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martes, 16 de junio de 2015

[De libros y lecturas] "Reformemos el islam", de Ayaan Hirsi Ali




Ayaan Hirsi Ali


Inicio con esta entrada una nueva sección en Desde el trópico de Cáncer a la que he bautizado con el nombre de "Libros y lecturas", en la que espero ir comentado, cuando cuadre, aquellos libros que haya leído recientemente y me hayan impresionado sobremanera. Y la inicio hoy con el comentario del libro "Reformemos el islam" (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015), de la profesora neerlandesa de la Universidad de Harvard, Ayaan Hirsi Ali.

Ayaan Hirsi Ali nació en Mogadiscio, Somalia, en 1969. Hija de un líder político local adversario del dictador somalí Siad Barre, recibió una educación islámica ortodoxa y sufrió, a los cinco años de edad la traumática experiencia de la ablación de clítoris. Con veintidós años, huyendo de una boda concertada por su familia con un primo lejano residente en Canadá, y de camino para aquel país, recaló en Alemania y de allí pasó a los Países Bajos, solicitando permiso de asilo. Aprendió el neerlandés en un tiempo récord y cursó estudios de Ciencias Políticas, materia en la que llegó a doctorarse. En 2001 se incorpora a la Fundación "Wiardi Beckman", del partido socialdemócrata, iniciando una labor en defensa de los derechos de la mujer en el mundo musulmán y vertiendo duras críticas hacia los preceptos islámicos que las sumen en un estado de opresión y sumisión que raya en la esclavitud. En 2003 se afilia al partido liberal y obtiene un escaño como diputada en el parlamento de los Países Bajos. En 2006 renuncia a su escaño a raíz de la polémica desatada por la ministra de Justicia que pretende quitarle la nacionalidad neerlandesa por haber mentido sobre su nombre y condición cuando pidió asilo en los Países Bajos. La crisis desatada provocó la caída del gobierno neerlandés, pero ella abandona el país rumbo a Estados Unidos donde colabora desde entonces con el "American Enterprise Institute", un "think tank" de tendencia liberal conservadora, y dirigiendo desde 2012 un Seminario en la "John F. Kennedy School of Government" de la Universidad de Harvard sobre la intersección de la religión, la política, la sociedad y el arte de gobernar en el mundo islámico. 

Hirsi Ali es una gran defensora de la libertad de expresión. En una conferencia que dio en Berlín en 2006 defendió el derecho a ofender, justo después de la polémica formada a raíz de la publicación de las caricaturas de Mahoma. Condenó a los periodistas de los periódicos y canales de televisión que no mostraron las caricaturas, llamándolos «mediocres de mente» y acusándolos de ocultarse tras los términos «responsabilidad» y «sensibilidad» y alabó a los que en toda Europa publicaron las caricaturas.

Ha recibido numerosos premios y reconocimientos internacionales por su defensa de la libertad, la tolerancia y los derechos humanos. En marzo de 2005 recibió el Premio a la Tolerancia otorgado por la Comunidad de Madrid. El Parlamento noruego la propuso para el Premio Nobel de la Paz del 2006, y en 2008 recibió el Premio Simone de Beauvoir.

En apenas dos días leído de un tirón, absolutamente enganchado a su lectura, su libro "Reformemos el islam", en el que lanza un vehemente llamamiento en favor de una "Reforma musulmana" como la que se produjo en el siglo XVI en la Europa cristiana, como única vía para poner fin a los horrores del terrorismo, la guerra sectaria y la represión de la mujer y las minorías.

Durante siglos, dice, se ha tenido la impresión de que el islam era inmune al cambio, sin embargo, ella entiende que la "Reforma" del islam es inminente y que incluso es posible que ya haya comenzado. La llamada "Primavera árabe", continúa diciendo, quizá parezca a ojos de muchos un fracaso político, pero el desafío que lanzó a la autoridad tradicional puso de manifiesto una nueva disposición, especialmente por parte de las mujeres musulmanas, a pensar y expresarse con libertad. 

En un valiente desafío a los yihadistas, Hirsi Ali propone cinco enmiendas a la doctrina islámica que los musulmanes deberían adoptar para sacar su religión del siglo VII y acercarla al siglo XXI, invitando también al mundo occidental a que deje de apaciguar a los islamistas radicales defendiendo en su lugar a quienes necesitan del apoyo de Occidente, que son los reformadores musulmanes y no los omnipresentes opositores a la libertad de expresión. Esas enmiendas se resumen, básicamente, en que resulte más fácil compatibilizar ser musulmán con vivir en el siglo XXI, rechazando de plano el concepto de "yihad" como llamamiento literal a las armas contra los no musulmanes y aquellos musulmanes que consideren apóstatas o herejes.

