sábado, 6 de diciembre de 2014

¡Viva la Constitución!










Es evidente que los aniversarios me ponen sentimental. Lo prueba el hecho incontrovertible de recientes entradas del blog, como las dedicadas a Hannah Arendt o el presidente Kennedy, por citar solo dos ejemplos. Hoy se cumplen treinta y seis años de la aprobación de la Constitución de 1978 en referéndum y no podía dejar pasar la ocasión para ajustar algunas cuentas al respecto: sobre sus evidentes virtudes; sus también evidentes, con el paso del tiempo, defectos; la necesidad, también evidente, de reformas puntuales pero ineludibles; las falacias y mentiras que encierran muchas críticas a la misma; y por último un poco de información documental, por deformación académica. Y es que la lealtad debida a la Constitución, no puede cegar nuestro entendimiento: ha llegado la hora de reformarla.

En cuanto a las virtudes de la Constitución de 1978 seré brevísimo: ha garantizado a los españoles la época más esplendorosa de su historia en cuanto a progreso social y libertades civiles y políticas; no solo la más espléndida, también la más duradera.

En cuanto a sus defectos, que el paso de los años ha dejado al descubierto, están clarísimos: un sistema electoral y partidista que no responde a las necesidades de los ciudadanos, cada vez más alejados de la política y más cabreados con sus representantes y con las propias instituciones políticas; una administración de justicia que no funciona; un régimen autonómico que hace aguas por todas partes ante el "salto hacia la nada" de los nacionalismos y el inmovilismo suicida del gobierno de la nación; un senado que no sirve absolutamente para nada ni cumple su función de representación territorial; y una corrupción galopante a todos los niveles producto del maridaje incestuoso del poder económico-financiero con el poder político. Sí, me doy cuenta de que lo dicho son manchurrones de brocha gorda, pero es que ni yo soy pintor ni esto es un tratado académico.

Soluciones posibles, también a brochazo grueso, una reforma parcial pero profunda de la Constitución, desde luego, ya, bastante más profunda que la perfilada por el dictamen del Consejo de Estado, ¡en 2006!, ahora, ya, absolutamente superada.

Es imprescindible una reforma radical del funcionamiento de los partidos, que obligue a estos, constitucionalmente, a financiarse de manera absolutamente transparente y con publicidad de sus cuentas; a dotarse de órganos de control independientes de sus ejecutivas; a celebrar elecciones primarias obligatorias para la elección de todos sus cargos internos así como de sus candidatos a los órganos representativos, a todos los niveles; y a celebrar congresos a fecha fija, donde la dirección responda de sus actividades ante los respectivos afiliados.

Es imprescindible una reforma del sistema electoral general, en la que el principio rector sea la ineludible e indelegable responsabilidad de los elegidos ante sus electores. Y para ello, sería necesario relegar el sistema electoral proporcional al olvido y establecer un sistema electoral mayoritario simple a dos vueltas, en distritos electorales uninominales. Y eso a todos los niveles: municipal, autonómico y nacional.

Es imprescindible una reforma de la administración de justicia en la que los jueces se encarguen única y exclusivamente de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, dejando la instrucción de los procedimientos a los fiscales, absolutamente independientes, en su función, de los órganos políticos. Y por supuesto, con el establecimiento del "jurado puro" (sin intervención de los jueces) como único órgano competente para determinar la culpabilidad o inocencia de los imputados en procesos penales, por corrupción, y en aquellos civiles que por su naturaleza así determinen las leyes. 

Pero también una reforma en profundidad del titulo VIII de la Constitución, en clave federal, que establezca y determine taxativamente cuales son las competencias indelegables de carácter estatal, y deje todas las demás a lo que decidan los respectivos Estatutos de Autonomía, así como los mecanismos de financiación, colaboración y cooperación de las Comunidades autónomas con el Estado, y que garantice la igualdad civil y política y los derechos reconocidos por la Constitución a todos los españoles en todo el territorio nacional y la supremacia de las leyes estales sobre cualquier ley autonómica, y de la Constitución sobre cualquier ley.

El Senado, como cámara de representación territorial, debería estar conformado por los gobiernos de las respectivas entidades autónomas, con un número ponderado de votos para cada una de ellas en función de su población, de manera similar a como se organiza y funciona el Consejo de Ministros de la Unión Europea, y sus competencias y facultades legislativas y de cualquier otro tipo determinadas explícitamente en la Constitución.

Sobre el Tribunal Constitucional entiendo que debería limitar su función a la estricta defensa de la Constitución frente a cualquier ley o acto de gobierno contraria a la misma, y a la defensa de los derechos fundamentales establecidos en ella, una vez agotadas todas las vías procesales ordinarias. En cuanto al nombramiento de sus miembros bien podría ser por designación real (a propuesta del Gobierno, lógicamente), con la aprobación cualificada del Senado, entre juristas de reconocido prestigio, con mandato vitalicio, o hasta su renuncia voluntaria o impedimento físico apreciado por el propio Tribunal Constitucional y aceptado por el Senado.

Sobre la erradicación de la corrupción política de la vida pública está todo por hacer. Y no creo que haya recetas mágicas para solucionarla: ¿Transparencia y publicidad obligada constitucional y legalmente en todos los actos y contratos de las administraciones públicas y en su funcionamiento interno? Bien, ¿y cómo se hace eso?

Un poco de historia sobre la Constitución de 1978 y su proceso de la elaboración tampoco está de más. Y para eso, nada mejor que recurrir a los documentos. Por ejemplo, el diario El País mantiene permanentemente actualizado un "dossier" especial sobre la Constitución que pueden ver en este enlace con noticias, artículos de opinión, entrevistas y reportajes que ponen al día el estado de la cuestión.

Desde estos otros enlaces pueden acceder a los respectivos diarios de sesiones del Congreso de los Diputados, y del Senado, de 31 de octubre de 1978, que aprobó el proyecto de Constitución, y de la sesión conjunta de ambas cámaras, de 27 de diciembre de 1978, en la que el rey sanciona solemnemente el proyecto de Constitución; y al número del Boletín Oficial del Estado, de 29 de diciembre de 1978, en el que se publica el texto de la Constitución. 

Y desde estos dos últimos enlaces pueden acceder al texto comentado, artículo por artículo, de la Constitución de 1978 y a los textos, íntegros, de todas las Constituciones, anteriores a la actual, que han estado vigentes en España, desde la 1812 a la de 1931.

