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viernes, 11 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Y el muro (de Berlín) se cayó. [Publicada el 9/11/2009]


Y el Muro se cayó... Berlin, 9 de noviembre de 1989



Este comentario se publica a las 20,12 horas (de Canarias) del 9 de noviembre de 2009. Justamente a los veinte años del momento en que el Muro de Berlín se cayó. ¿Qué estaba haciendo usted exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese día 9 de noviembre de 1989 en que la Historia de Europa dio un vuelco? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero...

También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con mi familia, una especie de "diario" que cuarenta y cinco años después aún sigo llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podríamos decir un "diario" clásico en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los amigos, las lecturas... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese "Diario" de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un mero registro pormenorizado y anotado día a día de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones y confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, y miles de páginas después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay una escueta anotación de cuatro líneas, escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana".

Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mí, ni querría hacerlo, un análisis de él, sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinte años. Si lo han comentado otras muchas personas en estos días. Y he elegido tres de esos comentarios, los que me han parecido más interesantes, para dejarlos reflejados en el Blog.

El primero es de Rosa María Artal, periodista. con la que mantengo relación epistolar esporádica a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día ella estaba en Berlín con un equipo de Televisión Española y lo vio y lo vivió en primerísima persona, y lo ha rememorado en El País en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", publicado el pasado día 24 de octubre.

El segundo es del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que en un artículo titulado "Por qué cayó el Muro" (El País, 06/11/09) explica las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero y la Guerra Fría, y al comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último está escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS, y líder del comunismo mundial. que en El País del pasado día 5 escribía un interesante y ponderado artículo, titulado "Veinte años después del Muro, la historia continúa", en el que analiza los cambios positivos que han ocurrido en el mundo en estos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentan la humanidad y los Estados. Perdónenme la presunción, pero estoy seguro que les van a interesar. HArendt




Berlín. La Puerta de Brandeburgo, hoy



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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sábado, 28 de marzo de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Cabreo o rebelión cívica? Publicada el 24 de septiembre de 2009









A pesar de mi optimismo impenitente cada vez que oigo a un político hablar a boca-llena de vocación de servicio, o de servidores del pueblo, se me abren las carnes en canal. A mí, el comportamiento de la clase política española me provoca una profunda repugnancia; la de la derecha, con el PP al frente, repugnancia y desprecio; la canaria, repugnancia, desprecio e hilaridad a partes iguales.

Al ejercicio de la política en España se llega por ambición, por despiste, o por inutilidad para saber ganarse la vida honradamente. Entre los que llegan por ambición, la mayoría lo hace porque eso de "pisarmoqueta" es como tener un orgasmo múltiple permanente. Sí, se que la ambición también puede ser noble, pero que quieren que les diga... Entre los que llegan por despiste, están las personas honradas, los buenos profesionales, los ingenuos, que creen, de verdad, en los ideales republicanos de servicio a la "cosa pública", y que abandonan el barco a la primera de cambio, aburridos, asqueados, o por ambas cosas. Los otros, los de la "tercera vía", simplemente, porque no saben dar un palo al agua y hay que comer todos los días, y si es a costa de los demás, pues mejor que mejor... 

Tengo la impresión de que no soy el único español que piensa así. Al contrario, creo que cada día se percibe más un intenso cabreo ciudadano para con sus políticos, una rebelión cívica, que puede ser beneficiosa a la larga si no la sacamos de contexto.

Hace unos días me llego por Internet a través de un correo amigo un artículo supuestamente escrito por el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte, titulado "Esa gentuza" [Patente de corso, 5/7/2009] en la que pone a la clase política española a caer de un burro. Eso sí es un cabreo. Lo comparto. Pero ni yo me atrevería a decir lo que le dice a nuestros parlamentarios nuestro preclaro académico. Lo reproduzco más adelante, pero ignoro la fecha y lugar de su publicación.

