jueves, 18 de junio de 2015

[A vuelapluma] El G-7 y la encíclica del papa Francisco



El papa Francisco



«Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Nada de este mundo nos resulta indiferente. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico », pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad ». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común". 

No es mal comienzo ese para una encíclica, "Laudato si", la primera del papa Francisco, que se estrena con un llamamiento a la solidaridad entre los hombres y entre estos y nuestra casa común, nuestra madre Tierra. La pueden leer en el enlace anterior. 

La profesora Teresa Ribera, secretaria de estado para el cambio climático en el último gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, se hace eco de la misma en un artículo de hoy en El País titulado "El G7, la ministra republicana y Su Santidad", en el que se pregunta si se ha acabado el tiempo para que la política convencional resuelva con firmeza el reto del cambio climático. Una pregunta a la que responde que no, pero que, ciertamente, se van a necesitar unos cuantos revulsivos fuera del contexto habitual, una gran dosis de coherencia y mucha inversión en capital político por parte de quienes tienen capacidad para hacer la diferencia.

El Papa subraya en su encíclica, sigue diciendo, que el cambio climático no es un asunto científico o tecnológico sino una amenaza para la justicia y la paz, una vergüenza para la gran familia humana a quien corresponde gestionar temporalmente los recursos de la creación con vocación solidaria y de justicia. ¿Quiere esto decir que la Iglesia mantiene su capacidad para seguir pensando y que su máxima autoridad afirma su voluntad de conectar con los problemas de la gente y la injusticia en el mundo? Eso parece.

El G7 es más prosaico, añade, y fija su atención allí donde su actuación debería tener más incidencia en la realidad mundana: la energía y las finanzas. En el comunicado final de Elmau, sus líderes invocan el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria como argumentos centrales para la reacción colectiva. Sus conclusiones no incorporan nuevos objetivos climáticos pero constituyen desarrollos prácticos imprescindibles para abordar con éxito esta crisis: un perfil energético sin carbono, alineamiento coherente de las medidas y políticas para conseguir economías bajas en emisiones y referencias claras a la financiación climática más allá del cumplimiento del compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares año a partir de 2020. Todavía les falta un paso: no se trata sólo de asegurar la disponibilidad de una cantidad abultada de recursos sino de conseguir que cualquier decisión de inversión, cualquier valoración financiera incorpore un nuevo entendimiento de los riesgos y las oportunidades basados en la intensidad de carbono que lleva aparejada y la resiliencia a los impactos de un clima distinto. Un aviso para navegantes: ¡ojo con sobrevalorar sus inversiones en combustibles fósiles porque podrían llevarle a la ruina!

Sentido de la justicia, necesidad de seguridad, solidaridad y cobertura de riesgos climáticos para los más vulnerables, energía y finanzas…, añade como conclusión, son todos ellos asuntos que van más allá del espacio negociador del clima en Naciones Unidas. Es importantísimo alinear mensajes y políticas más allá de las negociaciones, pero ahora queda descender del comunicado y la encíclica a la realidad: a la instrucción concreta para resolver problemas y alinear de forma congruente las políticas en el caso de unos; para que la moral y el sentido de la solidaridad y la justicia se impongan sobre el prejuicio interesado o ideológico en el caso de otros. Corresponde a esos mismos líderes ahora pasar del dicho al hecho… Esperemos, eso sí, que lo hagan acortando rápidamente el trecho.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Reunión del G-7 en Alemania (Junio, 2015)




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

[Literatura] Un cuento cada día. Hoy, "El jorobadito", de Roberto Arlt









Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... 

Hoy continúo la serie con "El jorobadito", de Roberto Emilio Gofredo Arlt (1900-1942). Novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor argentino. Hijo de inmigrantes pobres recién llegados al país su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores. La relación con su padre estuvo signada por un trato severo y poco permisivo o directamente sádico. Expulsado de la escuela a los ocho años, se volvió autodidacta. Trabajó en un periódico local, fue ayudante en una biblioteca, pintor, mecánico, soldador, trabajador portuario y manejó una fábrica de ladrillos. En 1926 escribe su primera novela "El juguete rabioso". También trabajó de periodista para el diario El Mundo, donde editaría sus famosas Aguafuertes porteñas. En sus relatos se describe con naturalismo y humor las bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. De este modo retrata la Argentina de los recién llegados que intentan insertarse en un medio regido por la desigualdad y la opresión. Escribió cuentos que han entrado a la historia de la literatura, como "El jorobadito", que hoy reproduzco. Por su manera de escribir directa y alejada de la estética modernista se le describió como «descuidado», lo cual contrasta con la fuerza fundadora que representó en la literatura argentina del siglo XX. Tras su muerte aumentó su reconocimiento y es considerado como el primer autor moderno de la República Argentina. Escritores como Ricardo Piglia, César Aira o Roberto Bolaño son herederos directos de algunas de sus búsquedas literarias. Del mismo modo, Cortázar lo consideró su maestro.