Termino aludiendo de pasada a algunas de las falacias que en contra de la Constitución de 1978 se vienen repitiendo machaconamente. Algunas de una simpleza tal que caen por su propio peso. 

Primera: la Constitución fue elaborada a espaldas del pueblo español por loa continuadores del régimen franquista. Vamos con unos datos elementales: la constitución es elaborada y aprobada después de amplísimos debates por unas cámaras legislativas producto de las primeras elecciones libres celebradas en España desde 1936, tres años después de muerto el general Franco, en las que participan todos los partidos políticos libremente. Sometida a referéndum nacional obtiene 17.873.301 votos favorables (el 87,87% de los votantes, que equivalen al 67,71% del censo electoral), 1.400.505 votos en contra (el 7,89% de los votantes, que equivalen al 5,25% del censo electoral), 632.902 votos en blanco, 133.786 votos nulos. Los hechos son los hechos, como decía el camarada Lenin. 

Segunda falacia: la mayoría de los españoles que votaron la Constitución de 1978 ya no viven, y los que no pudieron votar entonces tienen derecho a votar ahora una nueva Constitución. ¿Por qué?, me pregunto yo en mi ignorancia. La Constitución de Estados Unidos es de 1789, la de Suiza de 1848, la de Nueva Zelanda de 1853, la de Canadá de 1867, y la del Reino Unido (que no tiene ni siquiera constitución) tiene su origen en una disposición real de 1215. De los veintiocho Estados de la Unión Europea catorce de ellos tienen Constituciones anteriores a 1978, una de ellas del siglo XIX (Luxemburgo). ¿Ustedes perciben especialmente cabreados a los ciudadanos vivos de esos países por no haber votado sus Constituciones vigentes? ¿Sí?... Pues yo no, la verdad, pero no vamos a discutir por eso. 

Tercera falacia: la forma monárquica del Estado ha sido impuesta, otra vez, a espaldas de los españoles. Vale. Conviene recordar que los partidos de izquierda y algunos nacionalistas propusieron en el debate parlamentario de la Constitución la forma republicana de gobierno. Perdieron la votación. Y el resultado del referéndum fue el qué fue, así que guste o no la forma monárquica de la jefatura del Estado en España es legítima, legal y constitucional y está aprobada por el pueblo español. ¿Eso convierte en ilegítima la propuesta de un Estado republicano? En absoluto: los partidos que defiendan la misma que lo propongan en sus programas electorales, obtengan representación parlamentaria suficiente para aprobarlo en las Cortes Generales y someterlo a referéndum. Y Dios (y los españoles) dirán lo que estimen oportuno, pero dejen de dar la tabarra con el tema, por favor, que resulta cansino... Porque así, y no de otra manera, es como funciona la democracia.

Cuarta falacia (adjunta a la tercera): la forma monárquica de gobierno convierte a los ciudadanos en súbditos. Bien, ¿ustedes se atreverían a decirles eso a británicos, daneses, suecos, noruegos, holandeses, belgas, luxemburgueses, canadienses, australianos, neozelandeses?... ¿Sí?, pues tienen ustedes más valor que "El Guerra" (nota: famoso torero español del primer tercio del siglo XX) y se arriesgan a que en esos países les corran a gorrazos. Pero en fin, allá cada cual...

Les dejo. En este video pueden ver y escuchar interpretada por el grupo musical Jarcha, la canción icono de aquellos no tan lejanos añs finales de los 70: "Libertad sin ira". Un lema que no nos vendría mal recuperar, sobre todo lo de "sin ira"... Y feliz día de la Constitución.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










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jueves, 4 de diciembre de 2014

Hannah Arendt: "In memoriam" (1906-1975)




Caricaturas de Hannah Arendt



Hoy, 4 de diciembre, se cumplen treinta y nueve años de la muerte en la ciudad de Nueva York, donde residía, de la teórica política estadounidense Hannah Arendt. Una de sus biógrafas, la profesora francesa Laure Adler, cuenta en su libro "Hannah Arendt" (Destino, Barcelona, 2006) que la tarde de aquel día había invitado a su casa a unos amigos para los que preparó la cena ella misma. Terminada esta, pasaron a un saloncito de la casa para charlar, pero nada más sentarse, dio un profundo suspiro y murió a causa de un infarto de miocardio. Tenía 69 años recién cumplidos. Está enterrada en el campus universitario del Bard College, en la ciudad de Annandale-on-Hudson, Nueva York, en el que su esposo, Heinrich Blücher, había sido profesor.

Nacida en Hannover (Alemania) el 14 de octubre de 1906, Hannah Arendt comienza sus estudios de Filosofía en la Universidad de Marburgo, donde tiene como profesores a Martin Heidegger, Nicolai Hartmann y Rudolf Bultmann, estudios que continúa en la Universidad de Friburgo con Edmund Husserl y que culmina con su doctorado en la Universidad de Heidelberg bajo la dirección de Karl Jaspers. A pesar de su impresionante currículo académico filosófico, ella nunca se considero a sí misma como filósofa sino como teórica de la política, a cuyo estudio dedicó prácticamente toda su vida como pensadora y profesora en las universidades estadounidenses de Princeton, Chicago y Berkely,  a donde se trasladó en 1941 huyendo del régimen nazi que la había privado de la nacionalidad alemana por su condición de judía. 

Mi primer contacto académico con la persona y la obra de Hannah Arendt tiene lugar cuando curso la asignatura de Teoría Política, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, a través de la serie de libros de "Historia de la teoría política" del profesor Fernando Vallespín. Yo había oído hablar de Hannah Arendt con anterioridad, pero no había leído ninguna de sus obras. Es ahora, cuando lo que hasta ese momento era una obligación académica se va a convertir en una pasión. Y tras "Sobre la revolución", el primero de sus libros que leo, le siguen (no por el orden en que los cito): "Los orígenes del totalitarismo", "La condición humana", "Eichmann en Jerusalén", "Entre el pasado y el futuro", "¿Qué es la política?", "Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental", "La promesa de la política", "Tiempos presentes", y algún otro que me dejo en el teclado... Y por supuesto, las dos espléndidas biografías que sobre ella escriben Elizabeth Young-Bruehl (Alfonso el Magnánimo, Valencia, 1993) y la citada más arriba de Laure Adler, de las que volveré a hablarles más adelante.   