El pasado día 11, aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York, otra notable escritora y periodista, Rosa María Artal, escribía un artículo titulado "Test de agudeza mental: busca las diferencias entre las formas politicas de EEUU. y España" [El Periscopio, 11.9.2009] en el que dejaba reflejo de las abismales diferencias de comportamiento entre los modos parlamentarios españoles y norteamericanos. A favor de estos últimos con enorme diferencia. Pueden leerlo más adelante.

Y sobre la chabacana y pueblerina clase política canaria, que quieren que les cuente... El también escritor y periodista grancanario, José Antonio Alemán, escribía ayer un delirante artículo titulado "La dedicación política y dos piedras" [El Anillo de Moebius, 23/9/2009] sobre nuestro ínclito vicepresidente del des-gobierno canario y presidente del PP de las islas, José Manuel Soria, y sobre algunos de los últimos sucesos y chismes de la vida política local. Al final, llegaba a la misma conclusión que expuse al comienzo de este comentario sobre esa "tercera vía" de acceso a la poltrona y la moqueta: "De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre". Apañados vamos, añado yo. HArendt





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sábado, 1 de febrero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Harto. (Publicada el 15 de julio de 2009)






Lo se, lo se, siempre estoy con lo mismo... Hasta los mismísimos [......] me tienen los políticos. Todos. Sin excepciones. Aunque como repito en cada ocasión propicia, unos más que otros. Cito de nuevo a la escritora y periodista Rosa María Artal, que en su Blog "El Periscopio", se anima a proponer que cambiemos a los valencianos por los daneses y a los madrileños por los suecos enumerando sin "animus iniurandi" las ventajas que obtendríamos con el cambio. Todos.

Yo he dicho muchas veces lo mismo sobre los tinerfeños, isla, por cierto, en la que tengo numerosos y buenos amigos, y sobre todo amigas. Pero también las tengo en Galicia: allí están ahora dos de ellas, Luisa y Ana, a las que no veo hace mucho tiempo. No me importaría intercambiar tinerfeños por gallegos, al menos durante una temporada... [Es broma, por favor, no se me vayan a ofender unos u otros].

Bromas aparte. El panorama político nacional es desolador. El gobierno, ganando tiempo y oxígeno como sea; la oposición, en Babia o navegando entre la inconsistencia y el cinismo; y los nacionalistas, como siempre, a lo suyo.

He vuelto a releer algunos pasajes de "Política, partidos y grupos de presión" (Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1962), el monumental libro de V.O. Key del que les hablaba hace unos días. En una misma página, la 30 de la edición citada, anoto estas perlas sobre la clase política: "El motivo primario del político no es hacer el bien a la humanidad o, incluso, a su propio país sino simplemente obtener el poder para sí". Poco más adelante añade: "Considerando a un político, la primera cuestión no es la de si se trata de una buena persona que usa de medios rectos, sino de si tuvo éxito para ganar el poder, y si lo conservó gobernando; en resumen, si fue habilidoso en su materia o, por el contrario, un chapucero". Y concluye al final de la página: "La confusión entre política y ética proviene en parte del hecho de que cada sector de la sociedad al procurar incrementar sus intereses, identifica sus propias ventajas con el bien público; por tanto, la discusión política se impregna de moral". De falsa moral, añadiría yo.

Pensarán ustedes que todo lo que dice el profesor Key ya lo dijo en el siglo XVI, con más elegancia y cinismo, el primer gran analista político de era moderna, el florentino Nicolás MaquiaveloAunque yo soy de los que piensan que después de Platón y Aristóteles sobre "política" no se ha escrito gran cosa que merezca la pena, tengo que darles la razón.

