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martes, 18 de noviembre de 2014

¿Marilyn o Norma Jeane?






No sé a cuál de ellas preferirán ustedes, pero yo me quedo con Norma Jean Mortenson. Nunca la conocí como tal sino intepretando su papel, el que le tocó en la rueda de la Fortuna, el de Marilyn Monroe, y aunque no me crean, nunca tan admirable para mí como en una de sus últimas películas, "Vidas rebeldes" (1960), de John Huston, junto a Clark Gable y Montgomery Clift. Nunca hasta entonces me había parecido tan frágil, tan Norma Jeane, tan bella y tan ella misma. De seguir viva tendría ahora 88 años. Pero la diosa Tiqué se la llevo a los 36 años para desgracia de ella y fortuna de sus admiradores que nunca la conocerán ajada ni maltrecha de cuerpo, aunque de alma lo estuvo y mucho.

El escritor español Benjamín Prado le dedica hoy en El País un hermoso recuerdo: "Cuando Marilyn Monroe leía a Lorca y Alberti", en el que nos cuenta que cuando la casa Christie's sacó a subasta su biblioteca personal, aparecieron en ella más de cuatrocientos títulos de primerísimo nivel literario que incluían a autores como Joyce, Whitman, Saint-Exupéry, Wilde, Kerouac, Tolstoy, Proust, Camus, Mann o Steinbeck, pero también a Federico García Lorca y Rafael Albertí o un catálogo sobre la pintura de Francisco de Goya. La noche del 4 de agosto de 1962, la noche de su muerte, cuenta Prado, su amigo Ceferino Carrión, un español de Santander, dueño del restaurante La Scala, llevó a la casa de Marilyn la cena que esta le había encargado. Fue, quizá, el último de sus amigos que la vio con vida. Y este contó más tarde la gran admiración que Norma Jeane sentía por la cultura española, no solo por los citados Lorca y Alberti, sino también por la obra pictórica de Velázquez, Goya o Picasso. Si la frase "dime que has leído y te diré quién eres", comenta Prado, tuviera algo de cierto, después de asomarnos a su biblioteca tal vez sepamos algo más de ese mito erótico, el mayor del siglo XX, que fue Marilyn Monroe.  

Pero yo me quedo con Norma Jeane, la persona real, y no con la actriz. El artículo de El País trae una foto suya, ¿de Marilyn?, ¿de Norma Jeane?, leyendo, se supone que en su casa, con un vestido rojo que deja poco que ocultar: ¡está bellísima! Sin duda es una pose, como en esa otra foto que pongo al final de la entrada en que, de nuevo, nos la presentan leyendo, ahora el "Ulises" de Joyce. 

Marilyn fue un mito, pero Norma Jeane fue una persona real bella, frágil e infeliz que fue tratada por todos los que la conocieron, incluso por los que la amaron, como un simple objeto, un cuerpo adorable, al que utilizaron a su antojo. Y yo prefiero quedarme con la persona tierna y desamparada que rodó, quizá ya más Norma Jeane que Marilyn Monroe, la inolvidable "Vidas rebeldes". 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Entrada núm. 2193
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Alfa y Omega






Portada de "Don Quijote de la Mancha"







Un buen amante de la lectura seguro que no solo tiene libros predilectos, sino también comienzos y finales  igualmente predilectos. Cualquier persona con un mínimo de cultura sabría identificar este comienzo: “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...” 

Otro gran comienzo es el de: “Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente...”: Para aquellos poco aventureros, aclaremos que se trata de la "Moby Dick", de Herman Melville.

El del “lugar de La Mancha”, espero que todo el  mundo lo haya reconocido y que nadie se haya llamado a engaño y quedado en evidencia consigo mismo.

Puestos a elegir, este el mío: “ Era más de media noche/ antiguas historias cuentan/ cuando en sueño y en  silencio/ lóbrego envuelta la tierra,/ los vivos muertos parecen,/ los muertos la tumba dejan”.

Es la primera estrofa del “Estudiante de Salamanca”, de José de Espronceda, autor también de la famosa “Canción del pirata”, la de “Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela…”. 

Lo de los finales ya es otro asunto, sobre todo porque no me gusta que se me acaben los libros. Cuando un libro me engancha estoy deseosa de saber el final pero según van pasando las páginas voy pausando la lectura, para que no se me termine tan pronto.

Cada final es como una pérdida, una vuelta de vacaciones, un amigo que se va a vivir lejos. La parte buena es que siempre está el consuelo de leer otro. Y para finales me quedo con el de “El sueño de una noche de verano”, del siempre admirable William Shakespeare:



ROBÍN

Si esta ilusión ha ofendido,
pensad, para corregirlo,
que dormíais mientras salían
todas estas fantasías.
Y a este pobre y vano empeño,
que no ha dado más que un sueño,
no le pongáis objeción,
que así lo haremos mejor.
Os da palabra este duende:
si el silbido de serpiente
conseguimos evitar,
prometemos mejorar;
si no, soy un mentiroso.
Buenas noches digo a todos.
Si amigos sois, aplaudid
y os lo premiará Robín.


El vídeo que acompaña esta entrada es la memorable escena final de la "Moby Dick" (1956), de John Huston, rodada, dicho sea de paso, en aguas de Gran Canaria.

Un saludo, Nos vemos. Ruth Campos






Portada de "Moby Dick"









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Entrada núm. 1404 -
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son ella páginas en blanco" (Hegel)

Moby Dick: Escena final (John Huston, 1956)