Como decía en mi entrada de hace unas semanas en la conmemoración del 108 aniversario de su nacimiento, traer a Hannah Arendt a este blog no necesita justificación alguna. Basta con que en el buscador del mismo pongan su nombre para que puedan percibir el sentimiento de admiración que el autor del mismo siente por ella. ¡Hasta el seudónimo con el que firma sus entradas es un homenaje a su memoria! 

El catedrático de filosofía Fernando Savater le dedicó en la presentación  de la edición para el Círculo de Lectores del libro de Hannah Arendt quizá más emblemática, "La condición humana", unas páginas no por breves menos admirativas hacia su persona y su obra, que reproduzco literalmente a pesar de extensión: A Hannah Arendt, dice sobre ella el profesor Savater, le debemos la reflexión filosófica sobre política más genuina de este siglo. Digo genuina, no simplemente acertada o sugerente. Por supuesto, su gran libro sobre los orígenes del fenómeno totalitario, su comparación entre la revolución americana y la francesa a la luz de las libertades públicas, sus esbozos sobre la violencia o sobre la crisis de la educación, están siempre llenos de originalidad inspiradora incluso para quienes menos comparten su análisis (¡con la posible excepción de sir Isaiah Berlin, que siempre le tuvo una ojeriza teórica sin desmayo!). Pero su filosofía política, continúa mas adelante, es genuina porque no aspira al final de la política, sino a su esclarecimiento y prolongación. Me explico, dice, el filósofo que se dedica a la epistemología no ansía llegar a una visión del conocimiento capaz de cancelar su progreso ulterior, ni el que piensa sobre moral pretende que llegue el momento feliz en que la moral sea cosa del bárbaro pasado... ¡aunque fuese gracias a la victoria definitiva del Bien! Pero el noventa por ciento de los filósofos políticos parecen considerar que la actividad política misma, su agitación, sus constantes cambios de proyecto o ideal, etcétera, son algo a erradicar cuanto antes. El ejercicio contradictorio de la política (necesariamente contradictorio, porque si no faltaría la libertad que lo hace posible) proviene para ellos de ambiciones, caprichos o accidentes igualmente detestables. De ahí su empeño por promulgar el "final de la historia" o la "utopía", objetivos simétricos aunque el primero sea conservador y el segundo, supuestamente revolucionario. En ambos casos (y en otros adyacentes, aunque menos graves) se da a entender que la culminación de la política llegará cuando ya no sea necesario hacer política. Por el contrario, Arendt permanece siempre estusiástica y lúcidamente fiel a la política como actividad. Y la vincula en cuanto tal a la concepción de la vida humana como algo más que la acumulación de labores reproductivas o fabricación de objetos. Para ella, creo que acertadamente, hacer política es también hacer humanidad. Desde el punto de vista genérico de esta colección, La condición humana es particularmente interesante porque muestra las posibilidades del ensayo para abordar de una manera casi "aérea" perspectivas amplísimas que un tratadista minucioso no lograría agotar satisfactoriamente salvo que perpetrase toda una biblioteca de agobiantes volúmenes. Y desde luego porque en este caso el resultado de tal perspectiva sintetizadora merece realmente la pena. Hasta las palabras del profesor Savater sobre Hannah Arendt.

Concluyo esta entrada de hoy, rendido homenaje de admiración a la personalidad y la obra de Hannah Arendt en el aniversario de su muerte, invitándoles a la lectura de la reseña crítica que de las dos biografías citadas más arriba, titulada "Amistad y amor mundi: la vida de Hannah Arendt", realizara en su día en Revista de Libros el profesor Jordi Ibáñez Fanés. Estoy convencido que les resultará más que interesante.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Hannah Arendt en su juventud 





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martes, 2 de diciembre de 2014

¿Podemos? Yes, we can?




Cartel electoral de Podemos




¡Que vaya al psiquiatra quien tenga visiones!
Helmut Schmidt
Canciller de la RFA (1974-1982)

Tengo unos cuantos buenos amigos, y lo que más duele, unas cuantas buenas amigas de hace muchos años, incluso familiares cercanos, que no solo votaron por "Podemos" en las pasadas elecciones al parlamento europeo sino que cada vez están más entusiasmados con ellos. No comparto su entusiasmo, pero los comprendo. Aunque mi comprensión no llega hasta el extremo de consolarme. A mí el populismo de que hace gala "Podemos" no me da miedo; no creo que sean los vándalos de los que escribía hace unos días en el blog, pero me provocan sarpullidos. Y como ya tienen apologistas bastantes para que necesiten de mis servicios profesionales, permítanme que me sume -sin acritud, como decía con acento sevillano Felipe González- al equipo de abogados del diablo que coadyuvan a intentar demostrar cuanto de falacia hay en el equipo directivo de "Podemos" y de ignorancia no-culpable, pero también no-excusable, en sus enfervorizados seguidores. Es el riesgo que corre todo movimiento ciudadano y popular cuando decide entrar en el juego y convertirse en parte de lo criticado: que pierden su virginal inocencia y tienen que apechugar con las consecuencias. Que ello sea para bien o para mal, está por ver.

Lo primero de todo es reconocer que los cabreados de este país nuestro, entre los que yo también me cuento, tienen toda la razón, multitud de razones, para estarlo. Lo segundo, decirles que "Podemos" no va a resolverles las motivaciones de su cabreo; como mucho, a agravárselas. Si no, al tiempo, que arrieros somos y en la era nos veremos. Y lo tercero, y no lo digo por curarme en salud o ponerme la venda antes de la herida, que no soy su enemigo, de verdad; que siempre aceptaré lo que las urnas digan en unas elecciones limpias y democráticas, que no creo que sean un peligro público, pero sí que ocultan más de lo que enseñan.

Y ahora, hablemos del otro "Podemos", el del "Yes, we can". ¿En qué han quedado las ilusiones despertadas por la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos de América? ¿En qué ha mejorado la situación de iraquíes y afganos con la salida de las tropas estadounidenses y de la OTAN? ¿Qué ha pasado con la primavera árabe? ¿En qué ha quedado la alegría de los libios? ¿Y el conflicto de nunca acabar palestino-israelí? ¿Y los presos de Guantánamo? ¿Y la sanidad universal norteamericana? ¿Y el cambio climático?  ¿Y la inmigración ilegal? Bueno, podemos decir, por lo menos un negro ha llegado a la presidencia, lo que visto lo visto, no es poco logro. Ahora solo falta que llegue a ella una mujer. Pero todavía queda mucha tela que cortar... En el ínterin, les invito a leer este artículo del profesor Julio Aramberri: "El final del principio" sobre la decepción Obama.