Los ciudadanos somos unos ingenuos: algunos lo sabemos, aunque nos apliquemos el refrán ese que dice "que sarna con gusto, no pica" (mentira, pica y mucho); la mayoría, lo ignora, y en algunos casos, voluntariamente. En algún momento esta situación debería cambiar para bien con necesarias reformas constitucionales de las que hablaremos otro día. De momento, y asumiendo como propia la idea de Rosa María Artal, ¿por qué no intentamos más intercambios como los que ella propone? Se admiten propuestas... ¡Ah!, y gracias, Forges, por haberme resuelto la parte gráfica... HArendt




Rosa María Artal


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jueves, 30 de enero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Lobotomizados. (Publicada el 14 de julio de 2009)



Fotograma de la serie de TVE Amar en tiempos revueltos


Hace unos días pusieron por la Primera Cadena de TVE una miniserie especial de dos capítulos de "Amar en tiempos revueltos". En ella se narra el triste final de quien fuera protagonista principal de la temporada anterior, Hipólito Roldán, asesinado por su propia familia simulando un suicidio. En uno de los episodios citados, la esposa de Roldán, Regina, autoriza a los médicos del psiquiátrico en el que se encuentra ingresado a que realicen a su marido una lobotomía, práctica médica que en los años 50 causaba furor en la psquiatría norteamericana, considerándola un avance médico incalculable. Tanto, que a su inventor se le concedió el Premio Nobel de Medicina en 1949.

Técnicamente hablando, la lobotomía es la ablación total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro. El procedimiento fue popularizado en los Estados Unidos por Walter Freeman, quien ni siquiera era cirujano, y que también inventó "el procedimiento de la lobotomía del "pica-hielo": Freeman utilizó literalmente un pica-hielo y un mazo de caucho en vez del procedimiento quirúrgico estándar. En un acto espantoso, Freeman martilleaba el pica-hielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.

Entre 1936 y los años 50, realizó lobotomías a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Tal era la dedicación de Freeman que comenzó a viajar alrededor de la nación en su propia furgoneta personal, que él llamó su "lobotomobile", demostrando el procedimiento en muchos centros médicos e incluso realizando lobotomías en cuartos de hotel. La abnegación de Freeman condujo al gran renombre de la lobotomía como curación general para todas las enfermedades psicológicas conocidas.

En última instancia entre 40.000 y 50.000 pacientes fueron lobotomizados, con poco o sin ningún estudio de seguimiento para considerar si el tratamiento era eficaz. Las lobotomías como forma de tratar la enfermedad mental eran una barbaridad que solo pudo ser frenada con el desarrollo de anti-psicóticos, y hoy en día se practican procedimientos lesivos de núcleos cerebrales localizados mediante técnicas menos invasivas. La era de la lobotomía ahora se observa generalmente como un episodio bárbaro en la historia la psiquiátrica. La última lobotomía se practicó en 1967.

En el capítulo que he mencionado de "Amar en tiempos revueltos", se ve al director del psiquiátrico practicar, entusiasmado, una lobotomía siguiendo la práctica del "pica-hielo"... ¿Pero a cuento de qué toda esta historieta sobre Hipólito Roldán y las técnicas psiquiátricas de los 50?, se preguntarán ustedes...

Me he acordado de esta historia leyendo sendos artículos de prensa escritos por dos mujeres periodistas, Maruja Torres ("Uf, Camps") y Rosa María Artal ("La culpabilidad de los indiferentes"), y un diplomático de carrera, José María Ridao ("Hacer política con la moral"), con un mismo telón de fondo: el pasotismo de una sociedad cómoda, adormilada, insensible políticamente, que ponen en tela de juicio el "juicio" de sus compatriotas. Me pregunto si es que estaremos dormidos, hipnotizados, o peor aún, si los nuevos "doctores Freeman" que pululan por las cadenas televisivas nos habrán lobotomizado a los españoles sin darnos cuenta... Pueden leerlos en los enlaces de más arriba. HArendt



El doctor Walter Freeman



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martes, 26 de noviembre de 2019

[ARCHIVO DEL BLOG] Sexo, ciencia y educación. (Publicada el 6 de abril de 2009)