A través de un discurso en el que se entrelazan sus propias experiencias de niñez y juventud islámicas con analogías históricas y ejemplos rotundos de sociedades y culturas musulmanas contemporáneas, "Reformemos el islam" es una exhortación apasionada a favor de un cambio pacífico y una nuevas era de tolerancia global.

A día de hoy, dice en las páginas finales de su libro, existe una guerra abierta en el islam: una guerra entre los que desean su reforma, los musulmanes reformistas o disidentes, creyentes y clérigos que se han dado cuenta que su religión debe cambiar si sus adeptos no quieren quedar condenados a un ciclo interminable de violencia política, y los que desean regresar a la época del profeta, a los que ella llama los musulmanes de Medina, partidarios de la "yihad" o guerra santa, que preconizan un régimen basado en la "sharía" o ley religiosa islámica, defienden un islam que ha cambiado muy poco o nada desde el siglo VII y consideran un requisito de fe imponer sus creencias por la fuerza a todos los demás. Una guerra interna, añade, en la que el premio son los corazones y las mentes de los en su mayoría pasivos musulmanas que ella define como de La Meca, el grupo mayoritario en el mundo musulmán, conformado por musulmanes fieles a la esencia del credo islámico y devotos participantes en los oficios religiosos pero que no muestran predisposición alguna a practicar la violencia. 

En este momento, dice más adelante, se conjugan tres factores que posibilitan una reforma religiosa real del islam: a) el impacto de las nuevas tecnologías de la información en la creación de una red de comunicación sin precedentes en todo el mundo musulmán; b) la total incapacidad de los islamistas de cumplir con sus promesas cuando llegan al poder y el impacto de las normas occidentales sobre los inmigrantes musulmanes, que están dando lugar a la creación de una comunidad nueva y cada vez más grande a favor de una "Reforma" musulmana; y c) la aparición de una comunidad política de votantes a favor de la reforma religiosa en algunos Estados claves de Oriente Próximo.

Les invito a releer mi entrada del pasado mes de mayo, titulada "Islam, islamismo y Estado Islámico", que creo sirve de perfecto complemento a las tesis mantenidas por la profesora Ayaan Hirsi Ali en su libro, y por supuesto, les animo a la lectura del mismo. Espero que esta nueva sección del blog les resulte interesante.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










Entrada núm. 2335
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 13 de enero de 2015

Las lágrimas de Marianne: Atentados islamistas en París




Marianne: Símbolo de la República Francesa




À mes amies, depuis 1963, 
Marie-Claude Bonté et Françoise Selosse,
toujours à mon coeur 

Una semana después de los atentados terroristas en París a los redactores del semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado de comida judía en la Porte de Vincennes, saldados con veinte muertos, tres de ellos policías, e incluidos los tres terroristas abatidos por las fuerzas de seguridad, puede ser ya un buen momento para una recapitulación serena sobre lo sucedido y echar una mirada a lo que se ha dicho en España y algunos otros lugares sobre ello. 

En España los acontecimientos fueron seguidos con expectación, pero la respuesta ciudadana en apoyo de los ciudadanos franceses víctimas del terrorismo islamista no ha sido la que cabía esperar. ¿Por qué? No tiene una explicación racional si nos atenemos al hecho de que precisamente España es el país europeo más castigado por el terrorismo islamista, al menos en el número de víctimas. Resaltaba el hecho el escritor Luis Prados en un artículo en El País titulado "Todos somos Excalibur", en el que señalaba que las pequeñas concentraciones de residentes franceses en nuestro país o de la comunidad musulmana en Madrid o la iniciativa de un grupo de dibujantes en Galicía palidecían de vergüenza en comparación con las multitudes reunidas en Londres, Washington, Berlín y otras capitales. Resulta dramático, concluye su artículo, que parezca que los españoles estimen en tan poco su libertad que den más valor a la vida de un perro (Excalibur, el perro de la enfermera infectada de ébola, sacrificado por orden de las autoridades sanitarias) que a la de diecisiete víctimas del terrorismo. 

También el domingo pasado, en su crónica semanal en El País, la escritora Elvira Lindo escribía un corrosivo artículo titulado "¿Respeto o miedo?", reivindicando el derecho de humoristas y viñetistas a tomarse la religión y el poder a cachondeo sin tener que arriesgar sus vidas e invitándoles a tomar el relevo de los periodistas asesinados en la redacción de Charlie Hebdo sin tener que hacer repaso acerca de las posiblesa las culpas de Occidente, como ha hecho ese impresentable personaje que es el actor español Willy Toledo o el (¿negacionista?, ¿conspiranóico?) profesor estadounidense, Paul Craig Roberts, del que hablo más adelante.