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Roberto Arlt




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

[De libros y lecturas] "Eichmann en Jerusalén", de Hannah Arendt



Hannah Arendt



El 31 de mayo pasado se cumplieron cincuenta y tres años de la ejecución de Adolf Eichmann en la prisión de Ramla (Israel). Había sido secuestrado en Argentina por un comando del Mossad el 11 de mayo de 1960 y trasladado a la fuerza hasta Israel. El 15 de diciembre de 1961 el tribunal que le juzgó le encontró culpable de crímenes contra la humanidad y contra el pueblo judío y le condenó a la pena capital. La suya ha sido la única pena de muerte ejecutada en toda la historia del Estado de Israel.

Escribí sobre ello en el blog con motivo del cincuentenario de su ejecución y me resultó llamativo que el aniversario de un acontecimiento de tanta notoriedad mediática como fue el jucio y posterior ejecución de Aldof Eichmann pasaran absolutamente desapercibidos. Un excelente artículo del escritor argentino Álvaro Abós en El País de aquel día, titulado "Eichmann en la horca", rememoró el hecho analizando con detalle las consecuencias que tuvo para la instauración de una justicia internacional que persiguiera y enjuiciara delitos calificados como crímenes contra la humanidad, sentando principios jurídicos como los de la imprescriptibilidad y la no consideración de la obediencia debida como eximente cuando se juzgan crímenes de lesa humanidad. Y es que, como dice Abós al final de su artículo, el olvido no puede lavar el horror.

Resulta imposible hablar del secuestro, procesamiento, condena y ejecución de Adolf Eichmann sin hacer mención a una obra capital de la teórica política norteamericana de origen judeo-alemán Hannah ArendtSi desean profundizar en el conocimiento de aquel hecho histórico y sus consecuencias nada mejor que recurrir a las fuentes, que no pueden ser otras que el propio texto de Arendt, "Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal" (Lumen, Barcelona, 2003), al que pueden acceder en el enlace anterior. Les recomiendo igualmente que vean en el siguiente enlace el documental de la cadena televisiva ORF2, con imágenes reales del proceso llevado a cabo en Jerusalén. Está subtitulado en alemán, aun así, merece la pena verlo.

Hannah Arendt, siguió todo el proceso de Eichmann en Jerusalén como corresponsal de una prestigiosa revista neoyorkina y escribió una serie de artículos sobre el mismo que más tarde publicaría en forma de libro. Ese libro fue "Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal", un texto que levantó notable polémica en Estados Unidos, en Alemania, y dentro del mundo judío, por lo atrevido de algunas de sus conclusiones, por ejemplo, la de que el mal no necesariamente encarna en psicópatas delirantes como Hitler, sino que puede también presentarse en envases cotidianos, bajo la forma de un señores normales como Adolf Eichmann, buenos padres de familia, ciudadanos ejemplares y funcionarios cumplidores. 

Yo tenía catorce años cuando Adolf Eichmann fue secuestrado por el Mossad, y llevado de forma clandestina a Israel. No recuerdo nada especial sobre el proceso que se siguió contra Eichmann, del que conocí muchos años más tarde los detalles, gracias entre otras razones al libro de Hannah Arendt. Si recuerdo en cambio el revuelo que causó la noticia de su ejecución en España, y sobre todo recuerdo con precisión la admiración que suscitó en mí, quizá, y en gran parte, por ser descendiente de conversos y sentirme orgulloso de mis orígenes judíos, la operación desarrollada por el Mossad, con detalles que parecían sacados de una novela policíaca, y que a tan temprana edad no era capaz de enjuiciar en todas sus dimensiones políticas, diplomáticas y jurídicas.

