralistas. Por eso reivindicamos la historia y sus posibilidades de conocer fehacientemente, y no la memoria, en su versión acomodaticia, salvífica y protectora de la comunidad (sobre todo de las mentiras aceptadas sobre las que esta reposa). Por eso reivindicamos conocer para distinguir sin vacilaciones a las víctimas de sus victimarios.

El artículo del profesor Rivera, que he intentado sintetizar dada su considerable extensión, probablemente con poca fortuna por mi parte, concluye con un párrafo de Joseba Arregi en su libro "Tejiendo la historia de la libertad" (Vitoria-Gasteiz, Ciudadanía y Libertad, 2009) que recoge de manera muy precisa el sentido que los autores del "Informe Foronda" han dado a la reivindicación política de las víctimas como punto de partida para cualquier estudio histórico del terrorismo: "La memoria de las víctimas asesinadas, el respeto a esa memoria, es un ejercicio de libertad. Un ejercicio que no terminamos de hacer porque no queremos vernos en nuestra historia de los últimos treinta años. Pero si no nos enfrentamos a esa historia seguiremos atados a ella y ella nos dominará e impedirá que podamos modelar el futuro con algo de libertad. En la posición que consigamos adoptar en relación con nuestra actitud respecto a las víctimas asesinadas se juega nuestra libertad futura. La memoria de las víctimas y el respeto que les debe la sociedad vasca no es una cuestión de virtudes privadas, sino profundamente política, ligada a la libertad de cada uno de nosotros. Y la libertad es el núcleo fundamental de la política, no la identidad".

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




 Portada del Informe Foronda (2015)




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viernes, 2 de octubre de 2015

[Reedición] Memoria histórica: Justicia, no revancha



Descubrimiento de fosas comunes de la guerra civil


Hace mucho tiempo, por los inicios de este blog que dentro de nada cumplirá diez años, me reprochaba cariñosamente un excompañero de trabajo, precisamente en la comida de despedida a otros "ex" que se jubilaban por esas fechas, el reiterado uso de los latines en mis digresiones y comentarios en el blog. Desde luego, si los uso no es por pedantería, pues mis conocimientos de latín son absolutamente rudimentarios y básicos: de bachillerato de ciencias y carrera de letras. Pero sí presumo de interés por el mundo del Derecho, y este es creación original y genial de Roma, por lo que, a veces, en ocasiones en las que se hace preciso citar el origen de una máxima jurídica se recurre al idioma en que fue escrita. 

Por cierto, que desatino más grande considerar al latín como "lengua muerta"... Y haberlo relegado al olvido cuando no al ostracismo más absoluto en los estudios universitarios... ¿Sabían ustedes que hasta el siglo XVIII cualquier obra científica se escribía en latín? ¿O que en latín transcurren y se realizan hoy en día los actos académicos más solemnes de las universidades más prestigiosas del mundo como Oxford, Cambridge, Princeton, Harvard, Yale..? Me estoy yendo por los "cerros de Úbeda", mil perdones...

"Justitia est constant et perpetua voluntas ius suum cuique tribuens". Lo dice el "Digesto", promulgado en Bizancio por el emperador Justiniano en el siglo VI d.C., (Libro I, título I, ley 10), y casi se traduce solo: Justicia es la perpetua y constante voluntad de dar a cada uno su derecho.

¿Tienen derecho a que se haga justicia los miles de muertos y desaparecidos -de ambos bandos, pero no seamos ingenuos, infinitamente más de uno que de otro, aunque el "número" no sea siempre ni necesariamente lo más relevante- de la guerra civil? La ley, expresión de la voluntad popular, emanada de las Cortes Generales, y sancionada por el rey, dice que sí. ¿Entonces, a qué tantas reticencias ante la decisión de muchos descendientes de desaparecidos durante la guerra civil, enterrados en las cunetas, de conocer donde están sus restos y darles sepultura digna?

Resultan esclarecedores los argumentos estrictamente jurídicos que el magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, exponía hace unos años El País. "No se puede enterrar el olvido", decía, defendiendo la correcta actuación del, por aquel entonces, juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. En todo caso, afirmaba con rotundidad al final de su artículo, "La verdad puede resultar incómoda pero el olvido mata y es un obstáculo insalvable para la salud y la dignidad de una sociedad". No parece que hayamos avanzado mucho en ese aspecto de nuestra ley de la memoria histórica. Ni siquiera cuando los que solicitan el amparo de los jueces carecen manifiestamente de afanes de revancha y solo piden el reconocimiento de su dignidad de personas y de españoles.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




Valle de los Caídos (Madrid)





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jueves, 1 de octubre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Amor constante más allá de la muerte", de Francisco de Quevedo. Con viñetas de Ros




Francisco de Quevedo




Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Amor constante más allá de la muerte", posiblemente el más bello soneto de amor escrito nunca en lengua castellana, de Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580-1645), escritor español del Siglo de Oro, conocido como Francisco de Quevedo, y uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española. Fue conocido especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y obras dramáticas. Señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago, su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Estudió en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid, y Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco, de léxico muy abundante con el que creó muchos neologismos que los escritores barrocos posteriores imitaron de él. La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero cultivó también una fina lírica cortesana prácticamente perfecta en técnica y fondo. Su visión filosófica es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. Abominó de la estética del Culteranismo a cuyo principal exponente, Luis de Góngora, atacaó violentamente en sátiras personales. Su poesía amorosa es considerada la más importante del siglo XVII. Paradójicamente, misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su «Amor constante más allá de la muerte», que hoy traigo hasta el blog.

En cuanto a las viñetas que acompañan la entrada, las de hoy son todas del dibujante Ros, y han sido publicadas estos últimos días en el diario El País.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




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AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
i podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisongera:

mas no de essotra parte en la rivera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
i perder el respeto a lei severa.

Alma, a quien todo un dios prissión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido;

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo



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VIÑETAS DE ROS




















Entrada núm. 2457
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)