El viernes, 9 de enero, el escritor y periodista canadiense David Brooks, escribía en The New York Times, El País y otros diarios, un clarificador artículo, "Yo no soy Charlie Hebdo", en el que apuntaba que quizá era este un buen momento para adoptar posturas menos hipócritas hacia nuestras propias figuras provocadoras, que concluía con estas palabras: "Las sociedades sanas no silencian el discurso, pero conceden un estatus diferente a los distintos tipos de personas. A los eruditos sabios y considerados se les escucha con gran respeto. A los humoristas se les escucha con un semirrespeto desconcertado, A los racistas y a los antisemitas se los escucha a través de un filtro de oprobio y falta de respeto. La gente que desea ser escuchada con atención tiene que ganárselo mediante su conducta. La masacre de Charlie Hebdo debería ser una oportunidad para poner fin a las normas sobre el discurso. Y debería recordarnos que desde el punto de vista legal tenemos que ser tolerantes con las voces ofensivas, aunque seamos selectivos desde el punto de vista social".

Ese mismo día y de nuevo en El País, el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa publicaba un artículo con el mismo título que se se había convertido ya en el más fuerte alegato contra los terroristas de París: "Je suis Charlie Hebdo", que comenzaba diciendo: "Creo que lo que ha ocurrido en París en estos días es no sólo un hecho horrible que pone los pelos de punta por su crueldad y salvajismo sino también una escalada en lo que es el terror. Hasta ahora mataban personas, destruían instituciones, pero el asesinato de casi toda la redacción de Charlie Hebdo significa todavía algo más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores, que empiece a ejercitar la censura, poner límites a la libertad de expresión, establecer temas prohibidos, es decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la libertad: el derecho de crítica".

Y con la misma fecha la escritora y profesora neerlandesa de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, Ayaan Hirsi Ali, escribía para Global Viewpoint un artículo titulado "Cómo responder al atentado de París", que también reproducía El País, en el que decía: "Cuanto más conciliamos y nos autocensuramos más audaz se vuelve el enemigo [...] Después de la horrenda masacre del miércoles en el semanario satírico francés Charlie Hebdo, tal vez Occidente renuncie por fin a la abundante retórica inútil con la que intenta negar la relación entre la violencia y el islam radical. No fue el ataque de un pistolero perturbado que actuaba como un lobo solitario. No fue una agresión “no islámica” perpetrada por un puñado de matones: se pudo oír cómo los criminales gritaban que estaban vengando al profeta Mahoma. Tampoco fue una acción espontánea. Había sido planeada para causar el mayor daño posible durante una reunión del equipo, con armas automáticas y con un plan de huida. Fue diseñada para sembrar el terror, y en ese sentido, ha funcionado".

Un día antes, el profesor y filósofo español Manuel Cruz, en su blog Filósofo de guardia, escribía otro artículo sobre el atentado contra Charlie Hebdo: "Al enemigo ni agua (o los peligros del diálogo)", en el que señalaba: "El prestigio de las ideas, como tantas otras cosas en el mundo actual, es algo extremadamente volátil. La idea de diálogo, por ejemplo, hace tiempo que se encuentra en horas bajas. Son muchos los que, desde posiciones que en principio se diría muy alejadas, coinciden en desdeñarla, cuando no en criticarla abiertamente. En especial por la connotación blanda, humanistoide, buenista que suele ofrecer. Frente a ello, la actitud presuntamente firme, coherente, rotunda, goza de saludable imagen. [...] Quien es de veras radical es el que se atreve a medirse con el otro, lo que no deja de ser una forma de medirse con uno mismo. Dialogar es una forma de beneficiarse de lo mejor del otro, tanto como de enriquecerlo con nuestros aciertos".

Casi voy terminando con este repaso selectivo de los dicho sobre los atentados islamistas de París. El escritor y periodista español Ilya U. Topper escribía desde Estambul para el diario electrónico El Confidencial un durísimo alegato titulado "Respetando a los caníbales: Europa es cómplice del fundamentalismo islámico" en el que decía: "Europa ha fomentado de forma activa y continua, de forma criminal, las corrientes más extremistas del islam, financiadas desde Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y sus vecinos gracias a la marea del petróleo [...] La izquierda probablemente desgastará sus últimos cartuchos de tinta en intentar convencerse a sí misma de que el islam de los saudíes es diferente, exótico, intocable, digno de todo respeto como cualquier rito de una lejana tribu caníbal. [...] Europa, sus gobiernos, sus pensadores, sus demagogos, -termina diciendo- son el aliado necesario para los dirigentes de la hegemonía islamista financiada con petrodólares cuyo objetivo es convertirse en dueños absolutos de esa sexta parte del globo habitada por musulmanes, o personas forzadas por ley a considerarse musulmanes. Dueños absolutistas, por encima de las críticas, las parodias, las sátiras y las consideraciones de derechos humanos. Esto nada tiene que ver con una islamización de Occidente. Europa no es víctima. Es cómplice".