Pero fue hace unos días que el escritor y crítico literario Rafael Narbona, en su blog Viaje a Siracusa, de Revista de Libros, traía de nuevo a colación el asunto en un documentado análisis titulado "Hannah Arendt y la terrible banalidad del mal". ¿Casualidad? No lo creo; más bien permanente actualidad de un texto tan trascendental como el de Hannah Arendt.

Pocos libros han provocado tanto revuelo como "Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal", dice Narbona de él. Hannah Arendt aceptó ser la corresponsal de The New Yorker durante el juicio celebrado en Jerusalén contra Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS y uno de los principales responsables de la deportación de los judíos europeos a los campos de exterminio nazis. David Ben Gurion, primer ministro de Israel en aquel momento, quería recordar al mundo que millones de judíos habían sido asesinados por el simple hecho de ser judíos, no por sus actos o ideas: «Queremos que todas las naciones sepan que deben avergonzarse». La aparente insignificancia de Eichmann, pálido y fantasmal en la cabina blindada, contrastaba con la magnitud de sus crímenes. 

Hace unos años, continúa diciendo Rafael Narbona, el líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen declaró que el Holocausto sólo era una nota a pie de página en la historia de la Segunda Guerra Mundial. Desgraciadamente, tenía razón, si juzgamos el genocidio de judíos, gitanos y otras minorías desde el punto de vista del lugar que ocupó en la conciencia de la sociedad europea o la norteamericana. El destino de los judíos nunca preocupó demasiado a nadie y su exterminio contó con la cobertura legal e institucional del Reich alemán. Las leyes de Núremberg, aprobadas por unanimidad el 15 de septiembre de 1935 durante el séptimo congreso anual del NSDAP, sólo representaron el primer paso de la discriminación, exclusión y exterminio de la población judía, un procedimiento que no adquirió el carácter de secreto de Estado hasta su último tramo (Conferencia de Wannsse, 20 de enero de 1942), si bien por entonces corrían por toda Europa historias sobre asesinatos masivos en cámaras de gas. Jan Karski , enlace del gobierno polaco en el exilio, y el conde Edward Raczyński, ministro de Asuntos Exteriores, informaron del genocidio a lo largo de 1942. Karski aportó su testimonio, pues había visitado clandestinamente el gueto de Varsovia y el campo de transición de Izbica, y Raczyński proporcionó pruebas y documentos en un informe titulado «El exterminio masivo de judíos en Polonia bajo la ocupación alemana». Los aliados no adoptaron ninguna medida para frenar o mitigar el drama.

El nazismo siempre disfrutó de amplias simpatías en la sociedad alemana, dice Narbona. El fiscal Hausner señaló en el proceso contra Eichmann que los arquitectos del genocidio no eran vulgares hampones, sino abogados, profesores, médicos, banqueros, economistas. El responsable último no era el Gobierno nazi, sino varios siglos de odio institucional y popular a los judíos: «En este histórico juicio, no es un individuo quien se sienta en el banquillo, no es tampoco el régimen nazi, sino el antisemitismo secular».

La defensa de Eichmann se basó en la obediencia debida, particularmente estricta en un régimen totalitario. Eichmann, un hombre gris y de escasa iniciativa, descubrirá enseguida las ventajas de la «obediencia debida», que exime de pensar, juzgar y rectificar. La derrota de Alemania significaría una catástrofe para su temperamento gregario: «Comprendí que tendría que vivir una difícil vida individualista, sin un jefe que me guiara, sin recibir instrucciones, órdenes ni representaciones, sin reglamentos que consultar, en pocas palabras, ante mí se abría una vida desconocida que nunca había llevado». 

Desde las primeras vistas, sigue diciendo Narbona comentando el libro de Arendt, Hannah Arendt advierte el vacío interior de Eichmann y su impotencia para obrar como un individuo: «Cuanto más se lo escuchaba, más evidente era que su incapacidad para hablar iba estrechamente unida a su incapacidad para pensar, particularmente para pensar desde el punto de vista de otra persona. No era posible establecer comunicación con él, no porque mintiera, sino porque estaba rodeado por la más segura de las protecciones contra las palabras y la presencia de otros y, por ende, contra la realidad como tal». Durante el juicio, se hace evidente que Eichmann carece de la empatía más elemental. Llama la atención su «incapacidad casi total para considerar cualquier cosa desde el punto de vista de su interlocutor». Siente lástima de sí mismo y no entiende que los otros no simpaticen con su desdicha personal. Se considera un hombre decente y con un acusado sentido de la ética. Como señala Narbona, Hannah Arendt escribe a ese respecto: «A pesar de los esfuerzos del fiscal, cualquier podía darse cuenta de que aquel hombre no era un “monstruo”, pero en realidad se hizo difícil no sospechar que fuera un payaso». La inanidad intelectual del burócrata nazi nunca resultó tan incontestable. Eichmann invoca la obediencia, subrayando que si hubiera vivido en una sociedad democrática, habría cumplido sus normas con la misma meticulosidad.