Fotograma de la película Manhattan, de Woody Allen


¿Recuerdan ustedes la escena de "Annie Hall" o "Manhattan", no estoy seguro de en cuál de ellas, en la que Diane Keaton le pregunta a Woody Allen: "¿Tú es que no piensas nada más que en el sexo?"; la inocente respuesta de éste resulta antológica: "¡Ah!, ¿pero es que hay alguna otra cosa?". Lo cuento porque a pesar de la movidita semana que llevamos: Cumbre del G-20 en Londres, reunión de la OTAN en Estrasburgo, encuentro Obama-Zapatero en Praga, Alianza de Civilizaciones en Estambul, situación económica en el mundo, y crisis de gobierno en España (de mi tierra, Canarias, mejor corremos un tupido velo), un servidor, como la Keaton, se niega a entrar en el juego y no quiere hablar de política y, menos aún, de economía. Les remito a la lectura de lo escrito por los supuestamente entendidos en ambas materias, que no por casualidad, suelen ser los que más notoriamente patinan en sus predicciones.

Me gustaría comentarles varios artículos leídos en estos días sobre ciencia, educación y sexo. Sobre ciencia escribió en su blog un interesante artículo el escritor, divulgador científico y ex-ministro, Eduardo Punset, titulado "El Universo más allá del Big Bang", que comienza con esta reflexión: "El gran divulgador científico y astrónomo Carl Sagan murió de tristeza –dicen las buenas lenguas– al descubrir que no había rastro de vida en el universo, salvo la nuestra en el planeta Tierra. Estábamos solos y no podríamos jamás compartir con otros nuestras vivencias. Es más, no sabríamos nunca lo que realmente somos, puesto que al ser el único ejemplo de vida en el universo no íbamos a poder compararnos con masas y con lo que llamamos constantes de la naturaleza distintas de las nuestras. Al no poder compararnos con otras formas de vida, es imposible definirnos a nosotros mismos". Hay más cosas interesantes en el comentario de Punset, por ejemplo, la pregunta sobre que hacía Dios, de existir, antes del Big-Bang... O los nuevos descubrimientos científicos que nos hablan de la cada vez más probable existencia de universos paralelos similares al nuestro. 

De televisión y educación, leo en otro blog, esta vez el de la escritora y periodista Rosa María Artal, otro ácido comentario titulado "España, la mala educación", en el que, nosotros los españoles, no quedamos precisamente muy bien parados en materias tales como educación cívica, cultura, lectura de prensa y consumo de horas televisivas. Duele, porque nos mete el dedo en el ojo, pero es instructivo. Se lo aconsejo.

Por último, en la revista Babelia del pasado 7 de marzo, escribían sobre sexo, erotismo y pornografía, Andreu Martín: "Malos tiempos para la erotica",  y Ramón Reboiras: "Planeta Eros", sendos reportajes que reproduzco en los enlaces anteriores. He recordado haberlos leído, casi un mes después, porque el viernes pasado recalé accidentalmente, zapineando, en la porno semanal de Canal Plus, comprobando una vez más lo tremendamente aburrida que es la pornografía cinematográfica en contraposición a la literatura erótica. De la primera habla en su artículo Andreu Martín que se formula una pregunta ya tópica: ¿Que diferencia hay entre erotismo y pornografía?. Él da varias respuestas, todas interesantes, que comparto. La mía es simplemente, el buen gusto, que en cine es difícilmente perceptible pero no imposible de plasmar. Por ejemplo, el polvo entre Victoria Abril y Antonio Banderas en "Átame", o la sodomización de Kathleen Turner por William Hurt en "Fuego en el cuerpo", tienen una carga de sensualidad que nunca podrá alcanzar una película porno por mucha pila "Duracell" que le pongan en la polla al galán de turno.