Contrapunto a las opiniones anteriormente expresadas, el politólogo estadounidense Paul Craig Roberts, exsubsecretario del Tesoro bajo la presidencia de Ronald Reagan, se sumaba en su blog a la teoría conspiranoica tan del gusto de la televisión de Putin (que no ha desaprovechado la oportunidad de oro que se le ofrecía) atribuyendo la autoría intelectual de los atentados de París a indeterminados servicios secretos occidentales,  No hay prueba alguna de la misma y las evidencias dicen lo contrario, pero ¿qué importan las evidencias cuando contradicen nuestros deseos?

Marianne, la matrona símbolo de la República Francesa llora y honra a las víctimas de los atentados del 7, 8 y 9 de enero. Sus lágrimas nos estremecen, pero ¿y ahora, qué hacer?. Los gobiernos de la Unión Euopea se han apresurado a anunciar medidas de control dentro y sobre las fronteras de la Unión en aras de la seguridad. Al lema de la República: Libertad, Igualdad y Fraternidad ¿pretenderán añadirle un cuarto:  Seguridad? Bien, pero no en detrimento de la Libertad. Decía Thomas Jefferson, padre de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y tercer presidente del país, que quien sacrifica su libertad a su seguridad acabará más o menos tarde por perder ambas. 

No es casualidad, no puede serlo, que la libertad ocupe el primer lugar del lema del republicanismo, por delante de la igualdad y la fraternidad (solidaridad, diríamos ahora). También aquí podemos aducir la experiencia de la historia: libertad, igualdad y solidaridad están en un mismo plano, sí, pero tenemos que tener claro cual es la prioridad: no hay igualdad que valga sin libertad. Lo contrario es la igualdad del comunismo, de las experiencias totalitarias habidas, y quizá por haber. No hay igualdad posible sin libertad, pero conseguir la igualdad es sencillísmoi, basta con suprimir las libertades... y todos esclavos. Ya lo han intentado varias veces en el pasado siglo, y funcionó. En todo caso, como ha dicho el primer ministro francés, Manuel Valls, no estamos en una guerra de religiones, sino en una guerra contra el terrorismo y el fanatismo.

Al final de su libro "La invención de los Derechos Humanos" (Tusquets, Barcelona, 2009), la historiadora y profesora estadounidense de la Universidad de California en Los Ángeles, Lynn Hunt, dice: "La violencia (¿terrorista?) dista mucho de ser excepcional o reciente; judíos, cristianos y musulmanes llevan mucho tiempo tratando de explicar porqué el Caín bíblico mató a su hermano Abel. A medida que han pasando los años desde las atrocidades nazis, estudios detenidos han mostrado como seres humanos corrientes, sin anormalidades psicológicas ni apasionadas convicciones políticas o religiosas podían ser inducidas en circunstancias apropiadas a cometer con sus propias manos lo que sabían que eran asesinatos en masa. Todos los torturadores de Argelia, Argentina y Abu Ghraib también empezaron siendo soldados corrientes. Los torturadores y los asesinos son como nosotros, y con frecuencia infligen dolor a personas que tienen delante. [...] El marco de los derechos humanos, con sus organismos internacionales, sus tribunales internacionales y sus convenciones internacionales, podría resultar exasperante dada la lentitud conque responde o la repetida incapacidad de alcanzar sus objetivos últimos; sin embargo -añade la profesora Hunt- no disponemos de ninguna estructura mejor para afrontar estos asuntos. Los tribunales y las organizaciones gubernamentales, por muy internacional que sea su ámbito, siempre se verán obstaculizadas por consideraciones geopolíticas. La historia de los derechos humanos demuestra que al final la mejor defensa de los derechos son los sentimientos, las convicciones y las acciones de multitudes de individuos que exigen respuestas acordes con su sentido interno para la indignación". 

Termino. Desde este enlace del diario El País pueden acceder a un listado actualizado día a día y permanentemente de todos los artículos publicados hasta la fecha, y que se vayan publicando en lo sucesivo en el mismo, sobre los atentados de París.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




La portada de hoy de "Charlie Hebdo"




Entrada núm. 2209
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