Hannah Arendt escribió sus artículos con una feroz independencia, sin maquillar hechos ni contemporizar. No ocultó la responsabilidad de los Consejos Judíos o Judenrat, y entre ellos, casos tan llamativos como el de Mordechai Chaim Rumkowski, hombre de negocios, militante sionista y director de un orfanato, que fue la máxima autoridad del gueto de Łódź (Polonia). Hannah Arendt, sigue diciendo el articulista, destacó que no todos los países ocupados por el Reich alemán colaboraron en la deportación de los judíos: «Suecia, Italia y Bulgaria, al igual que Dinamarca, resultaron ser inmunes al antisemitismo, pero de las tres naciones que estaban en la esfera de la influencia alemana, solamente Dinamarca se atrevió a hablar claramente del asunto a sus amos alemanes». Italia y Bulgaria sabotearon las órdenes, explotando el ingenio para salvar a sus compatriotas judíos. Los daneses se opusieron frontalmente. Cuando los alemanes les propusieron que se identificara a los judíos con estrellas amarillas, contestaron que el rey sería el primero en llevarla y que incumplirían cualquier medida discriminatoria. Cuando los nazis impusieron la ley marcial, las tropas destinadas a Dinamarca habían cambiado profundamente desde hacía mucho tiempo y se negaron a participar en las deportaciones. La lección que nos dan los países a los que se propuso la aplicación de la Solución Final es que “pudo ponerse en práctica” en la mayoría de ellos, pero no en todos. Desde un punto de vista humano, la lección es que actitudes como la que comentamos constituyen cuanto se necesita, y no puede razonablemente pedirse más, para que este planeta siga siendo un lugar apto para que lo habiten seres humanos».

Lo más sobrecogedor del caso Eichmann es que el burócrata nazi «no era un Yago ni un Macbeth» y, menos aún, un «Ricardo III». Según Arendt, tampoco era un estúpido, sino «pura y simple irreflexión». Hubo «muchos hombres como él». No «fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales. Desde el punto de vista de nuestras instituciones jurídicas y de nuestros criterios morales, esta normalidad resultaba mucho más terrorífica que todas las atrocidades juntas, por cuanto implicaba que este nuevo tipo de delincuente, que en realidad, merece la calificación de "hostis generis humani", comete sus delitos en circunstancias que casi le impiden saber o intuir que realiza actos de maldad».

Hannah Arendt nos cuenta, concluye Narbona, que Eichmann se dirigió al patíbulo con entereza. Después de beber media botella de vino y rechazar la asistencia de un pastor protestante, rechazó la capucha negra que le ofreció el verdugo. Sus últimas palabras fueron: «Dentro de muy poco, caballeros, volveremos a encontrarnos. Tal es el destino de todos los hombres. ¡Viva Alemania! ¡Viva Austria! ¡Viva Argentina! Nunca las olvidaré». Arendt considera que Eichmann se despidió del mundo con una sarta de majaderías: «Incluso ante la muerte, encontró el cliché propio de la oración fúnebre. […] Fue como si en aquellos últimos minutos resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se siente impotentes». Arendt justifica la pena de muerte dictada contra Eichmann: «Del mismo modo que tú apoyaste y cumplimentaste una política de unos hombres que no deseaban compartir la tierra con el pueblo judío ni con ciertos otros pueblos de diversa nación –como si tú y tus superiores tuvierais el derecho de decidir quién puede y quién no puede habitar en el mundo–, nosotros consideramos que nadie, es decir, ningún miembro de la raza humana, puede desear compartir la tierra contigo. Ésta es la razón, la única razón, por la que has de ser ahorcado». ¿Se puede considerar que el genocidio es un delito infrecuente, que las cámaras de gas pertenecen a un pasado irrepetible? Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, las matanzas no han cesado: Vietnam, Camboya, Indonesia, Guatemala, Chile, Argentina, Ruanda, Bosnia-Herzegovina… Podrían citarse más casos, pero es innecesario. Sin embargo, el totalitarismo como fenómeno político no es una masacre más. Se caracteriza por un rango distintivo: «el criterio selectivo depende únicamente de ciertos factores circunstanciales». Después de liquidar a los enfermos incurables, Hitler pensaba eliminar a los alemanes «genéticamente lesionados», con enfermedades pulmonares o cardíacas. En la «cultura del descarte», por utilizar una expresión del papa Francisco, podría considerarse una medida de higiene pública suprimir las vidas de los individuos improductivos o con escasas expectativas de éxito. Sólo hace falta una idea, un absoluto moral o político, para poner en funcionamiento las fábricas de la muerte. Puede ser la excelencia económica, biológica o social. O la materialización de una utopía con apariencia de justicia o equidad. O la creación de un nuevo orden mundial. El totalitarismo empieza donde acaba el individuo. Nunca se disipará su amenaza. La banalidad del mal reside en considerar que hay vidas banales, prescindibles. Conviene releer de vez en cuando a Hannah Arendt para recordar que cualquier vida debe ser objeto de respeto y reconocimiento. Los que se atreven a cuestionarlo, rescatarán antes o después la rampa de Auschwitz.