Alguno se preguntará con razón que tienen que ver "Podemos" (o Pablo Iglesias) y Obama: Nada, evidentemente. Salvo que los dos levantaron expectativas por encima de sus posibilidades. Y que como dice la sabiduría popular, los experimentos (sociales) en casa y con gaseosa, por favor, que desde la Atenas del siglo V a.C. para acá pocas cosas nuevas veredes en política, amigo Sancho, bajo el sol.  

Termino. Les dejo estos enlaces a cinco artículos de prensa muy críticos con "Podemos". Los cinco de profesores universitarios, que, en principio, no están en la lucha partidista del día a día y cabe presumir no buscan réditos políticos ni electorales. ¿Qué alguno se pasa?, es posible que sí, pero eso no quita que puedan tener razón en lo que dicen: "El síndrome de Sansón", de Joaquín Leguina; "Mucha frase, ningún discurso", de Santos Juliá; "Un partido de profesores", de Félix de Azúa; "Podemos en el país de Nunca Jamás", de Jose Carlos Díez;  y por último, "Pablo Iglesias: ¿Tú ser socialdemócrata", de José Ignacio Torreblanca. Como pueden ver todos ellos escritos por gente derechosa integrante de la casta a extinguir. Vale. Les prometo no volver a insistir sobre este asunto, pero necesitaba quitarme la espinita de encima. Quitada está, y así lo dejamos. Fin de la historia.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




¿Y Guantánamo, la sanidad universal y la inmigración ilegal: qué?





Entrada núm. 2201
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martes, 25 de noviembre de 2014

El afán de saber perjudica seriamente la salud





http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5b/Heinrich_fueger_1817_prometheus_brings_fire_to_mankind.jpg
Prometeo lleva el fuego a la humanidad (H.F. Füger, 1817)



Decía el filósofo Xavier Rubert de Ventós en su artículo La red del pescador (El País, 06/07/08), que al titán Prometeo le castigaron los dioses por "curiosear más de la cuenta"... Es una hermosa metáfora para explicar que el castigo le fue impuesto por robar el fuego a los dioses y ofrecérselo a los humanos. Les pasó "información privilegiada", que diríamos hoy, y por eso se quedó sin empleo en el Olimpo.

Todo el interesante artículo de Rubert de Ventós, plagado de citas filosóficas, está dirigido a hacer ver que el exceso de información existente hoy en día en la Red (la Red Global Mundial, traducción de su famoso y universal acrónimo WWW) puede generar confusión y acabar por dejarnos ciegos, mudos y colapsados. Pero Rubert de Ventós, y las bellas metáforas que al respecto cita de Castells, Aranguren, Nietzsche, Kant o Wiener, lo explican y justifican mucho mejor.... Y si tienen oportunidad de hacerlo no dejen de darse un atracón de buena literatura con el Prometeo encadenado, de Esquilo, escrita hacia el 458 a.C., o el Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, que lo fue en 1818, y que pueden leer en los enlaces anteriores. Entenderán, entonces, lo que los dioses no querían que supiéramos. Así, pues, no se crean eso que dicen de que el afán de saber puede perjudicar seriamente nuestra salud: es una burda mentira inventada por los dioses (o por el ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España). ¡Quién sabe!...

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Xavier Rubert de Ventós




Entrada núm. 2199
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lunes, 24 de noviembre de 2014

"Las bodas de Fígaro", de W.A. Mozart, en El Palco









Ayer domingo por la noche RTVE emitió a través de su programa El Palco, la ópera de W.A. Mozart "Las bodas de Fígaro". Una ópera en cuatro actos con libreto de Lorenzo Da Ponte, basada en la obra literaria de Pierre-Agustin Caron de Beaumarchais "Le mariage de Figaro". Grabada en directo desde el Teatro Real de Madrid en septiembre de este año, cuenta con la dirección escénica de Emilio Sagi y la dirección musical de Ivor Bolton. Sus principales personajes están interpretados, entre otros, por Luca Pisaroni, Sofia Soloviy, Silvia Schwartz, Andreas Wolf y Elena Tsallagova. El coro y la orquesta son los titulares del Teatro Real de Madrid.

"Las bodas de Fígaro" es la sexta ópera más representada en la historia de la música. El primer lugar lo ocupa "La traviata", de Verdi; seguida de "La bohème" de Puccini,; "Carmen" de Bizet; "La flauta mágica", de nuevo de Mozart; y "Tosca", también de Puccini.

Por razones de derechos de producción esta ópera solo podrá visualizarse durante quince días a partir de esta fecha. Aprovéchenlo, que merece la pena.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt










Entrada núm. 2198
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sábado, 22 de noviembre de 2014

Recordando a Kennedy. Un año más...



John F. Kennedy (1917-1963)



Cincuenta años no son nada a escala cósmica, a escala humana es otra cosa. Resulta bastante probable que una persona pueda celebrar el aniversario de un hecho que vivió, conoció y le afectó, para bien o para mal, cincuenta años antes. Que pueda conmemorar o recordar ese mismo hecho cien años después, resulta, por desgracia, bastante improbable.

Mi hija Ruth me va a reir de mí por traer por enésima vez esta historia al blog, historia que ella me recuerda con cierto sarcasmo que se sabe de memoria; como las del abuelo Cebolleta del TBO. Me da igual, es "mi historia" y quiero contarla de nuevo porque sé que no podré hacerlo cuando se celebre el centenario del acontecimiento que marcó mi juventud, aunque espero que mis nietos y bisnietos, y con suerte mis hijas, me recuerden con cariño ese 22 de noviembre de 2063 en que se conmemore el centenario de uno de los más trascentales acontecimiento de la segunda mitad del siglo XX.

Exactamente a las 18:30 de la tarde (hora de Canarias) de hoy, 22 de noviembre de 2014, se cumplen cincuenta y un años del asesinato, aun no esclarecido a juicio de la historia, aunque sí lo esté a efectos oficiales, del presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy, en la ciudad de Dallas (Texas).