La literatura erótica es algo bien distinto, pues la expresión escrita permite matices (¡la diferencia siempre está en los matices!) que lo meramente visual no hace posible. El artículo de Reboiras hace referencia a ellos y al impagable papel de la editorial Tusquets con su colección de novelas "La Sonrisa Vertical". De ella, recuerdo dos títulos, para mi, imborrables: "Emmanuelle", de la escritora francesa Emmanuelle Arsan, quizá la mejor novela erótica de la historia, y "Las edades de Lulú", de la escritora española Almudena Grandes, obra primeriza e inolvidable de su gran autora. Ambas llevadas al cine con éxito muy desigual e inferior a sus novelas homónimas, historias escritas por mujeres y sobre mujeres... Se las recomiendo; seguro que las disfrutan. HArendt  




Fotograma de la película Átame, de Pedro Almodívar



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sábado, 9 de noviembre de 2019

[ARCHIVO DEL BLOG] Posmodernidades y corrupciones. (Publicada el 20 de marzo de 2009)



Alegoría del buen y mal gobierno, por Ambrogio Lorenzetti, 1338


Ignoro lo que opinarán ustedes, pero soy de los que piensan que una democracia asentada puede permitirse un cierto grado de corrupción entre sus políticos, individualmente, sin que las instituciones se resquebrajen o resientan. Entiéndanme, por favor: no estoy en favor de la corrupción ni de los corruptos. Digo, simplemente, que la corrupción es algo consustancial a la democracia, simplemente porque hay libertad, y donde la hay, siempre habrá políticos, administradores, finacieros y empresarios sinvergüenzas que se aprovechen de ello. Lo que hay que hacer es descubrirlos y meterlos en la cárcel. Y punto.

A mi, personalmente, me asusta mucho más el que la sociedad y la ciudadanía se tomen esa corrupción de sus políticos, dirigentes y administradores públicos como algo no sólo normal sino divertido, excusable e incluso elogioso. Admirable al respecto la denostada democracia estadounidense: el gobernador de Illinois, acusado de vender un asiento en el Senado al mejor postor, es destituido de su cargo sin contemplaciones, por su propio partido y su parlamento. El presidente Clintón se salvó por un voto de la destitución... ¿Por follarse a una becaria empleada de la Casa Blanca? No, eso no es delictivo; se le procesó por mentir a quienes investigaban el caso.

¿Y aquí? Políticos corruptos, incursos en causas judiciales, se amparan en la presunción de inocencia (aplicada a "los suyos", nunca a "los otros"), para seguir en el cargo, sin entender que la presunción de inocencia delictiva no tiene nada que ver con su posición política. Me resisto a aceptar las imágenes de partidarios, amigos y vecinos, jaleando como hooligans a políticos acusados de corrupción. O reelegidos una y otra vez, a pesar de estar incursos en procedimientos criminales. Esa sí es la corrupción que me asusta: la del cuerpo social y político, la de los ciudadanos indiferentes, la de los estómagos agradecidos. La otra, la verdad, es que no me preocupa. Y si la Justicia, fuera justicia, es decir rápida y eficaz, me preocuparía menos aún.

La periodista Rosa María Artal cuenta algo muy similar en un interesante artículo publicado en El País del pasado día 17, titulado "Hijos de la picaresca", en el que relaciona esa fascinación que provoca en algunos el político corrupto con la genuina tradición literaria española de la "picaresca", por lo que parece genéticamente inseparable del carácter nacional. Espero que les resulte interesante. También pueden darse una vuelta por el blog de la citada periodista, "El Periscopio", y de paso, si les apetece recordar las dos obras cumbres de la picaresca española: El lazarillo de Tormes, atribuida a Alfonso de Valdés, secretario del emperador Carlos V,La vida del buscón don Pablos, de Francisco de Quevedo. Disfrútenlas. HArendt




La periodista Rosa María Artal


"Hijos de la picaresca", por Rosa María Artal
(El País, 17/03/09)

Una conciencia laxa ante la corrupción, la creencia frente a la ciencia y un atraso educativo secular: tres pies para una mesa que cojea por su erróneo diseño. Alcaldes de todos los partidos son acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. ¿Concedemos los españoles mayor permisividad que otros pueblos a la trampa, el robo, la malversación, el cohecho y todas sus variantes delictivas?