Les recomiendo encarecidamente la lectura de los artículos citados. Y por supuesto, el libro de Hannah Arendt que ha dado pie a esta entrada de hoy. Me lo agradecerán. De mi admiración y respeto por la persona y la obra, total, de Hannah Arendt, da prueba testimonial el hecho de que utilice como firma en este blog y en las redes sociales un acrónimo de su nombre como seudónimo.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt







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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 17 de junio de 2015

[Viñetas] Un poco de humor este miércoles, 17 de junio




Vegueta (Las Palmas G.C.)

Un poco de buen humor cada día no parece mala idea para disfrutar la jornada. Para hoy miercoles, 17 de junio, les propongo estas viñetas de Morgan en Canarias7; Montecruz y Padylla en La Provincia; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo. Les ahorro cualquier comentario sobre las mismas ya que encierran en su sencillez expositiva agridulces mensajes y verdades como puños que nos ayudan a reflexionar. Benditos sean quienes nos hacen sonreír a pesar de la que está cayendo. Disfruten de ellas. 

Y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt











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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

[Literatura] Un cuento cada día. Hoy, "El inmortal", de Jorge Luis Borges








Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... 

Hoy continúo la serie con "El inmortal", de Jorge Luis Borges (1899-1986). Su autor, argentino, considerado como uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX, fue también uno de los autores más destacados de la literatura del mismo. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y el pensamiento universales, además de objeto de minuciosos análisis y múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, dramas teológicos, invenciones geométricas y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje con el que las obras de Borges impresionaron tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal. Ciego desde los 55 años, su polémica personalidad y sus posturas políticas le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años.

Sean felices por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Jorge Luis Borges





Entrada núm. 2339
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[Mis blogs favoritos] "Insultos en el pupitre", del blog Pensando en la estación







De nuevo inauguro sección en "Desde el trópico de Cáncer", en esta ocasión para recoger en ella algunas de las entradas que se vayan publicando en otros blogs amigos de asidua lectura por mi parte. 

Hoy me complace invitarles a leer la entrada publicada el pasado lunes, en el blog "Pensando en la estación", que lleva el título de "Insultos en el pupitre". Estoy seguro de que les va a resultar más que interesante.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Estación de Guaguas de San Telmo (Las Palmas G.C.)





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martes, 16 de junio de 2015

[Viñetas] Un poco de humor en este martes, 16 de junio




Ciudad Alta (Las Palmas G.C.)


Un poco de buen humor cada día no parece mala idea para disfrutar la jornada. Para hoy martes, 16 de junio, les propongo estas viñetas de Morgan en Canarias7; Montecruz y Padylla en La Provincia; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo.

Ahorro cualquier comentario sobre las mismas. Encierran en su sencillez expositiva agridulces mensajes y verdades como puños que nos ayudan a reflexionar. Benditos sean quienes nos hacen sonreír a pesar de todo. Disfruten de ellas. 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










Entrada núm. 2337
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[Literatura] Un cuento cada día, o casi... Hoy, "El Horla", de Guy de Maupassant







El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten.