Supongo que todos nostros nos hemos preguntado en alguna ocasión porqué hay acontecimientos y recuerdos que quedan fijados en la memoria como grabados a fuego y otros en cambio acaban difuminándose hasta perderse sin dejar rastro. ¿Cuáles son esos recuerdos preferentes?: ¿La primera experiencia sexual? ¿El descubrimiento de la muerte? ¿El nacimiento del primer hijo?… 

Para mí, uno de esos acontecimientos que perduran para siempre en la memoria ocurrió el 22 de noviembre de 1963. Era viernes, y en Madrid las siete y media de la tarde. Yo tenía en ese momento 17 años, 9 meses y 15 días y estaba volviendo a la casa de mis padres, en la calle Chile, en el distrito de Chamartín, donde vivíamos desde hacia ocho años.

Lo hacía andando para ahorrarme el billete de autobús, desde el Hospital Militar de Maudes en Cuatro Caminos, a unos seis kilómetros de casa, en el que estaba internada mi madre a la espera de una operación de vesícula. Javier Fernández, mi mejor amigo en aquel entonces, me había acompañado. Los dos estudiabámos IPS (instrucción premilitar superior) en el colegio “Infanta María Teresa” de la Guardia Civil, muy cerca de casa. Nuestra ilusión era entrar como alumnos en la academia general militar de Zaragoza. Ninguno de los dos intuíamos que apenas un mes más tarde y a causa de un conflicto bastante cómico con nuestro profesor de francés en el colegio, aprovechando las vacaciones de navidad, abandonaríamos los estudios militares y el colegio para siempre. 

Es todavía de día en Madrid. La casa de mis padres estaba en un segundo piso. Nada más entrar en el portal me encuentro a mi hermano Alberto, once años mayor que yo, que baja las escaleras saltando los escalones de dos en dos. Al verme, sin apenas detenerse, me espeta: "¡Han matado a Kennedy. Están poniéndolo por la tele!". La verdad es que no le hago mucho caso -él sabe que admiro a Kennedy; es mi héroe favorito- y le suelto un ”¡vete a la mierda, gilipollas!”, que me sale sin pensar. En casa solo está mi cuñada Mary, la mujer de mi hermano. No hay nadie más. Mi padre se ha quedado en el hospital acompañando a mi madre. La televisión está encendida y, efectivamente, están dando la noticia: El presidente Kennedy ha sido tiroteado en Dallas, Texas, hace una hora. Me quedo abobado mirando la pantalla. Tengo la impresión de que el mundo, al menos el mundo que yo conozco, se me ha caido encima de repente, pues nunca he vivido una situación como esta. Llamo por teléfono a mis padres al hospital y me pasan con mi madre: le cuento lo que ha pasado, lo que está diciendo la televisión. Se queda muda, y al instante, no se si me dice o me pregunta si “eso va a ser otra guerra mundial”. No se que responderle porque a mi edad no se tienen respuestas para una pregunta así.

Ellos han vivido en Sevilla la proclamación de la república. Estaban en Asturias en octubre de 1934, cuando la revolución obrera. Y en Barcelona, en julio de 1936. Los últimos meses de la guerra civil los ha pasado sola en Barcelona, con mi padre internado en un campo de concentración en Francia. La segunda guerra mundial la han pasado prácticamente en la isla de El Hierro, en Canarias, donde mi padre ha sido destinado -o desterrado, según se vea-, aunque según mi madre los cinco años allí vividos fueron para ella los más felices de su vida. Es lógico que esté aterrada. Me dice que no le cuente nada a mi padre, que ella se lo dirá ahora; y cuelga el teléfono entre sollozos. 

Mi hermano, mi cuñada y yo nos pasamos la noche pegados al televisor, como, suponemos, que gran parte de los españoles y del resto del mundo. Al día siguiente, sábado, mi amigo Javier y yo nos encontramos a la puerta del colegio. La calle Príncipe de Vergara (en aquella época del General Mola) está en absoluto silencio a las nueve de la mañana. La gente hace largas colas en los quioskos de prensa, esperando pacientemente para comprar un periódico. No llegamos a entrar en clase. Javier y yo hemos decidido que ese día tenemos cosas más importantes que hacer. Comentamos entre nosotros lo que ha pasado, las noticias que se van filtrando en las colas. Hay miedo en la gente de que hayan sido los rusos, o los cubanos, pues la crisis de los misiles hace pocos meses que ha tenido lugar. Compramos un periódico. Y decidimos ir andando hasta la Embajada de los Estados Unidos, en la calle Serrano, no muy lejos de nuestras casas.

Somos “viejos” conocidos de la Embajada pues ambos solemos ir a menudo a leer libros en la Biblioteca de la Casa Americana, una institución cultural dedicada a propagar la imagen y la ideología norteamericana en Europa. Nos sabemos los nombres de todos los estados de la Unión y sus capitales respectivas, y jugamos a menudo a irlos nombrando uno a uno, de memoria, siguiendo su ubicación en el mapa. 

La Embajada está fuertemente custodiada en el exterior por la policía española. Entramos en ella mostrando nuestra tarjetas de socios de la Casa Americana y llegamos hasta el acristalado vestíbulo de su entrada principal. La bandera ondea a media asta sobre el techo de la Embajada. Nada más entrar en el vestíbulo, a la izquierda del mismo, han montado junto a una bandera de los Estados Unidos una pequeña mesa cubierta con un paño de terciopelo negro donde hay una bandeja de plata en la que vemos muchas tarjetas de visita. También hay un libro, grande, forrado de cuero azul marino donde vemos que la gente, después de hacer una pequeña cola, deja su testimonio de pésame escrito en el mismo. 

Delante de nosotros hay dos muchachas más o menos de nuestra edad, quizá uno o dos años mayores que nosotros, norteamericanas sin duda, que lloran desconsoladamente. Una es rubia, y la otra pelirroja. La rubia va vestida con falda gris claro y un jersey rojo sin mangas, sobre una blusa blanca. La pelirroja lleva unos ajustados pantalones azules y un jersey blanco. Junto a la mesita un infante de marina norteamericano, con uniforme de gala, hace la guardia en posición de descanso. Con su brazo derecho sujeta el fusil que se apoya en el suelo; el brazo izquierdo está doblado a la altura de su cintura, en la espalda. El soldado, sin mover un músculo de su rostro, está llorando mansamente... Mi amigo y yo nos quedamos impresionados por la escena, y al menos a mi se me forma un nudo en la garganta. Escribimos en el libro un escueto “Nuestro más sentido pésame” y ponemos nuestras firmas. 