Sin duda, somos hijos de la picaresca, un género literario asociado a las letras españolas que nos ha impregnado el alma. O viceversa. En su tiempo de esplendor -siglo XVII-, la picaresca supuso una auténtica creación porque abordó con crudo realismo la verdad, en contra de las idealizaciones del Renacimiento. La novela picaresca suprime artificios de lenguaje y refleja la sociedad en la que vive: la que distingue a los seres humanos según su cuna y arroja a los abismos al pobre, que sólo puede medrar con subterfugios superiores a los de aquellos a quienes se ve obligado a servir. España de falacia y pandereta, de filfa, patraña y estafa, lerda y falsa, clerical y oscurantista, que nunca concede al pícaro la gracia heroica del triunfo sobre el poder. Su astucia obligada sólo le ayuda a sobrevivir.

Pocos países en la historia han ostentado la hegemonía mundial. España tuvo ese dudoso privilegio durante varios siglos. Lo que otros imperios robaron -tributos y botines de guerra, si se prefiere usar eufemismos- puebla sus museos. Grecia y Egipto se contemplan en el British londinense, y, lo que resta, en el Louvre parisino o en el Vaticano. ¿Y qué fue de los tesoros incautados por España? A partir de esa primera interrogante, nos encontramos a los Austrias dominados por validos o, llegados los Borbones, a la regente María Cristina, que amasó una inmensa fortuna trapicheando, según se le atribuye, con la sal, los incipientes ferrocarriles e incluso la trata de esclavos.

La Segunda República no se libra de despilfarros, falta de organización y corruptelas. Alejandro Lerroux se vio obligado a dimitir de su breve mandato como presidente del Gobierno por los escándalos del estraperlo y el cobro de favores -uno de los pocos a quienes la corrupción le pasó factura-. En realidad, la trayectoria española del siglo XX está llena de casos con nombre propio. Inolvidables Matesa y Sofico en el franquismo; el aceite de colza, con la UCD, y todos los que ya apoya la memoria reciente.

España, pozo de dinero negro, ha hecho de la burbuja inmobiliaria el primer alimento para nuestra fama de corruptos. Extendida por todo el territorio español, prevarica, trafica con influencias, cobra comisiones y adjudica irregularmente. Se la está atajando con múltiples investigaciones y condenas, pero la basura no cesa de fluir. Una comisión del Parlamento Europeo dictaminó en 2007: "El urbanismo que está padeciendo España es un atentado contra derechos fundamentales, movido por intereses bastardos de constructores sin escrúpulos, conchabados con alcaldes de poca monta, enfeudados unos y otros en la codicia y la avaricia".

Si nos atenemos a los datos de la organización Transparency Internacional, ocupamos, sin embargo, el puesto 28 -entre 180- entre los más limpios, con una calificación de notable (6,8). La ciudadanía, en cambio, dice percibir alta corrupción, sobre todo política. Sólo que -y esto es básico- no le importa. Sólo un 2% de los ciudadanos la cita como problema en las encuestas del CIS.

Para los diccionarios de sinónimos, el pícaro es travieso, pilluelo, bribón, tunante, revoltoso o astuto. ¡Dulce benevolencia! Buena parte de los españoles admira a quien se enriquece, sin importarle los métodos.

El desmesurado peso de la Iglesia católica en el Estado español a lo largo de toda su existencia no es ajeno a la aceptación tácita de la corrupción. Influencia clara, cuando aún intenta impedir en España lo que acepta en otros lugares, como el estudio de Educación para la Ciudadanía o una ley del aborto europea. Partimos de dos premisas fundamentales que constituyen la razón de ser la religión: creencia frente a ciencia y juicio, y limpieza del pecado con una penitencia cómoda y solitaria. Los vecinos que vitorean alcaldes presuntamente corruptos no "creen" que lo sean, de nada les sirven las pruebas, les posee la fe. Muchos políticos también participan de esa actitud. Y sobre todo, demuestran pensar que la contrición privada exime de culpa, al margen de la justicia.