Hoy continúo la serie con "El Horla", de Guy de Mauppasant.   Henry René Albert Guy de Maupassant (1850-1893), fue un escritor francés, autor principalmente de cuentos, aunque escribió seis novelas. Su madre lo introdujo a edad temprana en el estudio de las lenguas clásicas. Fue admirador y discípulo de Gustave Flaubert al que conoció en 1867, que lo tomó bajo su protección. Trabajó como funcionario en varios ministerios, hasta que publicó en 1880 su primera gran obra, «Bola de sebo». El relato, de corte fuertemente realista, según las directrices de su maestro Flaubert, fue calificado por este como una obra maestra. Hoy está considerado como uno de los mejores relatos de la historia de la literatura universal. Son especialmente destacables sus cuentos de terror, género en el que es reconocido como maestro, a la altura de Edgar Allan Poe. En estos cuentos, narrados con un estilo ágil y nervioso, repleto de exclamaciones y signos de interrogación, se echa de ver la presencia obsesiva de la muerte, el desvarío y lo sobrenatural. Tras algunos intentos frustrados de suicidio fue internado en una clínica parisina donde muere un año más tarde. Está enterrado en el cementerio de Montparnasse, en París. 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt








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[De libros y lecturas] "Reformemos el islam", de Ayaan Hirsi Ali




Ayaan Hirsi Ali


Inicio con esta entrada una nueva sección en Desde el trópico de Cáncer a la que he bautizado con el nombre de "Libros y lecturas", en la que espero ir comentado, cuando cuadre, aquellos libros que haya leído recientemente y me hayan impresionado sobremanera. Y la inicio hoy con el comentario del libro "Reformemos el islam" (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015), de la profesora neerlandesa de la Universidad de Harvard, Ayaan Hirsi Ali.

Ayaan Hirsi Ali nació en Mogadiscio, Somalia, en 1969. Hija de un líder político local adversario del dictador somalí Siad Barre, recibió una educación islámica ortodoxa y sufrió, a los cinco años de edad la traumática experiencia de la ablación de clítoris. Con veintidós años, huyendo de una boda concertada por su familia con un primo lejano residente en Canadá, y de camino para aquel país, recaló en Alemania y de allí pasó a los Países Bajos, solicitando permiso de asilo. Aprendió el neerlandés en un tiempo récord y cursó estudios de Ciencias Políticas, materia en la que llegó a doctorarse. En 2001 se incorpora a la Fundación "Wiardi Beckman", del partido socialdemócrata, iniciando una labor en defensa de los derechos de la mujer en el mundo musulmán y vertiendo duras críticas hacia los preceptos islámicos que las sumen en un estado de opresión y sumisión que raya en la esclavitud. En 2003 se afilia al partido liberal y obtiene un escaño como diputada en el parlamento de los Países Bajos. En 2006 renuncia a su escaño a raíz de la polémica desatada por la ministra de Justicia que pretende quitarle la nacionalidad neerlandesa por haber mentido sobre su nombre y condición cuando pidió asilo en los Países Bajos. La crisis desatada provocó la caída del gobierno neerlandés, pero ella abandona el país rumbo a Estados Unidos donde colabora desde entonces con el "American Enterprise Institute", un "think tank" de tendencia liberal conservadora, y dirigiendo desde 2012 un Seminario en la "John F. Kennedy School of Government" de la Universidad de Harvard sobre la intersección de la religión, la política, la sociedad y el arte de gobernar en el mundo islámico. 

Hirsi Ali es una gran defensora de la libertad de expresión. En una conferencia que dio en Berlín en 2006 defendió el derecho a ofender, justo después de la polémica formada a raíz de la publicación de las caricaturas de Mahoma. Condenó a los periodistas de los periódicos y canales de televisión que no mostraron las caricaturas, llamándolos «mediocres de mente» y acusándolos de ocultarse tras los términos «responsabilidad» y «sensibilidad» y alabó a los que en toda Europa publicaron las caricaturas.

Ha recibido numerosos premios y reconocimientos internacionales por su defensa de la libertad, la tolerancia y los derechos humanos. En marzo de 2005 recibió el Premio a la Tolerancia otorgado por la Comunidad de Madrid. El Parlamento noruego la propuso para el Premio Nobel de la Paz del 2006, y en 2008 recibió el Premio Simone de Beauvoir.