Salimos inmediatamente detrás de las dos muchachas al patio exterior de la Embajada donde está el aparcamiento y vemos que las dos se han parado ante un Wolkswaguen (un escarabajo) amarillo. Lanzados, les preguntamos que si viven en Chamartin. Nos contestan, más serenas ya que no pero que si queremos nos alcanzan hasta allí. Les decimos que sí y subimos los cuatro al coche. Ellas delante y nosotros detrás. Hablan bastante bien español. Nos comentan que son estudiantes y que están pasando un año académico en España para aprender español. El trayecto es corto hasta Chamartin: por el Paseo de la Castellana hacia el norte hasta llegar a la calle de Alberto Alcocer y de allí, girando a la derecha, hasta la plaza de la República Dominicana, donde nos dejan. Intentamos quedar con ellas, pero nos dicen amablemente que no. Nuestro intento de ligue ha quedado abortado, pero lo hemos intentado: las hormonas son las hormonas...

Volvemos a nuestras casas después de pasar el resto de la mañana vagabundeando por las calles del barrio. Todo está paralizado, pero hay una gran serenidad en las gentes. Los días siguientes los paso pegado a la televisión y leyendo ávidamente los periódicos. Por televisión veo la emotiva escena a bordo del avión presidencial en que el vicepresidente Johnson, camino de Washington con el cadáver de Kennedy en la bodega del aparato, jura junto a la viuda de éste su cargo como nuevo presidente de los Estados Unidos. Más tarde, cuando ya todo el mundo sabe que han detenido al presunto asesino, Lee Harvey Oswald, estoy viendo en directo por televisión como van a trasladarlo desde el lugar donde está retenido hasta el juzgado. Un único pensamiento cruza mi mente en ese momento: ¡Ójala lo maten! Y ante mis ojos un señor con sombrero tejano, Jack Ruby, sale de entre el público con una pistola en la mano disparando a bocajarro sobre él… Esa premonición, cumplida inmediatamente de formulada, me ha acompañado siempre como una maldición de la que creo nunca podré desprendeme. Al igual que me acompañará para siempre la imágen vista de nuevo por televisión días más tarde del solitario corcel negro, ensillado, que acompaña los restos mortales de Kennedy por las calles de Washington; y el saludo militar de John-John, su hijo pequeño, acompañado de su hermana y de su madre, al pasar ante ellos el cortejo fúnebre… Ahí están, vívidos como si fueran hoy, todos esos recuerdos. Y supongo que ahí seguirán mientras yo pueda seguir diciendo que tal día como hoy de hace nosecuantos años…

El pasado año (el del cincuentenario) no me pareció que hubiera una excesiva proliferación informativa alrededor del mismo. En el diario El País aparecieron varios reportajes recordándolo, entre ellos los titulados: "Los que vieron morir a Kennedy", o "250 000 voces para llorar a Kennedy". Yo, por mi parte, y para no dejar en mal lugar a mi hija Ruth, traje de nuevo hasta el blog los enlaces a las entradas y vídeos que publiqué en 2012: "John F.Kennedy, asesinado en Dallas (22/11/63)", y  "Erykah Badu canta "Windows seat" (Dallas, 2010)"; las que dediqué al acontecimiento en 2011: "Tal día como hoy de hace no sé cuantos años...", y "Funeral y entierro del presidente Kennedy"; y la que escribí en 2009 bajo el epígrafe "22-N: Una fecha para el recuerdo". Me repito, lo sé; no se enfaden conmigo, pero este es mi blog y mi recuerdo. Perdónenme por este ejercicio de nostalgia. 

En este otro enlace pueden ustedes acceder a un recopilatorio bastante completo de todos los reportajes y noticias que El País ha venido publicando sobre el asesinato de Kennedy desde 1976 hasta ahora mismo. El pasado año fui añadiendo a la entrada todo aquello que se iba publicando sobre el cincuentenario que me pareció de interés, por ejemplo: "El Camelot de Kennedy sin conspiraciones"; o este otro: "Abraham Zapuder, piedra fundamental del periodismo ciudadano", sobre el hombre que grabó las únicas imágenes del atentado; o el titulado "Quién mató a Kennedy"; este otro de "Dallas, cincuenta años después"; el de "La América de John F. Kennedy"; y el de "Jackie Kennedy y la invención de Camelot". No insisto, pero quedan citados para este misma hora el  22 de noviembre de 2015.


Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Entierro del presidente Kennedy (Washington, nov. 1963)




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 21 de noviembre de 2014

Dieu et mon droit



http://www.elpais.com/recorte/20080705elpepivin_2/XLCO/Ies/20080705elpepivin_2.jpg





Nicole Muchnik, una conocida escritora y pintora tunecina afincada en España escribió hace un tiempo en El País un artículo muy crítico con la iglesia católica española: "La excepción religiosa española", se titulaba. Y me acordé hoy de él a punto de terminar de releer las casi 800 páginas de "Cristianismo. Esencia e historia" (Trotta, Madrid, 1997), del teólogo suizo Hans Küng. 

Se equivoca quien piense que el fenómeno religioso me resulta ajeno o indiferente; por el contrario, me interesa muchísimo y no para combatirlo, cuestión esa es la que no tengo el menor interés, sino porque me parece un fenómeno relevante en la historia del progreso humano y que debería conocerse y enseñarse en las escuelas, eso sí, desde la objetividad y la total ausencia de dogmatismo. ¿El cese, o jubilación forzosa si lo prefieren así, de monseñor Rouco al frente de la iglesia católica española hará que esta camine por derroteros diferentes a los que caracterizaron su mandato? Espero que sí.   

Esta entrada me va a resultar un poco más larga de lo habitual pero no me queda más remedio que hacerlo así si quiero explicarme. Cuenta Küng en el libro citado más arriba refiriéndose al pensamiento de Immnauel Kant (1724-1804) sobre la existencia o no existencia de Dios, que fue de extrañar que él, el ilustrado por antonomasia, superara al mismo tiempo la Ilustración en sus tres críticas: "Crítica de la razón pura" (1781), "Crítica de la razón práctica" (1788) y "Crítica del juicio" (1790), poniendo límites estrictos a la ingenua omnipotencia de la razón respecto del conocimiento de Dios, pero haciendo lo mismo con la fe ingenua. Es claro, dice Küng, que no son posibles las demostraciones científicas acerca de Dios, sobre la existencia de un Dios que no está en el tiempo ni en el espacio y que por consiguiente no es objeto de contemplación. Las pruebas de Dios según Kant, afirma, no solo han fracasado sino que en modo alguno son teóricamente posibles. Por eso, añade, Kant en la cuestión del conocimiento de Dios apela no a la razón teórica sino a la razón práctica, que se manifiesta en la actuación moral del hombre: Se trata, dice, no solo del ser, sino del deber ser; no solo de ciencia, sino de moral. Dios es, pues, concluye, la condición de la posibilidad de moralidad. Pues lo siento, pero no me convence Kant, al que no he leído en profundidad, ni Küng, al que sí he leído y admiro. Yo no necesito a un Dios eterno para ser un hombre moral

Llevo unos meses dándole vueltas a la idea de matricularme en alguno de los cursos que imparte el Instituto Superior de Teología de Canarias en Las Palmas, pero no acabo de decidirme. Me resulta complicado explicar que puedo sentirme cristiano sin creer en Dios, pero eso es lo mismo que pensaban también la filósofa Simone Weil o el escritor Albert Camus, ambos franceses, por citar solamente dos ejemplos señeros al respecto; ellos creían en un humanismo cristiano, sin necesidad de un Dios, que yo comparto. 