Causa y consecuencia, la educación sigue siendo asignatura pendiente de los españoles porque, a pesar del indudable y vertiginoso crecimiento económico, partir del subdesarrollo y la dictadura lastra. Aún presentamos un notable fracaso de instrucción infantil... y evidentes carencias en los adultos. Desde la inocua falta de uso de expresiones corteses y el escaso dominio de lenguas extranjeras, a no pensar en los otros -elemento básico de una formación adecuada-. País bipolar, de excesos y carencias, generador de caspa que no tapa el progreso.

Una llave para el cambio: la búsqueda del bien común. Y con ella, franquear la entrada a una nave que aguarda durante siglos partir hacia una nueva España. Por la borda y con una pesada ancla, habremos de arrojar la picaresca y todo lo que implica. Para enderezar la Historia.







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domingo, 9 de noviembre de 2014

[ARCHIVO DEL BLOG] Y el Muro (de Berlín) se cayó.... (9/11/2004)



Berlin, 9 de noviembre de 1989 

Esta entrada ha sido programada para publicarse exactamente a las 20:12, hora de Canarias, del día 9 de noviembre de 2014, justo en el momento en que se cumplen los veinticinco años en que el Muro de Berlín fue derribado por los jóvenes de uno y otro lado del mismo, hartos de una ignominia que avergonzaba al mundo. 


El caso es que ese día y a esa hora exacta el Muro de Berlín, tras 18 años, 2 meses y 27 días de existencia y más de 300 víctimas mortales en su intento de traspasarlo, se vino abajo. ¿Recuerdan que estaban haciendo ustedes exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese 9 de noviembre de 1989 en que la historia de Europa y de la Guerra Fría dio un vuelco espectacular? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero sí que...

También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con su familia, una especie de diario que cincuenta años después aún sigue llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podría decirse un "diario" clásico de juventud, en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los relaciones y enfrentamientos con los amigos, las lecturas, y los problemas de conciencia; sí, muchos problemas de conciencia... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese diario de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un registro pormenorizado, eso sí, y anotado día a día, de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones o confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, exactamente 18386 días después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay en el diario una escueta anotación de cuatro líneas escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana". Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mi, ni querría hacerlo, un análisis de tan trascendental acontecimiento. Sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinticinco años. 

En noviembre de 2009, en la conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del Muro, si lo comentaron ilustres profesores, políticos y periodistas. Guardo tres de esos comentarios que me parecieron más que interesantes y que no han perdido nada de actualidad.

El primero, de Rosa María Artal, una excelente periodista con la que yo mantenía por aquellas fechas una fluida relación epistolar a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día de 1989 ella estuvo en Berlín con un equipo de Televisión Española, lo vio y lo vivió todo en primerísima persona y lo rememoraba en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", de octubre de ese año 2009.

El segundo, del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín Ignacio Sotelo, se titulaba "Por qué cayó el Muro", se publicaba unos días antes del veinte aniversario de la efeméride explicando las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero, el fin de la Guerra Fría y el comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último estaba escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y poco más tarde de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS y líder del comunismo mundial, que el día 5 de noviembre de 2009 escribía un ponderado artículo titulado "Veinte años después del Muro la historia continúa", en el que analizaba los cambios positivos que habían ocurrido en el mundo en esos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentaban ahora la humanidad y los Estados.

Mucho más reciente, del pasado mes de octubre, es el recordatorio del aniversario que comentamos por parte del ingeniero y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, Francisco García Olmedo, en un artículo titulado "Gerald Edelman me avisó de que el Muro iba a caer", que recuerda con claridad como en una cena con un colega suyo, el ingeniero genético Gerald Edelman, unos años antes de aquel 9 de noviembre de 1989 su amigo le había predicho con exactitud la caída del muro...

Les dejo con el especial que el diario El País está dedicando durantes estos últimos días a la efeméride que celebramos. Espero que les resulte interesante. ¿Se animan a contar lo que estaban haciendo ustedes a esa hora ese día clave para la historia de Europa? Desde el trópico de Cáncer está a su disposición.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




La Puerta de Brandeburgo, hoy (Berlín, Alemania)



Entrada núm. 2189
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