En apenas dos días leído de un tirón, absolutamente enganchado a su lectura, su libro "Reformemos el islam", en el que lanza un vehemente llamamiento en favor de una "Reforma musulmana" como la que se produjo en el siglo XVI en la Europa cristiana, como única vía para poner fin a los horrores del terrorismo, la guerra sectaria y la represión de la mujer y las minorías.

Durante siglos, dice, se ha tenido la impresión de que el islam era inmune al cambio, sin embargo, ella entiende que la "Reforma" del islam es inminente y que incluso es posible que ya haya comenzado. La llamada "Primavera árabe", continúa diciendo, quizá parezca a ojos de muchos un fracaso político, pero el desafío que lanzó a la autoridad tradicional puso de manifiesto una nueva disposición, especialmente por parte de las mujeres musulmanas, a pensar y expresarse con libertad. 

En un valiente desafío a los yihadistas, Hirsi Ali propone cinco enmiendas a la doctrina islámica que los musulmanes deberían adoptar para sacar su religión del siglo VII y acercarla al siglo XXI, invitando también al mundo occidental a que deje de apaciguar a los islamistas radicales defendiendo en su lugar a quienes necesitan del apoyo de Occidente, que son los reformadores musulmanes y no los omnipresentes opositores a la libertad de expresión. Esas enmiendas se resumen, básicamente, en que resulte más fácil compatibilizar ser musulmán con vivir en el siglo XXI, rechazando de plano el concepto de "yihad" como llamamiento literal a las armas contra los no musulmanes y aquellos musulmanes que consideren apóstatas o herejes.

A través de un discurso en el que se entrelazan sus propias experiencias de niñez y juventud islámicas con analogías históricas y ejemplos rotundos de sociedades y culturas musulmanas contemporáneas, "Reformemos el islam" es una exhortación apasionada a favor de un cambio pacífico y una nuevas era de tolerancia global.

A día de hoy, dice en las páginas finales de su libro, existe una guerra abierta en el islam: una guerra entre los que desean su reforma, los musulmanes reformistas o disidentes, creyentes y clérigos que se han dado cuenta que su religión debe cambiar si sus adeptos no quieren quedar condenados a un ciclo interminable de violencia política, y los que desean regresar a la época del profeta, a los que ella llama los musulmanes de Medina, partidarios de la "yihad" o guerra santa, que preconizan un régimen basado en la "sharía" o ley religiosa islámica, defienden un islam que ha cambiado muy poco o nada desde el siglo VII y consideran un requisito de fe imponer sus creencias por la fuerza a todos los demás. Una guerra interna, añade, en la que el premio son los corazones y las mentes de los en su mayoría pasivos musulmanas que ella define como de La Meca, el grupo mayoritario en el mundo musulmán, conformado por musulmanes fieles a la esencia del credo islámico y devotos participantes en los oficios religiosos pero que no muestran predisposición alguna a practicar la violencia. 

En este momento, dice más adelante, se conjugan tres factores que posibilitan una reforma religiosa real del islam: a) el impacto de las nuevas tecnologías de la información en la creación de una red de comunicación sin precedentes en todo el mundo musulmán; b) la total incapacidad de los islamistas de cumplir con sus promesas cuando llegan al poder y el impacto de las normas occidentales sobre los inmigrantes musulmanes, que están dando lugar a la creación de una comunidad nueva y cada vez más grande a favor de una "Reforma" musulmana; y c) la aparición de una comunidad política de votantes a favor de la reforma religiosa en algunos Estados claves de Oriente Próximo.

Les invito a releer mi entrada del pasado mes de mayo, titulada "Islam, islamismo y Estado Islámico", que creo sirve de perfecto complemento a las tesis mantenidas por la profesora Ayaan Hirsi Ali en su libro, y por supuesto, les animo a la lectura del mismo. Espero que esta nueva sección del blog les resulte interesante.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

lunes, 15 de junio de 2015

[Viñetas] Un poco de humor para este lunes, 15 de junio




El Cono Sur (Las Palmas G.C.)


Un poco de buen humor cada día no parece mala idea para disfrutar la jornada. Para hoy lunes, 15 de junio, les propongo estas viñetas de Morgan en Canarias7; Montecruz y Padylla en La Provincia; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo.

Ahorro cualquier comentario sobre las mismas. Encierran en su sencillez expositiva agridulces mensajes y verdades como puños que nos ayudan a reflexionar. Benditos sean quienes nos hacen sonreír a pesar de todo. Disfruten de ellas. 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt







Entrada núm. 2334
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)