A mí ninguna confesión religiosa me parece un peligro público; ya he superado esa fijación pueril. Respeto su derecho a existir, a organizarse como mejor crea, a adoctrinar a sus fieles y a exponer libremente su "mensaje", si es que lo tiene... Pero sí me molesta que la iglesia católica española goce de privilegios inadmisibles e inentendibles en otros países europeos, salvo acaso la excepción italiana o polaca. Y que no se me diga que el 99,99 por ciento de la población española es católica para justificarlos, primero porque no es verdad, y segundo porque una cosa es haber sido bautizado en una confesión religiosa, y otra muy distinta compartir, aceptar, seguir y cumplir sus preceptos, y no digamos ya considerar que esos preceptos y directrices obligan al conjunto de la sociedad. 

Sin acritud, y con cierta dosis de ironía, diría que lo ideal para mi es que ser católico, evangelista, luterano, testigo de Jehová, musulmán, judío, ortodoxo, ateo, agnóstico, etc., etc., etc., resultara tan irrelevante a efectos sociales para los ajenos a la respectiva fe como ser del Real Madrid, el Barcelona o el Numancia Fútbol Club... Mientras no sea así seguiré siendo escéptico sobre las iglesias y confesiones, sobre "todas ellas", hasta que no demuestren con sus actos que las personas somos, para "todas ellas", más importantes que sus dioses. Y es que remedando el lema nacional de la Gran Bretaña que da título a la entrada a mí lo que me gustaría poder decir es: "Dieu est-il?, oui, mais mon droit aussi" (¿Dios?, sí, pero mi derecho también). 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Nicole Muchnik




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martes, 18 de noviembre de 2014

¿Marilyn o Norma Jeane?






No sé a cuál de ellas preferirán ustedes, pero yo me quedo con Norma Jean Mortenson. Nunca la conocí como tal sino intepretando su papel, el que le tocó en la rueda de la Fortuna, el de Marilyn Monroe, y aunque no me crean, nunca tan admirable para mí como en una de sus últimas películas, "Vidas rebeldes" (1960), de John Huston, junto a Clark Gable y Montgomery Clift. Nunca hasta entonces me había parecido tan frágil, tan Norma Jeane, tan bella y tan ella misma. De seguir viva tendría ahora 88 años. Pero la diosa Tiqué se la llevo a los 36 años para desgracia de ella y fortuna de sus admiradores que nunca la conocerán ajada ni maltrecha de cuerpo, aunque de alma lo estuvo y mucho.

El escritor español Benjamín Prado le dedica hoy en El País un hermoso recuerdo: "Cuando Marilyn Monroe leía a Lorca y Alberti", en el que nos cuenta que cuando la casa Christie's sacó a subasta su biblioteca personal, aparecieron en ella más de cuatrocientos títulos de primerísimo nivel literario que incluían a autores como Joyce, Whitman, Saint-Exupéry, Wilde, Kerouac, Tolstoy, Proust, Camus, Mann o Steinbeck, pero también a Federico García Lorca y Rafael Albertí o un catálogo sobre la pintura de Francisco de Goya. La noche del 4 de agosto de 1962, la noche de su muerte, cuenta Prado, su amigo Ceferino Carrión, un español de Santander, dueño del restaurante La Scala, llevó a la casa de Marilyn la cena que esta le había encargado. Fue, quizá, el último de sus amigos que la vio con vida. Y este contó más tarde la gran admiración que Norma Jeane sentía por la cultura española, no solo por los citados Lorca y Alberti, sino también por la obra pictórica de Velázquez, Goya o Picasso. Si la frase "dime que has leído y te diré quién eres", comenta Prado, tuviera algo de cierto, después de asomarnos a su biblioteca tal vez sepamos algo más de ese mito erótico, el mayor del siglo XX, que fue Marilyn Monroe.  

Pero yo me quedo con Norma Jeane, la persona real, y no con la actriz. El artículo de El País trae una foto suya, ¿de Marilyn?, ¿de Norma Jeane?, leyendo, se supone que en su casa, con un vestido rojo que deja poco que ocultar: ¡está bellísima! Sin duda es una pose, como en esa otra foto que pongo al final de la entrada en que, de nuevo, nos la presentan leyendo, ahora el "Ulises" de Joyce. 

Marilyn fue un mito, pero Norma Jeane fue una persona real bella, frágil e infeliz que fue tratada por todos los que la conocieron, incluso por los que la amaron, como un simple objeto, un cuerpo adorable, al que utilizaron a su antojo. Y yo prefiero quedarme con la persona tierna y desamparada que rodó, quizá ya más Norma Jeane que Marilyn Monroe, la inolvidable "Vidas rebeldes". 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





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viernes, 14 de noviembre de 2014

Leer, pensar, escribir







Leo en la edición elecrónica de El País Semanal la entrevista que el semanario hace al escritor británico Julian Barnes (nacido en 1946, veinte días antes que que este escribidor). Interesante entrevista, sin duda, en la que hace referencia constante, de motu propio o a instancias del entrevistador, a tres de sus obsesiones literarias: la pureza y el buen uso del lenguaje, la influencia de los escritores y la literatura francesa (algunos le consideran el escritor más francés entre los ingleses) y la omnipresencia en sus libros de temas como la muerte o el suicidio, aunque siempre tratados con ese distanciamiento pudoroso e irónico de los ingleses sobre sí mismos.

Alguien dijo alguna vez que toda obra literaria es el fondo una paráfrasis de la propia vida, consciente o inconscientemente, del autor. Y de sus lecturas, añade Barnes en la entrevista reseñada: estoy de acuerdo. Leyéndola recordé haber escrito algo en el blog, alguna vez, sobre él y sobre el único de sus libros que he leído. Una obra menor, sin duda: "La mesa limón" (Anagrama, Barcelona, 2005). Y sí, lo hice en una entrada de noviembre de 2011: "Mis lecturas", en la que dejaba constancia de las reflexiones a vuela pluma reflejadas en una especie de diario literario que llevé entre mayo de 2004 y noviembre de 2006 sobre algunas de mis lecturas (no académicas), setenta en total, de aquellas fechas. No sé si interesarán a alguien, pero por si es así, ahí las dejo.

Sobre "La mesa limón" de Julian Barnes tengo anotado lo siguiente: "Colección de relatos cortos de este escritor británico en los que con ácido humor pone delante de nuestros ojos la vida, los amores y la presencia latente de la muerte de las personas englobadas en ese grupo que hemos dado en llamar "tercera edad"; deliciosos relatos a pesar del previsible final trágico de todos sus protagonistas".

Ya puestos a ello, si lo desean y tienen tiempo, curiosidad y paciencia, les invito a echar una ojeada en la columna derecha del blog al apartado "Algunos de mis autores (y sus libros) favoritos". Solo pongo un libro por cada autor. Evidentemente, no están todos los que son pero sí son todos los que están... En cualquier caso, no dejen de leer la entrevista a Julian Barnes, que es el objeto central de esta entrada. Espero que la disfruten. 


Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El escritor Julian Barnes



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miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cataluña contra España o España contra Cataluña?: Al final vamos a perder todos...



Manifestación independentista en Cataluña


Hace unos días una buena amiga catalana me reprochaba de buenas maneras mi actitud contraria a una posible independencia de Cataluña de España. Tras manifestarle mi profundo y sincero respeto por todos los catalanes: por los que se sienten y solo quieren ser catalanes y por los que se sienten y quieren seguir siendo catalanes y españoles, no me quedó más remedio que expresarle mi opinión de que la democracia no consiste en hacer cada uno lo que le da la gana cuando le da la gana, sino en respetar a rajatabla las reglas de juego comunes, es decir, la Constitución. Y si esas normas no gustan, no sirven, no funcionan, las cambiamos todos los españoles, no solo una parte de los españoles.

El documentado y denso estudio del profesor Gabriel Tortellá, catedrático emérito de historia de las instituciones económicas de la universidad de Alcala, titulado "Los costes de la separación de Cataluña. Los divorcios son caros", publicado hace solo unas horas en Revista de Libros, no va a convencer a nadie que ya esté convencido de la validez de su propio criterio, pero pienso que merece la pena leerlo con atención, y después, allá cada cual con sus conclusiones.

En todo caso, sería deseable por el bien de catalanes y españoles, un máximo de cordura y un mucho de sangre fría ante tanto incompetente e incendiario a uno y otro lado del Ebro para que no acabe este convertido en barricada.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt



Rajoy y Mas: ¿Un diálogo de sordos?



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domingo, 9 de noviembre de 2014

[ARCHIVO DEL BLOG] Y el Muro (de Berlín) se cayó.... (9/11/2004)



Berlin, 9 de noviembre de 1989 

Esta entrada ha sido programada para publicarse exactamente a las 20:12, hora de Canarias, del día 9 de noviembre de 2014, justo en el momento en que se cumplen los veinticinco años en que el Muro de Berlín fue derribado por los jóvenes de uno y otro lado del mismo, hartos de una ignominia que avergonzaba al mundo. 


El caso es que ese día y a esa hora exacta el Muro de Berlín, tras 18 años, 2 meses y 27 días de existencia y más de 300 víctimas mortales en su intento de traspasarlo, se vino abajo. ¿Recuerdan que estaban haciendo ustedes exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese 9 de noviembre de 1989 en que la historia de Europa y de la Guerra Fría dio un vuelco espectacular? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero sí que...

También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con su familia, una especie de diario que cincuenta años después aún sigue llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podría decirse un "diario" clásico de juventud, en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los relaciones y enfrentamientos con los amigos, las lecturas, y los problemas de conciencia; sí, muchos problemas de conciencia... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese diario de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un registro pormenorizado, eso sí, y anotado día a día, de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones o confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, exactamente 18386 días después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay en el diario una escueta anotación de cuatro líneas escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana". Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mi, ni querría hacerlo, un análisis de tan trascendental acontecimiento. Sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinticinco años. 

En noviembre de 2009, en la conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del Muro, si lo comentaron ilustres profesores, políticos y periodistas. Guardo tres de esos comentarios que me parecieron más que interesantes y que no han perdido nada de actualidad.

El primero, de Rosa María Artal, una excelente periodista con la que yo mantenía por aquellas fechas una fluida relación epistolar a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día de 1989 ella estuvo en Berlín con un equipo de Televisión Española, lo vio y lo vivió todo en primerísima persona y lo rememoraba en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", de octubre de ese año 2009.

El segundo, del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín Ignacio Sotelo, se titulaba "Por qué cayó el Muro", se publicaba unos días antes del veinte aniversario de la efeméride explicando las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero, el fin de la Guerra Fría y el comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último estaba escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y poco más tarde de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS y líder del comunismo mundial, que el día 5 de noviembre de 2009 escribía un ponderado artículo titulado "Veinte años después del Muro la historia continúa", en el que analizaba los cambios positivos que habían ocurrido en el mundo en esos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentaban ahora la humanidad y los Estados.

Mucho más reciente, del pasado mes de octubre, es el recordatorio del aniversario que comentamos por parte del ingeniero y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, Francisco García Olmedo, en un artículo titulado "Gerald Edelman me avisó de que el Muro iba a caer", que recuerda con claridad como en una cena con un colega suyo, el ingeniero genético Gerald Edelman, unos años antes de aquel 9 de noviembre de 1989 su amigo le había predicho con exactitud la caída del muro...

Les dejo con el especial que el diario El País está dedicando durantes estos últimos días a la efeméride que celebramos. Espero que les resulte interesante. ¿Se animan a contar lo que estaban haciendo ustedes a esa hora ese día clave para la historia de Europa? Desde el trópico de Cáncer está a su disposición.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




La Puerta de Brandeburgo, hoy (Berlín, Alemania)



Entrada núm. 2189
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